Agostino, H. N. (junio de 2023 – diciembre de 2023). Reflexiones sobre la vida en la “democracia ininterrumpida” de los últimos cuarenta años en Argentina. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 7(1), 1-13. https://doi.org/10.54789/am.v7i1.1 

Editorial

Reflexiones sobre la vida en la “democracia ininterrumpida” de los últimos cuarenta años en Argentina

Reflections on life in the “interrupted democracy” of the last forty years in Argentina

Hilda Noemí Agostino[*]

Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, Junta de Estudios Históricos de La Matanza, San Justo, Argentina.

 

¿Se puede historiar un proceso en donde uno ha sido protagonista, sin centralidad alguna, pero sí como sujeto social de lo acaecido?

El interrogante posibilita varias y diferentes respuestas, según donde uno se posicione, por eso y como este escrito forma parte de esa situación, y porque hemos vivido esas cuatro décadas en el país, creemos indispensable hacer una referencia, aunque muy breve, al campo de la historia reciente donde necesariamente se inscribe, y donde tropieza con sus dificultades, pero también con sus aciertos, tal como desarrolla Luciano Alonso (2018) cuando afirma que:

la fijación de la Historia reciente en todos aquellos aspectos que puedan ser pensados desde el período de movilizaciones sociales y represiones sangrientas por el cual pasó Argentina, ha acentuado su carácter político con respecto a otras formas de hacer historia. Ello, en vez de resultar un inconveniente puede ser un acicate en pos de la autoclarificación de la labor historiográfica y la denuncia de los modos en los cuales las representaciones del pasado pueden reproducir las dominaciones del presente. Por más que necesite proyectarse hacia los años más inmediatos a nuestro momento actual, la historia reciente es un laboratorio de primer orden para poner en cuestión las relaciones entre las implicaciones subjetivas, la dimensión política y el trabajo disciplinar. Ampliando su horizonte temático a las luchas y desafíos sociales  de la posdictadura, enfatizando su carácter de lugar de conjunción de múltiples disciplinas científicas, preocupándose por todas las formas de dominación y resistencia y no solo por las predicables de los regímenes autoritarios, analizando los procesos de cambio social y haciendo foco en las inscripciones locales de los conflictos con sus recurrencias y diversidades, la historia reciente puede no solo superar sus propios obstáculos sino además reavivar con un sentido crítico el carácter de apuesta ético-política que marcó su emergencia. Y en ese camino la historia reciente puede asumir la revisión de las luchas, las dominaciones y las resistencias del período de violencias que acompañó su nacimiento como algo más que un objeto historiográfico. Tal vez pueda convocar esos análisis y consolidar las memorias sociales sobre ellos, para enfrentar nuestros presentes condicionados, así como los futuros que nos acechan. (p. 91)

Tras esta breve disquisición, abordaremos ahora los cuarenta años transcurridos desde el regreso a la democracia, tras los fatídicos años de la última dictadura cívico militar, hasta el hoy.

Nos encantaría poder afirmar que en estos años los argentinos acordamos algunas ideas comunes sobre el país que deseamos habitar y que hemos encarnado la idea de vivir en paz y dignamente todos en conjunto, pero desgraciadamente hay emergencias sociales, políticas y económicas que nos llevan a percibir que esto no se ha concretado como tal. Hay nuevas-viejas expresiones de divisiones que impregnan imaginarios y sentidos comunes. Una de ellas, entre tantas de las que se mantienen, es la idea de centralidad normalizada de que todo lo que ocurre en nuestra Capital Federal es Historia Nacional. Este sesgo silencia u oculta experiencias, sensibilidades y modos de entender Argentina. No negamos la importancia de la ciudad capital, pero no es representativa de todo el país, sobre todo por la gran e innegable experiencia del conurbano bonaerense o incluso representaciones de mundos de pueblos ubicados en las inmensidades de estos lares argentinos.

Lo dicho, fija una postura o un lugar de enunciación desde donde se escribe estas líneas cargadas de subjetividad y es un mojón para recorrer esos años.

A nuestro juicio, el final de la Guerra de Malvinas fue decisorio para apresurar la salida de los militares del gobierno, y obsérvese que no se dice “del poder”, porque se cree que los grupos conformados por civiles y militares[1] que estuvieron al frente del país esos años, conservaron bastante de este y sus sucesores ideológicos continúan hasta hoy alterando el clima democrático con sus ideas, que están lejos de formar parte del universo deseado por una gran mayoría de argentinos[2]. Fue notorio detrás de esa derrota el “proceso de desmalvinización” que se realizó en el país y sobre la “poca importancia” que esos territorios usurpados tienen para Argentina se vuelve constantemente con discursos provenientes desde sectores de la derecha vernácula que pretenden olvidemos, no solo a nuestros combatientes, sino a nuestros derechos soberanos y a las riquezas que encierra el mar argentino que rodea a esas tierras.

El gobierno de Raúl Alfonsín fue el que debió transitar ese mundo convulsionado que sucedió a los años de dictadura y tuvo el enorme y desconocido mérito de atreverse, y lograr, un juicio a los jefes de las Fuerzas Armadas genocidas que asombró al mundo. El “Nunca más” informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) dio cuenta del trabajo sobre lo acaecido durante la dictadura y mostró desde denuncia realizadas ante ellos los Centros Clandestinos de Detención y Tortura existentes en todo el país. Fue en ese septenio donde nació un término desconocido en el mundo, “desaparecido”, refiriéndose a personas que “no están”, que no se sabe si están muertas o no, ni donde podrían estar. Simplemente: No están, desaparecieron, con toda la crueldad que esto implica porque los seres humanos no desaparecen, no se diluyen en la nada, algo les ocurrió, pero… eso no se explicó y miles de personas desaparecieron… hasta hoy. Entre nosotros, todavía aparecen quienes minimizan o niegan esos hechos, cuestionando el número total de víctimas o justificando el por qué les sucedió esto. Y hasta se denostan a las asociaciones defensoras de derechos humanos que levantaron esa bandera y que continúan impulsando los Juicios por la Memoria, Verdad y la Justicia donde se juzgan a los genocidas que aún viven entre nosotros y que siguen buscando a los hijos y nietos que fueron apropiados por esos hombres y mujeres, arguyendo que los niños no debían ser educados por sus padres biológicos, porque tenían esas ideas. Entonces ¿cómo va a sorprendernos que un candidato a presidente en este año electoral hable tan tranquilo de la venta de niños, si ya hubo quien se los apropió y todavía no les devolvieron ni su identidad ni su familia?

Han pasado 40 años y no se ha logrado que, por unanimidad, la sociedad argentina condene el terrorismo de Estado, la violencia ejercida y a sus perpetradores.

Raúl Alfonsín sufrió en 1987 el primer levantamiento militar de la época democrática. Fue en 1987 cuando se produjo la rebelión carapintada que tuvo en vilo al país durante varios días y que terminó con una frase que se hizo historia pronunciada por el presidente “La casa está en orden”.

Tras el gobierno de Alfonsín que, presionado por los poderes económicos, se retiró anticipadamente y fue sucedido por el “peronista” Carlos Saúl Menem, y lo destacamos porque, si bien llegó al poder votado por esa parcialidad política, sus sucesivos dos gobiernos poco siguieron la doctrina que sustenta ese grupo. Se rodeó con empresarios y con gente proveniente de la Unión de Centro Democrática (UCeDe) y procedió a privatizar cuanta empresa estatal pudo.

Para ser fieles a los hechos históricos, la privatización de empresas había sido anunciada por ministros de Alfonsín (1987), en medio de una gran ofensiva mundial para imponer el liberalismo en el mundo, pero fue Menem quien la llevó a cabo. Para tener una idea de lo acontecido, podemos recordar que en 1976 había 148 empresas en poder del Estado nacional, 149 en manos de provincias, municipalidades y mixtas, de las cuales, en el año 2001, quedaban solo 15.

Fueron los años del “Consenso de Washington”, una serie de normas impulsadas por el FMI y el Banco Mundial, que se dieron para los países en vías de desarrollo y que Argentina siguió al pie de la letra sobre todo en los gobiernos de Menem y su ministro Domingo Cavallo, quienes impusieron la famosa “convertibilidad” donde un peso era igual a un dólar y que produjo ilusorias percepciones en muchos argentinos pero que a la larga hizo explotar al país. Se dieron en la época, elevados índices de pobreza y desempleo, mientras que los sectores empresariales se enriquecieron con las licencias que obtuvieron. Debe recordarse que este proceso de desmantelamiento del Estado fue favorecido por los gremios altamente burocratizados que colaboraron para que esto ocurriera. Y fue aplaudido por una clase media, que parecía sólo interesada en viajar al exterior y hacer compras. Fue famoso el “deme dos” de estos viajeros, aparentemente poco interesados en el futuro nacional. Muchos que vivieron esa década todavía recuerdan que eran años de “pizza y champagne” y también que, a pesar de las marchas en oposición a tal medida, Menem indultó a los militares genocidas en aras de la pacificación nacional[3].

Se dieron en la época, grandes cambios educativos, y así apareció la Ley Federal de Educación Federal y la primera Ley de Educación Superior de nuestra historia, que abarcaba todo el subsistema. En 1989, nació la Universidad Nacional de La Matanza, soñada por su sociedad desde las primeras décadas del siglo XX, pero convertida en realidad recién a fines de los ´80 (29 de septiembre de 1989).

Llegó así, el gobierno de Fernando De La Rúa quien asumió en 1999, llevado al poder por la Alianza y que iba a poner orden y terminar con la corrupción menemista, pero que con su gestión nos condujo a una de las peores crisis económico -social sufridas en nuestra patria. De ese momento, es el famoso “corralito”[4] que marcó, nada más y nada menos, que la imposibilidad de acceder a los ahorros que los argentinos tenían en los bancos y que motivó grandes disturbios, al grito de: - ¡Qué se vayan todos! - En todo el país, y que además fueron seguidos por una feroz represión que causó muchas bajas. Acompañaron a de la Rúa personas que hoy aparecen dando soluciones a los problemas que nos aquejan, como Patricia Bullrich que ocupó dos ministerios en aquel gobierno, el de Trabajo y el de Seguridad y que fue quien descontó a jubilados y docentes un 13 % mensual de sus salarios, sumas que serían reintegradas años después por el presidente Néstor Kirchner. Allí, tuvo destacada actuación Domingo Cavallo, al que hoy algunos candidatos presidenciales elogian, pero a quienes miles de argentinos recuerdan como el hacedor de sus desdichas económicas en aquellos tristes momentos del comienzo del siglo XXI, cuando les fueron incautados sus ahorros. Ricardo López Murphy quien ocupó tres ministerios en ese gobierno radical, entre ellos el de Economía donde duró solo 15 días, tiene gran presencia hoy en los medios de comunicación opinando de economía, al igual que Hernán Lombardi, que es también muy consultado por medios de difusión opositores al gobierno. El presidente radical terminó a los dos años del comienzo de su gestión, con su retiro de la casa de gobierno en helicóptero en el fatídico y tan recordado diciembre de 2001. Cabe recordar, que, tanto De La Rúa como Menem, fallecieron en medio de la más profunda apatía y olvido del pueblo argentino.

Tras esta crisis, de suma gravedad, se sucedieron una serie de personas en el Poder Ejecutivo a saber: Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Caamaño y Eduardo Duhalde, quien finalmente convocó a elecciones resultando electo Néstor Raúl Kirchner, con el 22 % de los votos ya que se debía producir una segunda vuelta electoral (ballotage), pero el otro candidato que era Carlos Menem. Desistió de presentarse. Con Kirchner comenzó el ciclo de presidencias peronistas-kirchneristas, que comprenden una gestión de Néstor Kirchner (2003-2007) y dos de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011 y 2011-2015), sucedidos luego por Mauricio Macri (2015-2019), que llegó de la mano de una Alianza llamada “Juntos por el cambio”, que no reeligió y fue sucedido por Alberto Fernández, presidente actual hasta este año 2023.

Dice el historiador Raúl Pomés (comunicación personal, 2023):

La llegada de Néstor Kirchner al poder el 25 de mayo de 2003, puso fin al segundo ciclo neoliberal que comenzó 1989 con el gobierno de Carlos Menem y se profundizó a partir de las reformas estructurales de la economía argentina con Domingo Cavallo como ministro de economía. En esta época se profundizó la dependencia de la economía argentina de los flujos del capital financiero y del FMI, y que terminó con el estallido de la convertibilidad en 2001. Luego del interinato de Eduardo Duhalde y de asumir la presidencia con un magro 22% de los votos, Néstor Kirchner comenzó a desarrollar su modelo económico y social que se alejaba del sentido común neoliberal que imperaba en la mayor parte de América Latina. La presidencia de Néstor y los dos mandatos de Cristina Kirchner fueron controversiales, no solo por salirse del libreto neoliberal, sino por tomar como eje la inclusión social, la redistribución del ingreso y la defensa de la industria nacional, sino también, por las reformas sociales que implementaron, entre las que se destacan la estatización del sistema de jubilaciones y pensiones, las moratorias jubilatorias, la Asignación Universal por Hijo, entre otras. También resultó clave la regularización de la deuda con los acreedores privados con quitas de capital e intereses, y el pago total de la deuda con FMI de 9600 millones de dólares, esto implicó para el gobierno un aumento de su autonomía para diseñar su política económica.

Si bien hubo diferencias entre el gobierno de Néstor Kirchner y el de Cristina, sobre todo por los cambios en el contexto internacional por la crisis de las “hipotecas subprime[5]” en 2008 y otros factores de índole local, los doce años de kirchnerismo implicaron una serie de mejoras que aún hoy una gran parte de la sociedad no puede olvidar.

El historiador asegura que estudiados los índices macroeconómicos de los gobiernos kirchneristas, estos no pudieron ser superados en ningún caso por los indicadores que muestra el desempeño de la gestión de Mauricio Macri, quien retorna a las recetas liberales y que fue quien trajo nuevamente al Fondo Monetario Internacional al país, con un crédito que no se ha aplicado a realizar ninguna obra en Argentina y que ha violentado las propias normas de la institución otorgante y en torno al cual gira hoy nuestra soberanía económica y el futuro de miles de argentinos.

Dado que la polémica en torno a estos gobiernos es un tema candente en nuestra sociedad actual, en la cual se instaló la idea de una “grieta” que nos divide y enfrenta ideológicamente y que alcanza grados de virulencia muy altos, invitamos a consultar los datos a los que nos referimos (véase Calcagno, 2015, p. 22; Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, 2023).

Para concluir, deseamos compartir estas ideas. Apostamos a la vida en democracia, y estamos dispuestos a dar todas las batallas necesarias, desde nuestro lugar, para vivir en ella, porque tenemos triste memoria de lo que ocurrió (lo que “nos ocurrió”, cuando esto no sucedió), pero siempre pensamos lograrlo desde el diálogo, la paz y la honradez, sin olvidar la necesidad de justicia que nos aqueja. Hoy estamos desguarnecidos en cuanto a ese tercer estamento republicano, no hay justicia verdadera rigiendo nuestras vidas; se inventan causas, se persiguen oponentes políticos desde los juzgados federales, se forman camarillas opositoras y /o se inventa un asesinato desde un suicidio o no se investiga adecuadamente el intento de asesinato de quien ocupa la vicepresidencia de la Nación.

Debemos decir basta, y recuperar para la República el correcto funcionamiento de los tres poderes. Deseamos fervorosamente que quienes ocupen cualquiera de ellos, vuelvan a enorgullecernos por su probidad y su calidad ciudadana y no nos avergüencen como sucede ahora.

También, creemos que es imprescindible que grabemos a fuego en nuestra mente que desde la Dictadura y su modelo neoliberal, pasando por todos los gobiernos que hemos visto, a excepción del de Néstor  Kirchner y los dos de Cristina Fernández, el FMI intervino en la economía del país porque éramos sus deudores. Néstor Kirchner al igual que el brasileño Lula Da Silva decidieron cancelar las deudas respectivas con ese organismo y recuperar la soberanía económica y por eso se pudo crecer y sobre todo decidir en esos años. Y eso provocó esa “sensibilidad” tan especial de muchos sectores que los recuerdan como los mejores vividos, pero llegó Mauricio Macri, quien restauró el modelo neoliberal y volvió a endeudarnos con el FMI, con un crédito (inexplicable y violatorio de sus propios estatutos, como ya se dijo) que no se usó para hacer nada y que a pesar de todavía no haberse investigado debidamente se convirtió en dinero fugado del país. Sin quitarnos esa pesada carga económica no hay demasiada esperanza de tener un futuro venturoso y mucho menos soberano.

Desde estas simples ideas, interpelamos a quienes forman parte de esta sociedad y los invitamos a pensar, qué tipo de país quieren habitar, cuál de los modelos en pugna eligen para que sus hijos y nietos se desarrollen, y además sugerimos que desde allí decidan, quienes, según su criterio, pueden proporcionar una guía adecuada para gestionar e instalar el modelo elegido. Se trata de determinar el futuro de nuestra patria. No podemos dejar de reconocer que tenemos recursos que “bien administrados” y “bien distribuidos” alcanzan para que tengamos una vida digna, pero esta debe basarse en el predominio del bien común, pero incluyendo a todos quienes forman este pueblo y habitan su suelo. Y en defender los derechos que ya tenemos (y que fueron recogidos por leyes), y ampliarlos si hace falta y hacer que esos derechos sean aceptados y respetados por todos.

Ruego a Dios en el que creo, que esto pueda llegar a ocurrir en este país que tanto amo y alcance a todos mis compatriotas porque estoy convencida que donde hay gente que sufre, no se puede ser feliz completamente, si se tiene sensibilidad y empatía. Hoy quienes lamentablemente se oponen a esto, lo hacen o porque defienden sus propios y oscuros intereses o porque son personeros de otros con objetivos apátridas, aunque la buena noticia que deseo compartir es, que: Yo no tengo duda alguna acerca de que “ellos son minoría”.

Referencias

Alonso, L. (2018). La "Historia reciente" argentina como forma de Historia actual: emergencia, logros, ¿bloqueos? Historiografías, (15), 72-92. https://doi.org/10.26754/ojs_historiografias/hrht.2018152891

Calcagno, A. E. (2015). La situación económica de Argentina. Economía UNAM, 12(36), 16-33. https://www.scielo.org.mx/pdf/eunam/v12n36/1665-952X-eunam-12-36-00016.pdf

Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica. (2023). https://www.celag.org/


[*] Realizó su Doctorado en Educación alcanzando el grado de Ph D (EE. UU.), Magíster en Gestión de Proyectos Educativos (Argentina), obtuvo la Suficiencia Investigadora (Magíster) en Historia (España), se especializó en Evaluación de la Educación Superior (Cuba) y sus títulos de grado son Licenciada en Historia y Licenciada en Ciencias de la Educación. Es autora de numerosas publicaciones en Historia, en Educación y en Formación Docente. Ha obtenido becas y premios por investigaciones realizadas. En el Área Metropolitana, dirige proyectos relacionados con la Historia Regional del Partido de La Matanza. Actualmente dirige el Programa de Historia Regional de la Universidad Nacional de La Matanza radicado en la Junta de Estudios Históricos, centro de investigación que también coordina.

Correo de contacto: hildagos@hotmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1041-160X 

[1] Algunos académicos insisten con incorporar a la iglesia católica como cómplices de la dictadura. Se conoce que ciertos personajes vinculados con esta y sobre todo los de destacada actuación en los ámbitos militares no pueden dejarse de lado a la hora de considerar los años de plomo, pero, no me parece adecuado incluir a toda la Iglesia en este acompañamiento de la barbarie cuando hay entre sus filas víctimas y se sabe de hombres y mujeres que se arriesgaron para salvar a otros. Por eso se prefiere pensar que como toda institución tuvo verdaderos canallas entre sus filas y estos deben ser incorporados a las crónicas históricas con su nombre y apellido, más allá de remarcar su rol o lugar de pertenencia.

[2] Hace unos pocos días una candidata a vicepresidenta del país escribió en las redes ¡Volvé Videla!, invocando al exjefe militar, expresidente de facto del país, y es notoria la defensa que realiza sobre lo actuado durante los años de dictadura en los medios de comunicación. La candidata es la Diputada Nacional Victoria Villaruel y sus discursos en el Congreso Nacional recorren igual derrotero.

[3] Estos indultos siguieron a las Leyes de “obediencia debida” y de “punto final” sancionadas por Alfonsín tras el “levantamiento carapintada” y derogadas más tarde. Es un tema que debe profundizarse en conjunto porque marca un aspecto ríspido de la relación entre el poder político y las Fuerzas Armadas durante muchos años en el país.

[4] El 3 de diciembre de 2001 se resolvió en medio de una profunda recesión que solo podrían extraerse 250 pesos-dólares de los bancos por persona, quedando virtualmente inmovilizados los depósitos en los bancos de los argentinos. Las sumas fueron devueltas por Néstor Kirchner (tres cuotas de 8) y por Cristina Fernández, las 5 cuotas restantes.

[5] El término subprime es un anglicismo que significa “por debajo de lo óptimo” y en Estados Unidos se aplica a una modalidad crediticia donde el riego de quedar impago supera a muchas otras modalidades porque los requisitos para otorgarlos son menos exigentes.