Antigua Matanza. Revista de Historia Regional

ISSN 2545-8701

Junta de Estudios Históricos de La Matanza

Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, San Justo, Argentina.

Disponible en: http://antigua.unlam.edu.ar

Campos Bassi, V. V. (junio – diciembre de 2019). El curso de ingreso de la Universidad Nacional de La Matanza: constructo histórico institucional, estampa de crecimiento, trazos en perspectiva. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 3(1), 223-261.

Dossier Treinta años de la Universidad Nacional de La Matanza

Historia de la Universidad Nacional de La Matanza

El curso de ingreso de la Universidad Nacional de La Matanza: constructo histórico institucional, estampa de crecimiento, trazos en perspectiva

V. Vanesa Campos Bassi[1]

Universidad Nacional de la Matanza, San Justo, Argentina.

Fecha de recepción: 28 de abril de 2019

Fecha de aceptación y versión final: 31 de mayo de 2019

 

Resumen

El presente trabajo pretende compilar la historia del curso de ingreso de la Universidad Nacional de La Matanza, una de las áreas que más ha crecido desde que la institución se creó en 1989. Entre estas líneas aseveramos como premisa fundante que el espacio dedicado a los aspirantes al ingreso está impregnado de trayectoria, da cuenta del crecimiento matricular exponencial de su alumnado, evidencia que logró hacerse realidad aquella misión institucional de sostener un proyecto educativo cultural comprometido con las demandas de la comunidad, y es reflejo actual de la visión educativa que la universidad sustenta: ser un modelo de excelencia en el sistema universitario nacional. La propuesta es reseñar, en lo que a materia de ingreso respecta los incipientes pasos del curso de nivelación, la puesta en marcha del curso de ingreso, las posteriores modificaciones realizadas hasta llegar a la actualidad. Sintetizar, a partir de la palabra de estudiantes que atravesaron esta etapa, las experiencias que forjaron imborrables recuerdos y extractar, a partir de la palabra experta en la materia de investigación que nos convoca el pasado, el presente y los futuros desafíos para el área. Es nuestra intención demostrar que la instancia de ingreso, es un espacio que involucra el quehacer de la institución educativa en su totalidad, nutre su realidad y permite afianzar las trayectorias estudiantiles. Por estas cuestiones, entre estas líneas sostenemos que: el curso de ingreso resulta ser protagonista en la escena de la universidad que en el año 1991 comenzó a funcionar con 1200 inscriptos y hoy, a 30 años de su creación, recibe anualmente a más de 25.600 postulantes al ingreso universitario.

Palabras Claves: ingreso universitario, gestión institucional, política educativa, crecimiento matricular

El curso de ingreso de la Universidad Nacional de La Matanza: constructo histórico institucional, estampa de crecimiento, trazos en perspectiva

“(…) la universidad que hoy tenemos, sobrepasa cualquier idea que hayamos podido tener en el pasado, por su importancia, por su empuje, por su excelencia y por haberse convertido en un verdadero bastión cultural, que es lo que una institución de educación superior siempre deber ser¨.

Daniel E. Martínez (2011)

Introducción

La Universidad Nacional de La Matanza recibe por año a más de 25 mil aspirantes al ingreso. Cada uno de estos estudiantes con su historia de vida y su trayectoria escolar particular se acerca a la institución con el deseo de concretar un proyecto. La universidad en su rol de anfitrión, pone en juego estrategias para acompañar el ingreso, para sostener y apuntalar la permanencia del alumnado.

El presente escrito pretende demostrar que las políticas de gestión puestas en marcha por los gestores institucionales, en lo que a materia de ingreso respecta, no nacieron caprichosamente ni se impusieron arbitrariamente. Tampoco se implementaron de un día para otro. Por el contrario, cada una de las decisiones resultan ser consecuencia directa de la trayectoria institucional fundacional de la Universidad Nacional de La Matanza como una de las universidades del Conurbano, son producto del crecimiento exponencial matricular, demuestran ser la resultante del conocimiento de su población estudiantil y, además, dan cuenta de la experiencia vincular entre sus actores educativos y la comunidad que la integra.

Entre estas líneas nos propusimos reunir la historia del curso de ingreso de la Universidad Nacional de La Matanza. En este sentido, aparecen reseñados los instrumentos legales que enmarcaron decisiones y se compilaron las voces de los verdaderos protagonistas: los estudiantes aspirantes al ingreso, porque son quienes atravesaron la experiencia e hicieron realidad el propio deseo de continuar con sus estudios.

Para llevar adelante lo propuesto se realizó lo siguiente: por un lado, se efectuaron encuentros con autoridades y personal administrativo de la universidad. En esos espacios se fueron socializando los objetivos de la investigación y se propusieron acciones. A su vez, a partir del acceso a la reglamentación pasada y vigente, se efectivizó la exploración bibliográfica de la normativa específica del área. Por otro lado, con el fin de retratar la experiencia estudiantil, se compilaron relatos y reflexiones acotados al período inicial de cursada universitaria. Desde este aspecto es necesario aclarar que las intervenciones corresponden a estudiantes que atravesaron el curso de ingreso en distintos momentos históricos de la universidad. Es decir, se intentó incluir una variedad discursiva que visibilice el perfil estudiantil del ingresante de la Universidad Nacional de La Matanza. Por último, se formalizaron dos entrevistas a quienes actualmente gestionan profesionalmente cuestiones sobre el ingreso.

El artículo comprende un total de cuatro apartados. En primer lugar, aparecen condensadas las decisiones inaugurales acerca del ingreso universitario. La intencionalidad es sintetizar que esta instancia de cursada introductoria es un constructo histórico institucional. En segundo lugar, se puntualizan algunas determinaciones posteriores que demuestran ser producto del crecimiento exponencial matricular. La puesta en marcha de tales resoluciones consolidó el recorrido. En tercer lugar, se compila, desde la trayectoria personal y profesional de Jorge Mansur, el pasado y el presente del área. Por último, se incluyen perspectivas futuras desde la mirada experta del actual Secretario Académico, Gustavo Duek, quién a través de su función define las políticas de gestión que se implementan en el ingreso universitario.

En definitiva, el escrito intenta demostrar que, al igual que en otras tantas cuestiones institucionales, las decisiones emprendidas sobre el ingreso universitario resultan ser parte de un proceso, se gestan por el intercambio consensuado de los actores involucrados, dan cuenta del conocimiento de las necesidades de los aspirantes y persiguen un único fin que se retroalimenta: acompañar las trayectorias estudiantiles, aquellas que engrandecerán la comunidad universitaria.

Premisas inaugurales en el Ingreso universitario de la Universidad Nacional de La Matanza: primeras decisiones que hicieron historia

El 15 de abril de 1991, la Universidad Nacional de La Matanza inauguró su primer año académico con más de 1200 inscriptos, por aquel entonces la institución educativa ofrecía las carreras de Licenciatura en Administración, Contador Público y Licenciatura en Trabajo Social. Durante ese año el dictado de las clases se realizó en tres escuelas[2] del partido de La Matanza. El trámite de inscripción de los ingresantes, que consistía en presentar ante los primeros administrativos la documentación respaldatoria que acreditara la aprobación de los estudios del nivel medio de los aspirantes, se realizaba en la sede de Provincias Unidas y Berón de Estrada. Al año siguiente, los postulantes se acercaban al área administrativa ubicada físicamente en el predio actual, donde hoy funciona el Departamento de Ingeniería. Una de las primeras personas a cargo de la inscripción de estudiantes expresa al respecto: “En aquella época (noviembre de 1990) empecé a pertenecer al plantel de la universidad, allí éramos un pequeño grupo de empleados que anotábamos a los primeros alumnos, durante el día” (Agostino, 2011, p. 59). Las palabras permiten dimensionar el incipiente gestionar del área.

 

Figura N°1. Copia del Primer cuadernillo informativo que recibieron los estudiantes interesados en iniciar sus estudios superiores. UNLaM, Secretaría de Extensión Universitaria, Junta de Estudios Históricos de La Matanza, Archivo de documentos escritos.

 

Esta situación inicial de inscripción documental, en apariencia netamente administrativa, se sostuvo sin grandes modificaciones hasta el año 1995 inclusive. Sin embargo, para quienes realizaron por aquellos años el trámite, ese primer encuentro con la universidad estuvo signado por un cúmulo de sensaciones imborrables que excedía la simple presentación de papeles. Así lo recuerdan tres estudiantes: “Hice fila durante la noche anterior para inscribirme, me encontré con vecinos del barrio que también querían inscribirse” (R.F., comunicación personal, 19 de marzo 2019)[3]. “Fuimos en grupo con los compañeros de secundario, no conocíamos a nadie las instalaciones eran muy precarias, nada que ver con lo que es hoy. De todas maneras para nosotros la universidad se veía enorme” (M.C.B., comunicación personal, 19 de marzo de 2019)[4]. “No entendía nada, la inscripción fue fácil. Recuerdo que fui solo y mientras esperaba para inscribirme empecé a hablar con los que tenía cerca ahí me tranquilicé, todos estaban tan perdidos como yo” (E.V., comunicación personal, 19 de marzo de 2019)[5]. Los relatos de estos tres estudiantes, que preservaron en su memoria lo contundente del acto de inscripción, permiten descubrir la justificación de las decisiones posteriores tomadas por las autoridades de la universidad respecto al tipo de ingreso que la casa de estudios adoptaría para sí a través del consenso y como producto de amplios debates intramuros. Las expresiones de los jóvenes, hoy adultos, demuestran las sensaciones de extrañeza al descubrir el espacio universitario nuevo y desconocido, su discurso declara la importancia otorgada a la pertenencia barrial y muestra el valor de compartir entre pares etapas de elección y crecimiento.

Por su parte, desde el punto de vista institucional la Universidad Nacional de La Matanza, fiel a su realidad de creación como una de las Universidades Nacionales del Conurbano creadas en la década de los 90, abordó con el paso de sus primeros años el diagrama del ingreso atendiendo fundamentalmente a las dimensiones que destacan Bidiña y Zerillo (2013): “(…) las dimensiones relativas a la inclusión, la articulación, la socialización, la adaptación de los nuevos ingresantes” (p. 30). Así, en respuesta al crecimiento de la demanda estudiantil y la necesidad de acompañar el tránsito del estudiantado en pos de la adaptación y retención, comenzó a debatirse al interior de la universidad una política explícita de ingreso. En este sentido y en relación al cuadro situacional de las universidades del conurbano en lo que a materia de política de admisión refiere, en el trabajo de las autoras antes mencionada se rescatan uno de los fundamentos sobre el que se apoyó la decisión de crear el curso de ingreso: “(…) el pasaje de la escuela media a la universidad no es un acto automático que depende de la voluntad de quien quiere seguir estudiando, sino que requiere de una preparación especial, tanto de los alumnos como de los docentes” (p. 39). Era momento entonces de crear un espacio de encuentro entre los aspirantes y la cultura académica, una instancia que excediera la tarea de realizar un trámite formal de inscripción y a través de la cual se atendiera, articulara y priorizara la vinculación entre el aspirante y la universidad.

A partir de 1996 la universidad estableció un curso de nivelación (El aprendizaje de los conceptos como inclusión, 2014, pág. 96) dicha modificación en lo que a materia de ingreso respecta, quedó consolidada en algunos de los documentos que la propia universidad distribuyó entre los interesados en emprender un nuevo recorrido universitario. Tal es el caso de los primeros manuales informativos[6] cuyos destinatarios resultaron ser los estudiantes ingresantes. En dicho material, además de definir los requisitos generales de inscripción, la documentación necesaria a presentar, los objetivos y la temática de cursada, aparecen explícitos los fundamentos del curso focalizados principalmente en tres cuestiones. A saber, por un lado, se planteaba la necesaria articulación del nivel secundario y los estudios universitarios en pos de superar problemas estructurales dados por la diferencia entre ambas matrices educativas. En este contexto, el curso de nivelación se presentaba como una alternativa que permitía optimizar el rendimiento de los ingresantes. Por otro lado, entre las premisas, el material evocaba como imperiosa necesidad la internalización, por parte de los estudiantes, de aspectos propios de la vida universitaria: su organización, su relación con la comunidad social y su forma de gobierno entre otras cuestiones. Desde este aspecto, el curso de nivelación delineó su trabajo como una introducción al mundo universitario y la dinámica de funcionamiento institucional. Asimismo, otra particularidad expresada entre los fundamentos, sustentaba que el curso de nivelación perseguía como principal finalidad acercar a los estudiantes al conocimiento científico. Es decir, aparece plasmada explícitamente la intención de brindar herramientas intelectuales, a través de las clases teórico-prácticas para facilitar el trayecto inicial de los estudiantes y fortalecer el recorrido académico.

Además de tales consideraciones, el Manual de ingreso definía a través de nueve premisas el compromiso del estudiante universitario y sentenciaba lo siguiente: “Una vez finalizado el curso de nivelación y habiendo cumplimentado con sus exigencias de aprobación, te conviertes en Alumno de la Universidad, dentro de la carrera elegida”. (UNLaM, 1995). En este punto es necesario aclarar que entre los requisitos de ingreso se establecía que el curso era obligatorio y exigía una asistencia por parte de los inscriptos del 75 %.

Más allá de la documentación aquí compartida, cuyo contenido respalda y refleja la decisión de cambio institucional consolidada bajo el fiel compromiso de democratizar el acceso a la educación superior, existen testimonios de estudiantes ingresantes que atravesaron el curso de nivelación y que demuestran la importancia que tuvo para ellos pasar por esa experiencia, traspasar ese primer momento de vida social y académica universitaria: “El curso de ingreso duró un mes y medio o dos meses, cursé las materias, yo siento que fue una introducción a la vida universitaria” (P.E., comunicación personal, 21 de marzo de 2019)[7]. “El curso me hizo sentir parte de lo que era la universidad, el material que nos dieron no lo recuerdo para nada” (G.P., comunicación personal, 21 de marzo de 2019)[8]. “La nivelación era en definitiva, estar ahí eso te hacía sentir universitario” (M.M., comunicación personal, 21 de marzo de 2019) [9]. “Para mí muchos de los conceptos eran nuevos, el espacio del curso era copado y aprendí un montón” (A.L, comunicación personal, 21 de marzo de 2019)[10].

Determinaciones posteriores en el Ingreso universitario de la Universidad Nacional de La Matanza: proposiciones consecutivas que afianzaron la historia

Conforme pasaron los años la universidad asentada en su territorio, atenta a las necesidades de su población estudiantil y su contexto social local, conocedora de las vicisitudes de las experiencias de los ingresantes, vislumbró la necesidad de incluir como prioridad en su agenda la gestión de una política de ingreso que apostara a afianzar la permanencia del estudiantado y que permitiera sostener la tasa de retención del alumnado. Había llegado el momento de replantear una nueva conversión del curso introductorio, un ajuste que diera cuenta del trabajo realizado y que permitiera avanzar acorde a la realidad contextual de una universidad cuyos índices matriculares indicaban en cifras el crecimiento exponencial de inscriptos en cada nueva etapa de ingreso. El mismo estuvo signado a comienzos de los años 2000 por determinaciones que afianzaban el rumbo iniciado hasta el momento, pero a su vez incorporaba otras decisiones importantes para destacar. En este sentido, es preciso mencionar que uno de los rasgos distintivos más contundentes durante esta etapa resultó ser la modificación de los requisitos de aprobación del curso. Tal como se especifica en los boletines informativos de los años 2002 y 2004, obrantes en los archivos de la Junta de Estudios de La Matanza (UNLaM, SEU) la aprobación del curso de admisión implicaba no sólo el cumplimiento del 75 % de asistencia a cada una de las asignaturas sino también la aprobación de las materias en cada una de las evaluaciones finales de área. A su vez, entre las pautas de ingreso de la época quedó establecido que para todos aquellos aspirantes que lograran aprobar las asignaturas, se elaboraría un promedio ponderado con las calificaciones finales obtenidas en el curso y los promedios alcanzados en el nivel secundario. Resulta evidente que el desarrollo integral del curso intentaba poner en valor la trayectoria estudiantil, el compromiso asumido por los aspirantes inscriptos y, por sobre todas las cuestiones, pretendía evitar un problema futuro: la deserción, el abandono de los estudios superiores al menos, cuando las causales se vincularan con la falta de acompañamiento de la institución y el desconocimiento de las necesidades académicas reales de los aspirantes. En este sentido resulta fundamental destacar que la Universidad Nacional de La Matanza, cuyo pacto fundacional la define como una de las nuevas Universidades del Conurbano ha sido respetuosa de su realidad contextual respecto a las decisiones sobre las políticas de admisión. Porque tales resoluciones no persiguieron limitar el acceso a la educación superior sino por el contrario: “(…) garantizar la llegada de quienes están en condiciones reales de acceder al conocimiento” (Bidiña & Zerillo, 2013, p. 38).

Más allá de las renovadas decisiones de gestión establecidas gracias al trabajo consensuado del Consejo Interdepartamental, como órgano institucional facultado para definir pautas respecto al ingreso universitario, esta etapa vigorizó la impronta vincular afectiva hacia el postulante. Los mensajes de recibimiento del Rector en los Boletines Informativos y los folletos del Centro de Estudiantes, exclusivamente confeccionados para los aspirantes, resultan ser fiel reflejo de ello. (Ver figura n°2).

Figura N°2. Palabras de bienvenida a los ingresantes. A la izquierda copia de la Carta dirigida a los aspirantes. A la derecha copia del folleto realizado por el Centro de Estudiantes. UNLaM, Secretaría de Extensión Universitaria, Junta de Estudios Históricos de La Matanza, Archivo de documentos escritos.

 

Asimismo, esta época estuvo signada por la concreción de normativa a partir de la cual se logró puntualizar el desempeño del área. De este modo, la Resolución n° 48/04 del Honorable Consejo Superior aprobó el curso de ingreso para los alumnos de la Universidad Nacional de La Matanza, y se transformó en el primer antecedente normativo oficial en lo que a materia de ingreso respecta. Cuatro años más tarde se modificó su contenido por Resolución n° 38/08. La misma establece, entre sus considerandos, aspectos sustanciales que demuestran el recorrido atravesado desde el año 1996 como vértice fundante de un curso introductorio a la vida y la cultura universitaria. El documento plantea varias cuestiones, por un lado menciona que la existencia de esa etapa iniciática permitió mejorar, de acuerdo a las estadísticas, la tasa de retención de los estudiantes. A su vez, detalla que la propuesta de modificación ha sido producto de un trabajo vincular sostenido por la Secretaría Académica, la Dirección de Pedagogía y los Coordinadores de las asignaturas que se dictan en dicho curso. También, especifica que la búsqueda de desarrollo en la variación técnica de este tramo educativo está centrada en posibilitar la articulación de conocimientos en un trayecto de complejidad creciente mediante una oferta de cursada sucesiva con evaluaciones independientes en cada etapa y además postula el trabajo autónomo de los ingresantes. Respecto a esto, la propuesta impartida por ley le permitía al alumno concentrar sus esfuerzos en la internalización de prácticas, lograr la apropiación de conocimientos y, a su vez, disponer a partir de cada evaluación del propio conocimiento de su desempeño como estudiante para, a partir de esto, orientar las prácticas estudiantiles (Secretaría Académica de la Universidad Nacional de La Matanza, 2008). Finalmente, la mencionada Resolución definió la necesidad de incorporar la asignatura Seminario de Comprensión y Producción de Textos como materia transversal a todas las carreras que la institución ofrece. Este último aspecto vuelve a poner en evidencia la decisión remedial y la persistencia de la universidad por identificar las dificultades de los estudiantes durante los primeros años de su recorrido académico y acompañar, como eco de su misión, las trayectorias educativas. En relación a la anexión de la materia un estudiante que cursó por aquellos años y egresó de la carrera de Trabajo Social refiere:

Luego de diez años de haber terminado la secundaria me anoté en la universidad, imaginate lo que me costó. Todavía recuerdo que gracias a esa materia entendí lo que leía y empecé a cuestionar ciertas cosas, posturas de otros. Aprendí a pensar (C.R., comunicación personal 21 de marzo de 2019)[11].

Una vez más, la normativa resultó ser consecuencia directa del trabajo analítico continuo de los miembros de gestión involucrados en el tema, logró plasmar a partir de las experiencias recogidas hasta entonces las necesidades estudiantiles y legalizó su visión fundacional: ser una respuesta a las demandas concretas de la comunidad local y un modelo de excelencia dentro del sistema universitario nacional.

A modo de breve panorama situacional compartimos que, para el año 2009, la etapa inaugural de cursada estudiantil constaba ya de una carga horaria con 120 horas. Además, el dictado de las clases se realizaba en dos posibles instancias: entre los meses de septiembre y noviembre, etapa definida institucionalmente como primera instancia, y durante los meses de febrero y marzo, siendo esta última etapa denominada segunda instancia. Respecto al régimen de cursada por aquellos tiempos se sostuvo como requisito el 75 % de asistencia, mientras que la aprobación del curso se lograba a través de una ponderación de las notas obtenidas en cada una de las evaluaciones de las materias de ingreso cursadas. Sin embargo, es preciso mencionar que aquellos estudiantes que no fueran capaces de alcanzar la cantidad de puntos requeridos contaban con la posibilidad de presentarse a recuperar en una nueva instancia contenidos para mejorar el puntaje y alcanzar la cantidad de puntos necesarios.

Los posteriores cambios reglamentarios en lo que a materia de ingreso respecta responden fundamentalmente al incremento de la oferta de grado institucional. De este modo la Resolución n°39/11 especifica que la creación del Departamento de Ciencias de la Salud y la carrera de Medicina, sentencian la necesaria modificación del régimen de ingreso. En definitiva, se amplía la cantidad de horas destinadas al curso de ingreso siendo, a partir de entonces 140 en total y se establece un régimen especial de ingreso para Medicina. Por su parte, la Resolución n°50/15 indica que la creación de las carreras de Arquitectura dentro del Departamento de Ingeniería e Investigaciones Tecnológicas, conjuntamente con la experiencia recogida en los últimos cuatro años ameritaba la realización de ajustes al régimen de ingreso. En esta oportunidad se suman otras 10 horas a la carga total destinada al curso. Es decir, que la instancia de ingreso contempla un total de 150 horas. Además, establece un régimen especial de ingreso para Arquitectura y se modifica el régimen especial de ingreso para Medicina.

La última Resolución referida al curso de ingreso universitario que ha sido socializada data del año 2016. La misma actualiza integralmente el foco de la cuestión, dicha normativa identificada bajo el número 09/16 imparte, entre los párrafos que integran su considerando, el innegable crecimiento exponencial matricular y la responsabilidad institucional ante la demanda de la comunidad. Evidencia la capacidad de respuesta y la búsqueda incesante de innovar en pos de afianzar el recorrido estudiantil. De este modo, entre sus líneas iniciales se contempla una verdad resonante: no todos los aspirantes que atraviesan el curso de ingreso pueden alcanzar el puntaje necesario para ingresar a las carreras de grado y pregrado que ofrece la universidad. Asimismo, contempla otra realidad: existen casos en los que los estudiantes aprueban las asignaturas del curso de manera individual y que, independientemente de esos resultados satisfactorios parciales, no logran alcanzar el puntaje total mínimo exigido por el régimen de aprobación vigente. Tal situación obliga al aspirante a anotarse nuevamente en el curso con el fin de recursar todas las materias, y este hecho termina por gestar un doble problema. A saber, por un lado, esto genera una duplicación de experiencia para el aspirante que reproduce sus esfuerzos con una nueva inversión temporal presencial en la instancia de recursada. Por otro lado, esta situación obliga a la institución a disponer de espacios físicos y docentes que mancomunando esfuerzos producirán tan solo un efecto redundante para dicho trayecto formativo. En función de dicho panorama la normativa establece la posibilidad de presentarse en dos fechas adicionales, una vez culminado el curso de ingreso. Lo expresado corrobora que la puesta en marcha de las decisiones políticas de gestión respecto al ingreso, dan cuenta de la impronta fundacional de la Universidad como miembro de las nuevas Universidades del Conurbano. Instituciones que sin caer en los extremos de ingresos altamente selectivos o, por el contrario irrestrictos optaron por “el modelo de ingreso responsable, que compromete tanto a los aspirantes que desean estudiar como a las instituciones que no pueden desconocer las dificultades que presentan las nuevas poblaciones de estudiantes” (Bidiña & Zerillo, 2013, p. 40).

Para el caso también hay evidencia experimental de estudiantes que atravesaron por estas vicisitudes y se valieron de los derechos impartidos por la reglamentación vigente. Tal como aporta Agustín, estudiante de la carrera de Educación Física que no logró alcanzar el puntaje en la instancia de cursada cohorte 2018, se presentó en una primera instancia a recuperar una materia sin poder mejorar su promedio y finalmente rindió satisfactoriamente el recuperatorio en la segunda instancia:

Resultó duro no lograr entrar de una, decidí prepararme mejor para recuperar una de las materias y de nuevo me fue mal. Un garrón, a raíz de eso busqué trabajo pero no abandoné la idea de volverme a presentar, la tercera es la vencida dije y resultó ser así. Ya estoy cursando mis primeras materias, corriendo entre el trabajo y la universidad, feliz. (A.B., comunicación personal, 25 de marzo de 2019)

Otra estudiante que pasó por esta experiencia redactó en un correo a su profesora de Seminario de Comprensión y Producción de Textos:

Hola profe soy Agus, fue mi docente en el aula 509, en julio 2018. Le cuento que no bajé los brazos como usted me dijo. Y si bien no me dio el puntaje en diciembre fui a recuperar y ahora si me dio el puntaje. (A.B. comunicación virtual, 29 de marzo de 2019).

En definitiva, los testimonios demuestran que la propuesta discursiva impartida por la normativa institucional se transforma en la concreción de un derecho adquirido en palabras de los propios estudiantes.

Hasta aquí hemos compartido algunos rasgos de la instancia de ingreso en la Universidad Nacional de La Matanza. Intentamos volver la mirada hacia atrás, recordar de qué manera la comunidad local comenzaba a transitar esos espacios, y cómo esos 1200 primeros inscriptos promovieron sin saberlo la construcción de la historia institucional fundacional. Por aquel entonces unos pocos administrativos alcanzaban para recibir la documentación de los aspirantes.

También, entre estas líneas nos propusimos retratar el recorrido de crecimiento del área hasta llegar al presente, evidenciar cómo los más de 25 mil aspirantes al ingreso continúan sellando la construcción de la historia institucional actual. Cada uno de estos actores se acerca al Departamento de Alumnos seguramente sin saber que detrás de SU inscripción hay 30 años de crecimiento institucional, de áreas involucradas diagramando cuestiones sobre ingreso, de normativa que resguarda sus derechos y de decisiones curriculares que apuntalan su trayectoria estudiantil.

El Departamento de Alumnos y el ingreso universitario de la Universidad Nacional de La Matanza: pasado y presente institucional

A continuación se incluye el contenido de la entrevista realizada a Jorge Mansour, actual Director del Departamento de Alumnos de la Universidad Nacional de La Matanza (comunicación personal, 3 de mayo de 2019). Su trayectoria personal como estudiante universitario, su recorrido como profesional aparecen retratados en las líneas y evidencian que el período inaugural que atraviesan los aspirantes al ingreso provoca efectos, deja huellas, sella experiencias.

El protagonista de las palabras que se comparten debajo, resulta ser un gran referente porque se graduó en la universidad, su recorrido como estudiante universitario está cargado de recuerdos, creció y se formó a la par de la institución. Lleva más de 19 años trabajando en el área de alumnos: el sector que acompaña a los estudiantes universitarios en general y a los aspirantes al ingreso en particular. Los invitamos a descubrir su trayectoria personal como estudiante de la Universidad Nacional de La Matanza, a conocer su visión sobre el curso de ingreso, desde que éste se implementó hasta la actualidad, y a vislumbrar quiénes son los estudiantes ingresantes para este sector administrativo que los recibe, aparentemente, a través de un formalismo de inscripción.

                Desde el Departamento de Alumnos: ¿cómo se trabaja con las cuestiones referidas al ingreso universitario?

Institucionalmente llevamos adelante una política de trabajo hace tiempo y los cambios que fuimos implementando nos están dando resultados, pero la demanda es tal que hay que agiornarse permanentemente a las nuevas herramientas y a nuevos recursos. Todo lo que se realiza es, en definitiva, para que esto siga funcionando y podamos producir mejoras institucionales pensando en un ingreso real que involucra a más de 25 mil estudiantes. Se precisa de orden, planificación y gestión para implementar los cambios porque cada año se incrementa entre un 10 y un 15 % la demanda.

En principio, cuando hablamos de ingreso universitario hay que pensar que el paso, el salto del nivel secundario a la universidad es grande, siempre fue grande para el estudiante. En este sentido en un primer momento se diagramó el curso de nivelación como etapa para adaptarse a lo institucional, a los mecanismos y procedimientos internos, era una forma de conocer a la universidad desde los distintos lugares. Los años, la propia experiencia y las estadísticas nos hicieron producir los cambios. La instancia de ingreso ayuda a reducir la deserción, eso es una realidad. En esa primera etapa los ingresantes se apropian de la cultura universitaria, de este nuevo mundo que tiene características distintivas de la escuela secundaria.

                Continuando con el recibimiento de los ingresante: ¿De qué manera se realizan las renovaciones del área?

Permanentemente estamos predispuestos a actualizarnos, revisando en conjunto con el Secretario y el Prosecretario Académico un montón de cosas sobre el ingreso. Desde la dinámica, el temario, la forma en la que el curso se realiza. Anteriormente, por ejemplo, había una instancia únicamente para los chicos de Matanza, después lo abrimos a todos. A su vez el curso antes era más corto, ahora hacemos un curso con mayor carga horaria y en la instancia que comienza en julio, los chicos van cursando una materia y luego rinden y así sucesivamente. Además ahora tienen la posibilidad de recuperar los exámenes de acuerdo a las notas que van obteniendo.

Recuerdo aquellas inscripciones en las que la gente hacia filas y esa tramitación llevaba horas, ahí dijimos: esto no puede pasar más y se implementó esto de poner un turno con día y horario. Eso generó un ordenamiento, una mejora. En definitiva, hay un montón de cosas que se fueron modificando año a año. Hoy se planifica desde la necesidad y se propone desde la experiencia del trabajo diario. Hay ida y vuelta en cada una de las decisiones que se toman. Siempre trabajamos desde lo que creemos que puede llegar a ser mejor para los ingresantes en particular y para la universidad en general. Sabemos que hay cuestiones a mejorar, pero nosotros tenemos bien claro lo que hacemos y hacia dónde vamos.

                ¿Cómo se vinculan las palabras que nos comparte en este espacio con su trayectoria personal y profesional en esta universidad?

Empecé estudiando en el 92, egresé en 1997 de la Licenciatura en Comercio Internacional. Me recibí muy joven a los 22, me dieron el título a los 23, luego me perfeccioné en otros espacios de la universidad: como Graduados y colaboré en otros ámbitos de la universidad hasta que me incorporé al sector de Alumnos. Y acá, con la inexperiencia y las ganas de trabajar se fueron generando un montón de cosas, acotando otras. En definitiva, empezamos a hacer con errores eso seguro, pero siempre con predisposición de resolver problemas.

Formé parte de la primera camada de egresados de mi carrera, la segunda colación de la universidad, después continué formándome: hice una complementación de la Licenciatura en Gestión de la Educación Superior, hice una Maestría y Doctorado con cursadas completas. El propio ámbito académico exige que uno sume insumos formativos para aplicar lo que aprende. También la participación continua en la docencia incentiva a la tarea que uno realiza en educación todos los días. Desde el año 1999 que estoy dando clases y eso, yo siento, que es lo que me mantiene en contacto con los estudiantes. Se genera en ese intercambio una razón de sentido, es una sensación tan placentera y alimenta una adrenalina interesante.

Soy el fiel reflejo del perfil estudiantil de UNLaM. Conformé lo que se denomina la primera generación de graduados de familia. Fui el primer universitario de mi familia, después se recibió mi hermana. Empecé a estudiar para que en casa se sientan orgullosos, además la universidad estaba cerca y así cuando me quise acordar ya tenía más de la mitad de la carrera. Y en otro abrir y cerrar de ojos ya tenía 22 años y me había recibido, no reaccioné de lo que había logrado. Sin darme cuenta, todo esto después me ayudó a que pueda volcar mi experiencia hacia el otro. Que pueda entender lo que piensa el otro cuando te viene a hablar. Si te vienen con una verdad, con una mentira, con una imposición, con querer lograr algo o con una necesidad y, en este sentido la necesidad siempre es atendible, de una u otra manera siempre se aporta una solución. En nuestro equipo de trabajo siempre intentamos ayudar.

                ¿Cómo podría sintetizar la trayectoria del Departamento de Alumnos?

En este lugar confluye toda la tensión de los alumnos de toda la universidad. Y hay una historicidad al respecto. Hasta el año 1999 cada Unidad Académica, cada Departamento tenía su centro de atención. A partir del año 2000 se creó una oficina de alumnos de atención centralizada. En ese momento me incorporé al área. Obviamente esta dependencia fue creciendo en forma abismal y exponencial por la gran cantidad de alumnos y las carreras que la institución ofrece. Con los años esta dependencia fue mutando: primero fue una Jefatura, luego un Directorio y hoy por hoy es una Dirección, y mi función es ser Director del área. Hoy es una de las pocas dependencias que está certificada por Normas ISO 9000. Esto hace que todas las situaciones académicas administrativas y de ordenamiento hacia afuera se estandaricen. Se homogenizan todos los trámites y es una forma de resolver situaciones porque cada papel es un potencial alumno, puede ser un potencial problema y nuestra misión es regularizar cuestiones que beneficien incluso, a distintas oficinas administrativas que hacen a nuestro trabajo también.

Sin duda alguna, la herramienta tecnológica generó un cambio en un montón de situaciones. Puntualmente para el área modifica desde una cursada hasta una inscripción, el acceso a una información y otras tantas cuestiones. El estudiante que hoy tenemos en el aula cursando es millennial: ya nació con la herramienta, tiene la computadora y el celular en su mano y sinceramente esto tapa el papel. En este sentido nosotros vamos por ese camino, hemos incorporado muchas cuestiones vía web, muchos asuntos hoy en nuestro sector se resuelven a través de la tecnología. Es cierto que en este momento el papel nos sigue ayudando a cotejar ciertas cosas, por situaciones apócrifas que lamentablemente siempre están presentes.

Además, esta universidad los últimos años ha incorporado nuevas carreras, que hace que tengamos otro componente de alumnos o potenciales alumnos. Tenemos carreras por las que se interesa mucha gente de afuera, tenemos otras carreras gracias a las cuales acceden aquellos que sienten que no podrían continuar sus estudios universitarios. Para los que vimos todo el proceso de crecimiento universitario, desde lo que es la infraestructura hasta lo referente al desarrollo académico ve en esto como una herramienta de pertenencia. Los estudiantes van tomando el sentimiento de pertenencia. Una vez se lo dije al Rector: acá viene tanta gente distinta. Viene gente de ojotas, pantalón corto, musculosa y gorra que egresa de traje. La metamorfosis, la transformación que atraviesan, nosotros como gestores administrativos, la vemos diariamente y esto también hace que uno se enorgullezca. Te saludan, se acercan a contarte parte de su trayectoria y esos logros ajenos a uno mismo lo alegran.

Nada de lo sucede en esta universidad es azaroso, hay una proporción real entre oferta educativa y demanda estudiantil. Tenemos más del 95 por ciento de las carreras que demanda el sistema universitario. Es decir, las carreras que más interesan las tenés acá. El curso de ingreso es tan volátil, tan dinámico que precisa un compromiso desde el momento cero. Es decir, cuando los aspirantes hacen la preinscripción por ejemplo, respetando un día y un horario.

¿Qué podría decirnos del estudiante secundario que se acerca por primera vez a la universidad?

Hay una vinculación fuerte con el nivel secundario. Se vienen a capacitar los profesores de ese nivel acá, más del 50 % de los alumnos de la universidad son 100% matanceros. Siempre damos herramientas a los chicos porque entendemos que tienen características distintivas y particularidades. Buscamos que vayan para delante, porque ellos a veces ven la universidad difícil, inalcanzable, alejada y eso hace que nosotros cada vez pongamos más énfasis en este tipo de cosas.

Hay ingresantes curiosos, otros intelectuales. Todos persiguen un sueño y muchos de ellos vienen para diferenciarse del resto. Porque en algunos casos provienen de barrios muy carenciados y el estudio es la manera de pegar un salto, ellos transmiten el orgullo de verlos recibirse y traen a su familia que, en el acto de colación, demuestran la felicidad de haber logrado un sueño compartido.

En este sentido, el curso de ingreso es fundamental para los que aspiran a ingresar a una carrera. Demuestra por un lado, el compromiso de la universidad y por otro, da cuenta del compromiso que debe tener el estudiante porque existe entre ambos una retroalimentación. Somos conscientes también que la cursada implica una exigencia pero el reflejo de lo que es la universidad son sin duda sus graduados. A ellos son los primeros que vienen a buscar, a los que les golpean la puerta para llevárselos, inclusive antes de que terminen la carrera. Se los busca en función de la demanda para que se incorporen al trabajo, en algunos casos, casi en forma inmediata.

¿Cómo es el presente de su gestión como Director del área, y cuál es la perspectiva futura?

Pasaron un montón de años y me sigue gustando estar acá. Hay cosas que me siguen sorprendiendo, y otras que son rutina. A veces surgen cosas que parecen imposibles y se transforman en posibles. Hay sin dudas situaciones tensas. Mi función como Director del Departamento de Alumnos es circunstancial, uno nunca sabe que le va a deparar el destino. Pienso que uno va a estar donde haga falta, donde otros crean que uno hará mejor su función. Este es un área muy expuesta, es un termómetro y uno tiene la posibilidad de absorber necesidades y resolver eventuales problemas.

El equipo en el que uno está trabajando se capacita permanentemente. Los que conformamos el área, todos los integrantes tienen una experiencia, una experticia, un conocimiento y cuando otros Departamentos precisan cosas recurren a nosotros. Porque saben el trabajo que hay puertas adentro, hay un plantel profesional de recursos humanos que cada año recibe a los postulantes pensando que en un mañana inmediato serán estudiantes universitarios.

Las palabras del Director del Departamento de Alumnos suenan cálidas y sinceras, su visión es realista. Jorge Mansour, el polaco para muchos en UNLaM, gestiona el área con aires de simpleza. Sonríe, escucha, propone y culmina afirmando:

Todo lo que hacemos es para sumar, y el mejor reflejo de las gestiones que se llevan adelante son los propios estudiantes. Ver la magnitud en cada inscripción, el sostén real en la retención matricular nos demuestra el propio recorrido y nos alienta permanentemente a seguir gestionando.

Para finalizar, consideramos interesante incluir la mirada experta del área que tiene bajo su responsabilidad el diseño, la coordinación y la puesta en marcha de cada una de las decisiones de gestión político-educativa, referidas al sistema de ingreso, que sustenta la Universidad Nacional de La Matanza. Nos referimos a la Secretaría Académica, actualmente a cargo del equipo de trabajo que dirige Gustavo Duek.

Bajo la premisa de saber que: así como un pasado frondoso nos permite dimensionar el presente, y pasado y presente nos empujan casi indefectiblemente a querer descubrir los desafíos próximos que atraviesa el área: se incluye a continuación la visión del Secretario Académico. Duek cuenta, entre estas líneas, su recorrido profesional, explica de qué manera se definen las políticas de gestión que se implementan y nos comparte cuáles son las perspectivas futuras que atraviesa el área (comunicación personal, 8 de mayo de 2019).

La Secretaría Académica y el ingreso universitario de la Universidad Nacional de La Matanza: pasado, presente y trazos en perspectiva

¿Podría contarnos como se inicia su trayectoria en UNLaM?

Sí claro, la idea de estos minutos es tratar de explicar mi experiencia personal, por supuesto vinculada a la gestión que comienza en esta universidad para mí en el año 1999. En ese año me incorporo dentro de la Secretaría de Planeamiento. Puntualmente me convocan para ayudar con la organización de la universidad. Por aquel entonces la institución tenía nada más que ocho años, contaba con tres Departamentos: Ingeniería, Económicas y el Departamento de Humanidades y, dentro de la Secretaría de Planeamiento las primeras funciones de gestión tuvieron que ver con los Procedimientos y los Manuales de Organización. La tarea que realicé dentro de esa área me ayudó a conocer en profundidad el funcionamiento de la universidad desde el punto de vista político y organizacional.

Mi formación de base es Licenciado en Administración, luego hice una Especialización en Administración Pública. Me parece interesante hacer un breve recorrido desde mi experiencia de gestión porque estos pasos va a ser interesante para los otros, para los que se sumen el día de mañana, aquellos que se incorporen en un futuro a la gestión. Esta es una manera de que puedan conocer parte de la historia que es, sin duda alguna, una historia de trabajo en equipo.

Siendo parte de la Secretaría participé del primer Plan de Desarrollo Institucional, que fue el plan 2006/2010. Es decir, por aquel entonces se formalizó mediante este documento cuáles eran las ideas, el horizonte a seguir de los Departamentos, del Rectorado, de las unidades de gestión de la universidad. Todas estas cuestiones estaban latentes en las áreas, pero había llegado el momento de plasmarlo por escrito y adentrarse en la primera evaluación institucional. En ese primer plan marco, por ejemplo, aparece la idea de crear el Departamento de Ciencias de La Salud. Área que luego se crea en el año 2010. También, por lo que recuerdo, se establecía allí una meta que tenía que ver con el volumen posible que podía manejar la universidad en cantidad de alumnos. Ese plan determinó, como expresión de planificación, que la universidad estaba en condiciones de manejar hasta 33 mil estudiantes. En este punto es importante aclarar que nuestro sistema es totalmente abierto, en esta universidad no hay cupos por lo cual la cifra de estos 33 mil alumnos era sólo una expresión de planificación. Ese plan dio la primera evaluación institucional. Existe, en función de ese trabajo, un documento publicado por Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) donde se establecen fortalezas y debilidades institucionales.

                ¿En qué año empezó a desempeñarse en la función de Secretario Académico y cuáles fueron los primeros desafíos de gestión?

En el 2007 el Rector me convoca para desempeñarme como Secretario Académico. Por aquel entonces el desafío personal implicó no solamente ocuparme de gestión, sino que además me tenía que reformatear para, de alguna manera, estar mejor preparado en todo aquello que tenía que ver con la gestión académica. El desafío me impulsó a realizar la Maestría en Políticas y Administración de la Educación en la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF) y el Doctorado en Políticas y Gestión de la Educación Superior. Sin duda esa formación, el estar en contacto con otros tantos alumnos como yo y otros Secretarios Académicos, me permitió darme cuenta que los Secretarios Académicos pueden prepararse de antemano, pueden tener ese marco teórico pero la gestión es la que va a marcar que es lo que pasa. Y en ese camino uno tiene que poner en juego todas las herramientas de su formación para tratar de llevar adelante la tarea de gestionar.

El primer desafío que nos propusimos desde la Secretaría Académica, fue profundizar la política de acceso de la universidad, una política de acceso que nosotros llamamos inclusiva pero responsable. Es importante que se entienda que cada vez que digo nosotros es porque somos un equipo y que está integrado no sólo por el Secretario Académico, sino también por el Prosecretario Juan Pablo Piñeiro y por cada uno de los Directores de áreas que son, por ejemplo, los Coordinadores del Curso de Ingreso. Por aquel entonces, nuestro equipo de trabajo sabía que a partir de la apertura de nuevas carreras, anexado a la evolución del prestigio de la universidad, la cantidad de alumnos iba a empezar a crecer constantemente. En este sentido, no hay que olvidarse que la universidad comenzó a funcionar con 1200 alumnos. Momento en el cual no había curso de ingreso, los estudiantes se acercaban y se inscribían. Recién en 1995 empezó a funcionar un curso de nivelación, luego se reformuló y ya no era de nivelación solamente, sino que la propuesta era un curso que requería rendir examen; simplemente porque ese examen era una manera que permitía el ingreso y el sostén, por parte de los estudiantes, de una carrera. En ese camino nosotros fuimos observando como ese número de alumnos se iba incrementando. Podríamos decir que en el año 1995, con las carreras existentes en aquella época, se anotaron más o menos 6000 personas y, de un tiempo a esta parte, durante la última inscripción de ingreso se inscribieron alrededor de 25 mil aspirantes.

Entonces, el primer desafío fue el sistema de ingreso de la universidad, un sistema de ingreso que se fue ampliando en la cantidad de tiempo y que además, se fue formalizando en cuanto el cuerpo docente. Hace cinco años no había un cuerpo docente estable: solo se contrataba personal durante dos meses. Además, esta instancia se fue jerarquizando respecto a contenidos, materiales y formas comunicacionales. Respecto a este último aspecto el año pasado se establecieron comunicaciones a través de la plataforma virtual que tiene la universidad MIeL (Materias Interactivas en Línea).

¿Qué misión persigue la Secretaría Académica respecto a los ingresantes?

Es tarea de la Secretaría Académica investigar permanentemente como va funcionando el curso de ingreso, porque esta instancia no debe convertirse en un trayecto expulsivo. Por eso mismo las decisiones que se toman son siempre a favor del estudiante. Por ejemplo, se ampliaron las cantidades de recuperatorios. Además, actualmente, hablamos de un dispositivo que dura aproximadamente un año y medio: porque entre el momento que se inscribe el alumno y la última instancia de recuperatorio estamos hablando de 18 meses. En este aspecto nosotros decimos lo siguiente: hay algunos estudiantes que necesitan 4 meses para aprobar el curso, otros necesitan 8, otros doce y de alguna manera otros estudiantes necesitan un año y medio.

Justamente, por cuestiones como estas es que podríamos decir, más allá de algunos detalles que seguimos tratando de trabajar, que nos podemos quedar tranquilos respecto a la cuestión de las oportunidades que tienen los alumnos que aspiran a ingresar. Porque ese formato, de alguna manera, verifica una cuestión que a nosotros nos parece trascendental: la voluntad de persistencia que tiene y debe tener el estudiante. Personalmente la perseverancia me parece una de las cualidades más importantes del alumno. Es decir, este ingreso responsable demuestra que intentamos transmitirles a los chicos que no deben bajar los brazos ante el primer tropiezo.

Todas estos temas nosotros tratamos de fortalecerlos en las charlas destinadas a la comunidad interesada en la oferta educativa que la universidad sustenta. En esos espacios de encuentro de alguna manera les intentamos advertir que la universidad es algo distinto al secundario. Buscamos que entiendan que acá, en este espacio pueden sufrir un aplazo y que esto también les puede pasar en la carrera. Pero lo importante es no bajar los brazos. Es cierto que a algunos les costará más pero la cuestión es la constancia. En definitiva, el ingreso fue uno de los desafíos de la Secretaría Académica y creemos que fuimos evolucionando con el crecimiento de la universidad.

¿Cómo podrían sintetizarse las decisiones de gestión político educativa que lleva adelante la Secretaría Académica?

El desafío para nosotros, junto al Prosecretario es, sin duda, cómo congeniar tres cuestiones. Primero, que el acceso a la universidad es un derecho social público, es un bien público. La cuestión es cómo congeniar ese derecho con nuestra masividad. En este sentido decidimos desde la gestión política adoptar estrategias diferenciadas, como expresé anteriormente: nosotros creemos que el tiempo juega a favor nuestro. Un curso de dos meses: propuesta que se implementó hace diez años atrás, sin duda alguna lo único que hacía era validar conocimientos preexistentes de parte de los alumnos. Allí sólo se veía quien traía ciertas competencias, aquellas que para nosotros son las competencias mínimas requeridas para empezar una carrera. Esto mismo nos llevó a plantear que precisábamos ampliar el tiempo del curso de ingreso. También fue una decisión modificar las fechas de inicio del curso de ingreso e intentar revertir la cantidad de alumnos que se anotaban para cursar el ingreso durante los meses de febrero y marzo por sobre aquellos que se anotaban para atravesar esta instancia durante el año. Anteriormente el 70 % del alumnado asistía en febrero y marzo y solo el 30 % durante el año. Hoy el 80 % de los chicos se inscriben durante el año. Etapa que nosotros llamamos la primera instancia. Para lograr este paso realizamos una fuerte difusión, nos acercamos personalmente a las Ferias Educativas que realiza la universidad y les hablamos a los estudiantes.

Estas son decisiones políticas que traen consecuencias y puede que en un primer momento el público en general no las entienda. Pero es importante que se transmita que todas las decisiones tienen el respaldo de un diagnóstico. En función de ese trabajo luego se hace una propuesta y se la lleva adelante, poniendo todo el empeño de realizar buenas gestiones.

Otra decisión fue sin duda la modificación respecto a los exámenes que se tomaban en el curso de ingreso. Anteriormente las evaluaciones de las asignaturas que integran la instancia de ingreso, se tomaban todas al final de la cursada. Es decir, se cursaban las tres materias en simultáneo. La propuesta fue hacer que cursen una por una las materias y rindan cada examen de manera espaciada. Esa decisión fue tomada desde el punto de vista de la efectividad y de la posibilidad que el alumno tenga más éxito. Porque de esta manera los estudiantes se concentran en cada una de las materias. Esa decisión tuvo efectos desde el punto de vista del ordenamiento y desde el punto de vista estudiantil, porque el alumno no se ve abrumado por estar con tres asignaturas a la vez, con cierta complejidad, un poquito más elevada que en el secundario. Así decidimos implementar ese formato y también nos propusimos seguir acompañando a los estudiantes con clases de apoyo para aquellos que no llegaran a aprobar.

Y la tercera decisión, quizás la más importante fue implementar la posibilidad de realizar, si lo precisan, varios recuperatorios. Es decir, los estudiantes tienen actualmente tres posibilidades de rendir. En este punto la decisión tampoco fue caprichosa. Estos estudiantes, que precisan de un mayor tiempo para ingresar a la carrera, son aquellos que nos certifican que nuestras acciones tienen que promover el acceso. De alguna manera queremos transmitirles que disponen de apoyo institucional adicional. Estas son las cuestiones que nos obligan, como parte del equipo de la Secretaría Académica, a tomar medidas. Así nos hemos incorporado al programa NEXOS (Programa de articulación entre la universidad y el nivel secundario) es decir: tratamos de trabajar con las escuelas secundarias y con tutores. Apuntamos especialmente al acompañamiento del grupo de chicos que se encuentra en condiciones desfavorables. Es probable que el resultado de estas cuestiones no pueda medirse con grandes resultados, pero sin duda por cada uno de estos chicos que logra ingresar a una carrera, se consolidan pequeños éxitos, ellos conforman en sí mismos un gran logro.

Entonces, éstas son las medidas políticas. La función propia, como Secretario Académico, y la del Prosecretario del área consiste en: además de diagnosticar, proponer e implementar, revisar los resultados de las acciones, leer los impactos del curso de ingreso. También se trata de congeniar y conciliar con los distintos Departamentos y es parte de la gestión afrontar embates. Recuerdo por ejemplo, cuando se cuestionó la incorporación de la materia de Seminario de Comprensión y Producción de Textos como asignatura común para todos los Departamentos. Había quienes no le encontraban sentido. El tiempo dio la razón, hoy está claro que el principal déficit en las competencias de los estudiantes en el sistema universitario argentino es la interpretación y la producción de textos y, por eso, otras universidades han incorporado al igual que nosotros tiempo atrás, un área referida a tales cuestiones.

Sostener las convicciones no es sencillo, pero a su vez las convicciones se pueden defender mejor en la medida que uno muestre resultados. Si se va mostrando con el tiempo que el diagnóstico, a partir de la implementación de medidas, tuvo resultados se empieza a acrecentar la validez de las convicciones. En la gestión hemos tenido diagnósticos, implementamos cuestiones y algunas nos han fallado, pero esto no ha sido en la mayoría de los casos. Personalmente mi mirada está puesta ahí, en lo que falta, en lo que se puede mejorar, en el resultado de porcentaje adverso. Estoy convencido que la única manera de solucionar es pensar en equipo, idear con otros la mejora. Mejorar las clases de apoyo, mejorar el tema de los docentes y todo lo que se precise. En el camino de lo que falta vamos a encontrar una solución de equilibrio, sabiendo que es probable que se vuelva a desequilibrar. Entonces hay que volver a proponer otro estado de equilibrio. Mi misión es observar, planificar el desarrollo de acciones justo ahí donde hay inconvenientes y tratar de proponer correcciones, posibles nuevas soluciones.

Para finalizar: ¿Qué cuestiones movilizan a Gustavo Duek cada mañana que emprende su jornada de trabajo a cargo de la Secretaría Académica de la Universidad Nacional de La Matanza?

Soy graduado de la UBA; yo soy primera generación de graduados universitario en mi familia. Toda mi educación fue pública: primaria, secundaria, universidad, posgrado y jamás me imaginé que iba a terminar en esta universidad. La verdad me moviliza que con mi granito de arena pueda ayudar. No vivo en el distrito, las circunstancias me hicieron conocer este lugar y me fascinó, el desafío de esta universidad me parece extraordinario. Para mí es el instrumento más importante para transformar la zona, que es lo que yo considero como el país en condiciones más desfavorables. Entonces, cada vez que crean que soy útil voy a poner mi granito de arena. Le debo a la universidad más de lo que la universidad me dio a mí. Ser partícipe de esto es un orgullo.

Durante los últimos 12 años asistí y aún asisto al 90 % de las colaciones de grado. En ese acto ver a las familias, ver a los graduados resulta increíble. Estoy convencido que en 20 años vamos a tener una Matanza distinta y si no fuera así, me parece que seríamos unos de los primeros responsables.

Los propios desafíos de la gestión me hacen mantener absolutamente activo y trabajo con alegría. Por supuesto que hay conflictos, problemas, pero la satisfacción que le trae a uno ser partícipe de esto es muchísima, mucho más que la cantidad de horas que uno pueda dedicarle al trabajo, de eso no tengo ninguna duda. Nosotros estamos acá, esa es la propuesta de ayuda para los estudiantes. La gestión es una manera de hacerles saber que pueden contar con nosotros y que todo aquel que quiere, desea y está convencido que su vocación es seguir estudiando acá, tiene una posibilidad de acceso, hay un espacio en las aulas esperándolos.

La esencia de las palabras compartidas por el Secretario Académico permite descubrir que el trabajo diario realizado por el área es, sin duda alguna, un intento real de continuar construyendo, escribiendo la historia de ingreso en particular y la historia de la universidad en general . Institucionalmente, cada una de las decisiones tomadas y las acciones implementadas por la Secretaría Académica encubren profesionalismo de gestión. En definitiva, su discurso demuestra la certeza de saber que la Universidad Nacional de La Matanza, a 30 años de su creación, acompaña a los estudiantes mucho tiempo antes que estos asistan a SU primer día de clases como universitarios y que ocupen un banco cualquiera… en una de las tantas aulas que actualmente tiene la universidad a la espera de su presencia.

Palabras finales

A lo largo del presente escrito hemos desarrollado la historicidad del curso de ingreso de la Universidad Nacional de La Matanza. Se condensan entre estas páginas el pasado, el presente y algunos indicios futuros del área que a nuestro entender, demuestra el crecimiento exponencial de la institución durante sus primeros 30 años de vida.

La intención de este compartir, sobre la etapa inaugural que deben atravesar los estudiantes, estuvo cimentada en visibilizar aquello que muchas veces no aparece cotidianamente o se esfuma, simplemente por no preguntarnos: qué hay detrás de cada inscripción estudiantil, en qué momento y cómo creció la demanda. De este modo intentamos mostrar la normativa, porque es el sustento legal que permite poner la impronta y las decisiones en acción. También quisimos transmitir las sensaciones, que sellaron imborrables recuerdos, en ex estudiantes universitarios y esbozamos algunas percepciones de estudiantes actuales; porque en cada una de ellas se demuestra la vivencia experimental de su paso por la etapa de ingreso. A su vez, incluimos la voz experta de quienes están a cargo de áreas de gestión porque, a través de su trabajo profesional, promueven el diseño y la implementación de todo aquello que beneficia al estudiante ingresante y acrecienta a la universidad.

Estamos convencidos que cada lector, a partir de su propia experiencia o inexperiencia como estudiante universitario, su conocimiento o no de la institución, y su desconocimiento o experticia de la temática, será capaz de recordar su pasado como estudiante, desafiará a reinventar el contenido y descubrirá cuestiones no contempladas en su propia historia personal o profesional.

Esperamos que al contemplar parte de la trama, del curso de ingreso de esta universidad nacional del Conurbano, se atesoren recuerdos, se despierte la memoria y se reproduzcan las identificaciones. Porque intentamos incitar a la reflexión histórica compartida, nos propusimos renovar la intención de continuar desafiando imposibles y quisimos testificar la satisfacción que nos produce ver el engrandecimiento de la comunidad estudiantil, en cada nueva inscripción académica al interior de la Universidad Nacional de La Matanza.

Referencias

(2010). Los primeros veinte años de la Universidad Nacional de La Matanza. Final, Universidad Nacional de La Matanza, Cs. Económicas.

(2014). El aprendizaje de los conceptos como inclusión. Final, Universidad Nacional de La Matanza, Departamento de Humanidades, Cs. Sociales, Secretaría Académica.

Agostino, H. (2011). Los primeros 20 años de la Universidad Nacional de La Matanza. Ramos Mejia: Secretaría de Cultura y Educación - Municipalidad de La Matanza.

Bidiña, A., & Zerillo, A. (2013). La lectura y la escritura en el ingreso a la universidad. Experiencias con alumnos y docentes de la UNLaM. San Justo, Buenos Aires, Argentina: Universidad Nacional de La Matanza.

Secretaría Académica de la Universidad Nacional de La Matanza. (2008). Documento de trabajo de los Secretararios Académicos de las Universidades del Conurbano Bonaerense.

UNLaM, S. d. (1995). Cuadernillo para el Ingresante.


[1] Especialista en Docencia de la Educación Superior.

La autora agradece el asesoramiento profesional del CLyE Centro de Lectura y Escritura de la Universidad Nacional de La Matanza, la predisposición de los integrantes de la Junta de Estudios Históricos de La Matanza, el acompañamiento de la Dra. Amelia Zerillo, la disposición de la Mg. Ana Bidiña, a los estudiantes que compartieron sus relatos y a las autoridades que aportaron su palabra en el presente documento. Sin estos aportes profesionales y humanos este trabajo no podría haberse concretado.

[2] Según consta en el Informe Final del Proyecto denominado: “Los primeros veinte años de la Universidad Nacional de La Matanza”, cuya Dirección estaba a cargo de Agostino, Hilda Noemí las escuelas que prestaron sus instalaciones fueron las siguientes: Escuela Nº 51 “Brigadier Anacleto Llosa” sita en José Martí 3671 San Justo, Escuela Nº 52 Provincia de Entre Ríos, Salala 1388 también de la Localidad de San Justo y la Escuela Nº 27 “Almafuerte” ubicada en la calle Cabrera 36 de la Localidad de Lomas del Mirador.

[3] Esta declaración corresponde a un estudiante que realizó su inscripción en la carrera de Contador Público allá por el año 1995, egresó de la UNLaM y actualmente trabaja en la institución.

[4] Quien realizó la expresión tramitó su inscripción en 1992 en la carrera de Ingeniería en Sistemas, no finalizó la carrera.

[5] El relato corresponde a un estudiante que se inscribió en el año 1992, abandonó sus estudios universitarios.

[6] El archivo documental escrito de la Junta de Estudios Históricos de La Matanza cuenta con los cuadernillos originales. Los mismos han sido provistos por la Secretaría de Extensión Universitaria de la universidad.

[7] Las palabras las expresa una egresada de la carrera de Licenciada en Administración.

[8] En este caso quien comparte la apreciación es Contador y Licenciado en Administración egresado de la Universidad.

[9] El relato corresponde a un estudiante de la carrera de Contador que abandonó sus estudios.

[10] Esta declaración la realizó una estudiante de la carrera de Ingeniería. A pesar de no haber continuado sus estudios universitarios conserva el recuerdo agradable de esa instancia de cursada.

[11] El aporte corresponde a un egresado de la carrera de Trabajo Social.

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