Antigua Matanza. Revista de Historia Regional
ISSN 2545-8701
Junta de Estudios Históricos de La Matanza
Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, San Justo, Argentina.
Disponible en: http://antigua.unlam.edu.ar
Rodriguez, V. N. (junio de 2020 – diciembre de 2020). De rufianes y franchutas. Representaciones y vinculaciones francesas con la trata de blancas en la Argentina durante la Gran Guerra. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 4(1), 73-107.
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Imago Mundi
De rufianes y franchutas. Representaciones y vinculaciones francesas con la trata de blancas en la Argentina durante la Gran Guerra
Vanesa Natalia Rodriguez[0]
Universidad Nacional de Luján, División Historia, Luján, Argentina.
https://orcid.org/0000-0002-1324-7171
Fecha de recepción: 13 de abril de 2020.
Fecha de aceptación y versión final: 28 de mayo de 2020.
Resumen
Durante la Gran Guerra académicos, intelectuales, diplomáticos, periodistas, corresponsales de guerra, artistas, entre otros actores sociales, jugaron un rol clave al formar parte directa o indirectamente de un proceso propagandístico a favor de sus naciones y en contra de sus enemigos bélicos con el fin de influir en la opinión pública local. La activación de diversas presiones propagandísticas e intentos de vigilancia y disciplinamiento social se desarrollaron en la Argentina a través de prácticas e imaginarios ligados a representaciones, sentimientos, emociones, obligaciones y valores que definieron las disputas en términos antagónicos. En este trabajo se analiza la visión que los agregados militares franceses presentaron en sus notas, correspondencia e informes a la administración del Estado Francés durante dicho período frente a las supuestas acusaciones propagandísticas germanófilas que asociaba a los franceses con la “trata de blancas”, el “rufianismo” y la prostitución femenina. En el análisis se utilizaron fuentes, estadísticas, periodísticas y literarias que, hasta el momento no han sido abordadas en conjunto. Se espera aportar con este trabajo a las discusiones académicas en torno al impacto de la Gran Guerra en la Argentina.
Palabras Claves: mujeres prostitutas, rufianes franceses, Gran Guerra, informes de los cónsules franceses
De rufianes y franchutas. Representaciones y vinculaciones francesas con la trata de blancas en la Argentina durante la Gran Guerra
Introducción
En los últimos años se han incrementado las producciones académicas referidas al impacto de la Gran Guerra en la Argentina, lo cual probablemente pueda encontrarse ligado con el centenario de la finalización de dicha contienda bélica (Compagnon, Foulard, Martin, y Tato, 2018; Tato, 2017; Tarruella, 2013). Uno de los abordajes más novedosos en este sentido, es el de la historia sobre la cultura de guerra que explora nuevos modos de interpretación buscando captar a las sociedades en guerra en su globalidad, interesándose, por ejemplo, en la formación de la opinión pública y de sus imaginarios sociales, en la construcción de la figura del enemigo, así como también en la acomodación individual y colectiva ante la violencia de la guerra (González Calleja, 2008).
Siguiendo esta corriente historiográfica, a través de la reflexión de las relaciones entre historia y cultura, se busca contribuir a los estudios históricos que permitieron elaborar una visión más compleja sobre las repercusiones de la Primera Guerra Mundial en la Argentina (Tato, 2012; Tato, 2017; Tarruella, 2013). Los objetivos que se proponen aportan a dos aristas de análisis. Primero y principal, a reconstruir la visión que los agregados militares franceses presentaban durante la Gran Guerra sobre las supuestas acusaciones propagandísticas germanófilas que asociaban a los franceses con la trata de blancas, el rufianismo y la prostitución femenina en la Argentina. Segundo, a rastrear algunas representaciones que probablemente incitaron dichas denuncias y las acciones o reacciones que esas acusaciones generaron, incluso en el período de entreguerras.
El trabajo, en primer lugar, presenta brevemente el contexto local en el cual se produjeron dichas acusaciones contra los franceses y/o las supuestas propagandas germanófilas sobre organizaciones integradas por rufianes franceses en la Argentina. Inmediatamente, demuestra que son los propios agregados militares franceses quienes denunciaron la presencia de una maliciosa propaganda alemana que sindicaba a Francia como responsable de tráfico de personas a partir de la presencia de mujeres prostitutas y proxenetas de nacionalidad francesa en nuestro país. Es de interés señalar que este trabajo no analiza de forma directa dicha propaganda germanófila por no poder (hasta el momento) acceder a ella[1], lo cual no significa que no existiera. Los informes de los agregados militares franceses son los que advierten sobre la peligrosidad de los ciudadanos desertores de la Gran Guerra por sus posibles implicaciones con delitos como la prostitución femenina ilegal y la trata de personas.
En segundo lugar, aborda la investigación periodística de Albert Londres, quien viajó secretamente a Buenos Aires en 1927 para llevarla a cabo, y descubrió la existencia de Le Milieu, una red de rufianes franceses que operaba traficando mujeres francesas para el ejercicio del comercio sexual en la Argentina. En tercer lugar, analiza las estadísticas oficiales sobre población y prostitución femenina para dar cuenta de la existencia de regentas y prostitutas de nacionalidad francesa en Buenos Aires. Resulta difícil encontrar información semejante sobre los rufianes franceses porque los mismos realizaban su accionar de manera ilegal.
Por último, rastrea la imagen arraigada que asociaba a los franceses con las organizaciones rufianescas, la prostitución femenina y la trata de blancas en la Argentina durante el período de la Gran Guerra en Los siete locos y Los lanzallamas de Roberto Arlt. Estas novelas como parte integrante de las representaciones literarias detentan un alto contenido de crítica social. Sostenemos que la amplia circulación social de esas imágenes fue uno de los motivos para utilizar ese estigma en las propagandas germanófilas.
En suma, a través del recorrido propuesto nos acercaremos a las representaciones y vinculaciones francesas con el mundo prostibulario en la Argentina durante la Gran Guerra y primera posguerra.
Los agregados militares franceses y su preocupación frente a propaganda antifrancesa
Hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX las principales ciudades de la Argentina se encontraban inmersas en un evidente cambio urbano y habitacional además de ideológico, económico, político y social, orquestado en gran medida por el arribo de la sociedad aluvional. Se estima que en los primeros años llegaron aproximadamente 300.000 inmigrantes, de los cuales la mayor parte eran hombres solteros (Devoto, 2002).
Entre las profundas transformaciones mencionadas se encuentra el incremento de prostíbulos, donde se tejían complejas tramas de relaciones entre rufianes, prostitutas, regentas, médicos, inspectores, funcionarios, clientes, policía. El avance de la prostitución femenina generó interés y preocupación públicos en el mundo occidental, principalmente por sus vinculaciones con las enfermedades venéreas, consideradas devastadoras del hombre y la familia (Guy, 1992).
La prostitución reglamentada, impuesta durante las últimas décadas del siglo XIX por distintos municipios en todo el territorio argentino (por ejemplo, Rosario en 1874, la ciudad de Buenos Aires en 1875 y Comodoro Rivadavia en 1914), era considerada por médicos higienistas y funcionarios como un mal necesario. Estos pensaban que los hombres solteros inevitablemente requerirían los servicios de las mujeres prostitutas y sostenían que el control del comercio sexual femenino lograría evitar la propagación de enfermedades venéreas como la sífilis (también llamada “mal francés”).
Las sugerencias de los médicos higienistas fueron llevadas a cabo a través de diferentes leyes, reglamentos y ordenanzas. En principio, el patentamiento de burdeles donde se ejercía la prostitución que debían, además, pagar un canon a los gobiernos municipales y someterse a controles sanitarios periódicos de los establecimientos y de las mujeres que trabajaban en ellos. Asimismo, la ausencia de una cura efectiva para las enfermedades sifilíticas como sus funestas consecuencias sanitarias, personales y sociales, promovieron la estigmatización de quienes padecían dichas afecciones y de las mujeres que ejercían el comercio sexual por ser consideradas propagadoras de las enfermedades venéreas. También se condenó la figura de los rufianes[2] por su asociación con el proxenetismo y el tráfico ilegal de mujeres europeas para el ejercicio del comercio sexual (Guy, 1992).
Desde fines del siglo XIX el término “trata de blancas” comenzó a utilizarse con mayor asiduidad en los círculos políticos, médicos, sociales, económicos y culturales para aludir a la realidad que afectaba a miles de mujeres europeas o “blancas” que eran esclavizadas sexualmente por redes internacionales de prostitución. Estas mujeres, víctimas del comercio sexual femenino, eran trasladadas a otros continentes para ser ilegalmente sometidas a la explotación sexual. Actualmente el término se encuentra en desuso por su marcada connotación racial y por no corresponder a las realidades ni a la complejidad del comercio de personas.
El estallido de la Primera Guerra Mundial generó un gran interés y una inmensa preocupación, especialmente en las comunidades de inmigrantes. Pero la profunda y radical polarización de la sociedad entre germanófilos y aliadófilos o entre neutralistas y rupturistas se produjo cuando en 1917 estalló la guerra submarina total e ingresó Estados Unidos a la contienda bélica, experimentándose un incremento significativo en el ataque propagandístico entre uno y otro bando beligerante (Tato, 2008).
La construcción de la imagen del enemigo consolida estereotipos preexistentes; es decir, estos no son creados durante la Gran Guerra. De este modo se refuerza un imaginario social que cristaliza al otro diferente como enemigo y que constituye la construcción simbólica del mal. Se generaliza el odio hacia ese enemigo y se normaliza la violencia, por ejemplo, a través de los ataques propagandísticos. El caso de Francia y Alemania resulta emblemático al respecto (Tato, 2008).
En esa coyuntura, los sectores francófilos junto a los diplomáticos franceses salieron en defensa de las graves acusaciones planteadas por la propaganda germanófila, la cual adquiere una proyección social mayor de lo esperable en un primer momento por la temprana presencia de círculos aliadófilos en el país.[3] Por ello, la Gran Guerra puede interpretarse localmente como una disputa cultural y moral, un enfrentamiento entre la civilización y la barbarie, entre la libertad y el despotismo. Según Horne (2002) “en la mayoría de los casos la guerra fue sostenida para incluir no sólo la integridad física y territorial de la comunidad nacional, sino también sus valores, modos de vida e instituciones políticas distintivos” (p. 3). En esta operación fue fundamental el accionar de los Estados beligerantes y de los agentes privados (diarios, partidos políticos, grupos de presión, etc.) que promovieron valores legitimados e ideales de comunidad cultural.
Para los países beligerantes fue crucial estimular y mantener la moral. Inicialmente el apoyo popular a la guerra surgió de la persuasión y de la auto-persuasión. La represión fue utilizada en caso de que la persuasión para apoyar la guerra fracasara. Por ello, la movilización que desencadenó la Gran Guerra fue un proceso esencialmente político y cultural. De modo tal que para Horne (2002), la Primera Guerra Mundial presentó esencialmente un potencial totalizador del que se era consciente. De allí que fuera necesario representar la guerra en términos absolutos, “como una cruzada contra un enemigo total (y a menudo deshumanizado) en la que se colocaba un gran énfasis en la moral, la opinión y lo que contribuyera a la capacidad ideológica de cada nación de sostener el esfuerzo bélico” (p. 5).
Francia durante los dos primeros años de guerra se caracterizó por utilizar la persuasión y por poseer un grado significativo de auto-movilización de la sociedad civil. Claro que esta no caracterizó todo el período bélico ya que los efectos de la prolongación de la guerra, la gran cantidad de bajas y el agotamiento de los soldados se hicieron sentir. Los países beligerantes adoptaron un rol intervencionista cuando las voluntades declinaron (Tato, 2012).
En la Argentina los francófilos buscaron mantener el ideal de nación latina, republicana, ilustrada, civilizada; es decir, afianzar el sentido de pertenencia y hermandad (Compagnon et. ál., 2018). Los ataques ocasionados por la propaganda anti-francesa debilitaban dicho ideal. Las denuncias sobre la existencia de mujeres francesas víctimas de la trata de blancas a causa del accionar de rufianes franceses, fueron una preocupación constante del gobierno francés y alarmaron a los agentes diplomáticos franceses.
Los agregados militares franceses desarrollaban funciones que abarcaban el mundo diplomático y el militar, llevaban a cabo tareas de espionaje, propaganda e inteligencia y eran ayudantes de campo en materia militar del embajador. Además, velaban por el cumplimiento de las leyes francesas referidas al servicio militar y colaboraban con la logística para el envío de soldados al frente de guerra. Pero fundamentalmente su objetivo consistía en reducir la influencia alemana en la Argentina y lograr el fin de la neutralidad. Según Otero (2009) dichos diplomáticos aportaron información muy valiosa sobre varios aspectos de la sociedad argentina y desarrollaron un rol activo durante la Gran Guerra. Cuando Francia convocó a filas, los consulados en el exterior a través de los agregados militares fueron los encargados de citar hombres para el reclutamiento. Además, los agregados militares debieron reclutar a los hombres nacidos fuera de Francia con, por lo menos, uno de los padres de nacionalidad francesa.
La respuesta a la movilización militar generó una brecha profunda entre quienes respondieron al impuesto de sangre y quienes lo rechazaron, motivando también un enfrentamiento interno entre los dirigentes argentinos y los diplomáticos franceses, lo que devino en una fuerte tensión y demanda para la comunidad. A pesar de la preocupación que generó entre la diplomacia francesa la existencia de desertores, el ejército francés fue el que logró el mayor reclutamiento de soldados voluntarios argentinos (Tato, 2008).
El fervor observado en un primer momento a la respuesta francesa del impuesto de sangre se fue apagando a causa, entre otros factores relevantes, de las noticias de la guerra y la propaganda germanófila. El rechazo al impuesto de sangre fue más notorio en el exterior y se presentó entre los hombres a pesar de constituir por ley un delito grave (Otero, 2009). Si bien hubo voluntarios entre los soldados argentinos ubicados en la Legión Extranjera, también otros hombres decidieron transformarse en desertores sin importar demasiado la consecuente penalidad. De acuerdo con Otero (2009) estos “eran vigilados de cerca por los agregados militares, que veían en ellos -en general, sin razón- la fuente de otros males, como (...) la participación en actividades delictivas como la trata de blancas” (p. 127).
La propaganda alemana local sindicaba a Francia como responsable de la trata de blancas a partir de la presencia de mujeres prostitutas y proxenetas de esa nacionalidad. En la Argentina, a diferencia de otras comunidades inmigratorias, existía una alta proporción de mujeres francesas. Estas generalmente se empleaban en prostíbulos reglamentados o en trabajos asociados al comercio sexual ilegal. Otero (2009) señala que “el 15% de las 16.468 prostitutas registradas en el período 1899-1915 eran francesas, proporción que trepó al 20% después de esa fecha” (p. 127). Ello mismo ocurrió en Rosario hacia 1931. En cambio, Guy (1994) considera que la guerra contribuyó en la disminución del número de mujeres francesas registradas y de los rufianes franceses que actuaban en la Argentina.
Un problema que prestaba a la confusión y/o permitía camuflar el accionar de las organizaciones rufianescas era la práctica de los europeos en entrar al país como uruguayos. Costumbre que tenía una larga tradición y que fue observada en el informe de la Liga de las Naciones del año 1927 sobre la trata de blancas (Chaumont, Rodríguez García y Servais 2017). A ello se sumaba la habitual práctica entre algunas mujeres prostitutas en cambiar su nombre para hacerse pasar por francesas, ya que estas eran más cotizadas en el mercado sexual por resultar más atrayentes y refinadas.
A pesar de la conocida presencia de mujeres prostitutas y proxenetas franceses, antes de la Gran Guerra no se realizaban denuncias sistemáticas contra los mismos. La explicación podría estar vinculada a la francofilia característica de las elites y la intelectualidad. Dicha situación se modificó, aunque no de manera significativa, con los resultados de las investigaciones desarrolladas por la Liga de las Naciones a mediados de la década de 1920.
La vinculación entre la prostitución de mujeres francesas, la trata de blancas y los rufianes de origen francés estaba presente en los informes de los agregados militares y en el imaginario popular. Por ello, se sostiene que los alemanes y sus seguidores pudieron aprovechar esa asociación para desprestigiar a Francia durante la contienda bélica. Así lo observa Otero (2009) luego de acceder y analizar varios expedientes con informes de los agregados militares franceses de la Argentina (p. 74).
Si se tiene en cuenta las fechas de dichos expedientes se puede apreciar que las acciones de espionaje y propaganda no cesaron una vez que se firmó el armisticio. Durante períodos de paz los agentes consulares franceses enviaron informes a Francia con observaciones basadas en el conocimiento más directo de sus migrantes, brindando información sobre sus condiciones de vida y mostrando, además, la situación de los desdichados. Otero (2012) subraya que “se destacan por su dramatismo las mujeres atrapadas en el submundo de la trata de blancas. Estas redes mafiosas, que traían mujeres mediante engaños” (p. 193). En el caso de Francia, eran reclutadas sobre todo en Lorena y en París y enviadas a Buenos Aires por el puerto de Marsella (p. 193).
Se han consultado algunos carteles propagandísticos de la guerra y números de La Unión, diario de propaganda alemana que realizaba todo tipo de acusaciones contra los Aliados, pero no se ha hallado ningún indicio que avale las acusaciones que refieren los agentes franceses; es decir, no se ha identificado propaganda alemana o germanófila al respecto. Esta limitación impide profundizar algunos temas: las estrategias, los discursos producidos, los posibles conflictos o divergencias, etc., aspectos que nos vemos obligados a considerar espacios vacíos. Con todo, la información brindada por los agregados militares franceses permite un acercamiento a una parte del contenido de la propaganda antifrancesa, a las estrategias implementadas en el uso de estigmas o prejuicios presentes antes a la guerra, la vigencia del discurso o relato desencadenado, algunas preocupaciones presentes entre los agentes militares franceses y los puentes establecidos con la comunidad.
Londres y su investigación sobre Le Milieu
Albert Londres fue un periodista e investigador francés que llegó a la ciudad de Buenos Aires en 1927 para detectar el modus operandi del tráfico de mujeres francesas.[4] En su libro Le Chemin de Buenos Aires presentó a dicha ciudad como el lugar ideal para el accionar de los rufianes franceses. Consideraba que la miseria era la principal causa de la trata de blancas, aunque también responsabilizaba a las autoridades nacionales y a la Sociedad de las Naciones por no actuar pertinentemente en pos de su disminución (Londres, 1927).
Londres intentó acercar al lector al escenario donde se desarrollaba la trata de mujeres francesas, el modo de operar de los rufianes franceses, la vida de las denominadas franchutas[5], la complicidad de las autoridades municipales y policiales de la ciudad de Buenos Aires, las fachadas existentes alrededor del comercio sexual, entre otros aspectos.
Su pesquisa comenzó en los arrabales parisinos, específicamente en un bar frecuentado por rufianes del Milieu. Allí los escuchó hablar de dinero y del gran mercado proveedor de riquezas. Inmediatamente entabló un diálogo con esos rufianes que estaban de remonta. Esas referencias despertaron en Londres un repentino interés por investigar el camino a Buenos Aires, es decir, la trata de mujeres francesas.
Viajó a Buenos Aires realizando igual trayecto que el de los rufianes franceses, ello le permitió encontrarse con uno de ellos y su móme[6]. Éste le detalló el camino y las artimañas que realizaba para no ser detenido durante el trayecto. Una vez en la ciudad, siguiendo los pasos preestablecidos en París, Londres se dirigió a la Librería Francesa para contactarse con los hombres del Milieu. A través de una carta logró su encuentro con el tratante de blancas Vacabana, apodado el Moro, una especie de consejero de los hombres del Milieu, a quien le expresó su deseo de interactuar con los rufianes para insertarse en ese mundo con el objeto de conocer e informar sobre ello.
A lo largo del relato Londres describió el accionar de los rufianes franceses en la ciudad de Buenos Aires con una importante carga de subjetividad, dedicó un pequeño espacio a las mujeres prostitutas e incluyó especificaciones sobre la jerga utilizada por los proxenetas. También, se refirió a los desertores y a los pensionados de guerra, denunció la presencia de las enfermedades venéreas en las mujeres francesas y señaló la complicidad de la policía u otras autoridades en la trata de personas.
En los diálogos que mantuvo con los rufianes franceses develó las fachadas existentes en el mundo prostibulario porteño. Además, desde un principio vinculó la internacionalización de la trata de blancas con las corrientes migratorias del período y la revolución de los transportes, ya que las mismas permitían una mayor movilidad de personas junto a la ampliación del mercado prostibulario y, por ende, el camino a Buenos Aires. De acuerdo con Londres el desarrollo de la Milieu se produjo entre los últimos años de la Gran Guerra hasta la posguerra.
A pesar de la marcada subjetividad que presenta su relato, declaraba que el Milieu se hallaba asociado a diferentes formas de crímenes (como el robo y el juego) y no únicamente al comercio sexual femenino. Londres (1927) no creía ver en el Milieu la constitución de una mafia u organización rufianesca centralizada; pues sostenía que la misma carecía de un formato jerárquico y que los rufianes franceses eran totalmente independientes unos de otros. También encontró rufianes que eran desertores de guerra (hombres franceses que prefirieron el destierro a luchar y dar la vida por la patria); lo cual condice con las denuncias que al respecto realizaron los agregados militares franceses.
Londres descubrió que los hombres del Milieu se reunían en la calle Esmeralda. Estos “venían de París o Marsella. En esta iglesia, sólo hay dos arzobispados. Había rufianes de todas las edades, desde veintidós hasta cincuenta años” (p. 52). Según Londres, los rufianes franceses competían con las organizaciones rufianescas provenientes de Europa Oriental como los polacos o judíos y, en menor medida, con los rufianes criollos llamados por ellos cafés con leche. Asimismo, se preocupó en diferenciar el accionar de las jerárquicas organizaciones polacas con la de los hombres del Milieu (constituida por delincuentes, expresidiarios, desertores, pensionados de guerra y marginales franceses). De acuerdo con Londres, el proxeneta francés se encargaba de administrar, educar, consolar y cuidar a toda mujer que ejercía el comercio sexual para él. Así, el hombre del Milieu mantenía a las mujeres fuera de los vicios: alcohol, tabaco, cocaína, divertimento, e invertía grandes sumas de dinero en ellas.
En una de las conversaciones que mantuvo con el rufián Víctor el Victorioso, este le dijo que el motivo por el cual se produjo la contaminación del Milieu fue la guerra; la cual, era vista como generadora de miseria, decadencia y barbarie. “Por desgracia, hoy en día nuestro ambiente ya no es tan correcto. Entre nosotros, como entre los demás, la guerra llevó a cabo una obra desmoralizadora” (p. 93). La Gran Guerra impactó en la inmigración trasatlántica, el comercio mundial. También afectó al comercio sexual femenino reglamentado e ilegal.
Posteriormente el mismo rufián le indicó que como sabía que “en Francia con una mujer se vive bien” tomó el camino de la trata de personas (p. 54). Gracias a las importantes ganancias que obtuvo en Buenos Aires se convenció en ir de remonta[7], pero como tenía prohibido pisar París por ser desertor de guerra, viajó a Londres. También comparó sus vivencias como soldado de guerra y como tratante de blancas:
Valgo dos millones netos. Tengo treinta y siete años, cinco de cárcel, y soy pensionado de guerra de la República Francesa. Retornado en el 14. Herido en el 16: ¡vea mi muslo! Reformado en el 17: ¡estos son mis documentos! Y voy al Consulado francés (…) a cobrar el precio del pedazo de carne que perdí en ese viaje... Ahí también vivo de la carne humana, pero ¡en este caso es la mía! (Londres, 1927, p. 65).
Para Londres las franchutas eran rescatadas de la pobreza por los rufianes franceses, quienes las insertaban en tierras lejanas como Buenos Aires para el ejercicio del comercio sexual legal. En su informe indicó que las mujeres prostitutas no eran traídas de Francia engañadas, sino que existía un previo consentimiento con el rufián. Según el periodista estas mujeres aceptaban prostituirse para salir de la miseria y ayudar económicamente a sus familias. También dijo que encontró mujeres francesas ejerciendo la prostitución por todos lados.
Londres halló que los rufianes también tenían mujeres francesas en Rosario, Santa Fe y Mendoza. Conoció Rosario gracias a Robert le Bleu, un rufián francés que tenía a una de sus mujeres trabajando en una casa de tolerancia de esa ciudad. Nuevamente dijo sentirse a gusto con sus patriotas y relató sus experiencias, observaciones e impresiones de la casa francesa que visitó. Londres (1927) encontró que las franchutas eran las mujeres prostitutas con el caché[8] más elevado del mercado: “¡Franchutas! ¡Polacas! Las franchutas conforman la aristocracia: cinco pesos. Las polacas, el tercer estado: dos pesos.” (p. 110); “Catorce francesas que ganan entre mil y quinientos mil francos por día cada una” (p. 122).
En su informe y libro, el autor dedicó un capítulo a los rufianes polacos para diferenciarlos de los franceses. Sostuvo que la verdadera trata de blancas era llevada a cabo por las organizaciones judías o polacas, estos eran quienes buscaban mujeres inocentes en los sitios más humildes. “Llegan lotes de diez, once, por barco. Durante las primeras semanas, los polacos (…) las alojan en casas lamentables” (p. 113). Otra diferencia que subrayó fue la cantidad de mujeres que manejaban los rufianes polacos (cada uno poseía entre cinco y ocho mujeres). En su libro, también caracterizó al rufián criollo o rufián del café con leche, el cual se quedaba con la mujer de otro.
La investigación de Londres dejó constancia de que el Consulado de Francia en Buenos Aires estaba al tanto de la presencia de mujeres francesas que ejercían la prostitución. Lo hizo publicando parte de una carta que recibió el cónsul donde una madre sospechaba que su hija era “víctima de la trata de blancas” (p. 97).
Finalmente, Londres (1927) consideró la miseria como la causante de la prostitución femenina y la trata de blancas: “el ochenta por ciento de las francesitas que van por el mundo consolando hombres fueron empujadas a ello por la necesidad” (p. 158); lo mismo manifiesta en el siguiente párrafo:
Les he mostrado la trata de blancas.
Los hombres que viven de ella, las mujeres que no mueren a causa suya.
El rufián no crea. No hace más que explotar lo que encuentra. Si no hallara esta mercadería no la vendería. Tan sólo sabe quién la produce. Conoce (…) la gran fábrica: la Miseria. (p. 157).
Por ello, consideraba que no se debía luchar ni contra los rufianes, ni contra la existencia de las casas de tolerancia, sino contra la miseria.
El informe de Londres demuestra una significativa presencia de mujeres francesas que ejercían el comercio sexual y la existencia del Milieu, una organización de rufianes franceses que operaba con dichas mujeres en Buenos Aires como en las principales ciudades de la Argentina.
Las mujeres prostitutas francesas en las estadísticas
Según el Primer Censo de población de 1869 los franceses ocupaban el tercer lugar con 32,383 personas distribuidas en toda la República Argentina (De la Fuente, 1972, p. XXXI). Entre toda la población, sólo 361 individuos confesaron ser rufianes y/o prostitutas, pero en el informe censal se aclaraba que “el número real es, por lo menos, diez veces mayor” (p. XLVIII). Entre los años 1869 y 1914 casi la mitad de la población argentina era extranjera, y de acuerdo con los censos nacionales los franceses representaban el 15,21 % en 1868; el 9,69% en 1895; y el 3,50% en 1914 (De la Fuente, 1872, 1898; Martínez, 1916).
Sobre la cantidad de mujeres prostitutas de la ciudad de Buenos Aires, el cuadro demostrativo de las casas de tolerancia indicaba para 1877 un total de 14 prostitutas francesas sobre 200 mujeres registradas y para 1878 señalaba que siete de las regentes sujetas a inspección municipal eran francesas (Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1878, 1879). Con respecto a la cantidad y nacionalidad de las mujeres que declararon ser prostitutas, el censo de la ciudad del año 1887 establecía que de un total de 1.039 mujeres que declararon ejercer el comercio sexual 95 eran francesas. En porcentuales, dicho censo registraba la existencia de 9,08% de mujeres francesas (Latzina, 1887). Los censos analizados parecen indicar que la ciudad de Buenos Aires se había convertido en un polo de atracción importante para dichas mujeres francesas.
Si se observa el cuadro sobre los diagnósticos presentado por el Sifilicomio de Buenos Aires para el ejercicio del año 1889, en el mismo se detalló que 93 mujeres francesas ingresaron al nosocomio con afecciones venéreas y que 11 de ellas lo hicieron exhibiendo manifestaciones sifilíticas (Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1890). Entre los años 1893 y 1894 fueron 744 las mujeres sometidas a inspección en la capital, 69 de ellas eran francesas y representan el 9,27% del total de mujeres registradas. Hacia 1910 había 1.128 mujeres que ejercían el comercio sexual, el 20 % de ellas eran francesas (Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1909, 1910).
Un dato revelador es el que brindan los porcentajes de cada nacionalidad sobre el total de mujeres detenidas por escándalo por la policía federal entre los años 1920 y 1930, pues encontramos a las francesas en los tres primeros lugares. Por otro lado, para el año 1928 se detuvieron 450 mendigos, de los cuales nueve eran franceses. Vale subrayar que en esos años se vinculaba a los mendigos con la vagancia y/o al rufianismo (Korn, 1989). De acuerdo con el Censo de las Cárceles Nacionales del año 1929, un total de 12 franceses fueron detenidos por delitos. Pero en el cuadro que muestra la Nacionalidad según ocupación únicamente aparece un proxeneta y su nacionalidad no es francesa. (Dirección de Cárceles de los territorios nacionales, 1931).
Se considera que los datos estadísticos aquí analizados contribuyen a explicar la centralidad que tuvieron las imágenes y representaciones sobre las prostitutas francesas, los rufianes franceses y la trata de blancas en la Argentina durante la Gran Guerra. La presencia de un porcentaje significativo, aunque no mayoritario, de mujeres francesas que ejercían el comercio sexual en la ciudad de Buenos Aires permitía que se incrementen los temores de los agregados militares franceses y otros sectores de la sociedad. Asimismo, entendemos que brindaba a los sectores germanófilos una importante oportunidad para desprestigiar a la nación francesa, por ejemplo, a través de propagandas francófobas.[9] Ello a pesar de la existencia de mujeres austríacas y alemanas que también ejercían el comercio sexual en Buenos Aires y otras importantes ciudades de la Argentina.
Mujeres prostitutas y rufianes franceses en la pluma de Arlt
Los vínculos entre la trata de blancas con las mujeres prostitutas y rufianes de nacionalidad francesa se presentan en los pensamientos y representaciones culturales de la época analizada. De acuerdo Cicerchia (2001) la literatura promueve símbolos de identificación que impactan profundamente en las costumbres argentinas y que funcionan como una válvula de desahogo a los problemas sentimentales, morales, sociales y económicos. Por ello, se elige abordar dos grandes obras de la literatura nacional escritas por Roberto Arlt[10] en el período de la primera posguerra para acercarnos a los imaginarios, las visiones y representaciones existentes en la Argentina sobre la prostitución de mujeres francesas, el rufianismo francés y la trata de personas.
La Primera Guerra Mundial generó un sentimiento desolador y desesperanzador en la sociedad argentina y mundial; pues, la civilización europea (hasta entonces modelo a imitar) parecía desmoronarse en el caos y la destrucción que constituía la contienda bélica. Bajo ese clima, la literatura comenzó a describir la oscuridad, pero también a buscar espacios de entendimiento y proponer herramientas de acción frente a los problemas sociales y existenciales.
A partir de 1920, en las grandes urbes del país crecen de madera sostenida las principales instituciones de difusión cultural (escuelas, bibliotecas populares, editoriales independientes, salas de conferencias, entre otras). Las editoriales ofrecen libros y folletines en diferentes barrios a muy bajo costo, permitiendo su acceso a los sectores populares y reforzando la ampliación del mercado cultural (Romero, 1996).
Arlt fue un ferviente lector de Baudelaire, Verlaine y Murger, escritores franceses que experimentan y retratan en sus obras la vida bohemia y prostibularia de París. Si bien no podemos conocer el grado de influencia que dichos autores tuvieron en las producciones de Arlt, sabemos que a partir de 1920 se vuelca hacia el compromiso social y cultural. Luego de la Gran Guerra, Arlt denuncia y critica la injusta sociedad en la que vive. Escribe desde el presente. Sus obras aluden a los males de la vida urbana. Males que incluyen los efectos de la modernidad y el mundo capitalista, las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, la presencia de la prostitución femenina, el rufianismo y la trata de personas.
Las obras de Arlt participan en una trama de relaciones entre sectores medios y populares, intelectuales, periodistas, repetidores sociales y organizaciones barriales en el marco de cambios modernos y urbanos. De algún modo su narrativa representa una época de modernización de la cultura y el imaginario social en Buenos Aires durante los años de entreguerras (Sarlo, 1992). Las novelas que hemos seleccionado, Los siete locos y Los lanzallamas, contienen un lenguaje llano y áspero, idóneas para lograr un rápido entendimiento, capaces de movilizar a amplios sectores sociales y aptas para narrar la angustia y oscuridad del mundo de primera posguerra.
Arlt, en la novela Los siete locos, describe una historia ambientada en Buenos Aires para denunciar el absurdo de la vida marcada por la deshumanización provocada por la Gran Guerra y por el férreo capitalismo. Sus personajes, contemporáneos a él, son representativos de ese mundo desesperanzador. Remo Erdosain es un hombre soñador y perturbado, un ser que intenta escapar de la vida gris en la que está inmerso, casado con Elsa siente que su vida no tiene rumbo. El Astrólogo es un revolucionario, un anarquista que proyecta una conspirativa sociedad secreta, la cual será dirigida por él y financiada por una importante cadena de prostíbulos. Ergueta, el farmacéutico, es un hombre con delirios místicos que se casa con Hipólita, una prostituta que, igual al anarquista, es peligrosa. El Rufián Melancólico es un francés, un hombre duro que lleva ese apodo por un fallido intento de suicidio y es quien aporta los conocimientos necesarios para instalar la imaginada organización prostibularia del Astrólogo. Con Los lanzallamas Arlt finaliza la novela Los siete locos (2011 y 2013).
La historia representa un examen desesperado sobre la desolación y desorientación que provocó la Gran Guerra en la sociedad argentina y mundial. Pero también podemos advertir que la vida prostibularia ocupa un lugar privilegiado en la historia contada por Arlt. Pues, Erdosaín frecuenta burdeles y mujeres prostitutas, Ergueta se casa y vive con La Coja (una mujer que había ejercido el comercio sexual), el Astrólogo anhela llevar a cabo una revolución social y organizar una sociedad prostibularia para financiarla, el Rufián Melancólico es un francés explotador de mujeres prostitutas. Si bien en líneas generales las mujeres prostitutas ocupan un lugar secundario en el relato, Hipólita (La Coja) es una excepción, pues da centralidad a su personaje y le permite relatar su vida.
El Rufián Melancólico (Arturo Haffner) es quien representa y caracteriza en mayor medida la vida prostibularia de Buenos Aires y quien deja entrever los vínculos entre el rufianismo francés con la prostitución femenina y la trata de personas en el período de la primera posguerra. En Las opiniones del Rufián Melancólico, Haffner le dice a Erdosain que maltrata a sus tres mujeres para domarlas pero que también las cuida y protege de la policía.
–¿Lástima? (…). Amigo, a la mujer de la vida no hay que tenerle lástima. No hay mujer más perra, más dura, más amarga que la mujer de la vida. No se asombre, yo las conozco. Sólo a palos se las puede manejar. Usted cree como el noventa por ciento que el cafishio es el explotador y la prostituta la víctima. Pero dígame: ¿para qué precisa una mujer todo el dinero que ella gana? Lo que no han dicho los novelistas es que la mujer de la vida que no tiene hombre anda desesperada buscando uno que la engañe, que le rompa el alma de cuando en cuando y que le saque toda la plata que gana, porque es así de bestia (Arlt, 2011, p.51).
–¿Quién la cuida como el cafishio? ¿Quién la cuida cuando está enferma, cuando cae presa? ¿Qué sabe la gente? Si un sábado a la mañana la oyera usted a una mujer decirle a su «marlu»: «Mon chérí, hice cincuenta latas más que la semana pasada» (p. 52).
Tanto Haffner como sus mujeres hablan en francés, lo que puede indicar que ellas sean francesas.
Y qué alegría la de ella el día que usted le dice: «Ma chérie», ¿podes prestarme cien pesos? (…). ¿La psicología de la mujer de la vida? Está encerrada en estas palabras, que me decía llorando una mujercita a quien largó un amigo mío:
«Encoré avec mon cul je peu soutenir un homme». Eso no lo sabe la gente ni los novelistas. Un proverbio francés ya lo dice: «Gueuse seule ne peut pas mener son cul». (p. 52).
También, hay que tener en cuenta que uno de los motivos por el cual dichas mujeres incluyen en sus oraciones palabras en francés puede estar relacionado con algún método utilizado para agradar al rufián que las explota. Asimismo, resulta interesante mencionar que una de sus mujeres se apoda la Vasca, no sabemos con exactitud, pero podemos imaginar que su origen es francés (Arlt, 2011, 2013).
En Los siete locos Haffner cuenta cómo se inició en el rufianismo,
En ese tiempo era joven. Tenía veintitrés años y una cátedra de matemáticas. (…) Con mi cátedra iba viviendo, cuando en un prostíbulo de la calle Rincón encontré una noche a una francesita que me gustó. Hace de esto diez años. (…) Lucienne me agradó, y le ofrecí que viniera a vivir conmigo. Tenía un cafishio, el Marsellés, un gigante brutal (…) la mujer se enamoró y una noche de tormenta la saqué de la casa. Fue eso una novela. (…) cuando los cinco mil pesos se terminaron, le dije: «Bueno, adiós idilio. Se terminó». Entonces ella me dijo: «No, mi querido, nosotros no nos separaremos más». (Arlt, 2011, p. 53).
De este modo, Arlt advierte sobre la presencia en la ciudad de otros rufianes franceses (el Marsellés), de prostitutas francesas (Lucienne) y la trata de personas en el país. Dichas menciones son reiteradas a lo largo de la historia analizada: “No hay francés que no tenga tres mujeres. Y ellas se conocen, y no sólo se conocen, sino que rivalizan en quién le da más” (p. 55).
También el Astrólogo alude a la explotación sexual femenina, por ejemplo, cuando dice: “-Así que le interesa de dónde sacaremos los millones? Es fácil. Organizaremos prostíbulos”; “-En realidad yo, él, vos, todos nosotros, estamos al otro lado de la vida. Ladrones, locos, asesinos, prostitutas. Todos somos iguales” (pp. 167, 190).
Por otro lado, los relatos de Hipólita además de dar cuenta de la presencia del comercio sexual femenino definen la mala vida:
Escribí a una librería preguntando si no tenía algún manual para ser una mujer de la mala vida y no me contestaron (…)
-Sin inmutarme, le dije: «Doctor, vengo a verlo porque quiero saber lo que es la mala vida». (…) me dijo: «En la mujer se llama mala vida los actos sexuales ejecutados sin amor y para lucrar». Es decir, repuse yo, que mediante la mala vida, una se libra del cuerpo… y queda libre.
La mala vida, Erdosain, era eso, librarse del cuerpo, tener la voluntad libre para hacer todas las cosas que se le antojara a una. (pp. 252-253).
Ergueta menciona su paso por los prostíbulos y la trama de relaciones sociales que encuentra en su espacio, por ejemplo, cuando “con cierto resquemor inexplicable recordaba que había rodado por los lupanares”. También, al afirmar: “-Créame… es muy vergonzoso esperar en un prostíbulo. Nunca se siente uno más triste que allí adentro, (...). Y hay algo además humillante… no se sabe lo que es…” (p. 258).
Por su parte, Erdosain transmite a través de sus deseos, pensamientos y reflexiones la existencia de la prostitución femenina, el rufianismo y el denominado mal vivir. Dice: “Por ese desgano y la expresión canalla de su aburrimiento tenía el aspecto de un tratante de blancas” (p. 20). Hasta en las opiniones de los personajes secundarios Arlt (2011) registra dicha existencia. Por ejemplo, cuando un mozo afirma al pasar: “Una mujer inteligente, aunque fuese fea, si se diera a la mala vida, se enriquecería y (...) podría ser la reina de una ciudad. Si yo tuviera una hermana, la aconsejaría así.” (p. 251).
La devastación generada por Gran Guerra se halla presente en Los siete locos. El nombre elegido para la continuidad de su historia da cuenta de la importancia que la misma tuvo. No se puede comprender el mundo minuciosamente descrito por Arlt haciendo a un lado las nefastas consecuencias generadas por la primera gran contienda bélica. El lanzallamas[11] fue un arma que llenaba de terror a los soldados aliados cuando era utilizado por el ejército alemán durante las fases tempranas de la Primera Guerra Mundial en 1914 y 1915. Incluso, entre 1915 y 1918 ese sentimiento de miedo se extendió al ser incorporado y utilizado por los aliados.
Además de estar presente en el título de la segunda parte de la historia, la referencia a la gran contienda bélica y sus consecuencias se encuentran en diferentes momentos del relato. Por ejemplo, cuando en una especie de sueño o estado de irrealidad Erdosain tiene un extraño diálogo con un soldado de las trincheras mostrando que la humanidad jamás había pasado por una crisis de odio semejante.
-Tenemos que terminar. ¿No le parece a usted que ha llegado la hora? ¿Ha visto el mundo en qué estado se encuentra? Jamás ha pasado la humanidad por una crisis de odio como ahora. Podría decirse que estos últimos años del planeta son como la agonía de un libidinoso, que se aferran a todos los placeres que pasan al alcance de su mano (Arlt, 2013, p. 136).
En reiteradas oportunidades Arlt utiliza el contexto desolador de la Gran Guerra y la primera posguerra para explicar la desesperanza del mundo.
-No; no era divertido. Uno no podía menos de asombrarse a veces… Me acuerdo que una noche estalló a mi lado una granada de fósforo. La explosión me arrojó a unos metros; cuando volví la cabeza descubrí un espectáculo extraño. Un trozo de fósforo blanco se había incrustado en el vientre de un soldado y ardía lanzando llamaradas blancas, mientras que otro daba gigantescos saltos en el aire, intentando arrancarse los intestinos que se abrasaban lentamente… (p. 138).
El espacio y la popularidad de la historia son algunas de las razones por las cuales se decidió en el presente artículo hacer foco en Los siete locos y Los lanzallamas de Arlt. Este análisis incluye otras novelas (de diferentes estilos y corrientes literarias), poemas, obras de teatro, sainetes, partituras y letras de tango (de los denominados tango prostibulario y tango canción), folletines, artículos de revistas, publicidades, gráficas y periódicos de la época en que la prostitución femenina se encontraba reglamentada en varias ciudades del país.
Algunos de los aportes generales que brinda el análisis de Los siete locos y Los lanzallamas se asocian a la retórica predominante sobre la prostitución femenina: la imagen de la mujer prostituta extranjera y víctima de la trata de personas, la presencia del rufianismo francés y la desolación del mundo de la primera posguerra. Generalmente la mujer prostituta es explotada y maltratada por un hombre francés, compite por su amor con otras mujeres que son explotadas por la misma persona, habla francés o es francesa, es esclavizada en un burdel o prostíbulo de la ciudad y se encuentra hundida en la peor de las miserias humanas. Los rufianes son retratados como hombres seductores, libertinos y embaucadores de mujeres europeas y miserables a las cuales deshonra y convierte en prostitutas. Los rufianes franceses son hombres que, sin importar su profesión, se vuelcan a la mala vida para obtener gran cantidad de dinero sin trabajar. Con respecto a los efectos de la Gran Guerra, la deshumanización del mundo es subrayada como su principal consecuencia.
Como se puede advertir en las citadas novelas de Arlt, aparecen significativamente indisociables los males del período de la Gran Guerra y primera posguerra con la prostitución femenina, el rufianismo francés, la trata de personas y las manifestaciones culturales de la época con alto grado de crítica social.
Consideraciones finales
Este trabajo promueve nuevos aportes a los actuales estudios históricos sobre los impactos de la Gran Guerra en la Argentina. Específicamente se buscó, a través de la observación, interpretación y análisis de diversas fuentes disponibles, lograr una aproximación a las grandes representaciones existentes alrededor de la prostitución de mujeres francesas, el rufianismo francés y la trata de blancas desarrollada por estos últimos en la Argentina antes, durante y algunos años después de la Primera Guerra Mundial.
Se considera que dichas representaciones fueron utilizadas en las propagandas germanófilas para denunciar las vinculaciones de los franceses con la trata de blancas, las organizaciones rufianescas y la prostitución femenina en la Argentina, desprestigiando a la nación francesa. También se entiende que dichas acusaciones alimentaron distintas acciones o reacciones en los agentes militares franceses, en el periodismo de investigación de Albert Londres y en la literatura de Roberto Arlt. Se pudo observar que la prostitución de mujeres francesas, el rufianismo francés, la trata de blancas y la contienda bélica eran temas recurrentes en la cultura popular argentina en tiempos de la Gran Guerra y la primera posguerra.
Las estadísticas analizadas se informan sobre la presencia de mujeres prostitutas y rufianes franceses en las grandes ciudades argentinas. Las fuentes, investigaciones sociales y novelas analizadas permiten reflexionar sobre el imaginario y/o las representaciones existentes alrededor de las mujeres francesas y la prostitución femenina de la Argentina en los escenarios de la Gran Guerra. Creemos que el análisis, la perspectiva y el mensaje encontrado en las mismas, habilitan nuestras indagaciones sobre las representaciones y vinculaciones existentes alrededor del rufianismo francés, las mujeres prostitutas francesas y el comercio ilegal de mujeres en la Argentina. También se considera que permite una aproximación, por lo menos incipientemente, a los impactos que dichas representaciones tuvieron en la comunidad francesa y el resto de la sociedad, por ejemplo, sus efectos en la conformación de una identidad y la vigencia o no de ese discurso propagandístico.
A pesar de que muchos interrogantes siguen abiertos, se espera haber contribuido activamente en la construcción de nuevos planteos que sirvan para contribuir un nivel de conocimiento maduro y profundo sobre la Primera Guerra Mundial y su impacto en la Argentina.
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[0] Vanesa Natalia Rodriguez es Especialista y Maestranda en Ciencias Sociales con Mención en Historia Social por la Universidad Nacional de Luján. Ejerce la docencia en los niveles medio y superior en establecimientos de Tres de Febrero y La Matanza. Es autora de Las conmemoraciones del Nunca Más. Vigésimo y trigésimo aniversario de la entrega del informe de la CONADEP (2019) y de artículos académicos. Actualmente se desempeña como docente de la asignatura Historia Americana (siglo XX) del Profesorado en Historia del Instituto Superior Padre Elizalde. Correo de contacto: vanesanataliarodriguez@gmail.com
[1] Por ejemplo, se buscó sin éxito en algunos números de La Unión, diario de propaganda alemana que efectuaba todo tipo de acusaciones contra los Aliados.
[2] Hombre dedicado al tráfico de la prostitución (Real Academia Española - RAE). Por su parte, Goldar (1971) define al rufián como el hombre que hace del tráfico de mujeres prostitutas su actividad. En el trabajo utilizamos el término “rufianismo” para referirnos a la actividad del extranjero que comercia con la prostitución femenina.
[3] De acuerdo con Tato (2008) y Otero (2009) Francia fue un modelo cultural, artístico e intelectual de relevancia para las elites dirigentes. Asimismo, la comunidad francesa logró alcanzar el tercer lugar en el flujo migratorio arribado a la Argentina, siendo la más importante de Latinoamérica. La asociación francesa con la prostitución, el rufianismo y la trata de personas, aunque de manera mucho más atenuada, existía previo al gran conflicto bélico. La profundización de ese estigma desprestigió a Francia.
[4] La carrera periodística de Londres se inicia en los años previos a la Primera Guerra Mundial, pero a partir de 1914 comienza su ciclo como corresponsal de guerra, logrando que sus notas sean leídas en toda Francia. Sus crónicas, cargadas con un alto grado de subjetividad, se destacan justamente por poseer una clara toma de posición o partido. Al poco tiempo, empieza a escribir en periódicos como Le Petit Journal, Le Quotidien y Le Petit Parisien. Una vez finalizada la Gran Guerra, Londres se dedica a hacer lo que hoy denominamos periodismo de investigación; para lo cual recorre diferentes lugares del mundo. Con respecto a la investigación que realiza en Buenos Aires, se cree que fue promovida por la Deuxiène Bureau del Estado Mayor (agencia de inteligencia militar externa de Francia desde 1871 hasta 1940) y la Sureté Générale (cuerpo de policía encargado de la seguridad establecido desde 1903 de manera independiente del Ministerio del Interior).
[5] Término popular y despectivo para referirse a las mujeres francesas que ejercen la prostitución. Es la conjunción de las palabras “francesa” y “prostituta”.
[6] Niña o joven francesa.
[7] Viajar a Europa en busca de mujeres para prostituir en Buenos Aires.
[8] Concepto que procede del vocablo francés cachet. Alude al dinero que se le paga a una artista o a determinados profesionales por realizar una presentación o trabajo (RAE).
[9] Adversas a Francia.
[10] Roberto Arlt (1900-1942) fue un periodista, novelista, cuentista, dramaturgo e inventor argentino que participó de la nueva narrativa de tema urbano. Si bien se relacionaba con los escritores de Florida y Boedo por diferencias poéticas y políticas se mantiene independiente.
[11] Los lanzallamas son sistemas mecánicos diseñados para proyectar un fluido de fuego, los más modernos tienen su origen en la guerra de trincheras desarrollada durante la Primera Guerra Mundial.