Antigua Matanza. Revista de Historia Regional

ISSN 2545-8701

Junta de Estudios Históricos de La Matanza

Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, San Justo, Argentina.

Disponible en: http://antigua.unlam.edu.ar

Visconti, C. A. (junio – diciembre de 2019). Sectores populares y mujeres del oeste del conurbano bonaerense, más cerca del acceso a la Educación Superior. A treinta años de la creación de la Universidad Nacional de La Matanza. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 3(1), 262-288.

Dossier Treinta años de la Universidad

Historia de la Universidad Nacional de La Matanza

Sectores populares y mujeres del oeste del conurbano bonaerense, más cerca del acceso a la Educación Superior. A treinta años de la creación de la Universidad Nacional de La Matanza

Claudia Alicia Visconti[1]

Investigadora independiente.

Fecha de recepción: 10 de mayo de 2019

Fecha de aceptación y versión final: 31 de mayo de 2019

 

Resumen

¿Por qué fue importante la creación de la Universidad Nacional de La Matanza desde el punto de vista regional? ¿Qué impacto tuvo para los sectores populares y particularmente para las mujeres del oeste del conurbano bonaerense una universidad nacional? Estos planteos orientaron el presente trabajo, con el objetivo de observar la presencia de un conjunto de estudiantes que pudieron tener mayor acceso a la educación superior a partir del establecimiento de esta institución pública. El análisis de documentos escritos de historia local, y la recopilación de testimonios como fuentes orales de protagonistas de estos procesos, se suman a la perspectiva de género que visibiliza la masiva participación femenina en el estudiantado matancero. Por ello, son necesarias las investigaciones históricas porque contribuyen a revelar la importancia de este enclave universitario en la evolución de la vida socio-cultural de la región.

Palabras Claves: universidad pública, región, sectores populares, mujeres, accesibilidad, desarrollo socio-cultural

Sectores populares y mujeres del oeste del conurbano bonaerense, más cerca del acceso a la Educación Superior. A treinta años de la creación de la Universidad Nacional de La Matanza

Introducción

¿Qué significa estudiar la presencia de una enorme masa estudiantil (50.000 aproximadamente) que asiste a sus clases en una Universidad Nacional en el partido de La Matanza? ¿Qué impacto tuvo la creación de una institución pública de educación universitaria en uno de los distritos más poblados y heterogéneos del oeste del conurbano bonaerense? Este y otros planteos han guiado la investigación del presente trabajo. Partir de un análisis de Historia Regional nos resulta inevitable ya que contribuye a la conformación de un sentido de pertenencia local, escribir nuestra historia desde nuestro lugar, nos compromete en la construcción de identidades colectivas (bonaerenses, habitantes del oeste del conurbano, matanceros) y nos ayuda en la comprensión de nuestras vivencias compartidas. Asimismo, resulta imprescindible conocer los alcances que ha tenido la instalación de una casa de altos estudios para los sectores populares y para las mujeres, estos dos colectivos sociales han sido seleccionado como actores con el fin de observar sus mayores posibilidades de acceso a los estudios universitarios. Para la realización de este recorrido histórico se recurrió a los métodos de investigación propios de la Historia como ciencia, es decir, a la utilización de las fuentes secundarias como bibliografía general, y a la consulta de fuentes primarias como documentos escritos oficiales de la institución abordada (informes, resoluciones, entre otros), y a la recopilación de algunos testimonios de la denominada Historia Oral como los aportados por el Archivo de la Palabra de la Junta de Estudios Históricos del Partido de La Matanza de la Universidad Nacional de La Matanza u otras entrevistas de historias de vida realizadas por la propia autora de esta investigación. Con respecto a la visibilización del rostro femenino en las carreras cursadas en dicha institución, se ha recurrido a la perspectiva de género o la denominada Historia de mujeres con el objetivo de analizar datos cuantitativos y cualitativos que permitieran efectuar algunas posibles conclusiones sobre este tópico.

Más cerca, al oeste…

La historia de la creación de la Universidad Nacional de La Matanza (en adelante UNLaM) no la profundizaremos aquí, pues ya fue estudiada en sus aspectos de conformación edilicia y de su personal docente y no docente en otros trabajos (Agostino, 2011), solamente mencionaremos algunos datos introductorios al tema: fue fundada por un proyecto de ley aprobado en 1989, Ley nº 23.748 publicada en el Boletín Oficial el 23 de octubre de dicho año; surgió a partir del impulso dado por el diputado Alberto Reinaldo Pierri, atendiendo una antigua demanda vecinal; se nombró como Rector Normalizador al Ingeniero Mario Pinelli y el 4 de julio de 1990 se puso en marcha la universidad con unas sedes provisorias en las escuelas nº51 y n 52 ubicadas en San Justo y nº 27 en Lomas del Mirador; recién en 1992 se obtuvo como sede el predio de la antigua fábrica de autos Volkswagen en la calle Florencio Varela al 1903 de la localidad de San Justo; las primeras carreras ofrecidas fueron Contador Público, Licenciatura en Administración, Licenciatura en Trabajo Social e Ingeniería en Sistemas.

Este breve recorrido histórico, solo aporta una serie de datos cuantitativos, que por cierto resultan muy valiosos, pero aquí quisiéramos completar la mirada con un análisis de la importancia que tuvo para la zona el establecimiento de esta institución. Para ello, tendríamos que conocer también el distrito de La Matanza y reconocerlo como uno de los más poblados del conurbano bonaerense. Su desarrollo urbano estuvo íntimamente emparentado con las políticas de industrialización  de las décadas del treinta (por la necesidad de sustitución de importaciones) y del denominado primer peronismo de 1945 a 1955 (con el impulso al mercado interno y a una política de pleno empleo), y el resto del desarrollo industrial propiciado durante los años posteriores hasta la instauración de las políticas neoliberales que provocaron la desindustrialización de la región (última dictadura militar y los noventa). Esta mención resulta necesaria para comprender la enorme cantidad de personas que habitan el partido, su población incluso supera a la de algunas provincias del país (una población mayor a las provincias de Entre Ríos, Salta, Chaco, Misiones, Corrientes, Santiago del Estero, San Juan, Jujuy).

¿Era posible, entonces, que frente a semejante volumen poblacional no hubiera una institución de estudios universitarios en la región? “Si bien  en Morón ya existía una casa de altos estudios, esta es privada y arancelada; luego también se creó la Universidad Nacional de Tres de Febrero, pero con carreras, en general, diferentes a las de la UNLaM” (Plan de Desarrollo Institucional 2006-2010, p. 15). Cuando se discutió la ley en el recinto parlamentario se oyeron diversas voces a favor o en contra, entre estas últimas se argumentaba que ya existían muchas universidades en nuestro país:

en la Cámara de Diputados el diputado tucumano Exequiel Avila Gallo, se opuso a su concreción (…)” con el argumento, hay que mencionar que pertenecía a la extracción conservadora, y que en su momento apoyó la candidatura a gobernador del dictador tucumano Antonio Bussi. (Agostino, 2009, p. 87).

Esto significaba desconocer la importancia poblacional de La Matanza; pero entre las primeras figuraba una argumentación potente que estuvo representando en la Cámara Alta el clamor vecinal de décadas anteriores: la necesidad de “(…) acercarles a Quilmes y La Matanza, la posibilidad del estudio universitario, para que su juventud no se vea obligada a abandonar las aulas” (Agostino, 2009, pp. 88-89), en palabras de la profesora en letras, Margarita Aurora Malaharro de Torres, referente del radicalismo cuyano.  Aquí hallamos una palabra clave para la comprensión de este proceso histórico: acercar, esto es, poner al alcance de los pobladores de esta parte del oeste del conurbano bonaerense un lugar en donde se pudiera acceder a los estudios universitarios. Los habitantes, que pretendían estudiar en una Universidad, tenían que movilizarse hasta la Capital Federal –Ciudad de Buenos Aires- o a La Plata, o tal vez a Lomas de Zamora o a Luján. Este fenómeno implicaba un cotidiano desarraigo para nuestros estudiantes, quiénes, para trasladarse a esos lugares distantes a cursar una carrera universitaria, debían usar colectivos de línea, trenes, subtes con el consiguiente gasto de recursos económicos (boletos y vianda alimentaria) y de tiempo (cerca de tres a cuatro horas diarias de viaje entre la ida a la universidad y el regreso a sus hogares).

Del mismo modo, esta aproximación de la vida académica universitaria al territorio ha tenido un  conjunto de consecuencias socio-culturales de gran envergadura porque no solamente se favoreció una descentralización de la Educación Superior sino que también se promovieron una serie de actividades curriculares y extracurriculares que contribuyeron a fortalecer el tejido social de la región y ha logrado transformar a la UNLaM en un verdadero enclave universitario convertido en referente cultural para el entorno, a partir de sus diferentes propuestas de extensión universitaria (deportes, idiomas, coro, danzas, arte, entre otros cursos, que se imparten para el disfrute y la formación de la comunidad):

Las tareas que se realizan en esta área contribuyen tanto a desarrollar en los alumnos vínculos identificatorios con la institución como a la inserción de la Universidad en la Comunidad. El estrechamiento de este vínculo Universidad-Comunidad incentiva el desarrollo creciente de este tipo de actividades en el ámbito de la Universidad Nacional de La Matanza. (…) Coro (…) Teatro (…) Folklore y Tango (…) Ciclos de Cine exposición de obras de artistas plásticos (…) Taller de escritura (…) Lenguas nativas (…) (Autoevaluación institucional 2003, s/f, pp. 103-104).

La creación de un espacio propio de difusión científica y cultural, de proyección local, ha sido uno de los grandes logros de la UNLaM, y hoy los habitantes de estos lares son beneficiarios directos de ello.

La presencia de un estudiantado de pertenencia local puede observarse por ejemplo en algunos informes del ámbito académico de la UNLaM, así en la Autoevaluación Institucional 2003 (s/f) se informaba que el 85 % del alumnado tenían como lugar de residencia la región (59 % de La Matanza y 26 % de partidos vecinos) (p. 7):

Prácticamente el 60% de los alumnos reside en el partido de La Matanza y el 85%  en La Matanza o partidos vecinos. Estas proporciones como así también la de los colegios de procedencia, tan fuertemente sesgadas al ámbito local confirman el cumplimiento del objetivo de influencia zonal de la universidad destacado en el Proyecto Institucional y enunciado en el estatuto. (Autoevaluación institucional 2003, s/f, p. 41).

Asimismo, se pudieron hallar documentos que manifiestan el deseo de algunos estudiantes de solicitar pase desde otras universidades, esto podría expresar la necesidad de los jóvenes de concurrir a una universidad que les quedara más cercana, de este modo, en el Informe de gestión (1994-1997) del Consejo Departamental de Ciencias Económicas, se puede citar una Resolución del 31 de octubre de 1995 que, al respecto, sostenía:

Al ingresar por el sistema de pases, el alumno deberá proporcionar a esta Institución los antecedentes de su actuación académica, entendiéndose por tal un certificado analítico o constancia de la universidad de origen donde figuren materias cursadas, materias aprobadas y desaprobadas (sin página)

El documento dejaba constancia también de la necesidad de priorizar la calidad académica, este proceso lo confirmaron algunos entrevistados, así Roberto Acuña (2011) contaba:

Llegué porque me habían comentado que se había abierto una universidad aquí en el distrito y yo estudiaba en Lomas de Zamora (…) Ya estaba cursando primer año de lo que era  Contador Público (…) me entero que se estaba gestando la universidad y me ofrecí para venir a averiguar y efectivamente me inscribí para la carrera de económicas (…) Empiezo a cursar, si mal no recuerdo, en el ’92 (…) éramos poquitos y nos conocíamos todos y más allá de un proceso formativo había un clima muy ameno, nos conocíamos todos y compartíamos más allá del espacio formativo, digamos otras inquietudes, que es la importancia de estudiar cerca de tu casa. Más allá de no tener que trasladarnos a Lomas o mucha gente a la Universidad de Buenos Aires y que lindo era poder venir a estudiar cerca de tu casa.

A estas caracterizaciones se le podría sumar el bajo índice de deserción de la población estudiantil que se ha presentado en los documentos oficiales de la institución. En el Plan de Desarrollo Institucional (2006-2010) (s/f) se indicaban algunos datos como:

En los primeros años de vida, la Universidad tenía una inscripción de aspirantes cercanas a los 6500 alumnos por año, a partir de la implementación del curso de admisión, dicha demanda se estabilizó en los 9000 aspirantes de promedio, siendo el porcentaje de aprobados de aproximadamente el 45% para el año 2005, porcentaje que ha ido creciendo entre los años 1998 y 2005 del 30% al 45%. (p. 24).

Esta situación coloca a la UNLaM en una de las mejor posicionadas del país, ya que como sostenía el informe:

La implantación del curso de admisión ha logrado que el nivel de deserción descendiera bruscamente luego del año 1997, llegando la reinscripción de ingresantes a segundo año a niveles que van del 85% al 90%, y que el índice de egresados / ingresantes se ubique en el 2004 en el orden del 25%, el cual es muy superior al índice promedio de todas las universidades nacionales que rondaba el 17% en el año 2003. (Plan de Desarrollo Institucional (2006-2010), s/f, p. 24).

Estas referencias pueden relacionarse con el curso de nivelación y examen de admisión que comenzó a implementarse en 1996 que, aunque ha generado debate sobre el derecho al ingreso irrestricto, indudablemente ha repercutido de manera positiva en la retención y permanencia de los estudiantes de la UNLaM. Aunque podría ser atribuida también esa baja deserción a la cercanía de la institución, que invita a formar parte de ella a los habitantes vecinos del lugar. Así lo testimoniaba en una entrevista Mariana, quien cuenta que se anotó en la Carrera de Comunicación Social (carrera que cursó entre los años 1997 y 2003), “(…) porque me quedaba cerca la facultad, ¿cuándo ibas a pensar que tendrías una universidad a veinte cuadras de tu casa?”, y exclamaba: “¡eso era algo inimaginable para nosotros!”, relataba esta habitante del centro de la ciudad de Ramos Mejía; y luego agregaba: “(…) sí, sí que quise dejar, muchas veces…porque trabajaba y tenía que criar a mis hijas (…) pero me convencía de nuevo pensando que era un regalo tener una universidad tan cerca y sentía que eso no lo podía desperdiciar (…)” (M., comunicación personal, abril de 2019).

Dar acceso popular a la universidad…

Estas palabras del presidente argentino Juan Domingo Perón han sido expresadas en una entrevista, en donde el ex mandatario manifestaba también: “(…) se hizo la conquista más grande, fue que allí la Universidad se llena de hijos de obreros donde antes estaba solamente admitido el oligarca por (…) los altos aranceles (…)”, haciendo referencia a la Educación Gratuita y a la Universidad Obrera. (Educación Gratuita y Universidad Obrera por Perón, 2012).

El objetivo de esta cita ha sido, por un lado, reconocer la importancia de una medida trascendental para el acceso a la Educación Superior como fue la Ley establecida por el presidente Juan Perón el 22 de noviembre de 1949 que suprimía los aranceles universitarios, de este modo, la enseñanza se convertía en absolutamente gratuita en las universidades nacionales, y colocaba a los obreros e hijos de trabajadores al alcance de la posibilidad de estudiar. Por otro lado, la cita nos convoca a reflexionar sobre el protagonismo que adquiere uno de los actores sociales más marginados en cuanto al camino a la educación, esto es, los sectores populares. Que la universidad pueda ser transitada cotidianamente por los mismos significó, y aun hoy implica, una democratización del acceso a la enseñanza universitaria.

En este marco de análisis, fue un indicador característico de la UNLaM la presencia masiva de estudiantes trabajadores y/o hijos de trabajadores. De este modo, lo encontramos registrado en un documento institucional de 1999 en donde se destacaba como una fortaleza al describir el perfil de los alumnos:

Otro elemento positivo resulta ser que no obstante registrarse un alto porcentaje de alumnos que trabajan y estudian, el tiempo de dedicación a esta última actividad muestra un 35% de 21 a 30 hs y un 43% más de 31 hs. (Departamento de Ciencias Económicas, 1999).

En otro informe del año 2003, se sostenía que:

Aproximadamente la mitad, además de estudiar, trabaja, y una parte importante de ellos declara que para solventar sus gastos recurre además a la ayuda familiar. El tiempo que dedican al estudio es compatible con las actividades laborales. Tienen preferencia por cursar en el turno noche (…) (Autoevaluación institucional 2003, s/f, p. 44)[2].

Esta referencia al turno vespertino resulta interesante ya que fue un logro de la Universidad Obrera (UNO), que comenzara a funcionar a partir del año 1953, en donde se favorecía a los alumnos con el horario vespertino de 19 a 23 hs. para integrar, en la universidad, a las clases trabajadoras. Esto lo confirman también las entrevistas orales, así por ejemplo narraba Guillermo Spina (2010), egresado de la carrera de Comunicación Social de la UNLaM, consultado sobre los inicios de la carrera: “(…) en esa época yo estaba en el curso de ingreso en el turno noche; porque yo me anoté en el turno noche porque trabajaba en esa época (…)”.

Uno de los compromisos que asumieron los rectores en las “Primeras Jornadas de reflexión sobre la Educación Superior argentina” -en el año 2004- integrando el Consejo Interuniversitario Nacional establecía: “(…) afianzar (…) una universidad inclusiva que asuma un rol protagónico en la construcción de una sociedad en la que la educación, el conocimiento y los demás bienes culturales se distribuyan democráticamente.” (Véase Anexo 1: Consejo Interuniversitario Nacional. Primeras Jornadas de reflexión sobre la educación superior argentina, en Plan de Desarrollo Institucional (2006-2010), s/f., pp. 127-128).

Este concepto de inclusión puede ir acompañado de la idea de igualdad y/o equidad. Así lo mostraba otro enunciado del sistema universitario en el año 2006, en “Notas sobre los lineamientos de política de la SPU”, se proponía como una de las áreas prioritarias: “(…) 7. Equidad: programas compensatorios a favor de los sectores sociales más desfavorecidos. 7.1 Ampliar la cobertura de la educación superior, sin desatender los niveles de calidad. 7.2 Ampliación de la cobertura de las becas (…).” (Anexo 2: Notas sobre los lineamientos de política de la SPU, en Plan de Desarrollo Institucional (2006-2010), s/f., pp. 130-136). Se observa claramente el propósito de incluir a los sectores populares en la educación universitaria nacional como parte de una política pública. Con respecto a la temática de las Becas Universitarias, en el Plan de Desarrollo Institucional (2006-2010) (s/f) se planteaba como objetivo: “Cubrir las necesidades mínimas indispensables de los alumnos que demuestren buen desempeño académico y regularidad y que se vean imposibilitados de asistir a clases por falta de recursos” y como estrategia: “Crear un Programa de Becas Universitarias, donde puedan participar todos los alumnos que acrediten escasos recursos económicos (…)” (pp. 90-92), la Unidad Responsable debía ser dentro de la Secretaría de Extensión, la Dirección de Bienestar Estudiantil.

Al describir el perfil sociocultural de los estudiantes de la Universidad de La Matanza, otro de los rasgos distintivos que encontramos es que representan una primera generación dentro de sus familias que accedieron a los estudios superiores. Esto lo han confirmado tanto los documentos oficiales como las fuentes orales recopiladas en los testimonios. De esta manera, en el informe de Autoevaluación Institucional del 2003 se afirmaba: “Sólo el 10% de los padres y el 6% de las madres de los alumnos tienen formación universitaria completa, ello significa que la mayoría de los estudiantes constituyen la primera generación universitaria de sus familias” (p. 143). Así relataba esta experiencia uno de los entrevistados:

(…) yo siempre digo que sí…que soy un agradecido de la universidad, (…) me permitió tener un título universitario, eh… que en mi familia por una cuestión de recursos no venía teniendo nadie, y solamente yo lo habría tenido. Y hoy no solamente soy Licenciado, sino que ahora también tengo la Maestría, (…) gracias a la Universidad que me lo ofreció pude tener el lugar donde tener este cambio social e intelectual (Spina, 2010).

Creer en las posibilidades que ofrece una educación universitaria pública y de calidad para toda la sociedad, pero fundamentalmente, desde el punto de vista de nuestra región matancera, hacia los sectores populares, es una apuesta fuerte que debe hacerse desde la acción explícita del Estado. Crear competencias culturales, disminuir las desigualdades sociales, permitir condiciones más democráticas para el acceso a mejores puestos de trabajo… podrían ser algunos de los beneficios que ha aportado a los habitantes la presencia de una universidad nacional gratuita en nuestra localidad.

Como sostiene Roberto Domecq en La construcción de Universidades en la Argentina: naturaleza, funciones y principales obstáculos al reflexionar sobre las universidades nacionales y el desarrollo local:

(…) la creación de una Universidad no puede pensarse sin introducir las dimensiones territoriales y los relatos locales. Las dimensiones territoriales vinculan las transformaciones recientes y el desarrollo de la ciencia y la tecnología con los problemas de la región; y los relatos locales con la situación de la comunidad y de la gente. El sentido y pertinencia de la Universidad se conforma a través de la manera que acompaña, incide y aprende de estas transformaciones a través de la enseñanza, la investigación y los servicios tecnológicos. (…) La clave está entonces en que la universidad asuma un rol más activo frente a los nuevos problemas que tiene el país, en su relación con la sociedad y el territorio. (Forcinito, 2016, pp. 109-110).

Desindustrialización, desempleo, pobreza y hambre fueron algunos de los problemas que atravesaba nuestra población del oeste del conurbano bonaerense en la década del noventa, y durante las consecuencias del estallido de la crisis del 2001, el establecimiento de una universidad le permitió al pueblo matancero vislumbrar que otro futuro podría ser posible. Es cierto que, como sostenían Daniel Filmus y Ana Miranda (2005):

(…) es posible plantear que los elementos brindados en este artículo pueden dar lugar a dos tipos de lecturas. La primera de ellas plantea un retorno al pesimismo educativo: ¿Para qué educar, si el aporte de los sistemas educativos al cumplimiento de las promesas de mayor productividad y equidad no ha sido el esperado? (…) La segunda, por la cual nos inclinamos, propone el fortalecimiento de la acción educativa del Estado y la sociedad en su conjunto. Sostiene que las limitaciones a la capacidad democratizadora de la educación son producto de que la escuela es un factor necesario pero no suficiente para alcanzar mayores niveles de igualdad. Que los beneficios de la educación sólo pueden fructificar en plenitud en un contexto de políticas económicas y sociales que promuevan la integración del conjunto de la ciudadanía. Pero en el caso de que estas políticas no existieran, también tendría sentido invertir, transformar y mejorar la educación para todos. (pp. 145-146).

Un rostro femenino en las aulas

Reconocer el impacto que tuvo la presencia de un establecimiento universitario nacional, público y gratuito resulta indudable, tanto para la región como para sus habitantes, fundamentalmente pertenecientes a los sectores populares. Este fenómeno podría proyectarse por sus alcances también como positivo desde una perspectiva de género:

La mujer siempre ha estado presente en la Historia, porque es la ciencia que tiene como objeto de estudio al hombre y la mujer en sus múltiples relaciones con el territorio que habitan y con la sociedad que conforman en un tiempo determinado. Pero la temática de género y su especificidad recién ha visto la luz pública cuando han ido desapareciendo las barreras interpuestas entre las mujeres y quienes ejercían la autoridad, ya fuera ésta en el ámbito religioso, educativo, político, económico o jurídico. Y este fue un largo, complejo y gradual proceso que aún no ha culminado (…) Existían, pero no eran visibles… (Agostino & Artola, 2009, p. 86).

¿Qué significaría incluir en estas reflexiones una mirada sobre la situación de la mujer como protagonista/estudiante de la UNLaM? ¿Deberíamos, para comenzar a pensar el tema, hacer un breve recorrido histórico sobre la participación de las mujeres en los estudios superiores en el pasado de nuestro país?

Tal vez, sería necesario conocer que fue muy débil la matrícula femenina en las universidades nacionales durante gran parte del siglo XX, las pioneras desde fines del siglo diecinueve así lo demostraron: Élida Passo, Cecilia Grierson, Elvira Rawson, Julieta Lantieri, Alicia Moreau, entre otras pocas:

Una de las características de estas primeras profesionales universitarias es que muchas de ellas pertenecían a familias de inmigrantes de buena posición económica, con padres profesionales y de ideas liberales. La otra es que, si bien desde 1880 habían comenzado a romper las barreras de ingreso, hasta la Reforma de 1918 las mujeres seguirían siendo una rareza en las universidades argentinas. Según un relevamiento de Graciela Maglie y Mónica García Frinchaboy, de los 6,168 títulos otorgados entre 1900 y 1915 por las universidades nacionales, sólo 159 correspondían a mujeres. (Pigna, 2012, p. 455).

Recién en los años ‘60 hubo una transformación al respecto, como afirman en su artículo Los sesenta de las mujeres, María del Carmen Feijoó y Marcela Nari (1994):

El mundo universitario tuvo profundos alcances dentro y fuera de las instituciones, tanto en términos de apertura de espacios como de reformulación de paradigmas para la ‘lectura’ de la sociedad. En el primer aspecto, se destaca la aparición de nuevas carreras (psicología, sociología, antropología) cuyas matrículas incorporaron a jóvenes de las clases medias en ascenso, muchas de las cuales eran mujeres (el caso más relevante es, sin duda, psicología), para quienes la militancia estudiantil fue una de las vías más comunes (…) (p. 11).[3]

Esta feminización de la matrícula universitaria continuó en ascenso hacia la década del setenta (salvo un descenso brusco por los oscuros años de la última dictadura) y en los años ochenta con la recuperación democrática. Sin embargo, el acceso a los estudios superiores en las mujeres siguió estando en porcentajes más bajos que la presencia masculina, exceptuando algunas carreras como aquellas vinculadas a las Ciencias Sociales y las relacionadas a la salida laboral docente. (Véase Barrancos, 2007).

Si bien los noventa marcaron una continuidad positiva de esta tendencia, algunos analistas lo han interpretado como una respuesta al impacto que tuvieron las reformas neoliberales y, por lo tanto, a la búsqueda -por parte de las mujeres- de una salida para mejorar sus condiciones económicas-sociales, obtener empleos mejores y que fueran trabajos con mayor remuneración (véase Rubinich, 2003, pp. 94-110). Así lo explicaban Filmus y Miranda (2005) en el artículo ya mencionado:

Otra de las tendencias que se fortalecieron durante la década de los ’90 es la precarización de las condiciones de trabajo (…) Entre 1991 y 1995 la población con ‘disponibilidad para la actividad laboral’ se eleva del 33% al 51%. (…) Otra de las contradicciones que muestra la realidad (…) es que el deterioro del empleo ha sido acompañado por un permanente crecimiento del nivel educativo de la PEA (…) Tienen que ver con la decisión de las familias que, a pesar de la crisis económica, deciden realizar un mayor esfuerzo para mantener a los niños y jóvenes dentro del sistema educativo, en la convicción de que los años de escolaridad se convertirán en un pasaporte que les permita acceder al trabajo en mejores condiciones. (pp. 135-136).

Fue durante este contexto que se creó y creció la UNLaM, es por ello que resulta llamativo que frente a una generación anterior (madres de las/los estudiantes) el porcentaje de aquellas que cursaron y concluyeron sus carreras universitarias fuese tan bajo: 6 % (Autoevaluación institucional 2003, p. 143), y frente a ello encontramos una matrícula que en el año 2002 se distribuye con un porcentaje que indicaría un importante ascenso de la demanda educativa universitaria por parte de las mujeres, esto fue del: 50 % (Autoevaluación institucional 2003, p. 38). Se puede observar en el gráfico que expresa la distribución de alumnos por Departamentos y género: Ciencias Económicas, un 60 % de mujeres; Ingeniería, 26%; Humanidades, 56%:

Se aprecia que si bien en los Departamentos de Ciencias Económicas y de Humanidades y Ciencias Sociales hay un ligero predominio del alumnado del sexo femenino, en el de Ingeniería e Investigaciones Tecnológicas predominan netamente el número de estudiantes de sexo masculino, quedando equilibrado ambos géneros para el total de la universidad. (Autoevaluación institucional 2003, p. 38).

En este sentido, podrían considerarse algunos guarismos que son elocuentes:

Los datos también permiten observar que la mayor selectividad en el acceso al trabajo afecta más a las mujeres que a los hombres. La histórica brecha a favor de estos últimos en la posibilidad de conseguir trabajo se ha ampliado en la década de los ’90. Pero este proceso no ha afectado con similar intensidad a todas las mujeres. La desocupación ha crecido más entre aquellas que tienen menor educación (226%). (Filmus & Miranda, 2005, p. 139).  

Esto podría ser una de las causas que impulsaron a las mujeres de nuestra región, una de las más castigadas en los noventa, a inscribirse en las carreras que ofrecía la universidad.

Más allá de los datos y de la información cuantitativa, que fue y es un indicador de importancia, deberíamos observar también por qué ocurrió esta masiva presencia femenina en las aulas de la UNLaM. ¿Qué causas motivaron que centenares, y luego miles, de mujeres recorrieran este ámbito institucional? Algunos testimonios, que narraron sus experiencias, coincidieron al reconocer como certero el horario amplio que se proponía para las cursadas de las carreras, ya que al ofrecer no solamente el turno vespertino, como en la mayoría de los institutos terciarios de la zona, sino también el turno mañana (de 8 a 12 h) y el turno tarde (de 14 a 18 h), muchas de las jóvenes que ya eran madres podían organizar su horario equilibrando con el cronograma que les demandaban sus tareas domésticas como madres y amas de casa. Así lo contaba Viviana en una entrevista:

Yo me anoté en la carrera de Trabajo Social en el año ’94, porque podía cursar en el turno mañana mientras mi nene estaba en la escuela, lo dejaba y de ahí me iba a la facultad, y cuando salía de estudiar lo pasaba a buscar por el cole…esto me resultó muy práctico porque yo quería estudiar algo pero no quería cursar a la noche, así sentía que no me ausentaba tanto de mis tareas de madre… (V., comunicación personal, abril de 2019).

En referencia a esta amplitud en la oferta de materias en diferentes horarios, un empleado de la casa de altos estudios, confirmaba en una entrevista: “(…) lo que nosotros buscábamos era la no superposición de horarios para que pudiéramos complementar una materia con la otra, y es lo que hoy se está manteniendo (…)” (Mansour, 2011).

La cercanía del establecimiento universitario, “tener la Universidad en el barrio”, como afirmaban algunas de las entrevistadas, la crisis económica que produjo desempleo creciente y la amplitud en la oferta del horario de cursada pueden ser algunas de las razones que motivaron a las mujeres del oeste del conurbano bonaerense a cursar en la UNLaM, pero, podríamos plantear ¿cómo ha sido su desempeño como estudiantes? Este dato se conseguiría al conocer los documentos que hacen referencia a la entrega de diplomas, esto sería intentar poner en cuestión ¿cuántos graduados hombres y mujeres hallamos?

Frente a este planteamiento, en un folleto que promocionaba la “VIII Ceremonia de Colación de Grado”, con fecha 16 de diciembre de 1999, se pueden rastrear los nombres de los egresados y concluir: que completaron sus estudios con el título de Contadores Públicos, 34 mujeres y 10 varones; como Licenciados en Comercio Internacional, 4 y 3 respectivamente; como Licenciados en Administración, 2 y 2; como Ingenieros en Informática, 5 y 4; como Ingenieros en Electrónica 1 y 1; como Licenciados en Trabajo Social, 7 y 1; y finalmente, como Licenciados en Educación Física, sólo 3 mujeres. (Universidad Nacional de La Matanza, VII Colación de grado, 1999). Observando estos datos, se muestra un desempeño académico de mayor compromiso por parte del género femenino. Las causas podrían ser múltiples y podrían analizarse a partir de otros estudios que profundicen estas observaciones, solamente aquí se pretende poner en evidencia que las mujeres estudiantes universitarias de la UNLaM, no sólo accedieron a ingresar en los estudios superiores sino que también han permanecido y concluido con éxito los mismos. Esta reflexión tal vez indicaría que muchas de ellas han logrado mejorar sus condiciones culturales, sociales y económicas. Uno de los entrevistados lo confirma, cuando al mirar la fotografía de su graduación de “Comercio Internacional de 1997”, enumera la situación laboral de sus compañeros de estudio:

Mario, Mariana (Bartolozzi), Fernando, Silvina (Ignelz) y yo somos todos docentes de la casa. (…) Jorge está viviendo en España, Leo trabajo muchos años en Volkswagen y en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Ariel esta con un emprendimiento personal. Y Lorena está trabajando en una línea aérea. (Mansour, 2011).

De esta manera, se confirmaría uno de los principios enunciados como la misión de la Universidad Nacional de La Matanza:

Formar profesionales con conocimientos de vanguardia y de una alta calidad científica, técnica y humanística (…) -Capaces y comprometidos en la construcción diaria de una Matanza con condiciones económicas, sociales y políticas que permitan a todos sus habitantes llevar una vida digna en un ambiente de libertad, democracia, y justicia social en el marco del desarrollo sustentable; -Preocupados por el presente y futuro de nuestra entidad y nuestro país, que se aboquen a la búsqueda de soluciones a la problemática presente y previsible en el futuro, (…); -Con altos estándares en el ejercicio de su profesión (Plan de Desarrollo Institucional (2006-2010), s/f, p. 21).

Y en cuanto al protagonismo de las mujeres, en este proceso de incorporación de competencias intelectuales y culturales, quedaría ampliamente demostrado. Asimismo, podríamos sugerir para próximas investigaciones, rastrear los promedios para visualizar el rendimiento académico por género, y la inserción laboral lograda en el mercado local, provincial, nacional e internacional.

Este apartado del trabajo intentó valorar una presencia que fue tan ignorada por los estudios históricos durante siglos. La mujer y su participación en los complejos procesos sociales continúa siendo una asignatura pendiente en muchas temáticas para los investigadores, aquí simplemente se ha buscado acercar algunas reflexiones.

Las mujeres, al igual que la gran masa de la población, estaban ausentes de estos estudios, no se las consideraba relevantes. Por esta razón ellas fueron ‘invisibilizadas’, concepto que se ha elaborado en la actualidad para dar cuenta de la ausencia de las mujeres en los relatos de todo tipo. La historia de las mujeres surgió con el propósito de hacer visibles a las mujeres en la historia. (Enríquez, 2000, pág. 8).

Conclusión

Analizar el impacto de la creación de un establecimiento universitario público en el oeste del conurbano bonaerense fue el propósito de esta investigación, considerando fundamentalmente tres ejes que orientaron la reflexión: I. La incidencia a nivel regional; II. La influencia positiva en el acceso a los estudios superiores en relación a los sectores populares; III. La masiva presencia femenina en las aulas de la UNLaM, desde una mirada de perspectiva de género.

Con respecto a la importancia que ha tenido para la región la instalación de una universidad nacional pública y gratuita, tanto las referencias analizadas a nivel cuantitativo como los testimonios, la confirmaron fehacientemente. Los vecinos del oeste del conurbano bonaerense sienten orgullo frente a esta presencia institucional, y su estudiantado un orgullo de pertenencia. Existiendo, además, una identidad compartida que se promueve desde la Universidad Nacional de La Matanza, a partir del conjunto de actividades de la vida cotidiana que se realizan en el lugar -desde la cursada de carreras a nivel académico hasta toda la serie de cursos extracurriculares y deportivos que se ofrecen a la comunidad matancera-. Las vivencias expresadas por la población demuestran que es un orgullo colectivo para los habitantes de esta zona la presencia de una institución de excelencia académica de la cual egresan profesionales, que en su quehacer manifiestan el logro de haber sido formados con una gran calidad educativa en las aulas de una universidad producto de la educación pública nacional.

En función de los sectores populares, trabajadores e hijos de trabajadores, estas experiencias se sumaron al análisis, porque muestran un anhelo alcanzado por uno de los actores sociales más excluidos de la educación universitaria. Una universidad cerca y al alcance de todos aquellos que quieran estudiar fue y es un deseo compartido por la mayor parte de la ciudadanía. El espectro plural del conglomerado de estudiantes que transita por la UNLaM así lo demuestra, como lo comprueban cotidianamente también los habitantes del barrio cuando observan esa bulliciosa muchachada que inunda las paradas de colectivos de las calles de los alrededores de la universidad ubicada en San Justo. Una universidad de todos y para todos, pero principalmente del pueblo y para el pueblo. Como lo expresaba aquella senadora por el Justicialismo de la provincia de Tucumán, la profesora Olijuela del Valle Rivas cuando apoyaba la aprobación del proyecto de creación de la UNLaM:

Estamos ante un proyecto de origen popular pero particularmente de destino popular (…) Siempre se ha atendido con mayor presteza a ciertos sectores favorecidos, a grupos urbanos bien ubicados y a puntos centrales, descuidando otros sectores que terminan resultando periféricos y finalmente marginados de ciertos avances y beneficios, en este caso, de la posibilidad de cursar estudios universitarios en su propia localidad. (…) Síntoma de la presencia popular en el gobierno era que la primera universidad que se apruebe en este nuevo periodo constitucional lo sea en un lugar y para un sector eminentemente popular. (Agostino, 2009, p. 88).

Vinculada a la cuestión de género, desde el punto de vista de contribuir a una historia que visibilice a las mujeres, el protagonismo de las mismas como estudiantes de la UNLaM resulta evidente. Hubo y hay una presencia femenina masiva, que confirma el mayor acceso a la educación universitaria ya sea por la cercanía, por la crisis económica, y/o por la búsqueda de un ascenso social a partir del mejoramiento en las posibles salidas laborales. Las motivaciones pueden ser diversas, lo cierto es que la mitad de la población universitaria matancera está integrada por mujeres lo cual implica un dato muy ilustrativo para los antecedentes educacionales de la región.

Para concluir, la fundación de una universidad local como la UNLaM ha sido un logro, no solamente de un alcance cultural, educativo, académico, de investigación; sino también socio-económico por la una movilidad social ascendente que permitió a partir de la profesionalización de las clases populares y de las mujeres.

Aproximarnos a conocer un poco más sobre este fenómeno socio-regional y sus implicancias ha sido el objetivo para colaborar con la historia local y la historia del desarrollo de la educación superior en nuestro país; así como acercar algunas líneas que permitiesen promover futuras investigaciones sobre estas temáticas y otros tópicos que pudieran vincularse a las mismas.

Referencias

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[1] Profesora en Historia (UM), Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UNLaM). Investigadora, escritora, poeta. Docente de nivel secundario y terciario (ISFD nº 88). Premios literarios por investigaciones de temáticas vinculadas a la historia local, de género y de cuestiones culturales.

[2]También pueden observarse los gráficos ilustrativos con los datos aquí referidos en la Autoevaluación institucional 2003 (s/f, p. 42). (Nota de la autora).

[3] Véase también Rubinich (2003): “(…) Y fue la universidad, tanto o más que la fábrica, el espacio privilegiado del clima de cambio de los años sesenta. (…) Este proceso implicaba una fuerte incorporación de jóvenes de sectores medios y aún medio-bajos a instituciones y zonas de la cultura que se abrían cada vez a estas franjas heterogéneas, que valorizaban ese contacto como parte de la realización de la trayectoria de ascenso social.” (pp. 248-249).

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