Antigua Matanza. Revista de Historia Regional

ISSN 2545-8701

Junta de Estudios Históricos de La Matanza

Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, San Justo, Argentina.

Disponible en: http://antigua.unlam.edu.ar

 

Agostino, H. N. (junio - diciembre de 2019). Tres décadas en el conurbano bonaerense educando jóvenes. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 3(1), 1-5.

 

 

Editorial

Tres décadas en el conurbano bonaerense educando jóvenes

Hilda Noemí Agostino[1]

Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, Junta de Estudios Históricos de La Matanza, San Justo, Argentina.

La gente de historia tiene que considerar en su trabajo como una de sus coordenadas permanentes el tiempo, porque sin este y sin la ubicación espacial de los procesos sociales sobre los que indaga no existe la posibilidad de recreación intelectual de lo acaecido, que es lo medular de la propia ciencia. Nuestra Universidad Nacional de La Matanza está próxima a cumplir sus primeros 30 años de vida y esto invita la reflexión. Cuando uno se posiciona frente a una conmemoración como esta se produce la tentación de realizar un balance sobre su propia actuación en ese marco institucional. Y de ese rememorar surgen interrogantes, algunos de los cuales ya encontraron respuesta y otros siguen abiertos, impulsando acciones futuras.

Nos preguntamos ¿Pensábamos en los orígenes de esta casa de altos estudios en tener un Instituto dedicado a investigar y dar a conocer la historia del partido de La Matanza? ¿Se nos ocurrió pensar en qué campo de la ciencia histórica íbamos a incursionar para insertar nuestro quehacer y direccionar así nuestra producción? ¿Cuáles fueron nuestras metas y objetivos en aquellos años fundacionales?

Las respuestas son sencillas. Teníamos un gran entusiasmo, que rayaba casi en la pasión por el hacer historia y nos guiaba la propia dinámica institucional que marcaba con su primer estatuto universitario el camino a seguir. Eran los tiempos de educar para el arraigo, de ofrecer contextos desde conocimientos históricos provinciales y nacionales, al quehacer de este laborioso partido de La Matanza que estrenaba universidad. El cómo hacerlo quedaba en nuestras manos. Nos gusta pensar en aquellos inicios como épocas de trabajo artesanal. Más tarde llegaría la necesaria impronta académica con la introducción de cambios, algunos de los cuales fueron vividos por todo el subsistema de educación superior del país.

Todo estaba por hacerse y eso constituía un verdadero desafío. Esta situación apelaba en forma permanente a la creatividad y a la toma de decisiones. Siempre supimos que debíamos preservar de alguna forma cada suceso que acaeció en esos años, porque los reconocíamos como históricos y como tales eran irrepetibles. Así sucedió con los debates por su creación en el congreso nacional, las primeras escuelas que prestaron aulas, el predio fabril que sería su campus, las primeras elecciones de los claustros, la asamblea universitaria inicial, las aulas primigenias, las carreras que se ofrecían, los egresados, las ceremonias de graduación, la realización de las diversas instalaciones, en fin todo, lo que hoy constituye este microcosmos que se conoce como Universidad Nacional de La Matanza.

Sabíamos que cada una de esas situaciones debería poder ser recreada cuando el tiempo pasara y se precisara saber de esos orígenes y dentro de ellos, conocer los hacedores, hombres y mujeres que construyeron esta casa, que pusieron su impronta desde cada lugar y que la llevaron a ser lo que es hoy: el mayor centro cultural y educativo del partido de La Matanza, a la vez que verdadero baluarte del sistema nacional, con una bien ganada tradición de excelencia en su oferta. Es también nuestra casa un motor de tracción social para la sociedad matancera y la de los partidos vecinos y hasta de la propia ciudad capital de la República.

Y allí lentamente en ese contexto se fue perfilando nuestro propio camino y así llegamos a producir Historia Regional. Construir una historia de ese tipo, no es tarea sencilla, sobre todo cuando prácticamente no existen archivos comunales y se carece de toda la necesaria y preciosa documentación que se va generando a través de actuaciones grupales y particulares en una sociedad y que testimonia ese quehacer, a lo largo del tiempo, porque no se conservó o porque está en manos particulares, donde muchas veces es imposible consultarla libremente.

Sobre esto ya hace muchos años que nos preguntamos, sin respuesta satisfactoria todavía:

¿Cómo y por qué mucha documentación que debería ser oficial y por ende pertenecer a toda la comunidad está en manos privadas? No existe una única respuesta, pero sí una explicación posible y esta nos lleva a pensar en la carencia de una conciencia histórica colectiva que deja desprotegidos todos los bienes culturales y entre ellos las fuentes históricas. Por supuesto nuestra historia nacional pendular y dentro de ella los vaivenes, dentro del espectro ideológico que caracterizan nuestro devenir, explican que cuando hay que preocuparse por asegurar el trabajo y la comida de los argentinos, no se puede poner énfasis en reclamar sobre la protección de los bienes culturales.

Esa conciencia necesaria no radica sólo en saber que cada documento de distinto orden que nos habla del pasado común, deja en algún momento de pertenecernos como individuos para pasar a ser propiedad de todos, constituyéndose así en patrimonio de la comunidad, sino que nos lleva también a interesarnos por el conocimiento de ese pasado y sus vestigios. Sin conciencia se lo ve como algo innecesario, y hasta superfluo, atentando contra nuestra propia identidad y nos lleva a despreocuparnos por defender nuestro legado. Y quizá muchas veces nos hace olvidar quienes somos, y qué derechos tenemos.

Nuestro instituto de investigación nació para conmemorar los 10 años de vida académica y en estos 20 años de trabajo constituyó para nuestra universidad un reservorio privilegiado de documentación histórica. Se conservaron fuentes primarias para posibilitar esa reconstrucción del pasado y eso nos enorgullece y nos vuelve muy agradecidos, porque no se podría haber realizado todo este recorrido, sin contar con la aprobación de la conducción universitaria, que siempre nos estimuló y nos otorgó entera libertad de acción.

Hoy tenemos una revista especializada, y una página web que da cuenta de lo que se avanza en el conocimiento sobre historia regional y local y una importante `producción historiográfica que indica aquellos espacios que ya se han explorado para mostrar procesos, problematizar cuestiones y visibilizar a los protagonistas locales y regionales y llegar así a este presente que hoy transitamos.

También hemos construido archivos que conservan fuentes documentales, orales, iconográficas y una hemeroteca, que son ampliamente consultados.

Con la íntima convicción de haber realizado nuestro mejor esfuerzo, desde estas líneas deseamos rendir un sentido homenaje a nuestra universidad en este aniversario tan importante para la comunidad y tan caro a nuestros propios sentimientos, porque esta institución está ligada a nuestra propia vida. En este saludo a la UNLaM rendimos tributo a todos los colegas que trabajaron para forjarla, desde todos los espacios, a la vez que compartimos una inmensa alegría porque desde nuestro propio humilde lugar ayudamos a convertirla en lo que es y podemos verlo.


[1]

Realizó su Doctorado  en Educación alcanzando el grado de Ph D (EE.UU.), Magíster en Gestión de Proyectos Educativos (Argentina), obtuvo la Suficiencia Investigadora (Magíster) en Historia (España), se especializó en Evaluación de la Educación Superior (Cuba) y sus títulos de grado son Licenciada en Historia y Licenciada en Ciencias de la Educación. Es autora de numerosas  publicaciones en Historia, en Educación y en Formación Docente. Ha obtenido becas y premios por investigaciones realizadas En el Área Metropolitana, dirige proyectos relacionados con la Historia Regional del Partido de La Matanza.

Actualmente dirige el Programa de Historia Regional de la Universidad Nacional de La Matanza radicado en la Junta de Estudios Históricos, centro de investigación que también coordina.

En la Escuela de Formación Continua de la UNLaM coordina la Licenciatura en Historia, carrera de  complementación curricular para Profesores de Historia cuyo diseño también realizó.