Antigua Matanza. Revista de Historia Regional
ISSN 2545-8701
Junta de Estudios Históricos de La Matanza
Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, San Justo, Argentina.
Disponible en: http://antigua.unlam.edu.ar
Biaggini, M. A. (junio – diciembre de 2019). Historia del grupo literario “La luna que se cortó con la botella”. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 3(1), 147-169.
Las fuentes como protagonistas
Historia del grupo literario “La luna que se cortó con la botella”
Martín Alejandro Biaggini[1]
Universidad Nacional Arturo Jauretche, Programa de Estudios Culturales, Florencio Varela, Argentina.
Fecha de recepción: 19 de octubre de 2018
Fecha de aceptación y versión final: 20 de noviembre de 2018
Resumen
En el presente trabajo se analizará el origen y accionar del grupo literario La luna que se cortó con la botella (LLQSCCLB) durante la última dictadura militar argentina (1976-1983). Nuestro objetivo es conocer el origen del grupo y analizar las características que adoptó bajo un contexto de represión y censura. Realizando entrevistas en profundidad y utilizando la metodología de la historia oral, nos proponemos ahondar en el surgimiento de una cultura antiautoritaria. Este trabajo significa un aporte tanto para la historia cultural del periodo, la historia local del partido de La Matanza, como para aquellos estudios que analizan el accionar de los colectivos culturales durante la dictadura.
Palabras claves: poesía, dictadura, biblioteca, censura, grupo literario
Historia del grupo literario “La luna que se cortó con la botella”
Introducción
La producción literaria y poética en el conurbano de Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XX estuvo condicionada a los circuitos de distribución y llegada al público, que existían en ese espacio. En el partido de La Matanza, por ejemplo, encontramos en este periodo gran número de recitadores con amplio repertorio, que participaban en reuniones sociales de clubes, centros culturales y bibliotecas (Biaggini, 2018). El poco material impreso lo hallamos en periódicos y suplementos locales, los cuales publicaban poesía de vecinos con esa afición. La llegada del peronismo (1946-1955) incorporó nuevos actores sociales a la educación pública (Petitti, 2013), mientras que la aparición y ampliación de nuevos circuitos de transporte facilitó la comunicación de la zona con la Ciudad Capital y con el resto de los partidos, los cuales comenzaron a expandir su trazado urbano notoriamente; mejoras que ocasionaron la creación de nuevas redes entre los poetas y escritores. En ese contexto a mediados de los 60, surgieron de mano de los jóvenes, corrientes de pensamiento críticas de la tradición liberal, a la que calificaba de “europeizante y colonialista”. La politización de los estudiantes secundarios acompañó el clima de radicalización de la sociedad (Bonvillani et. Al., 2008). Eso, sumado a la multiplicación de locales con tecnología gráfica en distintos puntos, resultado de los procesos industriales de la década anterior, facilitaron que, en cada barrio del conurbano comenzaran a aparecer revistas literarias como Amaru (Lanús), Zum Zum (San Antonio de Padua), Mapuche (Zona Sur), Celeste (V. Caraza), Oeste (Morón), Antimitomania (Bella Vista y San Miguel), El Escarabajo de Oro (de Abelardo Castillo); y revistas conocidas como “subte”, por ser alternativas y subterráneas. Durante la década de 1960 los jóvenes adquirieron un protagonismo fundamental. La revolución cubana, el movimiento hippie, las luchas anticolonialistas y antiimperialistas, la resistencia a la guerra de Vietnam, el mayo francés del '68, por citar sólo algunos ejemplos, se nutrieron de jóvenes que desde distintas perspectivas y estrategias cuestionaron el orden instituido. Algunos optaron por abandonar la sociedad de consumo e intentaron edificar un mundo basado en el amor y la libertad. Otros buscaron el cambio radical de sociedades que consideraban injustas y desiguales. Unos y otros participaban de la extendida creencia en la acción colectiva como herramienta para transformar las sociedades y acceder a un futuro mejor. Ese contexto no fue ajeno a Latinoamérica: se produjo el llamado “boom” latinoamericano en literatura.
Metodología y fuentes
El presente trabajo plantea una reflexión doble. En principio, analizar las prácticas del grupo La luna que se cortó con la botella (en adelante LLQSCCLB), en el período que abarca la última dictadura cívico militar, entendiendo la imprecisión de ciertos límites temporales que se entrecruzan y se redefinen, se contaminan y se superponen, adhiriendo a lo expresado por Canelo, Franco y Manzano (2016) respecto de no limitarse a cortes político-institucionales rígidos sino “poner en juego periodizaciones más laxas que contribuyan a entender las procesos de largo y mediano plazo” (p. 16), permitiendo así lecturas y análisis de las continuidades, rupturas y resignificaciones.
En segundo término, se abordó el plano metodológico respecto de la realización de entrevistas en profundidad como técnica de recolección y construcción de fuentes orales para la producción de conocimiento. En tal sentido, se realizaron entrevistas a todos los integrantes que conformaron el grupo literario LLQSCCLB durante el periodo analizado.
El grupo literario La Luna Que Se Cortó Con La Botella
A principios de la década de 1960 el Bar Las Vegas, sito en Av. San Martín y Provincias Unidas, Lomas del Mirador, comenzó a ser frecuentado por escritores y poetas locales y de Capital Federal. Con tan solo 16 años trabajaba ahí un vecino de la zona, el joven Omar Cao. Allí conoció a Luis Luchi (Luis Yanischevsky, 1921-2000), quien asesoraba al dueño del bar, el italiano Fernando Zuliani, en la confección de su novela Camino del Retorno. Luchi, que formaba parte del grupo “Matadero” y de la editorial “Gente de Buenos Aires” (junto al poeta desaparecido Roberto Santoro, el músico Eduardo Rovira, el actor Héctor Alterio y el artista plástico Pedro Gaeta). Dentro de la editorial, Luchi publicó a muchos jóvenes escritores y tuvo una relación constante con Hugo Salerno y Omar Cao, quienes lo tomaron como referente.
Isabel Corina Ortiz recordaba:
En esa época había un movimiento bastante interesante a nivel poético acá en zona oeste. Nosotros teníamos relación con grupos de poetas de la zona, el grupo Roberto Arlt por ejemplo, y teníamos contacto con algunos otros poetas. En esa época hacíamos recitales de poesía muy habitualmente, en cualquier bar (I. C. Ortiz, comunicación personal, 1 de agosto de 2015).
A diferencia de la primera mitad del siglo XX, en la cual los recitadores contaban con un repertorio de poesía conformado por autores como Rafael de León, Federico García Lorca, poesía gauchesca, etc., y cuyos recitados se nucleaban en las instituciones sociales de cada zona (Sociedades de fomento, bibliotecas, centros comunales, etc.), para la segunda mitad de siglo se sumaron los bares como punto de encuentro para esta práctica literaria, y el repertorio comenzó a conformarse por la producción propia de cada poeta, sumado a los intercambios que empezaron a darse en estos encuentros. Así, los bares fueron punto de encuentro de artistas e intelectuales. A modo de ejemplo, el historiador Mario Tesler, oriundo de Ramos Mejía, explicaba: “En Ramos Mejía nos reuníamos en un bar, frente a la estación, escritores, simpatizantes y militantes peronistas, socialistas y comunistas; teníamos contactos frecuentes con Bernardo Verbitsky y mucho más con Rubén Benítez” (Biaggini, 2016, p. 49).
El poeta Omar Cao aporta:
Nosotros nos conocimos con Salerno, no sé por qué año, por el año 73, 74 por ahí. En la zona de Hurlingam, en un boliche de estilo alemán llamado “Los Bolos”. Ahí se jugaba a los bolos estilo alemán. Un lugar con cerveza, patio arbolado, etc. Bueno ahí empezamos a relacionarnos, con Hugo, y empezamos a leernos, lo que escribía cada uno. Lo que escribíamos los tres, porque Isabel también escribía. Y de ahí surgió la idea de un grupo de amigos que se leía las cosas, y de ahí decidimos institucionalizarnos como grupo literario. No queríamos hacer un taller, sino un grupo. Empezamos a reunirnos en la casa de Hugo, en Hurlingam. (O. Cao, comunicación personal, 20 de julio de 2015).
Isabel Corina Ortiz, agrega:
Yo con Salerno éramos una pareja, un matrimonio, él hacía rato que estaba haciendo poesía, yo no, no tenía nada que ver con la poesía, pensá que en ese tiempo las esposas teníamos rol de esposas y yo era una Susanita. En esa época había un movimiento bastante interesante a nivel poético. Nosotros teníamos contacto con el grupo Roberto Arlt de zona oeste. (I. Ortiz, comunicación personal, 1 de agosto de 2015).
En 1975 el dúo Salerno y Cao editaron el libro de poesía conjunto, “Uno de dos” (un libro de dos autores), en una imprenta de barrio ubicada en La Tablada, propiedad del Sr. López, quien era, al igual que Cao, lector de poesía y con el cual habían entablado una amistad. El libro figura editado a nombre de “Editorial punto de partida” (nombre inventado por Cao y Salerno). La edición del libro fue posible gracias al aporte económico de Omar Cao, y porque la imprenta utilizaba todos los recortes y saldos disponibles para la realización del libro a bajo costo.
El nombre del grupo, proviene de una queja sustancial que Omar Cao realiza a los poetas románticos (y a su entender superfluos), que escribían siempre, entre otros temas, sobre el amor y la luna. El título, más allá de su extensión, buscaba por un lado romper lo meloso y por el otro molestar.
Así lo exponía Omar Cao:
Yo siempre fui el titulador y un día se me ocurre -algo relativo a la luna tenía que ser- porque veíamos la necesidad de escapar a la… de provocar algún tipo de corte, en la continuidad romanticona, que tenía Buenos Aires, y sobre todo el conurbano… pero la cuestión de la luna, lo romántico, nos tenía un poco hinchado las bolas… Entonces, pensé… en una luna… pero una luna cortada… y un nombre largo, que sea molesto, difícil, y ahí salió el nombre. (O. Cao, comunicación personal, 20 de julio de 2015).
Tras sucesivos viajes de Omar Cao a Rosario por cuestiones laborales, tomó contacto con el grupo literario de la familia Gandolfo, quienes, al ser propietarios de una imprenta, editaban la revista "Lagrimal Trifurca". Cao y Salerno participaron así en el número 13 de la revista, y comenzaron a intercambiar correspondencia con Francisco Gandolfo.
La imprenta aportaba efectivamente las posibilidades editoriales: en sus memorias, los Gandolfo recuerdan que compusieron aquel primer número de noche, después del trabajo y a mano –el linotipo se utilizaba para trabajos más extensos y tenían que encargarlo- “(Osvaldo Aguirre, 2015, Tomo 1, p. 12).
Entrevistado Elvio Gandolfo (hijo de Francisco), recordaba:
Era la revista que uno quería leer. No me convencía demasiado la revista “Setecientos monos” (que se fundió un poquito antes que saliera la nuestra), pero si “El escarabajo de oro”. Nosotros, el grupo nuestro, jamás le dio mucha pelota a Sartre que, en ese momento, para la generación anterior era “la figura”.
En principio pensamos una revista de poesía. En el número uno salió traducido por D´Anna el poeta irlandés W.B. Yeats.
Y el grupo básico, de las dos etapas, éramos mi viejo y yo, después D´Anna, Diz y Saamy , eso tuvo una primera etapa del número 1 al 8. Después me fui a Uruguay. Mi viejo, en el periodo que yo no estuve, hacía unas plaquetas de poesía. Cuando vuelvo a Rosario, editamos los números 9 al 14. En el año 1976 yo me fui a vivir a Piriápolis (donde vivía mi suegro), a partir de ahí ya no volví más. (E. Gandolfo, comunicación personal, 7 de septiembre de 2015).
En plena dictadura militar, la familia Gandolfo decidió dejar de imprimir la revista, y Elvio se radicó definitivamente en Uruguay. Francisco lo relataba así en una entrevista en 1986:
Hubo controles, estábamos al filo de la navaja, justamente por esa amplitud de la que hablaba antes habíamos publicado a todo el mundo, incluso a la extrema izquierda, poemas de guerrilleros. Un amigo nuestro fue detenido en la provincia de Córdoba, le allanaron la casa; él tenía todas nuestras publicaciones y un libro mío con una dedicatoria que decía: “Desde Rosario, cuna d la bandera y del Che Guevara”. El material fue confiscado y yo, tal vez porque puse antes a la bandera que al Che, me salvé. Pero la cosa estaba muy pesada y la revista dejo de salir. (Gandolfo, F. (1986, primavera). Entrevista a Francisco Gandolfo. Revista Diario de Poesía, Dossier El Lagrimal Trifurca).
Omar Cao y Hugo Salerno comenzaron a viajar a Rosario y entablaron una relación de amistad e intercambio con el grupo del Lagrimal. No solo fueron publicados en el número 13 de la revista (diciembre de 1975), sino que los integrantes del grupo rosarino participaron en diversas publicaciones en Buenos Aires. En cuanto a Cao, la editorial rosarina le publicó el libro “Emigrado de la luna”, en 1976.
Elvio Gandolfo recordaba:
Fueron a Rosario, Salerno se hizo en seguida muy amigo de mi viejo, la parte anárquica, mi viejo era muy tanguero, bailaba muy bien el tango con mi vieja. Y Cao era como el recio, viste esos tipos onda serie negra. No sé ahora… yo no lo veo hace como quince años. Era una cosa… no sé… sacado de la cárcel. Era un duro… duro. (E. Gandolfo, comunicación personal, 7 de septiembre de 2015).
Una vez en Buenos Aires, e inspirados por la revista editada por la familia Gandolfo, el grupo decidió editar una revista propia: “La luna que se cortó con la botella”. Así, y enunciados como "Juntadores", Omar, Hugo e Isabel, presentaron el primer número de la revista. Como venía sucediendo en distintos grupos, la posibilidad de editar un libro o revista se vio condicionada por el acceso (tecnológico y económico) a una imprenta. En el caso del primer número de la revista LLQSCCLB se imprimió en una imprenta de barrio, ubicada en la localidad de La Tablada, propiedad del Sr. López, que en general se dedicaba a tarjetas personales, invitaciones y varios. Es por ello que la estética del primer número de la revista (incluidas las tipografías utilizadas) aparenta un estilo neobarroco. En él participaron, aparte de Cao, Salerno y Ortiz: Li Po, Luis Luchi, Ariosto del Degan, Solano Trinidae, Hector Koon, A. Cisneros, Mendoza, L. Gercoski, Hugo Rios, el grupo Roberto Arlt de Castelar, Makinistian, y los dibujos de Fontanarrosa (que fueron enviados a Cao gracias a la familia Gandolfo, y fueron publicados no solo en el primer número de la revista, sino en otros varios).
La dictadura
El 24 de marzo de 1976, una junta militar conformada por Jorge R. Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, tomó prisionera a la presidente María E. Martínez de Perón e instauró una nueva dictadura cívico militar en la República Argentina (que contó con el apoyo de numerosos medios, empresarios y partidos políticos). Se inició así un proceso de disciplinamiento y reorganización de la sociedad argentina según el modelo neoliberal, y se instauró un plan sistemático de censura, represión y desaparición forzada de personas, a quienes se oponían a ese modelo. Se utilizaron de manera sistemática los medios de comunicación como espacio de construcción de un discurso oficial que eliminara otras voces mediante la censura y a la detención, desaparición o exilio forzado de periodistas, intelectuales, artistas y trabajadores del ámbito de la cultura.
En ese sentido Omar Cao recordaba:
Escribir en los 60 ya era complicado, te cortaban el pelo en la comisaría. Había una figura que utilizaban (la policía) que era actitud sospechosa. Vos estabas en una esquina esperando, y pasaba el autito y te llevaba. Y si querían, te cortaban el pelo (…) Si era complicado ir por la calle, mucho más complicado era escribir. Y sobre todo escribir algo que no fueran poemas de amor. Porque si escribías poemas de amor, te trataban de boludo y estaba todo bien. Pero si escribías algo político, tenías que aguantar alguna consecuencia que al principio no era tan terrible.
Después se fue haciendo peor el asunto hasta que sucedió lo que sabemos. Una de las actitudes prudentes que uno había conservado, era poner los poemas de amor delante de los papeles que llevaba, y como la policía no miraba demasiado, veían que eran poemas de amor y te dejaban seguir y listo. Después, otra cosa que sucedía era que, cuando vos ibas a leer o presenciar incluso algún cine debate, era común ver el autito de la policía en la esquina, y se hizo frecuente terminar la noche en la comisaría (si ibas a ese tipo de lugares). Ya después fue mucho peor. Al extremo que tuvimos que expurgar las bibliotecas de todo material que sonara a… izquierda… subversivo. Directamente había que tirar a la mierda toda la biblioteca, porque era un peligro tener libros. (O. Cao, comunicación personal, 20 de julio de 2015).
Por su parte, Ricardo Rubio agrega:
La década del 70 para mí fue difícil. Yo estaba listo para editar y no pude. Muchos escritores se fueron por las dudas, otros se fueron porque se debían ir. Nicolás Casullo se tuvo que ir por supuesto, Jorge Bocanera se fue, hubo muchos que se fueron, y otros nos quedamos escondidos lo más posible (…) Recién en el 79 me atreví a editar, en virtud de Omar Cao que me insistió que lo hiciera, él edito una primera plaqueta. Yo iba a los lugares, pero siempre mirando por donde iba a salir si pasaba cualquier cosa, siempre mirando cómo iba a ser el escape. A mí el proceso me quitó todo. Me quitó el trabajo, un muy buen trabajo en la Universidad de Buenos Aires. (R. Rubio, comunicación personal, 12 de agosto de 2015).
Los que quedaron en Argentina tuvieron que adaptarse a la ideología imperante o simplemente desarrollar estrategias de supervivencia. Es por ello que, en la producción artística realizada en este periodo, se pueden encontrar similitudes entre diferentes producciones de textos literarios, canciones y films: en ellos la construcción de la realidad de ese pasado reciente, no es mimética sino, por el contrario, estaba llena de metonimias, metáforas y alegorías, por la imposibilidad de narrar ciertos temas y de mostrar ciertas imágenes, las cuales fueron censuradas para el estreno del film. En el caso de la literatura, por ejemplo, la censura y el control cultural estaban muy claramente centralizados en el Ministerio del Interior, que fue el gran controlador de las ediciones literarias argentinas, donde funcionaba la Dirección Nacional de Publicaciones. En ese contexto, tanto por la censura dictatorial, como de las configuraciones del miedo y la supervivencia, los actores culturales debieron desarrollar diversas estrategias.
Pero no todos los escritores detuvieron su actividad cultural. Tal como lo explica Graciela Browarnik (2015), existieron actividades de diversos grupos que podrían considerarse pequeñas resistencias al orden imperante:
Enfrentándose a los mandatos del poder desaparecedor, un grupo de artistas provenientes de diferentes tradiciones artísticas y políticas, que pueden ser incluidos en lo que Howard Becker define como artistas cuya actividad principal no es el arte (Becker, 2008: 120-123), se reunieron con el fin de organizar recitales de poesía y formaron el grupo Bardo-Neón, en la ciudad de Buenos Aires, a mediados de 1979. Originalmente lo constituyeron Hugo Enrique Salerno, Eduardo Daniel Melgar, Victoria Sus, Vicente Forciniti, Diego Luis Arguindeguy y Luis Barroso. La mayoría de ellos escribían desde antes de la dictadura y habían integrado grupos o talleres literarios, y en algunos casos, participado en la publicación de revistas literarias. (…) En estos, por otra parte, era habitual que el grupo convocase a un “poeta invitado”, contando en distintas presentaciones con la participación de Héctor Negro, Omar Cao, Diego Holzer, Ángel Fichera y Víctor Pesce, entre otros. (Browarnik, 2015, p. 38).
Al igual que el grupo Bardo-neón (integrado por Hugo Salerno entre otros y en el cual Omar Cao participó como invitado), también fue el caso del grupo LLQSCCLB, quienes continuaron no solo con sus recitales, sino también con distintas publicaciones durante la dictadura militar. Los lugares elegidos eran públicos y de gran concurrencia. Podemos leer en una carta escrita por Francisco Gandolfo a su hijo Elvio en 1978, que fue publicada en el libro “Correspondencia”, recopilación de Osvaldo Aguirre (2011):
Llegamos al local y no había un alma, pese a ser media hora tarde: Cao nos había puesto una hora más temprano y a Sábato tres horas antes: 15.30. Este le avisó a Devoto, que viajaba un día antes y Devoto, como buen rosarino cumplidor de horario, se mojó todo al ir a esa hora. Sábato lo esperaba a Cao para romperle el alma, pero antes de que llegara se calmó. El acto programado según Omar para las 15:30, 18:30 y 19:30 empezó a las 21, con la presencia de más de setenta personas, después de charlar en grupos tomando mate y vino, tocando flauta, guitarra y piano. A ellos les gusta así y sale todo más ameno. Presentó la señora de Salerno, hice la punta yo, siguieron dos parejas de jóvenes aficionados al teatro leyendo poemas de Aldana, después un guitarrista cantó tan bien versos de los juntadores de maíz con música de él, que recibió una ovación y felicitaciones personales; fue lo mejor y más emocionante del acto. (p. 138).
En el año 1978 Omar Cao editó en la imprenta del barrio de La Tablada, el libro “Antología Universal”, editado (según declara el libro) por la Universidad Central, en el año del centenario de la federación universal (año 8100). En esta antología apócrifa Cao reunió a distintos poetas que habitaban el universo.
Eduardo Danna recordaba al respecto:
Yo me acuerdo de una antología poética universal que hizo Omar Cao, doy este detalle porque es una actitud cultural interesante, era una antología poética del universo, en donde había poetas de Próximo Centauro, de Sirio, de Ganímedes, él había imaginado un mundo dentro de 10.000 años en donde existían, él como poeta prestaba voz a todos esos poetas, es una mezcla de ciencia ficción y poesía. (E. Danna, comunicación personal, p. 29).
La Biblioteca José E. Rodó
En el año 1978 el grupo comenzó a relacionarse con los integrantes de la Biblioteca José E. Rodó (ubicada en el barrio de Mataderos, ciudad de Buenos Aires). Esta biblioteca fundada en 1917 por militantes socialistas, anarquistas y comunistas, tenía una amplia actividad social y cultural.
Omar Cao recordaba:
Nos encontramos con una gente que estaba en Mataderos, en una biblioteca en la calle Andangalá. Algunos del PC, que por supuesto estaban ahí disimulados. Estaban haciendo un trabajo muy importante, que era un taller que se llamaba “Taller cocina”, estaban armando un jardín de infantes, hacían baile español, pero no tenían un taller literario. Y hablando con este señor que estaba ahí y que manejaba todo ahí, y que se llamaba José Luis Lamela, dijo:
-¿Por qué no se vienen acá a funcionar, en la biblioteca?
Y ahí nos vamos a la biblioteca Rodó y vino otra gente que se arrimó. Inclusos gitanos. Toda gente del pueblo raso. Y entonces yo recuerdo que tengo un amigo ahí cerquita, en la calle Pasaje Loria en Lomas del Mirador, ahí vive Ricardo Rubio. (O. Cao, comunicación personal, 20 de julio de 2015).
Con el núcleo original compuesto por Salerno, Cao y Ortiz a la biblioteca, y luego sumado Ricardo Rubio, comenzaron a realizar gran número de presentaciones de poesía, música y títeres, sumados a las actividades propias de la biblioteca. Más allá de esta participación, el grupo continuó realizando presentaciones en distintos puntos de la ciudad y el conurbano: el sábado 18 de marzo de 1978, recital homenaje al rosarino Felipe Aldana en la Biblioteca F. Ameghino de CABA; el 23 de junio de 1978, recital de poesía y música en EL Cedro (Hurlingham); el 26 de noviembre de 1979, recital en la bodega del Café Tortoni entre otros. En 1979 se editó la plaqueta de Ricardo Rubio “Pie a pie, algunos pasos”.
En abril de 1979, Omar Cao apareció incluido en el libro “Antología de la poesía argentina”, compilación de Raúl Gustavo Aguirre, editado por Librerías Fausto.
A fines de 1979, la actividad cultural realizada en la biblioteca Rodó finalizó abruptamente ante un incendio intencional y anónimo del edificio en plena madrugada.
Juan Ángel “Tito” Guerra, miembro de la comisión directiva de la Biblioteca José Rodó recordaba:
La biblioteca tiene una rica historia. Tuvo una actividad muy importante, allí las chicas del barrio y los chicos dieron sus primeros pasos. El teatro Ariel, que fue dirigido por mucho tiempo por Fernando Siro. Y poetas como Héctor Negro, los muchachos como Salerno, tenían un espacio, la biblioteca les daba un espacio a todas las actividades culturales. Y esto molestó mucho a la dictadura militar, tal es así que la incendiaron. Acá en donde estábamos (fue entrevistado en la biblioteca), tenía anaqueles de madera, en donde teníamos aproximadamente alrededor de 50.000 volúmenes, con una enciclopedia completa, la Espasa Calpe, que venía con un mueble especial.
(…) El incendio fue a la noche, yo llegué a mi casa y me llamaron por teléfono para decirme que la biblioteca se estaba incendiando, cuando vinimos ya estaban los bomberos, tratando de apagar el fuego no con mucho entusiasmo y se llevó todo, historia, libros, cultura… La reconstrucción nos llevó cuatro o cinco años con mucho esfuerzo. (J. A. Guerra, comunicación personal, 6 de agosto de 2015).
Isabel Corina Ortiz aporta:
No éramos gente ingenua, tampoco éramos ingenuos de saber que estábamos en una época de dictadura, pero jamás, jamás, hubiéramos pensado que se podía quemar una biblioteca. Era algo que, evidentemente la dictadura, por todo lo que sabemos ahora incluso, era de romper barreras. En ese aspecto nosotros éramos inocentes, porque éramos intocables, una biblioteca popular era intocable. (…)
Después del incendio ya estábamos en el 79 y lo que nos pasó es que nos agarró un ataque de pánico bárbaro. Nos sentimos incendiados nosotros. No era solo una biblioteca. Nosotros trabajábamos ahí y hacíamos recitales de 150 personas. Después de eso hicimos un recital en el grupo Roberto Arlt, ahí manifestamos nuestra bronca en homenaje a la biblioteca. Y después de eso seguimos trabajando con más temor, inclusive el grupo Roberto Arlt ya no se reunía. Todos empezamos a disgregarnos porque nos agarró un ataque de pánico. (I. C. Ortiz, comunicación personal, 1 de agosto de 2015).
Omar Cao explica: “la quema de biblioteca cancela el proyecto y nos obliga a reasumirnos en soledad y seguir...”. Hugo Salerno escribe una poesía luego del incendio, publicada recién en 1996:
Ellos queman bibliotecas, desde Alejandría hasta la fecha,
Nosotros hacemos libros nuevos, vivimos la poesía, pese al fuego.
Contraatacamos con nuestro fuego interior al blindado de ellos
Ellos viven en bunkers o en rosadas casas
Nosotros escribimos en los cafés, en los colectivos, en las casas y en las paredes.
A ellos les escriben los discursos, nosotros vivimos la poesía.
“Ellos y nosotros” de Hugo Salerno (Andante en bondi, 1996).
Dispersión
Luego de la quema de la biblioteca, Isabel Ortiz pasó a la clandestinidad por su militancia política, Hugo Salerno se separó del grupo y continuó con su proyecto colectivo Bardo-neón, y solo se sumó a algunas presentaciones de LLQSCCLB, y Omar Cao, Ricardo Rubio y el resto de los integrantes se mudaron a Lomas del Mirador, La Matanza, a una propiedad lindera a la casa de Rubio, que era conocida como “La Cueva”, en la cual realizaban encuentros de arte, deporte y sociales en general. Omar Cao se separó del grupo en 1981 quedando como coordinador Ricardo Rubio hasta el día de la fecha. La biblioteca Rodo comenzó a ser reconstruida lentamente tras cinco años de obras, pero su actividad cultural y social se vió notoriamente reducida.
En este periodo podemos mencionar el recital poético “Entre cuatro paredes”, el 14 de diciembre de 1981, en la bodega del café Tortoni, y auspició Buenos Aires tango. Participaron: Daniel Russo, Omar Cao, Ricardo Rubio, Kuraiem, Norberto Zuliani, Claudia Baum.
Entre 1977 y 1981 se editaron los números 2 a 9 de la revista LLQSCCLB, pero ya no de la misma calidad de imprenta que el primer número. Entre los poetas publicados podemos nombrar a: Cao, Baum, Russo, Rubio y Kuraiem. Para 1982 apareció el número 9 con los poetas Russo, Rubio, Kuraiem, Zuliani (sin ninguno de los miembros fundadores).
Omar Cao y Hugo Salerno comenzaron a colaborar en el equipo de la revista Riachuelo (1980-2), proyecto en el cual realizaron aportes y participaron de los encuentros de poesía promovidos por la revista:
El primer número de Riachuelo surge en julio de 1980 bajo la dirección de Ángel Fichera y, con un total de seis números, la revista cierra en 1982. Entre sus colaboradores, se destaca la participación de Osvaldo Escribano (co-fundador de la revista junto a Fichera), Diego Arguindeguy, Hugo Enrique Salerno, Omar Cao, Luis Luchi y Luce Fabri. Mientras que Fichera era estudiante de cine y tenía dieciocho años cuando comenzó con la revista, Escribano tenía cuarenta años y trabajaba en una imprenta. Ambos eran anarquistas y comenzaron a publicar la revista con el papel que sobraba de la imprenta. Las edades e ideologías de los colaboradores varían: Arguindeguy, Salerno y Cao tenían alrededor de treinta y cinco y cuarenta años cuando comenzaron a colaborar con la publicación. (Videla Dorna, 2016, p. 29).
El sábado 3 de octubre de 1981 el grupo de la revista Riachuelo presentó un encuentro de lectura de poesía en el Centro de Estudios Psicológicos (C.F.P.), participaron Ismara y Ariel Petrocelli, Viento Norte y Claudio Mastronardi, entre otros.
LLQSCCLB continuó funcionando en Lomas del Mirador ya sin el núcleo fundador y con Ricardo Rubio como coordinador. Se incorporaron en esta nueva etapa la poeta Emilce Anzoategui y Carlos Kuraiem. Luego Alejandro Prieto, Máximo Rodríguez y Andrés Utello. Este último, hoy radicado en Córdoba, recordaba:
Nos íbamos a la casa que era una heladera, llena de hámster, muchísimos libros, mucho frio habitaban las paredes, pero mucha onda. Y consumíamos la madrugada, leyendo y hablando de poesía y, como todos los jóvenes, obviamente cambiando el mundo. En esos momentos, Rubio quedó solo con La luna y, de alguna manera le puse el pecho. Yo tengo el recuerdo de imprimir esos boletines literarios con letra tipeada, y fotocopiados. En aquel momento nos carteábamos con muchos grupos literarios del mundo, pero muchos. Entonces le ayudaba a Rubio con el correo, a distribuir las cartas. (A. Utello, comunicación personal, 15 de octubre de 2015).
El grupo continuó desde entonces funcionando bajo la coordinación de Rubio, intercalando su espacio de funcionamiento entre la casa de Rubio y algunos lugares en Capital Federal. Luego de veinte años de existencia, en el año 1996 el grupo redujo su nombre y desde entonces pasó a llamarse “La luna que”.
A modo de conclusión
El presente trabajo buscó reflexionar sobre las prácticas poéticas del grupo LLQSCCLB durante la última dictadura militar, a partir de una reconstrucción posible utilizando fuentes orales. En ese sentido, pudo observarse que pese a la clausura y persecución a la que estuvo sometido el campo literario y artístico en general y muchos de sus referentes en particular durante el período dictatorial; sumado al incendio posiblemente intencional de la biblioteca en la que realizaban sus actividades; fueron posibles ciertas prácticas de resistencia, que se sostuvieron en el tiempo. Sin embargo, el incendio de la biblioteca redujo notoriamente el potencial colectivo que el grupo había logrado construir.
A pesar de ello, consideramos que quedan abiertos interrogantes respecto de esta primera puesta en diálogo de las fuentes orales realizadas, y que se habilitan relecturas y reflexiones derivadas también de una distancia temporal, que establecerán otras condiciones y posibilitarán nuevas preguntas.
Referencias
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Aguirre, O. (2011). Correspondencia Francisco Gandolfo. Buenos Aires: En Danza.
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Biaggini, M. A. (2018). Aproximaciones a la producción literaria en el partido de La Matanza. En H. N. Agostino (Ed.), Actas de las Séptimas Jornadas de Historia Regional de La Matanza. San Justo: Universidad Nacional de La Matanza.
Bonillani, A., Alicia Itatí, P., Vázquez, M., & Vommaro, P. (julio - diciembre de 2008). Juventud y política en Argentina (1968-2008). Revista Argentina de Sociología, 44-73.
Browarnik, G. (2015). ¿Por qué seguir escribiendo poesía?: Pequeñas resistencias contra la dictadura. Buenos Aires: UNAJ.
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[1] Es Técnico Superior en Dirección de Cine (ESC), Profesor en Historia (ISSJ), Licenciado en la Enseñanza de las Artes Combinadas (UNLA), Especialista en Educación, Lenguajes y Medios (UNSaM) y doctorando en Ciencias Sociales (IDES-UNGS). Forma parte de los colectivos audiovisuales TV Matanza Cultural Coop. Ltda. y Matanza Arde, en los cuales se desempeña como realizador y fotógrafo. Como docente, además de numerosos cursos y seminarios en entidades estatales y privadas se desempeñó como profesor en la Universidad Nacional de la Matanza, la Universidad de Belgrano y actualmente es profesor en la Universidad Nacional Arturo Jauretche y la Universidad Nacional de Lanús. Coordina el Área de Estética en el Programa de Estudios de la Cultura (UNAJ), es coordinador de las Jornadas Internacionales de Arte, Cultura y Política (UNAJ) que se realizan anualmente desde 2015 y forma parte del comité editorial de la revista E-verba (UNAJ-BCC).
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