Antigua Matanza. Revista de Historia Regional

ISSN 2545-8701

Junta de Estudios Históricos de La Matanza

Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, San Justo, Argentina.

Disponible en: http://antigua.unlam.edu.ar

Agostino, H. N. (junio de 2020 – diciembre de 2020). Hacer Historia en tiempos de pandemia. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 4(1), 1-5.

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Editorial

Hacer Historia en tiempos de pandemia

Hilda Noemí Agostino[1]

Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, Junta de Estudios Históricos de La Matanza, San Justo, Argentina.

orcid.org/0000-0002-1041-160X

¡Qué extraños parecen los tiempos que vivimos! ¡Todo ha sido trastocado por un virus invisible! El mundo en su totalidad ha sido alcanzado. Y poco o nada se sabe todavía acerca de él y por eso las únicas posibilidades de resistir a la enfermedad que produce, tienen que ver con el aislamiento social y con medidas de higiene, tal y como sucedía en siglos pasados cuando la medicina no había logrado el grado de avance que alcanzó hoy. Muchas son las especulaciones filosóficas que pueden hacerse sobre las circunstancias actuales, pero como historiadores que somos nos referiremos a cuestiones que creemos que nos competen ya que somos observadores calificados de un presente que deberá ser estudiado a la luz de diferentes perspectivas en cuanto se transforme en pasado de nuestro devenir nacional. Somos observadores, pero al mismo tiempo protagonistas y además en nuestro caso particular nos toca serlo en la realidad, quizá, más difícil que presenta el escenario argentino, ya que habitamos el conurbano bonaerense y estamos en el partido de La Matanza, uno de los distritos más poblados del país. Desde allí nos preguntamos, como profesionales de la Historia qué debíamos hacer. Y para compartir nuestra respuesta escribimos estas páginas.

Nos preguntamos en primer término. ¿Es la pandemia del COVID 19 que afecta a la Argentina un hecho histórico?

Y en eso no tuvimos dudas, para nosotros lo es. Entonces se puede producir conocimiento científico a partir de su análisis, pero… ¿Tendría alguna utilidad ese conocimiento? Si releemos a Robin George Collingwood (2004) filósofo de la historia, recordamos que enseñaba que:

El conocimiento histórico tiene consecuencias prácticas en cuanto altera nuestras concepciones de lo que podemos hacer: el pasado histórico "no es un pasado muerto; al comprenderlo históricamente lo incorporamos a nuestro pensamiento presente y nos permite, al desarrollarlo y criticarlo, usar esa herencia para nuestro avance". (p. 105).

Para el pensador inglés, el presente que estamos transitando no puede entenderse sin referencia al pasado del cual surge, por eso todo lo que acaece ahora, toda situación, todo hecho o los múltiples personajes que actúan en nuestro mundo cotidiano son productos de un pasado, que los hizo posibles.

Collingwood (2004) propuso que, mediante la Historia utilizada como poderosa lente se debe observar en detalle y en profundidad el proceso histórico que se desea conocer, porque si no se corre el riesgo de que el mismo aparezca como un producto espontáneo y azaroso y como si fuera un fenómeno natural; nosotros solo podríamos soportarlo, sin ninguna otra posibilidad de acción. Debe destacarse que él hace hincapié en que todo fenómeno se estudie desde su dimensión humana, en cuanto producto de ciertas acciones de las cuales debemos hacernos cargo; ya que, al no haberlas evitado, somos en parte responsables de que el fenómeno se dé, tal como se produce. Y desde aquí no entramos en preguntarnos en el cómo y en el dónde surgió el virus que nos afecta sino en visibilizar las peripecias por las que se deben atravesar para combatirlo y las estrategias que se implementan, para resguardar, en lo posible, la mayor cantidad de vidas humanas, en todos los rincones el país. Hay muchas aristas que observar y todas ellas tienen un punto en el pasado donde se explican o, por lo menos, donde se puede acudir para intentar explicar el por qué cada hecho y cada elección que se implementa sucede como sucede. Desfilan así insuficiencias de camas hospitalarias, condiciones de vida insalubres en muchos barrios, precariedad laboral, problemas alimentarios preexistentes, problemas económicos derivados de la aplicación de la cuarentena, ampliación de la brecha social en cuanto al acceso de la tecnología para estudiar, etc.

Recurriendo a la Historia podemos contribuir a una comprensión más precisa del mundo que nos contiene y de nuestras posibilidades de revertir lo que nos acaece y preparar para todos un futuro diferente. La gran enseñanza del hoy parece ser: internalizar que lo que sucede nos afecta a todos por igual, sin ningún tipo de distingo.

Muchas veces hemos sostenido que, a nuestro juicio, cada historiador trabaja desde su propia cosmovisión y esta impregna sus análisis hermenéuticos. Y también hemos abogado para que los explicite porque esto permitiría conocer desde donde se dice lo que dice. Nosotros creemos que esta pandemia es un hecho histórico que se sitúa dentro de un proceso de discusión de modelos de país que abarca mucho más que estos meses del 2020.

En una época en la que tantas pasiones se agitan en el seno de la sociedad argentina, por una multiplicidad de causas entre las cuales no es menor el permanente discurso opositor hegemónico de medios de difusión contrarios al signo gobernante actual, no es fácil realizar análisis desapasionados y objetivos, sobre todo siendo como se ha señalado, protagonistas del proceso que se quiere estudiar.

Por eso es que en este momento lo que los historiadores podemos hacer es, además de observar, conservar fuentes y hasta producirlas, mediante por ejemplo técnicas de historia oral, que indaguen sobre las percepciones de los sujetos que sufren la pandemia en los diferentes escenarios de la Argentina.

Como creemos que las fuentes pueden decir cosas diferentes según quien las analice, ya que si bien dicen lo que dicen, se las puede tomar sesgadas o no tomar en cuenta, se juega aquí fuertemente la moralidad del investigador, su deontología profesional. En otras palabras, se trata de nada menos que de demostrar la credibilidad de cada uno en la búsqueda de la verdad histórica. Y esto también juega la hora de conservar testimonios. Todos los posibles deben ser conservados.

Por nuestra parte ya nos hemos abocado a concretar acciones en ese sentido. Desde que se decretó la cuarentena a partir del viernes 20 de marzo de este año 2020, por el gobierno nacional, comenzamos a recoger y conservar fuentes acerca del proceso que vive nuestra sociedad local, que es nuestro objeto de estudio, tratando de abarcar todas las dimensiones posibles pero sabiendo de antemano la imposibilidad de la tarea y admitiendo “a priori” nuestras propias limitaciones.

Conservar para el futuro lo que el presente produce, en diarios, en redes sociales, en discursos de protagonistas: médicos, enfermeros, pacientes, infectólogos, científicos, funcionarios, referentes sociales, vecinos, etc. y quizá buscando sus testimonios, registrando movilizaciones solidarias y también los gestos anti cuarentena que se producen.

Esto es a nuestro juicio, lo más importante que podemos hacer, dejando a otros que nos sucedan y que sin estar atravesados por los imperativos de la hora actual realicen análisis más ajustados y menos apasionados, contando además con las consecuencias de esto que se está produciendo, pero que todavía no permite vislumbrar un final.

Solo nos resta decir que en estas horas impensadas e inciertas, una vez más los hombres y las mujeres muestran sus inmensas potencialidades para actuar en un inmenso abanico que abarca desde lo sublime hasta lo execrable, sobre todo desde la perspectiva de los valores humanos que remiten a la solidaridad y a la empatía para con los otros.

Referencias

Colingwood, R. G. (2004.). La idea de la historia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.


[1] Realizó su Doctorado en Educación alcanzando el grado de Ph D (EE.UU.), Magíster en Gestión de Proyectos Educativos (Argentina), obtuvo la Suficiencia Investigadora (Magíster) en Historia (España), se especializó en Evaluación de la Educación Superior (Cuba) y sus títulos de grado son Licenciada en Historia y Licenciada en Ciencias de la Educación. Es autora de numerosas  publicaciones en Historia, en Educación y en Formación Docente. Ha obtenido becas y premios por investigaciones realizadas En el Área Metropolitana, dirige proyectos relacionados con la Historia Regional del Partido de La Matanza.