Ganza, D. R. (20 de diciembre de 2023 – 19 de junio de 2024). Inmigración transatlántica y escala. Reflexiones sobre los espacios nacional, provincial y local a través de los censos argentinos, entre 1895 y 1960. Revista de Historia Regional, 7(2), 97-138. https://doi.org/10.54789/am.v7i2.4 

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Inmigración transatlántica y escala. Reflexiones sobre los espacios nacional, provincial y local a través de los censos argentinos, entre 1895 y 1960

Transatlantic immigration and scale. Reflections on the national, provincial and local spaces through the Argentine censuses, between 1895 and 1960

 

Denise Rocío Ganza[*]

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina.

Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina.

Resumen

Este artículo ofrece una perspectiva original acerca del impacto de los flujos migratorios que recibió la Argentina entre fines del siglo XIX y a lo largo de la primera mitad del XX. Su intención es superar la tradicional atención exclusiva sobre el espacio nacional, a través de la realización de un estudio cuantitativo y de largo plazo, que adopta una estrategia de variación de la escala analítica a los fines de observar las similitudes, diferencias y especificidades de los ámbitos nacional, provincial y municipal. La información primaria utilizada son los datos contenidos en fuentes estadísticas, principalmente los censos nacionales de 1895, 1914, 1947 y 1960. Nuestras conclusiones apuntan a señalar que la provincia de Buenos Aires y el conglomerado urbano Avellaneda-Lanús (espacio municipal elegido) presentan particularidades relevantes, en aspectos tales como el crecimiento poblacional, el porcentaje de extranjeros en la población total o los grupos inmigratorios predominantes, que autorizan la profundización de su estudio.

Palabras-clave: inmigración, escala, censos nacionales argentinos, provincial, local

 

Abstract

This article offers an original perspective on the impact of migratory flows that Argentina received between the end of the 19th century and throughout the first half of the 20th century. Its intention is to overcome the traditional exclusive attention on the national space, through the realization of a quantitative and long-term study, which adopts a strategy of variation of the analytical scale to observe the similarities, differences, and specificities of the national, provincial and municipal levels. The primary information used is the data contained in statistical sources, mainly the national censuses of 1895, 1914, 1947 and 1960. Our conclusions point to show that the province of Buenos Aires and the Avellaneda-Lanús urban conglomerate (elected municipal space) present relevant particularities, in aspects such as population growth, the percentage of foreigners in the total population or the predominant immigrant groups, which authorize the deepening of their study.

Keywords: immigration, scale, Argentine national censuses, provincial, local

Inmigración transatlántica y escala. Reflexiones sobre los espacios nacional, provincial y local a través de los censos argentinos, entre 1895 y 1960

 

Introducción

                                                                   

Este artículo tiene por objetivo central el de superar una perspectiva exclusivamente nacional acerca del fenómeno inmigratorio en la Argentina, por medio de un estudio cuantitativo y de largo plazo.[1]

Las migraciones transatlánticas de los siglos XIX y XX tuvieron a la Argentina como destino privilegiado. El prolongado ciclo de inmigración europea se inició hacia 1830, pero fue la década de 1880 la que vio crecer definitivamente la magnitud de los flujos e inaugurarse el período reconocido como de “inmigración masiva”. Más de cuatro millones de personas, mayormente italianos y españoles, arribarían entre 1881 y 1914, ubicando a la Argentina por encima de Canadá y Brasil en lo que respecta a la dimensión del aluvión inmigratorio, aunque por debajo de los Estados Unidos (Bjerg, 2009, p. 19; Devoto, 2003, p. 247).

No obstante, a lo largo del tiempo, la situación internacional y la particular del país sudamericano se vieron sometidas a múltiples cambios. La Primera Guerra Mundial tuvo un impacto decisivo en cuanto a la modificación del carácter de los flujos, no sólo con motivo de la brusca interrupción de los arribos -a causa de la coyuntura bélica en Europa y los efectos económicos en el ámbito nacional- sino también por los cambios ocasionados en el rol de los Estados, que tenderían a intervenir crecientemente a través de normativas migratorias restrictivas (Bjerg, 2009, pp. 28-29; Devoto, 2003, pp. 13, 353-354).

Más tarde, tras un nuevo impulso a la inmigración registrado durante la década de 1920 de la mano de grupos nacionales hasta entonces escasamente representados, fundamentalmente centroeuropeos (Bjerg, 2009, p. 29; Devoto, 2003, pp. 356-357), los efectos de las dificultades económicas ocasionadas por la crisis internacional de 1929 y los impedimentos políticos originados por los contextos bélicos de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial afectaron nuevamente los flujos (Bjerg, 2009, pp. 29-30; Devoto, 2003, pp. 361-363, 395).

Sin perjuicio de lo anterior, la segunda posguerra fue testigo de una notable recuperación del número de ingresos de inmigrantes europeos y, en consecuencia, la Argentina vio restablecido su rol como uno de los principales destinos americanos (Barbero y Cacopardo, 1991, pp. 291, 300). Sin lugar a duda, el crecimiento industrial propiciado por el primer gobierno peronista hizo de la Argentina una opción viable para quienes estaban decididos a abandonar su sociedad de origen. Pero, rápidamente, los cambios en las condiciones socioeconómicas y la inestabilidad política posterior a 1955 precipitaron la clausura de esta última oleada de inmigración europea (Barbero y Cacopardo, 1991, pp. 297-298; Bjerg, 2009, pp. 31-32).

Por todo lo anterior, en este texto nos propondremos adoptar una estrategia de variación de la escala analítica con la finalidad de ofrecer una mirada comparativa acerca de los rasgos de la población extranjera arribada a la Argentina a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Tomaremos en consideración los ámbitos de la Nación, de la provincia de Buenos Aires y del conglomerado urbano Avellaneda-Lanús para observar las similitudes, diferencias y especificidades.

Con tal objetivo, examinaremos los datos contenidos en fuentes estadísticas para la totalidad de la etapa de interés de esta investigación. Estudiaremos la información de los censos nacionales de 1895, 1914, 1947 y 1960, a los fines de describir aspectos tales como el crecimiento poblacional experimentado, la incidencia de los extranjeros en la población total, los grupos inmigratorios predominantes y algunos rasgos particulares de la población extranjera tales como su estructura por sexo, edad y estado civil, su relación con la propiedad de bienes raíces y su inserción ocupacional.

 

Algunas advertencias conceptuales y metodológicas

 

Una primera cuestión importante a tener en cuenta refiere a las motivaciones para la elección de la provincia de Buenos Aires y el conglomerado urbano Avellaneda-Lanús como espacios más reducidos que el ámbito nacional propicios para nuestro estudio. En cuanto al primero de ellos, la historiografía ha considerado que la provincia de Buenos Aires formó parte del área de la Argentina donde no sólo existió un mayor porcentaje de inmigrantes sino que también su llegada produjo un drástico cambio demográfico, como veremos a lo largo del desarrollo (Devoto, 2003, pp. 298-299).

Con respecto al segundo, es preciso tener en cuenta que, dadas las particularidades de la definición de localidad establecida por la tradición censal argentina,[2] el nivel municipal es el más reducido sobre el que podremos ofrecer un análisis. En este sentido, la elección del conglomerado urbano Avellaneda-Lanús se debe a la relación entre estas reflexiones y una investigación de mayor alcance que se interesó, mediante un estudio microterritorial, por los efectos del fenómeno inmigratorio en Valentín Alsina, localidad que perteneció a los municipios de Avellaneda y Lanús, antes y después de 1944 (cuando el último de ellos obtuvo su autonomía del primero) respectivamente. Además, también es importante señalar que se trata de un espacio ribereño, lindante con el Riachuelo, que se caracterizó por un marcado desarrollo industrial, que indudablemente lo constituyó en un foco de atracción de mano de obra (Sors de Tricerri, 1941).

Finalmente, en relación con ello, debemos hacer referencia a su ubicación en el Gran Buenos Aires, área de la provincia cercana a la Capital Federal, algunas de cuyas especificidades abordaremos a lo largo del desarrollo. No obstante, la propia noción de Gran Buenos Aires amerita algunas breves aclaraciones. Principalmente, con respecto a la existencia de múltiples interpretaciones en el uso corriente y al carácter de realidad dinámica que reviste este territorio, cuya definición formal fue tardía respecto de su configuración histórica. Es decir que, mientras ya desde el siglo XIX se verificaba una continuidad entre la ciudad y los alrededores, especialmente hacia el sur, la definición administrativa del Gran Buenos Aires se concretó recién a fines de la década de 1940 del siglo XX (Caride, 1999, p.9; Downes, 2010; INDEC, 2010, p. 3; Gorelik, 2015, p. 28). De igual modo, en la actualidad, el uso corriente del término es variado y convive con la existencia de otras nociones similares, tales como “Conurbano”, Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), “aglomerado bonaerense” y “región metropolitana”.

Por otra parte, debemos aclarar que, si bien tendemos a utilizar indistintamente los términos nivel y escala, no por ello perderemos de vista las diferencias conceptuales existentes. Mientras el primer término puede hacer más estricta referencia a la organización por unidades administrativas que proponen las fuentes censales, la idea de escala nos permite reforzar algunas de las intenciones planteadas por las preguntas de investigación que son el eje de nuestro trabajo.

Finalmente, el análisis ofrecido en este artículo se basa en la producción estadística emanada del Estado, cuya utilización supone una serie de recaudos. En principio, podríamos señalar la habitual atención acerca de la cobertura y la fiabilidad de las cifras, aspectos parcialmente resueltos en periodos más recientes por los avances propios del campo de la estadística. Sin embargo, la historiografía ha puesto en evidencia también el hecho de que este tipo de fuentes revisten el carácter de “concepciones del mundo”, imágenes de la sociedad elaboradas por el Estado con la finalidad de obtener datos empíricos para comprender la realidad e intervenir en ella a través del diseño de políticas públicas, sin perjuicio de otras funciones tales como las de ofrecer representaciones unificadas, ratificar los límites de la soberanía estatal y publicitar las bondades nacionales de cara a la mirada externa. En definitiva, si bien estos rasgos no suponen necesariamente falsedad en la documentación, hacen preciso extremar los cuidados en su tratamiento, tener presentes las condiciones de producción y prestar atención a la comparabilidad de los resultados a través del tiempo (Cardoso y Pérez Brignoli, 1984, pp. 91-167; Otero, 2016, pp. 17-55; Quintero, 2004). Además, los tres primeros censos utilizados -1895, 1914 y 1947- revisten aún el carácter de censos antiguos, por su incumplimiento del requisito de periodicidad. Por esta razón, nuestro análisis requerirá oportunamente de la incorporación de los datos aportados por otras investigaciones y estadísticas complementarias, para profundizar el abordaje acerca de las más de tres décadas que separan a los censos de 1914 y 1947. Por otra parte, fue en el marco de este tercer periodo intercensal cuando se operaron cambios fundamentales en la evolución de la estadística argentina, que resultaron en la atribución de un notable grado de exactitud al censo de 1947 (Otero, 2004, p. 77; Otero, 2007).

Los rasgos de la población

 El crecimiento poblacional y la presencia extranjera

 

A principios de la década de 1960, Gino Germani (1962) afirmó concluyentemente que “la Argentina contemporánea no podría ser comprendida sin un análisis detenido de la inmigración masiva” (p. 179), con motivo de sus diversos efectos: poblacionales, económicos, sociales y culturales. En este sentido, es indudable que el aporte de los flujos migratorios ha sido de singular importancia en los cambios demográficos y el crecimiento urbano a los que se vio sometido el país austral desde mediados del siglo XIX. Su fluctuación ha condicionado especialmente los ritmos del crecimiento poblacional, tal como es posible observar en la cantidad de habitantes registrada, tanto a nivel nacional como provincial y municipal, por los censos nacionales llevados a cabo durante la etapa 1895-1960. Si consideramos la totalidad del período, la Argentina experimentó un crecimiento poblacional cercano al 400%, que supuso el paso de una población de 4.044.911 personas en 1895 a la de 20.013.793 en 1960.[3] Por supuesto, la provincia de Buenos Aires y el conglomerado urbano Avellaneda-Lanús no fueron ajenos a este proceso.  No obstante, el aumento poblacional, cuya evolución sintetiza la Figura 1, no se mantuvo constante a lo largo del tiempo ni tuvo la misma magnitud en todos los casos.

 

Figura 1

Aumento relativo de la población de la República Argentina, la provincia de Buenos Aires y el conglomerado urbano Avellaneda-Lanús entre 1869 y 1960

Nota: Realizado por la autora a partir de la información contenida en los censos nacionales de 1947 y 1960 (Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. a, p. 2; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. b, pp.  3-4; Dirección Nacional del Servicio Estadístico, s. f., p. 69.)

 

En el caso provincial, el incremento, de un 635% en total entre 1895 y 1960, fue superior al nacional a lo largo de todo el periodo considerado. Los más importantes marcadores de crecimiento relativo en este ámbito se dieron entre 1870 y 1914, mientras que durante la década de 1950, al calor de la etapa de industrialización por sustitución de importaciones, se manifestó el mayor crecimiento en términos absolutos (Lattes y Andrada, 2012, pp. 178-179). Asimismo, si tenemos en cuenta el hecho de que el territorio provincial se encuentra atravesado por una marcada diferencia entre el interior y el Gran Buenos Aires, es preciso señalar también el aumento de la concentración en esta última área. La misma representaba el 11,6% del total provincial en 1895 y alcanzó el 55,8% en 1960 (Barba, 1987, pp. 356-357). La preferencia de los inmigrantes ultramarinos por el asentamiento en áreas urbanas, sobre la que insistiremos luego, podría hallarse entre las razones de las particularidades bonaerenses. No obstante, también cabe subrayar que la importancia poblacional del Gran Buenos Aires dentro del total provincial creció exponencialmente entre 1914 y 1947, periodo que a partir de la década de 1930 se vio caracterizado también por el crecimiento de las migraciones internas (Lattes y Andrada, 2012, p. 183).

Por otra parte, es pertinente destacar los datos correspondientes al segundo periodo intercensal, a partir de los cuales se puede apreciar claramente un aumento del crecimiento relativo de la población en la medida que reducimos la escala de análisis, acercándonos al ámbito municipal. Fue en esta etapa que el partido de Avellaneda se destacó por el carácter extraordinario de su crecimiento poblacional (679,3%), muy por encima de los aumentos registrados para el conjunto del país y el total de la provincia, que lo constituyó en el partido más poblado del territorio bonaerense, por encima de su capital, La Plata (137.413 habitantes) (Poder Ejecutivo Nacional, 1916b, p. 3; Poder Ejecutivo Nacional, 1916d, p. 469).

Pero, dado nuestro objetivo de concentrarnos en el peso de los inmigrantes en dicho crecimiento poblacional, observaremos a continuación su presencia en los distintos espacios en estudio para el periodo 1895-1960, tal como ilustra la Figura 2.

 

Figura 2

Porcentaje de extranjeros sobre la población total en la República Argentina, la provincia de Buenos Aires y el conglomerado urbano Avellaneda-Lanús (1895, 1914, 1947 y 1960)

Nota: Realizado por la autora a partir de la información contenida en los censos nacionales de 1895, 1914, 1947 y 1960 (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. 63, 65; Poder Ejecutivo Nacional, 1916a, p. 202; Poder Ejecutivo Nacional, 1916b, p. 5; Dirección Nacional del Servicio Estadístico, s. f., pp. 90-93; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. a, pp. 4, 8; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. c, pp. 12, 39).[4]

 

Una primera observación refiere al hecho de que los mayores porcentajes de extranjeros sobre la población total se registraron en los dos primeros censos nacionales considerados. En 1895, los extranjeros representaban el 25,5% del total de la población de la República Argentina, más del doble de la importancia registrada en 1869, antes del auge de la etapa masiva de las migraciones transatlánticas. En 1914, su peso respecto de la población total trepaba al 30,3%. Los últimos dos censos considerados, por su parte, ofrecen el registro de un marcado decrecimiento del nivel de incidencia de los extranjeros, de 15,3% y 13% de la población total en 1947 y 1960 respectivamente.

Sin embargo, esta evolución del porcentaje de extranjeros también resultó disímil en las distintas escalas analizadas. Al respecto, Fernando Devoto (2003) ha propuesto una división de la Argentina en tres grandes zonas, de acuerdo con el grado de influencia de las corrientes migratorias en el periodo masivo. Como ya señalamos, la provincia de Buenos Aires se contó entre las áreas más atractivas para los inmigrantes, junto con la ciudad de Buenos Aires y otras zonas del litoral (pp. 298-299). Las mismas concentraron el mayor número de inmigrantes ultramarinos, especialmente en la medida que éstos no lograron el acceso a la propiedad de la tierra (Departamento de Estudios Demográficos, s. f., p. 1; Vapñarsky y Gorojovsky, 1990, p. 34). De este modo, el fenómeno de la inmigración transatlántica tuvo diversos efectos. No sólo contribuyó al incremento del volumen de la población, sino que aportó al aceleramiento del proceso de transición demográfica que aconteció en la Argentina a partir de 1870: modificó la estructura por sexo y edad de la población total, introdujo influencias socioculturales e hizo su fundamental aporte a la época de mayor crecimiento urbano.[5]

En este sentido, los datos estadísticos disponibles para la provincia de Buenos Aires muestran que el peso relativo de los extranjeros en su población fue superior al total nacional a lo largo de todo el periodo. Aunque, al mismo tiempo, la evolución de las cifras muestra una coincidencia en lo que respecta al notorio descenso de la incidencia de la población extranjera registrado en 1947 y 1960. Estos datos podrían expresar la reducción de los flujos a partir de la Primera Guerra Mundial y el carácter modesto que las recuperaciones observadas durante el periodo de entreguerras y la última oleada inmigratoria de la segunda posguerra tuvieron en comparación con el número de arribos registrado previamente.

Asimismo, la información ofrecida por José Paradiso y Beatriz Toutoundjian (1979) nos permite observar que las cifras de población extranjera correspondientes al Gran Buenos Aires en las fechas 1914, 1947 y 1960 superaban por varios puntos al total provincial (41,9%; 24,7% y 21% respectivamente) (p. 42). De hecho, la aglomeración Gran Buenos Aires concentró en la etapa 1869-1947 entre el 40% y el 50% de los extranjeros residentes en la Argentina (Germani, 1962, p. 186).

En lo que respecta al conglomerado urbano Avellaneda-Lanús, se destacan dos observaciones. En principio, la evolución de la proporción de población extranjera fue similar a la de la nación y la provincia en cuanto al decrecimiento de su importancia respecto de la población total según la información ofrecida por los dos últimos censos nacionales considerados. Pero, sin perjuicio de lo anterior, el porcentaje de extranjeros en dichos partidos fue siempre mayor a los registrados en los niveles nacional y provincial. El mismo superó el 45% en 1895 y 1914, y se colocó por sobre el 23% en 1947 y 1960.

No obstante, cabe recordar que los censos tienden a subestimar el componente extranjero de la población, en la medida que, por ejemplo, carecen de información sobre el importante número de individuos que llegaban de manera estacional e impiden sopesar la relevancia del número de hijos de inmigrantes, los cuales solían estar altamente identificados con la cultura de origen de sus progenitores (De Cristóforis, 2016, pp. 71-72).

Llegado este punto, estamos en condiciones de introducir algunas reflexiones de carácter general. En primer lugar, los elementos hasta aquí considerados evidencian la convergencia entre el fenómeno inmigratorio y el desarrollo económico argentino, en lo que respecta a la instalación del Gran Buenos Aires como el principal centro industrial del país y la contribución de los extranjeros como mano de obra urbana (Massé, 2001, p. 194). Cabe recordar algunos datos para ilustrar esta cuestión. Hacia fines del siglo XIX, el 60% del proletariado urbano argentino era de procedencia extranjera. En 1895 y 1914 los inmigrantes constituían el 38,8% y el 46,1% de la población activa, respectivamente (Estrada y Salinas Meza, 1987, p. 11). En esa última fecha representaban casi un 70% de los trabajadores industriales de la provincia de Buenos Aires; y, en el sector terciario, aproximadamente la mitad de los empleados era de origen inmigrante (Fernández, 2013, p. 338). Al mismo tiempo, los extranjeros también cumplieron un rol significativo en el ámbito empresarial y la inversión de capitales (Estrada y Salinas Meza, 1987, p. 15).

Por otra parte, el aporte migratorio al crecimiento de las áreas urbanas puede ser vinculado a las condiciones estructurales planteadas por el régimen de propiedad de la tierra característico de América Latina, que limitaba a los inmigrantes las posibilidades de alcanzar sus expectativas económicas en el medio rural, ante la dificultad de acceso a la propiedad de la tierra (Estrada y Salinas Meza, 1987, pp. 13-14).

No obstante, en lo que respecta al crecimiento de la importancia poblacional del Gran Buenos Aires y del partido de Avellaneda en particular, no podemos dejar de mencionar también que la opción de los inmigrantes por el establecimiento en zonas periféricas garantizaba menores costos residenciales (Devoto, 2003, p. 295). Esta situación se expresó fundamentalmente durante el periodo de entreguerras, cuando la movilidad laboral de los inmigrantes en los ámbitos comercial e industrial coincidió con una movilidad espacial caracterizada por los desplazamientos hacia nuevos barrios, en la misma ciudad de Buenos Aires o fuera de sus límites. En definitiva, se produjo un crecimiento de la conurbación (que siguió los ejes sur y oeste, a lo largo de los ferrocarriles Roca y Sarmiento, predominantemente) y un incremento de la inserción urbana de los inmigrantes (Devoto, 2003, pp. 365-366, 371, 409, 421-422).

Ya que nuestro análisis está orientado particularmente a estudiar la situación de los inmigrantes ultramarinos, a partir de aquí introduciremos la diferenciación por lugar de origen. En este sentido, la Figura 3 sintetiza los cambios en la composición de la población extranjera a nivel nacional y provincial según su procedencia. Con respecto a las variaciones observadas entre las dos escalas de análisis, podemos señalar principalmente que el porcentaje de europeos fue más importante en la provincia de Buenos Aires a lo largo de todo el periodo, habiéndose ubicado en un rango decreciente de entre el 94,2% y el 87,6%. Por su parte, el censo de 1960 nos ofrece la posibilidad de considerar separadamente a los partidos del Gran Buenos Aires. El análisis de tales datos nos ha demostrado un prácticamente idéntico panorama que en el conjunto de la provincia, en tanto los inmigrantes europeos constituían el 87,6% de la población extranjera del área (Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. b, p. XXV).

 

Figura 3

Evolución de la población extranjera en la República Argentina y la provincia de Buenos Aires, según continente de procedencia (1895-1960)

Nota: Realizado por la autora a partir de los datos estadísticos del INDEC y los censos nacionales de 1947 y 1960 (Dirección Nacional del Servicio Estadístico, s. f., p. LXIV; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. a, pp. 10-15; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. c, p. XIX; INDEC, 1999, pp. 20-22).

 

En lo que respecta al nivel municipal, sólo contamos con la información necesaria en el censo de 1947. No obstante, las cifras expuestas en la Tabla 1 son suficientes para evidenciar que en Avellaneda y Lanús los inmigrantes europeos gozaron de un mayor protagonismo. Si establecemos una comparación con las magnitudes consideradas en la Figura 3, es posible observar que su porcentaje de incidencia en el ámbito municipal resulta alrededor de cinco puntos mayor que el correspondiente al espacio provincial, al tiempo que se reduce en una magnitud similar la cifra correspondiente a los migrantes de origen americano.

 

Tabla 1

Población extranjera de los partidos de Avellaneda y Lanús, en números y porcentajes, según su continente de procedencia (1947)

 

Extranjeros europeos

Extranjeros americanos

Otros

Total

%

%

%

%

AVELLANEDA

69.187

92,5

4.398

5,9

1.252

1,7

74.837

100*

LANÚS

61.233

92,5

3.214

4,8

1.774

2,7

66.221

100

AMBOS PARTIDOS

130.420

92,5

7.612

5,4

3.026

2,1

141.058

100

Nota: Realizada por la autora a partir de los datos contenidos en el censo nacional de población de 1947 (Dirección Nacional del Servicio Estadístico, s. f., pp. 90-93). La suma no es exacta por efecto del redondeo.

 

A continuación, consideraremos cuáles eran los tres grupos nacionales mayoritarios entre los extranjeros provenientes de ultramar en cada año censal, cuál fue su porcentaje respecto de la población total y cómo evolucionó su número.

Los censos nacionales de 1895 y 1914 ponen en evidencia el ya conocido predominio a nivel nacional de los siguientes tres grupos: italianos, españoles y franceses.[6] Los primeros constituían más del 10% de la población total tanto en 1895 (12,5%) como en 1914 (11,8%). Los españoles, por su parte, representaban apenas el 5% al momento del segundo censo nacional y ya habían superado el 10% en 1914. Esta observación puede relacionarse con la relevancia de la inmigración española en los años del Centenario, coyuntura en la que se combinaron la sostenida expansión económica argentina tras su recuperación de la crisis de 1890 y la puesta en funcionamiento de mecanismos propios de atracción por parte de una colectividad fuertemente asentada (Fernández, 1991, pp. 59-66). Los franceses constituyeron un grupo minoritario respecto de los anteriores. Apenas superaban el 2% de la población total en 1895 y disminuyeron su importancia al 1% en el censo siguiente.

En línea de continuidad con lo anterior, los relevamientos censales de 1947 y 1960 muestran una sustitución de aquel tercer grupo nacional, cuyo lugar pasaría a ser ocupado por los inmigrantes polacos (Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. a, pp. 10-15). No obstante, el porcentaje de incidencia de estos últimos respecto de la población total apenas alcanzó el 0,7% y 0,5% respectivamente en 1947 y 1960. En lo que respecta a los italianos y los españoles, las cifras de 1947 y 1960 estaban muy por debajo de las anteriormente citadas (4,9% y 4,7% respectivamente en 1947; 4,4% y 3,6% respectivamente en 1960). Aunque, de igual modo, es destacable el hecho de que el número de inmigrantes europeos aumentó considerablemente en términos absolutos entre uno y otro censo, fundamentalmente por efecto del crecimiento del número de personas de origen italiano (de 786.207 a 878.298). A propósito de esto, estamos en condiciones de decir que en dichas cifras se hizo evidente la influencia de la recuperación de los flujos migratorios europeos hacia la Argentina durante la segunda posguerra.

En la provincia de Buenos Aires, el cuadro fue semejante y la disposición según su importancia cuantitativa de los grupos europeos se mantuvo igual, aunque en todos los casos los grupos nacionales mencionados representaban un mayor porcentaje de la población total que en el ámbito nacional (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, p. 87; Poder Ejecutivo Nacional, 1916b, pp. 219-220, Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. c, pp. 72-77; INDEC, 1999, p. 20). Los italianos oscilaron entre el 15,2% de la población en 1895 y el 7% en 1960. Al igual que en el plano nacional, los españoles vieron incrementada su incidencia a lo largo del segundo periodo intercensal. Mientras en 1895 representaban el 7,6% del total, en 1914 alcanzaban cerca del doble, el 13,2%. Más tarde, en 1947, se constituían en el 6,3% de la población provincial, y en el 4,7% en 1960. En cuanto a los franceses, los porcentajes de 1895 y 1914 eran de 3,8% y 1,5% respectivamente. En cuanto al grupo polaco, que los sustituyó en importancia, no alcanzó el 1% en 1947 y 1960. En lo que respecta a los partidos del Gran Buenos Aires, los tres grupos considerados presentan porcentajes algo mayores de incidencia respecto de la población total hacia 1960: 9% los italianos, 5,7% los españoles y 0,9% los polacos. Cabe destacar también que, de este modo, el 72,3% de los italianos, 67,5% de los españoles y 82,3% de los polacos radicados en la provincia de Buenos Aires residían en el conurbano bonaerense.

En cambio, si tomamos en cuenta los datos correspondientes al nivel municipal, como muestra la Figura 4, la situación se presenta distinta. El caso de Avellaneda es pasible de ser observado a través de la comparación entre los censos de 1895 y 1914, puesto que en los posteriores no se cuenta con datos sobre la procedencia nacional de los extranjeros desagregados por partidos. En definitiva, entonces, si bien la preeminencia de los italianos sobre los españoles y los franceses se muestra en 1895, en 1914 ya había crecido considerablemente la colectividad española (21,8%), al punto de superar a la italiana (16,5%) en su proporción respecto a la población total. En cuanto al colectivo francés, si bien mantenía el tercer lugar dentro de los grupos europeos, su porcentaje de incidencia disminuyó, mientras que los inmigrantes rusos se le acercaban en magnitud, con un total de 1.465 frente a 1.672 franceses.

 

Figura 4

Porcentajes de argentinos y grupos extranjeros de origen europeo con respecto a la población total de Avellaneda (1895 y 1914)

Nota: Realizado por la autora a partir de los datos contenidos en los censos nacionales de 1895 y 1914 (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, p. 85; Poder Ejecutivo Nacional, 1916b, pp. 153-154).

 

El perfil socio-demográfico y socio-ocupacional de los inmigrantes ultramarinos

 

Una vez considerados los elementos fundamentales de la presencia de extranjeros en la población de los niveles nacional, provincial y municipal, debemos señalar que la información contenida en los censos nacionales ofrece también la oportunidad de conocer algunos aspectos relevantes de su perfil sociodemográfico. Aunque dicha información es mucho más detallada en los censos de 1895 y 1914.

Comenzaremos por exponer algunas reflexiones breves acerca de su estructura por sexo, edad y estado civil, teniendo en cuenta que la composición de la inmigración hasta bien avanzado el siglo XX ha mostrado el predominio de los varones en edades activas (Departamento de Estudios Demográficos, s. f., p. 8; Massé, 2001, p. 67).

En este sentido, la Figura 5 evidencia claramente el marcado índice de masculinidad de la población extranjera en todos los niveles, condicionado por el alto componente masculino de las migraciones ultramarinas durante el periodo masivo, así como el hecho de que la provincia de Buenos Aires presentó índices de masculinidad más elevados que los del nivel nacional a lo largo de todo el lapso temporal analizado. A modo de ejemplo, podemos señalar que el índice de masculinidad de la población extranjera en la provincia de Buenos Aires alcanzó la cifra de 208 en 1895. No obstante, los partidos de Avellaneda y Lanús mostraron índices más cercanos a los del total nacional, lo que invita a presumir que la presencia de inmigrantes varones pudo ser mayor en los ámbitos rurales bonaerenses, entre otros motivos, por el fenómeno de la inmigración “golondrina”.

 

Figura 5

Índices de masculinidad de argentinos y extranjeros en la República Argentina, la provincia de Buenos Aires y el conglomerado urbano Avellaneda-Lanús (1895-1960)

Nota: Elaboración propia a partir de la información contenida en los censos nacionales de 1895, 1914, 1947 y 1960 (Dirección Nacional del Servicio Estadístico, s. f., pp. XXXIII, 90-93; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. a, p. 8; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. b, p. XIII; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. c, pp. IX, 12, 39; Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. 63, 65; Poder Ejecutivo Nacional, 1916a, p. 202; Poder Ejecutivo Nacional, 1916b, p. 5).

 

En lo que refiere a la composición etaria, los censos de 1895 y 1960 ofrecen datos para el nivel municipal, permitiendo observar los cambios acontecidos a lo largo de nuestro periodo de interés, tanto respecto de la población argentina como de la extranjera. Las Figuras 6, 7, 8 y 9 ilustran el panorama a través de una serie de pirámides. En las correspondientes al año del segundo censo nacional[7] se evidencia, a grandes rasgos, la existencia de una población joven, caracterizada por la mayor presencia de niños y jóvenes, y una baja proporción de adultos mayores, a causa de las altas tasas de natalidad y mortalidad, así como de los efectos de la inmigración (Lattes y Andrada, 2012, p. 194; Paradiso y Toutoundjian, 1979, p. 37). De hecho, las diferencias entre los argentinos y los extranjeros son destacables. Mientras entre los primeros se observa un cierto predominio femenino, entre los segundos el predominio masculino es notorio, así como la conocida concentración en las edades activas, en este caso, en las siguientes dos franjas: 15-30 y 31-50 años.

En 1895, la concentración de los extranjeros varones y mujeres en aquellos dos grupos etarios era del 75,9% y 72,6% respectivamente. Mientras tanto, en el caso de los varones y mujeres argentinos las mismas franjas etarias concentraban el 34,2% y el 38,4% de la población total respectivamente.[8]

Figura 6

Argentinos (1895)

Nota: Pirámides poblacionales del conglomerado urbano Avellaneda-Lanús (1895; 1960). Realizada por la autora a partir de los datos contenidos en el censo nacional de 1895 (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. 66, 69, 72).

 

Figura 7

Extranjeros (1895)

Nota: Pirámides poblacionales del conglomerado urbano Avellaneda-Lanús (1895; 1960).  Realizada por la autora a partir de los datos contenidos en el censo nacional de 1895 (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. 66, 69, 72).

 

Figura 8

Argentinos (1960)

Nota: Pirámides poblacionales del conglomerado urbano Avellaneda-Lanús (1895; 1960). Realizada por la autora a partir de los datos contenidos en el censo nacional de 1960 (Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. c, pp. 12, 39).

 

Figura 9

Extranjeros (1960)

Nota: Realizada por la autora a partir de los datos contenidos en Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. c, pp. 12, 39.

 

Aquellas cifras de concentración de los extranjeros eran mayores en el ámbito municipal en relación con las registradas tanto en el nivel provincial como en el nacional. En el primer caso, los varones inmigrantes estaban comprendidos en el grupo de entre 20 y 49 años en un 70% y las mujeres en un 63,6%. Por su parte, en el caso de los nativos, las cifras de concentración en este rango etario eran también superiores: 29,6% entre los hombres y 28,5% entre las mujeres (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. XCIX, CLVII, 66, 68-69, 71-72, 74, 77-79).

Para 1914 y 1947, sólo disponemos de los datos correspondientes a los espacios nacional y provincial. En ocasión del tercer censo nacional, se reitera un panorama similar al descrito para 1895, aunque las cifras correspondientes a los extranjeros en edades activas se moderan ligeramente en el caso de la provincia (66,7% para los varones y 60,4% para las mujeres) (Poder Ejecutivo Nacional, 1916c, pp. 28-29, 43-44, 311-313, 318). El censo de 1947, por su parte, ya muestra una cierta nivelación de los porcentajes de la población argentina y extranjera en edades activas alrededor del 45%, tanto en el nivel nacional como en el provincial (INDEC, 1999, pp. 120, 125, 150, 159).

Por su parte, las pirámides correspondientes a 1960 (figuras 8 y 9) permiten observar el inicio de un acentuado proceso de envejecimiento de la población, expresado en el estrechamiento de sus bases y el ensanchamiento de las cúspides. En el caso de la población nativa, los motivos de este cambio fueron el constante descenso de la fecundidad y el acceso a edades más avanzadas por parte de los adultos mayores (Lattes y Andrada, 2012, p. 194; Massé, 2001, p. 50; Paradiso y Toutoundjian, 1979, p. 39). Entre los extranjeros, el envejecimiento de los antiguos inmigrantes y el carácter de reagrupación familiar que revistió el flujo migratorio europeo de posguerra, que implicó un mayor ingreso de mujeres, niños, personas mayores y familias completas, también pueden señalarse como causas de la transformación (Barbero y Cacopardo, 1991, p. 305). En cuanto a la incidencia de la población en edades activas, podemos observar que la concentración entre los 15 y 49 años ya es mayor entre los nativos (59% y 58,3% para los varones y las mujeres respectivamente) que entre los extranjeros (43% entre los varones y 43,7% entre las mujeres).

Una situación semejante se registra en el ámbito provincial, aunque en este caso los extranjeros se concentran en edades activas aún en menor medida (38% entre los varones y 40,5% entre las mujeres). Las cifras correspondientes a los nativos muestran un 47,4% para los hombres y 46,8% entre las mujeres. Por su parte, en el nivel nacional, las cifras para los inmigrantes son del 38,4% entre los varones y el 37,5% entre las mujeres. En el caso de los nativos son del 42,7% para los hombres y 43,3% en el caso de las mujeres (Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. a, pp. 4-7; Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, s. f. c., p. 10).

En lo que refiere al estado civil, los datos discriminados en función del lugar de origen se hallan presentes en los censos de 1895 (para los habitantes mayores de 14 años) y 1914 (para los habitantes mayores de 15 años), aunque sólo el primero de ellos nos permite hacer consideraciones a propósito del ámbito local. La composición de la población por estado civil en el partido de Avellaneda ha quedado sintetizada en la Tabla 2 y pone en evidencia algunos rasgos que son comunes a los tres niveles de análisis y a las dos fechas consideradas.

 

Tabla 2

Composición por estado civil de los habitantes mayores de 14 años del partido de Avellaneda (1895)

Argentinos

Extranjeros

V

M

V

M

%

%

%

%

Solteros

1.238

69,7

1.135

51,3

1.813

39,3

416

15,2

Casados

492

27,7

875

39,6

2.601

56,4

2.001

73,1

Viudos

45

2,5

201

9,1

194

4,2

319

11,7

TOTAL

1.775

100*

2.211

100

4.608

100*

2.736

100

Nota: Realizada por la autora a partir de los datos contenidos en el censo nacional de 1895 (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, p. 99). La suma no es exacta por efecto del redondeo.

 

La principal diferencia observable entre los argentinos y los extranjeros, independientemente de su condición de varones o mujeres, es la prevalencia de los solteros en el primer caso (con cifras cercanas al 70% entre los hombres y superiores al 50% entre las mujeres en Avellaneda) y los casados en el segundo (con porcentajes superiores al 50% y 70% respectivamente en el ámbito local). Sin embargo, existe una notable disparidad entre varones y mujeres dentro del grupo extranjero. En el ámbito local, la proporción de solteros entre los varones es del 39,3%, y entre las mujeres alcanza apenas el 15,2%. Tal situación se reproduce con porcentajes levemente mayores en los ámbitos nacional y provincial, tanto en 1895 como en 1914. Mientras en el caso de los hombres la proporción de solteros no desciende del 40%, entre las mujeres se mantiene alrededor del 20%. Asimismo, la cantidad de mujeres extranjeras casadas (73,1% en Avellaneda) supera ampliamente a las nativas del mismo estado civil (39,6% en el espacio local), las cuales, a su vez, cuentan con un número superior al de los hombres argentinos casados (27,7%) (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. CVIII, 101; Poder Ejecutivo Nacional, 1916b, pp. 421-429).

A grandes rasgos, algunas de las conclusiones derivadas del análisis de la composición por estado civil de la población de Avellaneda se relacionan con aspectos ya mencionados anteriormente. El predominio de hombres y mujeres casados entre los extranjeros podría relacionarse, en primer término, con su edad media más elevada, respecto de la población nativa. Sin embargo, la disparidad observada entre unos y otros en materia porcentual podría atribuirse al elevado índice de masculinidad de la población extranjera. Esta situación pudo tender a dificultar que los varones contrajeran matrimonio dentro del mismo grupo étnico, al tiempo que el “mercado matrimonial” ofrecía mejores oportunidades para las mujeres extranjeras, por la mayor disponibilidad de potenciales cónyuges connacionales (Beck, 1999, pp. 90-91; Marquiegui, 1989, p. 544; Míguez et al., 1991, p. 797). Por otra parte, entre ellas pudo ser más frecuente la llegada en grupos familiares o su posterior reunión con los hombres emigrados precedentemente (Devoto, 2003, p. 248). Finalmente, en cuanto a la diferencia registrada entre varones y mujeres nativos, se ha señalado reiteradamente la mayor propensión de las argentinas a contraer matrimonio con inmigrantes, lo cual ha sido interpretado como una actitud más abierta a la integración social, pero también como una vía para el ascenso social en virtud del mayor éxito mostrado en este terreno por los extranjeros (Freundlich de Seefeld, 1986, p. 225; Míguez et al., 1991, p. 797).

Antes de dar por finalizado este apartado, nos referiremos a otros dos rasgos del perfil de los extranjeros: su relación con la propiedad de bienes raíces y la inserción en diversas categorías ocupacionales de los mayores de 14 años.

En cuanto a la primera cuestión, los censos de 1895 y 1914 indican que los extranjeros eran propietarios de bienes raíces en una mayor proporción que los nativos en ambas fechas y en los tres niveles considerados, tal como evidencia la Tabla 3. Sin embargo, nos es imposible conocer a través de esta fuente de qué tipo de propiedades -tierras, viviendas, establecimientos comerciales, etc.- se trataba. Asimismo, es preciso tener en cuenta que la población extranjera era en su mayoría masculina y adulta.

 

Tabla 3

Propietarios nativos y extranjeros de bienes raíces, cada mil habitantes de la misma condición. República Argentina, provincia de Buenos Aires y Avellaneda (1895 y 1914)

1895

1914

Argentinos

Extranjeros

Argentinos

Extranjeros

República Argentina

99

116*

122

170

Provincia de Buenos Aires

61

128

95

207

Avellaneda

57

114

73

223

Nota: Realizada por la autora a partir de los datos contenidos en los censos nacionales de 1895 y 1914 (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. CXV-CXVI; CLXXVI; 111; Poder Ejecutivo Nacional, 1916a, pp. 261, 263; Poder Ejecutivo Nacional, 1916d, p. 7).

*Esta cifra fue obtenida a partir del promedio de las cifras asignadas a cada grupo nacional por el censo.

 

Según el censo de 1895, mientras los argentinos eran propietarios de bienes raíces en una proporción de 99 cada mil habitantes, los italianos ocupaban el sexto lugar (128) entre los grupos extranjeros, los españoles el decimocuarto (89) y los franceses el octavo (122). En 1914, los argentinos eran propietarios aproximadamente en una proporción de 122 cada mil y los extranjeros en una proporción de 170 cada mil, y todos los grupos nacionales anteriormente mencionados habían incrementado el número de propietarios cada mil habitantes (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. CXV-CXVI; Poder Ejecutivo Nacional, 1916a, pp. 261-263).[9]

En la provincia de Buenos Aires, los argentinos eran propietarios de bienes raíces en una proporción de 61 cada mil y los extranjeros en la de 128 por mil, en 1895. En el tercer censo nacional, los datos indican que 95 cada mil argentinos eran propietarios de bienes raíces, mientras que entre los extranjeros lo eran 207 cada mil.

En Avellaneda, finalmente, según los datos del censo de 1895, los argentinos eran propietarios en una proporción de 57 cada mil y los extranjeros en la de 114 por mil. Del total de los propietarios del partido, 957 eran extranjeros, mientras que 587 eran argentinos. Esta diferenciación, más acentuada que en los niveles nacional y provincial, queda ilustrada en la Tabla 4. Podemos agregar que en el mismo sentido se presentan los datos acerca de la nacionalidad de los propietarios de las casas donde se practicó el censo, de los cuales 672 eran argentinos y 1.651 eran extranjeros (Poder Ejecutivo Nacional, 1898b, p. 4).  En 1914, los propietarios de origen argentino alcanzaban el número de 73 por mil y los extranjeros el de 223. Es interesante observar que los italianos y los españoles lideraron el número de propietarios en el ámbito municipal tanto en 1895 como en 1914. No obstante, es sugerente que mientras en la primera ocasión los italianos duplicaban el número de propietarios españoles (534 y 238 por mil respectivamente), en 1914 se habían ubicado en una situación de virtual paridad (6.635 y 6.198 propietarios en total respectivamente). Este panorama se relaciona con el crecimiento de esta última colectividad, al que ya nos hemos referido.

 

Tabla 4

Propietarios nativos y extranjeros de bienes raíces en Avellaneda (1895 y 1914)

Argentinos

Extranjeros

Población total

N° de propietarios

Población total

N° de propietarios

1895

10.217

587

57

8.357

957

114

1914

78.052

5.700

73

66.687

14.855

223

Nota: Realizada por la autora a partir de los datos contenidos en los censos de 1895 y 1914 (Poder ejecutivo Nacional, 1898a, p. 111; Poder Ejecutivo Nacional, 1898b, p. 4; Poder Ejecutivo Nacional, 1916d, p. 7).

 

Por último, estamos en condiciones de presentar una escueta descripción de las más relevantes categorías ocupacionales en las cuales los extranjeros aventajaban a los nativos.[10] Su mayor protagonismo en el rubro de comercio se evidencia tanto en el censo de 1895 como en el de 1914 para el conjunto de la Argentina, tal como queda ilustrado en la Tabla 5. No obstante, es preciso señalar que, si observamos solamente las profesiones de los varones, los extranjeros aventajaban a los nativos también en el ámbito de la producción industrial (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. CXC-CXCI, 139-140). A escala provincial, por su parte, los extranjeros sin distinción de sexo eran mayoritarios en todas las categorías: producción de materias primas, producciones industriales y comercio en ambos casos. Esta situación ratifica el mayor impacto de las migraciones transatlánticas en el litoral argentino. En cuanto al nivel municipal, ambos censos carecen de datos.

 

Tabla 5

Número de nativos y extranjeros en las principales categorías ocupacionales. República Argentina y Provincia de Buenos Aires (1895 y 1914)

1895

1914

República Argentina

Pcia. de Buenos Aires

República Argentina

Pcia. de Buenos Aires

Arg.

Ext.

Arg.

Ext.

Arg.

Ext.

Arg.

Ext.

Agricultura y ganadería

248.798

145.150

34.628

48.848

317.702

212.164

55.505

68.630

Industria

210.822

155.265

14.298

30.870

468.082

373.155

67.122

85.505

Comercio

55.125

88.238

11.167

20.978

111.600

182.046

20.684

45.190

Nota: Realizada por la autora a partir de los datos contenidos en los censos nacionales de 1895 y 1914 (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, pp. CXC-CXCI; 139-140; Poder Ejecutivo Nacional, 1916d, pp. 215-222; 383-390).

 

En conjunto, estos elementos confirman las apreciaciones de Germani (1962) acerca del protagonismo de los extranjeros en el ámbito urbano, al evidenciar su participación destacada en las ramas secundarias y terciarias (p. 194).

No obstante lo anterior, las cifras correspondientes a 1947 ponen de manifiesto una total reversión de aquel panorama. Tanto en el nivel nacional como en el provincial, en este caso en los sectores agropecuario, industrial y de servicios, los nativos ya aventajan completamente a los inmigrantes en todas las categorías ocupacionales (Dirección Nacional del Servicio Estadístico, s. f., pp. 31, 145).

 

A modo de conclusión

 

A lo largo de este artículo propusimos un análisis acerca del crecimiento poblacional, la magnitud de la población extranjera y las particularidades del perfil sociodemográfico y socio-ocupacional de los inmigrantes en la Argentina. Basada en una estrategia de variación de la escala analítica, esta aproximación nos permitió identificar algunas de las particularidades de los ámbitos provincial y municipal, por oposición al ámbito nacional, espacio en el que se centró la mayor parte de los estudios sobre el tema.

En primer lugar, queremos poner de relieve los mayores índices de crecimiento demográfico y volumen de la población de origen extranjero existentes en la provincia de Buenos Aires y el conglomerado urbano Avellaneda-Lanús, así como el aumento de la concentración de la población en el espacio Gran Buenos Aires. Como detallamos a lo largo del desarrollo, estos elementos evidencian la convergencia entre el fenómeno inmigratorio y el desarrollo económico argentino, caracterizado por el establecimiento del área metropolitana como principal centro industrial y el rol privilegiado de los inmigrantes como mano de obra urbana.

En segundo término, hemos tomado conocimiento de la importancia de la población de origen europeo en la provincia de Buenos Aires. Principalmente, cabe resaltar algunas especificidades del ámbito municipal en lo que refiere a la prevalencia de determinados grupos nacionales. Hacia 1914 se hizo notoria la mayor presencia numérica de los españoles en Avellaneda, quienes superaron en magnitud al colectivo italiano.

En tercer lugar, la descripción acerca del perfil sociodemográfico y socio-ocupacional de los extranjeros en los tres niveles de análisis hizo evidentes las siguientes cuestiones. Por un lado, hemos podido observar cómo la mayor incidencia de la población de origen extranjero en la provincia de Buenos Aires se expresó en los más acentuados índices de masculinidad de este ámbito. Además, destacamos el impacto decisivo de las migraciones transatlánticas en la evolución de la composición etaria de la población argentina y la concentración de la población inmigrante en las edades activas durante la mayor parte de nuestro periodo de análisis. La edad promedio más elevada de los inmigrantes también condicionó el hecho de que predominaran los individuos casados. No obstante lo cual, esta situación fue más acentuada entre las mujeres extranjeras, ya sea por su llegada en grupos familiares o su participación en fenómenos de reagrupación, o por las ventajas que el “mercado matrimonial” le ofrecía a la hora de contraer nupcias con connacionales. Por su parte, el análisis de la cuestión de la propiedad de bienes raíces evidenció la mayor proporción de propietarios existente entre la población inmigrante, respecto de la nativa. Asimismo, arrojó una diferenciación mucho más acentuada entre nativos y extranjeros en el ámbito municipal. Mostró la importancia que, en este nivel, revistieron los italianos y españoles, y puso de manifiesto el notable crecimiento del número de propietarios de este último origen entre 1895 y 1914.

Para concluir, creemos pertinente recordar aquí una distinción ofrecida por T. H. Hollingsworth (1983), quien señaló que la historia demográfica se distingue de la demografía histórica en tanto debe procurar ver a la población como una medida de los eventos del pasado, al tiempo que intentar explicar esos cambios de población por medio de factores no exclusivamente demográficos (p. 32). En línea de continuidad con lo anterior, esta primera aproximación al tema que nos ocupa parte de la consideración de que la producción estadística constituye una fuente ineludible para conocer ciertos aspectos del pasado desde una perspectiva general y predominantemente cuantitativa. Sin embargo, al mismo tiempo, creemos que, en el futuro, estas reflexiones podrán privilegiarse de la profundización de los estudios locales a través de una perspectiva particular y cualitativa, en especial los dedicados al análisis de la zona del Gran Buenos Aires por sus rasgos específicos.


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Notas

[*] Doctora en Diversidad Cultural (Universidad Nacional de Tres de Febrero), Magíster en Investigación Histórica (Universidad de San Andrés) y Profesora de Enseñanza Media y Superior en Historia (Universidad de Buenos Aires). Becaria Postdoctoral de CONICET. Ayudante de Primera de la materia Historia Contemporánea de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y Auxiliar de Investigación del Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, UBA).

Correo de contacto: deniseganza@yahoo.com.ar ORCID https://orcid.org/0000-0001-5994-5824 

[1] Una versión parcial y preliminar de algunas de las reflexiones que se presentan en este artículo fueron previamente desarrolladas por la autora (Ganza, 2016a; 2016b).

[2] El primer censo nacional, efectuado en 1869, adoptó un criterio implícito de localidad, según el cual se trataba de un área con edificación compacta e interconectada por una red de calles. No obstante, en lugar de aquel término se optó por utilizar el de “centro poblado”. En ocasión del censo de 1914, la conceptualización fue ganando en precisión, al introducirse el umbral de población de dos mil habitantes para que un centro poblado fuera caracterizado como urbano. El criterio por cantidad de habitantes establecido se mantuvo inalterado hasta 1947 e inclusive en 1960, momento a partir del cual simplemente se reemplazó la noción de “centro poblado” por el término “localidad”. A pesar de su permanencia en el tiempo, el uso de este criterio no fue siempre estricto. Frecuentemente, implicó que la población de todos los centros poblados de un mismo partido de la provincia de Buenos Aires fuera contabilizada como correspondiente a la cabecera del distrito (INDEC, s. f.).

[3] En este punto, cabe aclarar que siempre que se dispuso de la información necesaria, se tomaron las cifras ofrecidas por el censo nacional de 1947, en virtud de las consideraciones de fiabilidad y exactitud del mismo que ya se mencionaron. En lo que refiere a la población total, siempre fue considerada la cifra más abultada, que incluye estimaciones.

[4] Los porcentajes corresponden al total de la población extranjera con respecto al total poblacional general. En este caso se excluyen las estimaciones.

[5] El concepto de transición demográfica refiere al paso de regímenes tradicionales de alta mortalidad y natalidad a regímenes modernos en los que ambos indicadores tienden a bajar (Otero, 2004, pp. 79-83; Paradiso y Toutoundjian de Cattebeke Bogarin, 1979, pp. 28-43).

[6] Es preciso señalar que, de aquí en adelante, nos referiremos a grupos nacionales tales como los franceses, los polacos o los rusos, cuyos lugares de origen se caracterizaron por un gran dinamismo de sus fronteras a lo largo del siglo XX. En todos los casos ofreceremos los datos según fueron considerados en los censos nacionales (Poder Ejecutivo Nacional, 1898a, p. XLIV; Poder Ejecutivo Nacional, 1916a, pp. 205-206).

[7] Es preciso aclarar que, como puede observarse en las pirámides, los censos de 1895 y 1960 presentan ligeras variaciones en cuanto al rango etario comprendido por cada grupo. Además, las cifras presentadas, tanto en los gráficos como en el cuerpo del texto, no incluyen en ningún caso la población cuya edad fue consignada como desconocida durante el operativo censal.

[8] Las tablas incluidas en las distintas pirámides poblacionales indican los valores absolutos correspondientes a cada franja etaria.

[9] En 1914, la proporción de propietarios por cada mil habitantes entre los italianos era de 219; los franceses alcanzaban la magnitud de 278; y los españoles, la de 126.

[10] Dichas categorías han sido consideradas aquí en el sentido amplio que propone el censo.