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Sarmiento gobernador, entre las nuevas instituciones nacionales y la represión a las montoneras federales

Sarmiento governor, between the new national institutions and the repression of the federal montoneras

Ricardo Méndez Barozzi 1
Universidad Nacional de Luján, Luján, Argentina

Sarmiento gobernador, entre las nuevas instituciones nacionales y la represión a las montoneras federales

Antigua Matanza, vol. 8, núm. 2, 2024

Universidad Nacional de La Matanza

Recepción: 18 Agosto 2024

Aprobación: 19 Octubre 2024

Resumen: El trabajo tiene como principal objetivo estudiar las características del gobierno liberal de la provincia de San Juan, a cargo de Domingo Faustino Sarmiento (1862-1864). Fue en un contexto de enfrentamientos entre unitarios y federales, luego de la batalla de Pavón de 1861 que le dio la victoria a los primeros, cuando estos fueron afianzando al nuevo Estado nacional en el territorio argentino. Como consecuencia directa de este hecho, las fuerzas del Estado de Buenos Aires, a cargo de Bartolomé Mitre, decidieron enviar a las distintas provincias nuevos gobernadores, para San Juan asumió esa misión Sarmiento.

El nuevo gobierno sanjuanino se encontró abocado a dos tareas principales que se realizaron simultáneamente. El desarrollo de una política impulsada en el ideario liberal de progreso y civilización que, en parte, estuvo centrado en el desarrollo de nuevas instituciones, enfatizando en la creación de establecimientos educativos y vitivinícolas. Al mismo tiempo, el gobernador enfrentaba a la resistencia de las montoneras federales, las cuales contaban con el liderazgo regional del Chacho Peñaloza y tenían el apoyo de vastos sectores populares.

La presente investigación fue realizada bajo un enfoque metodológico de análisis documental, y para ello se indagó principalmente en documentación proveniente del Archivo Histórico de la provincia de San Juan durante el periodo 1862-1864.

Palabras clave: San Juan, Sarmiento, siglo XIX, instituciones, montoneras.

Abstract: The main objective of the work is to study the characteristics of the liberal government of the province of San Juan, led by Domingo Faustino Sarmiento (1862-1864). It was in a context of clashes between unitarios and federales, after the battle of Pavón in 1861 that gave victory to the former, when they were strengthening the new national State in Argentine territory. As a direct consequence of this fact, the forces of the State of Buenos Aires, led by Bartolomé Mitre, decided to send new governors to the different provinces; Sarmiento assumed that mission for San Juan.

The new San Juan government found itself dedicated to two main tasks that were carried out simultaneously. The development of a policy driven by the liberal ideology of progress and civilization that, on the one hand, was focused on the development of new institutions, emphasizing the creation of educational and wine-growing establishments. At the same time, the governor faced resistance from the federal Montoneras, which had the regional leadership of Chacho Peñaloza and had the support of vast popular sectors.

This research was carried out under a methodological approach of documentary analysis, and for this purpose, documentation from the Historical Archive of the province of San Juan during the period 1862-1864 was investigated.

Keywords: San Juan, Sarmiento, 19th century, institutions, montoneras.

Introducción

Luego de la batalla de Caseros de 1852, que terminó con el gobierno del federal Juan Manuel de Rosas, la antinomia entre unitarios y federales parecía apaciguarse. Sin embargo, muy pronto, Justo José de Urquiza, el vencedor, se enfrentó a los unitarios nuevamente, apareciendo así dos estados: la Confederación Argentina, que encabezaba el mismo Urquiza, con sede en Paraná y el Estado de Buenos Aires, al mando de los unitarios, donde se destacaban Valentín Alsina y Bartolomé Mitre.

En todas las provincias argentinas, volvieron a florecer las rispideces entre ambos bandos, pero paradójicamente, fue en San Juan, sitio en el que había tenido efecto una paz duradera[2], donde hubo una ebullición política mayor que se cobró la vida de tres gobernadores. El primero de ellos fue el federal Nazario Benavides quien había sido gobernador provincial (1836-1855)[3] y jefe de la Circunscripción Militar del Oeste entre 1855 y 1858, luego fue el interventor federal José Virasoro en 1860 y, por último, el dirigente unitario Antonino Aberastain en 1861 (Méndez Barozzi, 2023a, pp. 163-164).

En enero de 1861, al producirse el asesinato del gobernador sanjuanino Antonino Aberastain, amigo personal de Sarmiento, una inmensa conmoción afectó a todo el país y fue la causa del nuevo enfrentamiento entre Buenos Aires y la Confederación que concluyó con la victoria porteña en Pavón (Fernández, 1953, p. 193). Urquiza escribió a su sucesor, el presidente Santiago Derqui condenando este crimen con mucha energía.

Mitre, a cargo del gobierno de Buenos Aires hizo suya la causa del asesinado Aberastain, realizándola en nombre de la restauración nacional, señalando que, como venganza de la muerte de Virasoro, se había asesinado a todo un pueblo. Esta situación sería la causa pocos meses después, del enfrentamiento entre Buenos Aires y la Confederación Argentina en Pavón (Fernández, 1939, pp. 193-194). Asimismo, Sarmiento formalizó su renuncia como ministro Plenipotenciario de la Confederación Argentina ante los Estados Unidos, en protesta por los sucesos de San Juan (Méndez Barozzi, 2023a, p. 196).

El proceso político que tuvo lugar en la provincia de San Juan ha sido totalmente documentado y publicado por el Archivo General de la Provincia de San Juan en el año 2004, con una extensa serie de documentos digitalizados que permiten conocer con más detalle el accionar del gobernador Domingo Faustino Sarmiento entre 1862 y 1864. En estas fuentes podemos encontrar variada documentación que da cuenta no solamente de los actos ejecutivos que se realizaban desde la provincia sino también la correspondencia que intercambió el presidente Mitre con un enviado en la misma acerca del accionar del gobierno local.

Por otra parte, las acciones y prácticas del Chacho Peñaloza y sus montoneras aparecen retratadas por los autores Eduardo Míguez (2005) y Ariel De la Fuente (2007) quienes contextualizan desde un completo análisis sociohistórico el devenir de estos grupos rurales y sus principales características. El posterior asesinato de Peñaloza en Olta, La Rioja a manos del coronel Irrazábal y la posterior exhibición de su cabeza en una pica fueron acontecimientos que complicaron en principio, las ambiciones políticas de Sarmiento. La defensa de estas acciones es descripta acertadamente por la autora María Celina Ortale (2014).

Por lo mencionado, se utilizarán conceptos claves para el análisis del objeto de estudio y el empleo del enfoque cualitativo para la construcción de datos y su posterior análisis contrastándolos con la información de las variadas fuentes de la época. Es un objetivo de esta investigación, realizar un aporte que contribuya a la construcción de nuevos conocimientos relacionados con la vinculación directa e indirecta entre los distintos grupos de poder a nivel provincial y nacional. Al mismo tiempo, el trabajo se enfocará en establecer qué incidencia tuvo el Poder Ejecutivo Nacional en el gobierno sanjuanino y de qué forma fue afectado el futuro político de Sarmiento luego del asesinato de Peñaloza.

Por otra parte, cabe preguntarse: ¿Cómo fue cambiando la relación entre Sarmiento y Mitre durante la gobernación del primero? ¿Cómo fueron recibidas en la provincia las nuevas medidas políticas que aplicó Sarmiento? ¿Qué consecuencias tuvo para Sarmiento el asesinato de Peñaloza? La metodología que guiará a la investigación estará centrada en el análisis de la conflictividad entre el nuevo gobierno nacional y sus gobernadores aliados frente a los grupos de montoneras que resistían al nuevo sistema político.

Por último, queda por señalar que este trabajo, es el resultado de un informe vinculado con un proyecto de investigación intitulado “El liberalismo y su influencia temprana en las élites provinciales, el caso de la provincia de San Juan”, para el periodo que abarca desde la sanción de la Carta de Mayo en 1825, por Salvador María del Carril, hasta el final de la gobernación de Domingo Faustino Sarmiento en 1864. Esta investigación se realizó en la provincia de San Juan y en el Archivo General de la Nación entre 2017 y 2020, con el objeto de realizar un trabajo final en la carrera de Licenciatura en Historia, en la Universidad Nacional de Luján (provincia de Buenos Aires, Argentina).

Antecedentes

En primer lugar, y con una fuerte impronta literaria, se destacan las obras de Domingo Faustino Sarmiento, en la primera de ellas, Recuerdos de Provincia (2011[1850]), el autor hace un relato descriptivo de la vida cotidiana en San Juan, a la vez que en la segunda, Facundo, Civilización o Barbarie (1874) alude permanentemente a la dicotomía entre unitarios y federales. En ambos libros, Sarmiento señala cómo debe ser su ideal de la ciudad en el futuro cuando caiga el rosismo y, en ello, da su visión de las potencialidades que tiene San Juan. Cabe destacarse que el autor fue un testigo directo y protagonista de los hechos que describía.

En segundo lugar y en relación con la Nueva Escuela Histórica y el fomento de Ricardo Levene, desde el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Juan Rómulo Fernández (1939), narró las características de la vida local en los momentos que precedieron a la gobernación de Sarmiento, lo que incluye al asesinato del gobernador Antonino Aberastain y sus consecuencias en la provincia y el territorio argentino. En la misma obra de Levene, Margarita Mugnos de Escudero (1939) cita referencias importantes de sucesos acaecidos durante la gestión de Sarmiento como gobernador.

En tercer lugar, aparece el gran aporte de los archivos de la gobernación de Sarmiento provenientes del Archivo Histórico Provincial de San Juan. En esta interesante recopilación digital del año 2004 aparecen documentados todos los actos de gobierno cuando Sarmiento estuvo a cargo del Ejecutivo provincial. Cartas, notas, decretos, proclamas, entre otros tipos de documentación histórica serán fuentes indispensables para la realización de este trabajo.

En cuarto lugar, aparecen dos obras escritas a comienzos de este siglo. Eduardo Míguez (2005) describe en su libro las principales características que tenía el entorno gauchesco desde la época colonial hasta los tiempos de Martín Fierro que narra José Hernández, El autor rastrea las distintas definiciones del término gaucho en el espacio rioplatense desde el siglo XVIII. Por su parte, Ariel De la Fuente (2007) encuentra una vinculación directa, no solo en lo político sino también desde lo clientelar, entre los seguidores de Facundo y el Chacho. Además, el autor revela datos sumamente interesantes en cuanto a la composición interna del movimiento.

En quinto y último lugar, aparecen obras de los últimos años. María Celina Ortale (2014), hace un gran aporte a la polémica creada por el asesinato del Chacho Peñaloza y las culpas atribuidas a Sarmiento. La autora hace un descriptivo relato de la defensa realizada por el sanjuanino de las acusaciones que era objeto. Finalmente, Juan Carlos Bataller (2015) hace un análisis desde el periodismo sin descuidar el trasfondo histórico de los hechos, a la templanza del gobernador que, a la postre será decisiva para su salida del cargo.

En tiempos más recientes, Gabriel Hernán Fernández (2020), analiza en su tesis doctoral, el pensamiento de Sarmiento, tanto durante su vida, como luego de su desaparición física sobre la categoría de caudillismo a través de Facundo. El autor asegura que las distintas ediciones del libro tuvieron cambios que fueron influidos por el contexto político, al tiempo que Sarmiento redefinía los diferentes conceptos de caudillo, los cuales alcanzaban no solo a Quiroga, sino también al mendocino José Aldao y al Chacho Peñaloza.

Materiales y metodología

Los enfoques metodológicos cualitativos que guiarán a la investigación se constituyen mediante el análisis documental con la intención de observar el contexto histórico y los distintos acontecimientos, dialogando con un periodo que se destacaba por la lucha ideológica entre federales y unitarios en el espacio geográfico correspondiente al actual territorio argentino. Por lo mencionado, se hace relevante la indagación de las principales obras que trataron esta cuestión en el San Juan decimonónico, al tiempo que se profundizará sobre fuentes de tipo primario, correspondientes al Archivo Histórico de la Provincia de San Juan. Para ello, se analizará la documentación mencionada, la cual complementará a las distintas producciones historiográficas utilizadas en este trabajo. (Aubone, 1862; Gobierno de Catamarca, 1863; Gobierno de San Juan, 1863, 1910; Fonsalida, 1862; Loyola, 1863; Martínez, 1862; Ministerio del Interior, 1863; Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, 1863; Peñaloza, 1863; Sarmiento, 1862a, 1862b, 1863a, 1863b; Poder Ejecutivo de San Juan, 1862; Poniendo en cargo al gobernador interino, 1862; Señalando día y hora para la recepción del gobernador, ca. 1862).

Resultados

A continuación, se efectuará el análisis de todo el proceso que incluye el periodo de gobernación de Sarmiento entre 1862 y 1864, enfatizando los conflictos en las relaciones de poder entre la Nación y la Provincia. Por otra parte, el otro eje relevante del trabajo será el enfrentamiento entre Sarmiento y las montoneras de Peñaloza y sus posteriores repercusiones.

Los apartados que analizan el resultado del trabajo son los siguientes: San Juan bajo intervención federal, el regreso de Sarmiento y la reorganización institucional, el contexto de los gauchos y las montoneras en el Oeste, el enfrentamiento de Sarmiento con el Chacho Peñaloza y la salida de la gobernación, los cuales constituirán los elementos de observación.

San Juan bajo intervención federal

El interventor Juan Saá quien condujo a las tropas nacionales que intervinieron la provincia y terminaron con la vida de Aberastain, estuvo en San Juan hasta fines de febrero de 1861. En ese tiempo, Saá restituyó a los funcionarios de Virasoro. El interventor fue felicitado por el presidente Derqui y según sus propias palabras, por buena parte de los sanjuaninos (Saá, 1881, p. 5). Saá afirmaba que la revolución producida por el asesinato de Virasoro y la posterior asunción de Aberastain, solo había sido apoyada por 80 hombres y que era ajena al pueblo.

En febrero de 1861, antes de volver a su provincia natal, San Luis, donde era gobernador, Saá nombró en el gobierno de San Juan a Filomeno Valenzuela, el antiguo jefe de Policía de Virasoro y pariente de Benavides, a quien los sanjuaninos consideraban un hombre de carácter débil. Debido a ello, Valenzuela fue desalojado del poder apenas diez días después, asumiendo el gobierno nuevamente Francisco Díaz, dirigente federal quien ya había sido gobernador, precediendo a Benavides y que estaba vinculado parentalmente tanto a este como a Sarmiento (Gil, 1948, pp. 193-194; Méndez Barozzi, 2023a, p. 177).

Díaz decidió convocar tanto dirigentes federales como a unitarios, a fin de poder realizar un gobierno de unidad, en la época compleja en la cual gobernaría. Al mismo tiempo, se reconciliaba con la Iglesia, a la cual se había enfrentado durante su primera gobernación. Sin embargo, su gobierno no gozó de muchas simpatías, ya que se atrasó en el pago de salarios a los empleados públicos debido a una importante carencia de fondos derivada de impuestos impagos por los contribuyentes (Bataller, 2015, pp. 136-137).

En mayo de 1861, mediante otro decreto, el presidente Derqui decidía intervenir nuevamente San Juan, empero este dictamen no obtuvo un resultado positivo. El 17 de septiembre de 1861, cuando se produjo el nuevo enfrentamiento entre Buenos Aires y la Confederación, Saá estuvo a cargo de la llamada columna del centro del Ejército Confederado que contaba con la colaboración del caudillo riojano Ángel Chacho Peñaloza.

El riojano, a su vez, dirigía al contingente sanjuanino que estaba bajo la supervisión de Díaz. Sin embargo, se produjo una sublevación liberal de las tropas sanjuaninas en Las Lagunas, comandada por el alférez Andrés Andino, que, si bien fue sofocada, retrasó la marcha y, por ello impidió el desarrollo normal de la formación del Ejército del Centro (Fernández, 1939, pp. 190-194).

Entre septiembre de 1861 y enero de 1862 se produjeron los últimos enfrentamientos abiertos entre Buenos Aires y la Confederación. Fue en ese periodo cuando el ejército de Buenos Aires invadió la provincia de Santa Fe y tomó la ciudad de Rosario, produciéndose a posterioridad la renuncia y el destierro de Derqui, quedando entonces una negociación abierta entre los citados contendientes de Pavón (Gorostegui de Torres, 2000, p. 70).

Cuando se produjo el avance del ejército porteño sobre el Interior, el coronel Ignacio Rivas estuvo a cargo de la División de Cuyo, en donde Sarmiento desempeñaba el cargo de auditor de guerra. En las provincias de Cuyo, se encontraban tres gobernadores de probada adhesión federal: Juan Rodríguez, en San Luis, Laureano Nazar, en Mendoza y el mencionado Francisco Díaz, en San Juan.

Díaz renunció en enero de 1862 y huyó a Chile, nombrándose de forma interina a Ruperto Godoy quien seguidamente desconoció al gobierno de Paraná y a las provincias que estaban en guerra con Buenos Aires, autorizando al gobierno porteño a representar a San Juan en las relaciones exteriores (Fernández, 1939, p. 194).

El regreso de Sarmiento y la reorganización institucional

Sarmiento había renunciado al ministerio de gobierno de Buenos Aires. Con el rango de teniente coronel, había llegado a su provincia natal, enviado por Mitre, a cargo del Poder Ejecutivo Nacional. En primer término, Sarmiento fue nombrado gobernador interino el 9 de enero de 1862 (Poniendo en cargo al gobernador interino Domingo Faustino Sarmiento, 1862).

Sarmiento fue elegido gobernador propietario[4] el 16 de febrero de 1862, y nombró como sus colaboradores más cercanos, a Godoy y Valentín Videla (Bataller, 2015, p. 148). Como primeras medidas, Sarmiento consideró que San Juan debía ser alcanzada por las ideas del progreso y la civilización que tanto promovía el ideario liberal (Sarmiento, 1874, pp. 16, 24-30). Al mismo tiempo, estas acciones progresistas debían estar acompañadas de un combate a las ideas de la barbarie, las que eran representadas por los caudillos federales (Sarmiento, 1874, pp. 51-54). En aquel momento, estas acciones eran representadas por el Chacho Peñaloza.

Para Sarmiento, San Juan debía seguir el ejemplo de las grandes urbes, especialmente de Buenos Aires que era “un faro a seguir” (Sábato, 1998, p. 51). Para ello, en esta nueva constitución del Estado a nivel nacional tenía su correlato en la provincia bajo su gobierno. Sarmiento anhelaba una sociedad local cada vez más fuerte y activa que tomara elementos de las grandes ciudades europeas y estadounidenses en oposición a las antiguas costumbres criollas y coloniales que, a su entender, representaban al atraso.

Sin dudas, a su gobierno se lo puede calificar como diligente. El gobernador planificaba y ejecutaba en distintas áreas: economía, educación, seguridad, salud e incluso se preocupaba por otras causas no tan urgentes, como ser la reglamentación de las carreras a caballo (Bataller, 2015, p. 165). Dando el ejemplo, el mismo Sarmiento organizaba reuniones con padres de alumnos y pintaba los frentes de las casas. Según sus propios términos: “cuando las palabras no alcanzan, lo mejor es el ejemplo” (Demare, 1944).

A su llegada al gobierno, San Juan se encontraba en un estado delicado en todos los niveles: económico, político y social. Al mismo tiempo, desde 1861, se había vuelto a reeditar el periódico El Zonda[5], con la pluma de Pedro Echagüe y la colaboración del mismo Sarmiento. Una de sus primeras medidas fue nombrar Capellán del gobierno al destacado sacerdote Eleuterio Cano (Mugnos de Escudero, 1939, p. 220; Sarmiento, 1862b). Sarmiento consideraba a los diarios como un elemento esencial del progreso de los pueblos. (Sarmiento, 2011[1850], p. 119).

En la reedición de El Zonda, entre 1862 y 1864, años en los que Sarmiento fue gobernador, el periódico se transformó en el principal órgano de propaganda oficialista de su gobierno. En las editoriales del diario, se destacaba la adhesión al perfil liberal y progresista impulsado por el ejecutivo provincial, al tiempo que reafirmaba la posición de Sarmiento frente a los cuestionamientos que le realizaba el gobierno nacional (Puebla, 2019, pp. 5-9).

En El Zonda aparecían claramente los objetivos políticos y socioculturales que Sarmiento deseaba para San Juan. El diario fue fundado en 1839 por él y un grupo de intelectuales provenientes de la sociedad cultural Asociación de la Joven Argentina. Desde sus páginas se proclamaban distintas tendencias culturales novedosas que reflejaban la modernidad decimonónica ilustrada siguiendo las tendencias de Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos, en oposición a la sociedad colonial española y los caudillos que representaban el atraso.

Entre sus rasgos más notables, se puede destacar el impulso de la lectura de diarios, la instrucción y la cultura como características de la sociedad que anhelaba construirse, lo que llevaría a la felicidad personal. En sus páginas se resaltaba la creación del Colegio de Señoritas donde Sarmiento era su director, destacando la importancia de la educación femenina, la que vinculaba directamente con el progreso de los pueblos. Asimismo, se promovía el desarrollo minero y la cría del gusano de seda; al mismo tiempo se impulsaban mejoras edilicias para la ciudad de San Juan (Cercós y Moreno, 2015, pp. 231-243).

A fin de recomponer la situación, Sarmiento gradualmente comenzó a reorganizar la provincia, creando diferentes instituciones: la Diputación de Minas, que fue su principal proyecto económico, el Departamento Topográfico y un nuevo edificio para el Hospital San Juan de Dios. También se realizaron numerosas obras públicas como puentes, alumbrado, empedrado, aceras, blanqueo de frentes y la creación de un matadero público. Asimismo, nombró la Judicatura de Letras y, durante su gestión se observaron mejoras en el régimen administrativo de la Policía (Poder Ejecutivo, 1862).

La principal tarea de Sarmiento como gobernador estuvo en la educación, dado que fueron creadas 18 escuelas públicas, las cuales eran subvencionadas con un sistema de rentas fijas, haciendo un total de 42 escuelas en la provincia, que contaba entonces con alrededor de 60.000 habitantes. Aquí se destacó la tarea de Pedro Echagüe, quien redactó el Primer Informe del Consejo de Educación de la Provincia de San Juan por el año 1862 y, Domingo Soriano Sarmiento, quien se desempeñaba como presidente de la Comisión Promotora (Mugnos de Escudero, 1939, p. 215; Sarmiento, 1874, pp. 114, 160-174). También, mediante un decreto, Sarmiento estableció la escolaridad obligatoria, la que recibió apoyo del Estado Nacional (Ministerio de Justicia, 1863; Sarmiento, 1863).

Entre las instituciones educativas que creó Sarmiento se destaca la Escuela de Fruticultura y Enología, también llamada Quinta Normal, en los terrenos de la capellanía Ortega. El gobernador inauguró la obra junto al presbítero Cano en septiembre de 1862, la escuela desde sus inicios fue creada para desarrollar las características naturales de la región. Por otra parte, Sarmiento creó también aquel año, el bachillerato secundario llamado Colegio Preparatorio[6], el cual estaba destinado a los estudiantes que desarrollaban estudios universitarios relacionados con la minería (Catálogo de Bienes Patrimoniales de la Provincia de San Juan, 2016, pp. 32 y 48). También, Sarmiento consideraba indispensable la cría del gusano de seda para obtener otro redito económico importante para la provincia (Sarmiento, 1874, pp. 113-114 y 173).

Por otra parte, el gobernador ordenó construir un nuevo edificio para el hospital San Juan de Dios,[7] la erección de una cárcel en Valle Fértil y el establecimiento del Registro Público de Comercio. Asimismo, declaró Código Nacional al Código de Comercio que regía en la provincia de Buenos Aires, redactado por Dalmacio Vélez Sarsfield (Aubone, 1862; Fonsalida, 1862; Sarmiento, 1862). También edificó baños públicos, realizó el primer plano provincial y promovió comunidades agrícolas (Bataller, 2015, p. 168).

En cuanto al desarrollo de la minería, se impulsó el sistema minero de Hilario para 1863, de donde se extraía plata. El proyecto abarcaba la mina de donde se obtenía el mineral, la villa en donde vivían los mineros y la planta de fundición. La construcción demandó dos años de duración y estuvo a cargo del experto británico en minas, Ignacio Rickard. El complejo estaba situado en Calingasta y se sumaba al que ya existía en la zona de Hualilán, que se venía explotando desde 1846. Las minas de Hilario, junto a las de Sorocayence, Castaño y El Tontal, constituyeron un centro de reactivación minera en la provincia (Catálogo de Bienes Patrimoniales de la Provincia de San Juan, 2016, pp. 42 y 60-61).

Su pariente, Domingo de Oro fue nombrado primer diputado de minas. Consideraba a la cuestión minera como una fuente de futuros recursos para San Juan. Sin embargo, muchas veces, su ánimo se alteraba debido a la falta de capitales para financiar esta empresa. En su punto de vista, la minería representaba el sostén de la industria, la agricultura y el comercio, sabiendo que el mineral se acabaría un día y habría que desarrollar otros sectores (Bataller, 2015, pp. 166-168).

Los sueños de desarrollo minero de Sarmiento eran ambiciosos, ya que envió a emisarios a difundir su proyecto, primero a Buenos Aires y, luego a Inglaterra. Quería emular el proyecto minero de California, trayendo inmigrantes que formarían colonias en San Juan. Estas acciones no tenían mucho respaldo del presidente Mitre quien, a pesar de ello, permitió que la Nación suscribiera acciones de la compañía, que luego fueron cedidas a la provincia. Lentamente, el proyecto se desvaneció y no quedó prácticamente nada del mismo cuando Sarmiento dejó la gobernación en 1864 (Bataller, 2015, pp. 166-168).

Por otra parte, en 1863, ya aparecía una circular con el primer proyecto ferroviario para la provincia. Este plan estaba comprendido en el Contrato de construcción del Ferrocarril Central Argentino, que el gobierno nacional había firmado con William Wheelwright, el emprendedor estadounidense que tenía un proyecto similar en la ciudad chilena de Copiapó junto a Aberastain y formaba parte de la elite de esa ciudad chilena (Gobierno de San Juan, 1863; Ministerio del Interior, 1863).

Sin embargo, algunas medidas fueron resistidas por la población, por ejemplo, el ceremonial instituido para los actos públicos donde al gobernador se le rendían honores civiles y militares. Además, las ideas progresistas alcanzaron su límite cuando Sarmiento decidió aumentar los impuestos. Este era un problema que también habían enfrentado sus predecesores, pero su gobierno agravó la tensión al desconocer deudas del gobierno de Díaz, ajustar los sueldos públicos y sancionar la ley de sellos y patentes que imponía tributos hasta a los pequeños comerciantes. Llegó incluso hasta firmar un decreto para ejecutar a los morosos (Bataller, 2015, pp. 157-158).

El contexto de los gauchos y las montoneras en el Oeste

El lugar físico donde tenían su asentamiento los individuos que luego se transformaron en montoneros eran los pequeños poblados agrícolas, muchos de ellos tenían una doble identificación tanto de gauchos como de indios. Los habitantes de las ciudades consideraban a los gauchos como el eslabón más bajo de la sociedad, para ello, utilizaban la palabra masas (De la Fuente, 2007, pp. 109-112).

Ya en tiempos coloniales se utilizaba la palabra gaucho como derivada de gauderío[8], lo que definía a los vagabundos dedicados al robo de ganado y el comercio ilegal de cueros. De esta forma, no solo se los consideraba como pobres sino como también como toscos e ignorantes. Para la década de 1860, la palabra gaucho pasó a ser un sinónimo de bandido[9] para las autoridades nacionales y provinciales (De la Fuente, 2007, pp. 109-112; Míguez, 2005, p. 18).

Estos gauchos eran hombres libres ya que no estaban sujetos a la tierra y eran nómades porque buscaban de manera itinerante el mejor lugar para su sustento. En algunos casos poblaban la campaña buscando conchabarse en alguna estancia como peones o arrieros. Al formar pareja, se establecían en un rancho propio. El Estado tenía un poder limitado de control sobre estas tierras ya que, si bien podía ordenar levas o requisar animales para las tropas, no podía controlar las deserciones que se producían constantemente (Míguez, 2005, pp. 18-21).

Por otra parte, la palabra montonero estaba relacionada con quienes se enfrentaban a las autoridades por razones políticas. Tenía su origen en la Banda Oriental, cuando los seguidores de Artigas eran llamados montones, debido a la cantidad de hombres que conformaban. En San Juan, había varios antecedentes de estos grupos que habían actuado durante el extenso gobierno de Nazario Benavides (De la Fuente, 2007, pp. 112-113).

El primer antecedente se dio en 1841 cuando las tropas del general unitario Acha tomaron la ciudad, pronto se vieron rodeadas por las montoneras federales que respaldaban al gobierno de Benavides. Para 1852, luego del golpe de Estado contra el gobernador, este retomó el poder acompañado de un grupo rural con las características de las montoneras. En 1858, cuando se produjo el asesinato de Benavides, un grupo de montoneros comandado por Peñaloza acompañó a la esposa de Benavides a prisión intentando rescatar a este (Hudson, 1898: 421) (Ferrá de Bartol y Arias, 1994, pp. 28-29; Méndez Barozzi, 2023a, pp.18-21).

El grupo estaba guiado a nivel general por un líder destacado como el Chacho o Felipe Varela; pero, además, estos contaban con el apoyo de caudillos menores quienes se encargaban de reclutar gente. La mayoría de ellos eran labradores, artesanos y arrieros. Un altísimo porcentaje del grupo eran analfabetos. En cuanto a su organización, esta tenía características verticalistas siguiendo un orden jerárquico militar y, su estilo de lucha se asemejaba al de las guerrillas al atacar y huir sin confrontar directamente al enemigo (De la Fuente, 2007, pp. 107-125).

Si bien el movimiento estaba manejado por los hombres, era muy destacada la participación femenina en el grupo. La más notable, era sin dudas, Victoria Romero, esposa de Peñaloza quien luchaba junto a su marido, aunque también se destacaba en sociabilizar con otras mujeres de las montoneras afianzando la lealtad a las mismas. Se destacaron también las empleadas domésticas de las casas quienes llevaban noticias a ambos bandos, pero que en su mayoría tenían una probada adhesión al movimiento (De la Fuente, 2007, pp. 125-128).

El movimiento estaba atravesado por una relación patrón-cliente entre los líderes y sus seguidores. Las principales motivaciones que tenían los gauchos para unirse a las montoneras pasaban por obtener carne, ropa y trabajo, además de dinero en algunas ocasiones. Estas prácticas se venían realizando en La Rioja desde los tiempos de Facundo. Por otra parte, estaba permitido el saqueo el cual se organizaba con la aprobación de los líderes y se efectuaba no solamente con los bienes del enemigo sino también con el de los compañeros que resultaban muertos en combate (De la Fuente, 2007, pp. 131-143).

El enfrentamiento de Sarmiento con el Chacho Peñaloza

Como fue mencionado, quedaban aun en algunas regiones, serios problemas de pacificación, especialmente en las provincias del Oeste donde los caudillos federales tenían un amplio respaldo. Si bien se oponía a la actitud de muchos de los gobernadores, incluido Sarmiento, el presidente Mitre, se negaba a un enfrentamiento abierto con las montoneras. Por ello, firmó la paz a fines de mayo con el Chacho Peñaloza, acordando que este se encargaría de pacificar La Rioja con el apoyo de Felipe Varela, este pacto pudo mantener la paz por un tiempo (Gorostegui de Torres, 2000, p. 75).

En abril de 1863, casi un año más tarde, Peñaloza reclamaba a Mitre por las promesas incumplidas respecto a los daños causados por la guerra civil que había dejado en dificultades económicas a buena parte de la población que, por eso, decidía unirse a las montoneras. Al mismo tiempo, Peñaloza acusaba a Sarmiento y a Luis Molina, gobernador de Mendoza de cometer excesos, desterrar y asesinar a muchos antiguos federales. Peñaloza tomó las armas reivindicando los derechos que los gobernadores del oeste y del norte habían avasallado. Esta situación llevó a Mitre a cambiar su postura, decidiendo encargarle la guerra de policía a Sarmiento (Gorostegui de Torres, 2000, pp. 79-80).

Al mismo tiempo, Sarmiento comenzaba a reprimir a las montoneras, no solo en su provincia, sino también de modo regional, ya que lo hacía con las de Peñaloza, en La Rioja, las de Claveros, en Mendoza y las de Ontiveros, en San Luis, las cuales tenían el apoyo de la Iglesia. (Fernández, 1939, pp. 195-196; Gobierno de Catamarca, 1863; Gobierno de la Provincia de San Juan, 1910, p. 355; Loyola, 1863; Peñaloza, 1863).

Con el cargo militar de coronel, Sarmiento asumió personalmente la dirección de la guerra contra el riojano Peñaloza quien había invadido la provincia. Muy pronto, las tropas del caudillo fueron derrotadas en la localidad sanjuanina de Caucete por lo que Peñaloza volvió a su provincia, refugiándose en Olta, junto a un pequeño grupo de hombres y, su esposa, Victoria Romero (Hernández, 1947, p. 63).

El gobernador declaró el Estado de Sitio en 1863, el cual se extendió a la vecina provincia de La Rioja y una comisaría de guerra, mientras duró el mismo, lo que lo enfrentó a su comprovinciano Guillermo Rawson quien como ministro del Interior de la Nación afirmaba que esa facultad le pertenecía al Ejecutivo Nacional[10]. Peñaloza fue asesinado en noviembre de 1863 por una partida en La Rioja comandada por Pablo Irrazábal (Colina, 2009; Sarmiento, 1863, Fernández, 2020).

Si bien Sarmiento no había ordenado esa ejecución, fue responsabilizado por el gobierno nacional, ya que, el presidente Mitre declaró que la represión a las montoneras debía ser de tipo policial pero no militar. Deben señalarse algunos abusos, ya que Victoria Romero fue tomada como prisionera, para luego ser llevada engrillada hasta la ciudad de San Juan, donde Sarmiento la obligó a barrer la plaza de la ciudad durante varios días, al tiempo que arrastraba las cadenas que sujetaban sus pies y condecoró a Irrazábal por el asesinato de Peñaloza (Pigna, 2019).

En el pasado, Sarmiento y Peñaloza habían compartido ideología y exilio, ya que también el Chacho había pertenecido al bando unitario y había enfrentado a Rosas (Fernández, 2020, p. 329). De hecho, Sarmiento recordaba el exilio chileno de Peñaloza, describiendo el estado de tristeza en que se encontraba este, mientras él mismo se encontraba exiliado en aquel país (Méndez Barozzi, 2023b, p. 12). No obstante, poco tiempo después Peñaloza decidió volver a San Juan y se dirigió al despacho de Benavides, a entregarse, conociendo su templanza, dado que no soportaba más el ostracismo (Varese y Arias, 1966, p. 231).

Para defenderse de estas y otras acusaciones, como las del poeta José Hernández quien lo acusó de bárbaro, Sarmiento expuso variadas estrategias desde lo discursivo en una composición sobre la biografía del Chacho Peñaloza. El sanjuanino escribió esta biografía en los Estados Unidos luego de haber dejado la gobernación y con las expectativas que luego se cumplirían de alcanzar la presidencia de la Nación en 1868 (Ortale, 2014, pp. 217-218).

En su obra, Sarmiento resalta el punto de vista de la opinión pública porteña la cual ve a Peñaloza como el ultimo caudillo que representa un peligro real para el naciente Estado nacional. Al mismo tiempo, la defensa de Sarmiento se fundamenta en la construcción de otra figura del Chacho, identificada con la barbarie y en su autopercepción como un representante de la civilización (Ortale, 2014, pp. 217-218). Estos escritos de Sarmiento parecen haber tenido un efecto positivo en la población dados los resultados electorales que se darán en 1868 donde sería electo presidente.

La salida de la gobernación

Existían desde la llegada a la gobernación de Sarmiento, contactos en San Juan los cuales le reportaban al presidente Mitre, el estado de situación del gobernador. Uno de ellos fue el legislador Regulo Martínez quien describía el estado de ánimo ciclotímico de Sarmiento, de acuerdo con cómo transcurrían diversos sucesos cotidianos. También describe que aspiraba a ser ministro del Interior, puesto que ocupaba su antiguo amigo Rawson, los problemas para hacer funcionar a las minas, lo cual sumaba a sus propios problemas personales (Bataller, 2015, pp. 170-171; Martínez, 1862).

Martínez temía que Sarmiento no pudiese completar su mandato debido a esta inestabilidad emocional. Describe al gobernador como un magnífico tribuno y publicista, pero como alguien no conveniente para un cargo ejecutivo. Por ello, Martínez sugirió a Mitre poder enviar a Sarmiento en alguna misión al extranjero, ya que, de regresar a Buenos Aires también tendría inconvenientes de poder encontrarse con su exesposa, Benita Martínez Pastoriza. Para el asesor de Mitre, Sarmiento se opone a aquel en aspectos esenciales, ya que, según su visión, decae en la inacción y no sabe rodearse de un círculo eficaz de colaboradores (Martínez, 1862).

Desgastado por los múltiples frentes que debía enfrentar como gobernador de San Juan, además de las acusaciones por el asesinato de Peñaloza, el presidente Mitre tomó la decisión de relevarlo de la función pública por un tiempo, desaprobando la conducta de Sarmiento, ya que el presidente afirmaba que al tener el Chacho un rango militar, debió ser juzgado por un tribunal especial y no ser ejecutado (Fernández, 2020, p. 328). Según sus propias palabras: El personaje ha desbordado al ambiente. Mitre le encomendó una misión diplomática, por lo que partió hacia Chile y, desde allí a los Estados Unidos donde fue nombrado ministro plenipotenciario[11].

Sarmiento agradeció el nombramiento y presentó su renuncia el día 5 de abril, sumamente desilusionado al sentirse abandonado por su pueblo (Bataller, 2015, pp. 170-171; Ortale, 2014, p. 215). Sarmiento dejó el cargo formalmente el 6 de abril de 1864, poniendo fin bajo su gobierno a las luchas entre federales y unitarios en la provincia,[12] siendo sucedido en la gobernación por Santiago Lloveras.

Discusión

De los resultados obtenidos se pueden realizar algunos análisis e interpretaciones que dialogan con el contexto y las producciones historiográficas que abordan temáticas afines. Se profundizará en un enfoque dirigido a la gobernación de Sarmiento en el periodo 1862-1864, sus diferencias con Mitre y su enfrentamiento con Peñaloza.

Luego de la Batalla de Pavón que le dio la victoria a Buenos Aires sobre la Confederación Argentina, las tropas del estado porteño avanzaron sobre el territorio nacional muy rápidamente entre fines de 1861 y comienzos de 1862. La renuncia del presidente Derqui y el tono conciliador que adoptó Urquiza, dejó solamente a las montoneras federales con fuerte presencia en las provincias del Oeste como el ultimo foco de resistencia.

El presidente Mitre mostró frente a estos grupos, al menos en principio una postura más conciliadora que los gobernadores que querían enfrentarlos en una guerra abierta. Si bien para mayo de 1862 Mitre y Peñaloza firmaron un pacto, los problemas económicos y algunos atropellos que las montoneras culparon a los gobernadores de San Juan y Mendoza llevaron a otro enfrentamiento, esta vez definitivo.

El resultado fue un rápido triunfo de las fuerzas provinciales al mando de Sarmiento que también intervinieron en provincias vecinas. Sin embargo, la brutalidad mostrada en el asesinato de Peñaloza le valió no pocos reproches al gobernador sanjuanino quien desde la Embajada en los Estados Unidos escribió un artículo a modo de defensa, a fin de sostener su capital político nacional.

Consideraciones finales

La llegada de Sarmiento a la gobernación sanjuanina se dio en un momento de anomia, consecuencia del enfrentamiento entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina. Mitre, a cargo del Estado porteño, decidió enviar a Sarmiento a su provincia natal como gobernador, a fin de afianzar al nuevo Estado nacional y enfrentar la resistencia federal, devenida en Montoneras.

Sarmiento se caracterizó por su diligencia que a veces devenía en hiperactividad. Sus impulsos lo llevaron a realizar novedosos cambios en San Juan que también fueron muchos en cantidad, lo que, en ocasiones, parecía agotar a una sociedad tranquila. Por otro lado, se puso al frente de la represión de los montoneros federales, encabezados en la región por un antiguo aliado unitario, el Chacho Peñaloza.

Su inestabilidad emocional, consecuencia de fallidos proyectos como el minero, al cual le daba una importancia superlativa, algunos conflictos familiares y personales, sumados a la muerte de Peñaloza de la que fue acusado hicieron que su gobierno durase solo dos años. El presidente Mitre decidió relevarlo del cargo enviándolo a una misión diplomática, creyendo que no era la persona idónea para un cargo ejecutivo. Sin embargo, en la siguiente elección presidencial, Sarmiento sería su sucesor.

Agradecimientos

El autor agradece a las profesoras de Historia, María Julia Gnecco y Susana Tello por la facilitación del material bibliográfico del Museo Histórico Provincial Agustín Gnecco y del Archivo Histórico Provincial de San Juan, esencial para la realización de este trabajo.

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Notas

2 Durante el gobierno de Nazario Benavides, se llegó a un acuerdo de paz social con los unitarios. De hecho, muchos de ellos como Sarmiento, Aberastain y Rawson fueron parte de su gobierno y, el mismo gobernador se encargaba de gestionar sus regresos y exilios.
3 Con algunas breves interrupciones como consecuencia de campañas que Benavides realizó para la Confederación Argentina frente a los unitarios y el viaje a la Casa del Acuerdo de San Nicolás de los Arroyos, entre las más relevantes.
4 Sinónimo de gobernador titular.
5 Sarmiento y un grupo de jóvenes unitarios habían fundado el diario El Zonda, que solo tuvo seis ediciones en 1839.
6 Luego se lo denominó Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera.
7 Posteriormente llamada Escuela Sarmiento.
8 De acuerdo con Míguez (2005), este era un término despectivo que usaban los españoles para referirse a los migrantes franceses provenientes del Languedoc a comienzos del S. XVIII.
9 Según De la Fuente (2007), esta definición de bandido estaba ligada a su afiliación federal y su participación en los alzamientos contra las autoridades.
10 Para el autor Alberto Palcos (1928, p. 11). Si bien Rawson tenía razón en este punto, debe señalarse que Sarmiento obró de manera pragmática, ya que, en aquel tiempo, la República, carecía de ferrocarriles y telégrafos para actuar con celeridad en una situación extrema.
11 Fue nombrado ministro plenipotenciario ante Chile, Perú y los Estados Unidos.
12 Si bien hubo algunas escaramuzas en el periodo 1866-1867 como consecuencia de la Revolución de los Colorados. En aquella ocasión, la provincia estuvo ocupada por tropas federales por algunos meses.

Notas de autor

1 Ricardo Méndez Barozzi es Licenciado y Profesor en Historia en la Universidad Nacional de Luján (UNLu). Su principal campo de estudio se centra en el análisis de las problemáticas de los procesos y acontecimientos de la historia política de la provincia de San Juan durante el siglo XIX. Asimismo, integra y colabora actualmente como Investigador Interno en el Área Historia Medio Oriente Contemporáneo del Departamento de Ciencias Sociales, UNLu).

Información adicional

Cómo citar este artículo: : Méndez Barozzi, R. (diciembre de 2024 – junio de 2025). Sarmiento gobernador, entre las nuevas instituciones nacionales y la represión a las montoneras federales. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 8(2), -. https://doi.org/10.54789/am.v8i2.4

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