Médica, G. A. (junio de 2023 – diciembre de 2023). Historia de vida de Gastón “Batará” Reyes del Movimiento de Trabajadores Excluidos-Unión de Trabajadores de la Economía Popular de Aldo Bonzi.. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 7(1), 53-96. https://doi.org/10.54789/am.v7i1.3 

La Matanza y su historia

Historia de vida de Gastón “Batará” Reyes del Movimiento de Trabajadores Excluidos-Unión de Trabajadores de la Economía Popular de Aldo Bonzi

Life story of Gastón "Batará" Reyes of the Movement of Excluded Workers-Union of Workers of the Popular Economy of Aldo Bonzi

Gerardo Alberto Médica[*]

Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina, Programa de Historia Oral, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

Recibido en 20/03/2023

Revisado en 27/04/2023

Aceptado en 23/05/2023

Resumen

El presente artículo busca sumergirse en la historia de vida de Gastón “Batará” Reyes quien en la actualidad es un trabajador de la economía popular y referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos-Unión de Trabajadores de la Economía Popular de Aldo Bonzi (La Matanza, Buenos Aires). El objetivo del trabajo es indagar a través de una entrevista de historia oral, su trayectoria de vida desde una niñez marcada por la pobreza y la exclusión a su devenir como trabajador y militante de la economía popular. La misma expresada en un relato oral es un umbral que nos permitirá el ingreso a cuestiones estrictamente personales y cuestiones colectivas, donde emergen y tensionan la cultura obrera argentina, las acciones colectivas, la politicidad y la territorialización con una experiencia que nos permite apreciar de manera poliédrica y desde su punto de vista (el del entrevistado) el Movimiento de Trabajadores Excluidos-Unión de Trabajadores Excluidos de Aldo Bonzi.

Palabras-clave: historia de vida, historia oral, cultura obrera, trabajadores excluidos, acción colectiva.

 

Abstract

This article tries to immerse itself in the life story of Gastón "Batará" Reyes who is currently a worker in the popular economy and a reference of the Movement of Excluded Workers-Union of Workers of the Popular Economy of Aldo Bonzi (La Matanza, Buenos Aires). Aires). The objective of the work is to investigate through an oral history interview, his life trajectory from a childhood marked by poverty and exclusion to his future as a worker and militant of the popular economy. The same expressed in an oral story is a threshold that will allow us to enter strictly personal issues and collective issues, where the Argentine worker culture, collective actions, politicism and territorialization emerge and tension with an experience that allows us to appreciate in a polyhedral and from his point of view (that of the interviewee) the Movement of Excluded Workers-Union of Excluded Workers of Aldo Bonzi.

Keywords: life history, oral history, worker culture, excluded workers, collective action.

Historia de vida de Gastón “Batará” Reyes del Movimiento de Trabajadores Excluidos-Unión de Trabajadores de la Economía Popular de Aldo Bonzi

 

 

A Gastón por su capacidad de narrar y porque su voz atiza sueños de albañiles, vendedores ambulantes y carreros desde los arrabales de La Matanza

 

Una introducción literaria desde la errancia

 

Conocí cerca del año 2009, si mal no recuerdo, a Gastón “Batará” Reyes cuando me desempeñaba como profesor de Historia-Geografía en el Bachillerato de Adultos de la Escuela de Educación Secundaria N°35 de La Tablada (La Matanza, provincia de Buenos Aires). Una escuela nocturna a la que Gastón asistía en busca de respuestas y superación. Era un joven oriundo de un barrio popular ubicado detrás del ex Regimiento de Infantería Mecanizado 3 de La Tablada (Aldo Bonzi, La Matanza) que a lo largo de su vida trabajó informalmente de lo que podía. Desde niño había juntado latitas y ayudado a su abuelo en trabajos de albañilería; trabajo que lo acompañará a lo largo de su vida junto a los valores y mandatos de su abuelo.

Con cierta niebla que coloca el paso del tiempo, recuerdo que Gastón era un pibe[1] interesante para el debate en el aula. Sobresalía por su bagaje de lecturas que excedían lo estrictamente escolar y por su persistencia en querer entender el pasado y la realidad argentina con profundidad. Yo disfrutaba mucho su presencia en las clases porque se había establecido entre nosotros un juego de chicanas[2] (afectuosas y respetuosas) sobre temas de historia argentina que hacían aflorar una dinámica en el aula que forzaba la intervención de otros alumnos. Ni que hablar cuándo para un acto escolar se ofreció a realizar una radio abierta donde participaron todos los estudiantes de la escuela. Gastón tiempo después se recibió y simplemente dejamos de vernos. La sensación más allá de la alegría de aquel momento fue que el “Batará” era un militante en potencia por la sensibilidad especial que tenía contra la injusticia y que sería probablemente un futuro profesor de historia.

A poco más de una década y sin saber ya nada de Gastón, un día sosteniendo una errancia que hago para ganarle un poco a la oxidación del cuerpo y como intento de aprehender lo social, me volví a encontrar con él cerca de la ex fábrica Martín Amato en Lomas del Mirador (La Matanza, Buenos Aires).

Al acercarse lo vi vestir con orgullo una camiseta azul del Movimiento de Trabajadores Excluidos-Unión de Trabajadores de la Economía Popular (MTE-UTEP) y una estampa ruda de un obrero de treinta y cuatro años. Abrazo de por medio, comenzamos a hablar por casi una hora de ese tiempo que no nos vimos, de nuestros afectos cercanos e indudablemente del país que nos duele. Gastón hablaba con mayor firmeza y experiencia de política y de la economía del país enriqueciendo el encuentro con nuestro olvidado juego de “chicanas” de antaño. Palabras van, palabras vienen, en esa charla mencionó dos frases que me impulsaron a escribir este artículo. La primera fue: “Usted es un obrero de los viejos” (haciendo referencia a mi etapa de obrero a fines de los ochenta y comienzo de los noventa del siglo pasado) y la segunda “el MTE-UTEP viene marchando, viene luchando. Solo hay que saber ver” (aludiendo a que yo no tomaba dimensión de lo que estaba ocurriendo con la clase obrera argentina en el presente). Concretamente esas dos frases se tornaron una interpelación para mí y se transformaron en una necesidad: intentar reconstruir su historia de vida mediante una entrevista de historia oral y también explorar, por lo menos desde una visión de calidoscopio, su devenir como trabajador de la economía popular y la experiencia del MTE-UTEP acotado a un lugar, su barrio en Aldo Bonzi y, por extensión como veremos más adelante, en el escrito a La Matanza.

 

 

En busca de la historia de vida de Gastón

 

 

La frase “Usted es un obrero de los viejos” dicha por mi exalumno fue más que acertada en esa charla. Indudablemente no solo marcaba la diferencia etaria evidente que tenemos, sino que desde el sentido común de un trabajador de la “economía popular” me estaba señalando que mi pertenencia (uno no deja de ser de clase obrera por un papelito universitario) a ese grupo de trabajadores era sostenida por “estructuras de sentimiento” (Williams, 1988, pp. 155) ancladas a la cultura obrera argentina, pero desde una espesura concreta y puntual: “una cultura residual” (Williams, 1988, pp. 143-144). Es importante destacar que lo residual cultural como conceptualización no es algo en desuso, sino que es un conjunto de elementos culturales que “ha sido efectivamente en el pasado, pero todavía se halla en actividad en el proceso cultural, no solo como elemento del pasado, sino como elemento efectivo en el presente” (Williams, 1988, p. 144). En concreto, si la cultura es “un sistema significante a través del cual necesariamente (aunque entre otros medios) un orden social se comunica, se reproduce, se experimenta, se investiga” (Williams, 1994, p. 13) es razonable que Gastón me vea como un “viejo obrero” ya que mis representaciones del mundo del trabajo son distintas a las que experimenta él en el presente; posición –según su criterio– que no me permite entender desde mi sentido común los cambios que han operado sobre la clase obrera en estos últimos años y en particular, entender a los trabajadores de la economía popular. En otras palabras, el “Batará” estaba poniendo en juego su experiencia de clase (Thompson, 1989, p. 15) y “estructuras de sentimiento” (Williams, 1988, p. 163) desde una postura concreta: una “cultura emergente” cuyo matiz debe ser entendido “como algo distinto de lo dominante, así como de lo residual” (Williams, 1988, p. 149) dentro de la cultura obrera del país:

Lo que realmente importa en relación con la comprensión de la cultura emergente, (…), es que nunca es solamente una cuestión de práctica inmediata; en realidad, depende fundamentalmente del descubrimiento de nuevas formas o de adaptaciones de forma. Una y otra vez, lo que debemos observar es en efecto una preemergencia activa e influyente, aunque todavía no esté plenamente articulada, antes que la emergencia manifiesta que podría ser designada con una confianza mayor. Es con la finalidad de comprender más estrechamente esta condición de la preemergencia, así como las formas más evidentes de lo emergente, lo residual y lo dominante, como tenemos que examinar el concepto de estructuras del sentir. (Williams, 1988, p. 149)

Las digresiones anteriores a simple vista contienen aspectos íntimos y personales de dos personas que se reencontraron en una calle del conurbano bonaerense, pero son al mismo tiempo un umbral de ingreso ajustado a una situación previa de entrevista de historia oral con la que intento reconstruir la historia de vida de Gastón Reyes. Esta situación previa de entrevista puso en la palestra las subjetividades de Gastón devenida en entrevistado y la mía en futuro entrevistador bajo una esfera de tensiones propias de nuestra posición dentro de la cultura obrera argentina. Las tensiones previas prolongadas durante la entrevista y luego en su análisis, dinamizaron un entramado de subjetividades arrojándome a los lares de la reflexividad (Guber, 2004, p. 45) que explícita o implícitamente se adosa a las palabras de este trabajo. También me gustaría destacar que más allá de cualquier valor académico que pueda contener el escrito, en su sustrato por más que intente solaparlo no deja de ser simplemente un diálogo entre dos obreros desde y con la cultura obrera argentina de fondo.

 

 

Aquel “pibe” que fue mi alumno: Gastón “Batará” Reyes

 

 

Gastón “Batará” Reyes es en la actualidad un trabajador de la economía popular, un militante del MTE-UTEP de Aldo Bonzi y un referente de la rama de construcción de La Matanza de la mencionada organización. Abordar su historia de vida de acuerdo con el criterio etnosociológico y exploratorio de Daniel Bertaux (1997, 2005) y sumergirnos en el relato que emana de aquella entrevista de historia oral –entendida como una narración conversacional (Grele, 1991) – nos permitió acceder a un terreno donde “un individuo es un universo singular” (Tognonato, 2003, p. 202) que contiene representaciones que oscilan entre singulares y generalidades de su colectivo de pertenencia.

Para relatar y analizar la historia de vida de Gastón optamos por establecer un criterio cronológico arbitrario: su niñez, adolescencia y juventud bajo un sentido referencial, el camino del entrevistado a la militancia y su inserción en el MTE-UTEP sobreponiéndose a las cotidianidades y contextos de exclusión sufridos por años. Este sentido referencial es en parte fiel a la narración del entrevistado y responde a la modalidad de escritura del trabajo que contiene este sentido referencial como un artefacto o artificio de escritura arbitrario; modalidad que está en aporía con los criterios críticos de las reconstrucciones lineales y cronológicas de las historias de vida que postula el reconocido sociólogo francés Pierre Bourdieu (1989).

En pos de ir al encuentro con la historia de vida de Gastón “Batará” Reyes, diremos que en el momento de la entrevista tenía 34 años y que su lugar de residencia sigue siendo un barrio popular de Aldo Bonzi por la calle General Pirán a unas cuadras de la Ruta Provincial Nº4. Destaca que siempre vivió en ese barrio salvo su breve residencia en La Plata (Buenos Aires) y Rafael Castillo (La Matanza, Buenos Aires) entre 2021-2022. Sus primeros años de niñez son recordados (durante la entrevista) bajo una atmósfera de incertidumbre ceñida a desgarros familiares y pobreza en un barrio marginal, con el telón de fondo de la argentina neoliberal menemista. En esta sectorización del relato existe una lógica de construcción en dos planos: la exclusión social y problemas familiares como constante narrativa y acciones incoativas evidenciando modos e intentos de sobreponerse a ese continuum:

Yo me crié con mi mamá, mi papá nunca estuvo con nosotros. Yo era, soy cristiano, es la primera organización a la que pertenecí (…). Además, se murió de sobredosis de cocaína cuando yo era chico. El que más sufrió fue mi abuelo. Me crió una madre soltera y tengo una hermana tres años menor. En ese contexto, mi mamá tenía 19 años, mi hermana nace cuando ella tenía 21 años y después otros hermanos más. Mi abuelo siempre decía que se enojó con mi mamá por ese tiempo, no porque iba a tener un hijo más sino porque mi mamá había votado en ese momento a La Alianza de De La Rúa.[3] Mi abuelo era un peronista de aquellos, albañil y un peronista ortodoxo.[4] Después mi mamá rehace pareja y antes de eso, yo vi como mi mamá tenía que mantenernos limpiando casas y yendo a los cortes de ruta para buscar los bolsones de mercadería que se conseguían en plena crisis del 2001 (…). Mi mamá no tuvo nunca un empleo formal, mi abuelo nunca tuvo un empleo formal, ni mi tío ni nadie. “Soy como cuarta generación de excluidos” si se lo quiere pensar así, de los derechos conquistados por la clase trabajadora (…).

Recuerdo, yo nací en 1988, que mi mamá se iba a trabajar y a mi hermanita la cuidaba mi tía. Yo recuerdo muy alegremente… hoy no me gustaría que mi hija pase eso. Era compartir el brasero y unos traían garrones y comíamos eso y eso me parecía bien. Yo no lo vivía con angustia, pero no me gustaría que mi hija lo pase (…). A los ocho años conocí una obra de construcción por primera vez. Mi abuelo era entrerriano y albañil y me llevaba a la obra. El viejo me decía: “usted es varón ponga a trabajar el cuerpo”. De mi abuelo heredé un montón de cuestiones que entendí mucho tiempo después (…). Las referencias que uno va anclando son las de ese entrerriano que se vino solo en un tren y quien necesariamente no era el padre biológico de mi mamá. Era el que se hizo cargo de mi mamá cuando mi abuela murió (…). Por entonces mi mamá formó pareja y el tipo no era muy bueno. Ahí mi abuelo me dijo una cosa: “Yo me voy a morir, si algo les pasa a tus hermanos o a tu mamá es tu culpa”. El viejo era duro, pero muy sabio (…). (Reyes, 2023)

Del proceso o período referenciado más allá de las acciones incoativas, aflora también en el relato de “Batará” un mandato familiar potente (el de su abuelo albañil) y una pertenencia religiosa que lo ha condicionado a sostener a lo largo del tiempo a su familia. El mandato y su pertenencia religiosa conformaría una porción o una capa de lo que Eric Hobsbawm (1999) denomina “acumulación del pasado” (p. 57) que orienta sus decisiones y elecciones. Esta “acumulación de pasado” y su utilidad se evidencian en su relato en lo referido a su etapa adolescente. Son un clivaje por así llamarlo que le permite tomar decisiones en un contexto determinado no solo por la pobreza sino también por su trayectoria de vida marcada por la muerte de su abuelo, el pasaje de la escuela primaria y secundaria, su deserción escolar, su percepción de “ser villero”, el trabajo informal por las calles y la violencia familiar:

Mi abuelo se murió de cáncer, yo tenía 13 años y a mí me tocó tener que acompañarlo al médico. Fue un golpe muy grande y lo que me quedó de él es su conocimiento y lo que tenía que hacer cuando él no estuviera (…). Por ese tiempo yo iba a la Escuela 18 de Aldo Bonzi, ya se notaban las diferencias sociales con los pibes. Yo iba de alpargatas y ya comenzaba a usarse zapatillas de marca (…). En séptimo grado se notaba mucho las diferencias sociales (…). Me acuerdo de que en la primaria una nena me escribió una notita. Yo contento, pensé que le gustaba. Pero la nena me escribió: “Te ví ayer juntando latitas en la calle” y ahí me dí cuenta de varias cosas (…). En esos momentos ahí, se te hace una ruptura y entrás en contradicción con las cosas y pensás que tu situación de villero es diferente a la que tenía (…).

Yo andaba en la calle mucho. Éramos un montón de pibes, incluso mi primo que andábamos juntado cosas. Es más, nos pasábamos información donde había cartón y metales (…). Incluso también cuando salía una changa la hacíamos. Lo malo de la calle fue que los pibes cerca de los trece años comenzaban a jalar pegamento (…). Yo eso no lo agarré, pero pasé del porro a la cocaína, nunca pasta base. Entonces me empezó a “laburar” la cabeza. Estuve un tiempo consumiendo que pasó de lo social y derivó a otra cosa. A mí me pasó que a los 17 años… yo me drogaba desde bastante tiempo y me entero que mi mamá sufre violencia [de género] mal, que el tipo la había querido apuñalar. Entré a la casa y arreglé todo lo que tenía que arreglar. Mi mamá quedó mal psicológicamente y me tuve que hacer cargo de mis hermanos. Mis hermanos dejan la casa de este tipo donde vivía mi mamá y se vienen a vivir conmigo. Eso me lleva a dejar de drogarme con todo lo difícil que fue eso. Desde ahí me ordené y realmente lo logré (…) creo que me ayudó mi experiencia de chico en la iglesia evangélica. La cuestión de la disciplina estaba como muy presente, más los mandatos de mi abuelo digamos. Creo que todo fue un proceso, primero negaba que me drogaba, que era negro y villero. Fue una etapa de reconocimiento digamos (…).

La calle y la villa fue mi vida por ese tiempo, la calle con amigos y la villa con vecinos donde se compartía lo que había. Otra reafirmación de ese tiempo en la villa era la cumbia villera y el rock, aunque a mí me gusta más el rock que la cumbia villera (…).

Pero bue, estoy mezclando todo [risas]. De ese tiempo la escuela secundaria la comienzo en la 41 [Escuela de Educación Secundaria N° 41] de Aldo Bonzi, era primer año, pero de Polimodal y me rajaron con otros compañeros. Yo en octavo y noveno año me llevaba materias, pero no repetí nunca (…). A mí no me iba mal, nos echan por hacerle una joda a una profesora y yo me fui a laburar con el padre de un amigo. (Reyes, 2023)

Parte del fragmento transcripto, es un relato con centralidad en dinámicas familiares complicadas con una fuerte impronta de desgarro social donde un adolescente, Gastón, se ve obligado a asumir la posición de ser “sostén de familia”. Con una lupa más amplia de lo social, el testimonio deja entrever también un nomadismo adolescente característico de los sectores populares bajo los impactos del neoliberalismo que Duschaztky y Correa (2002) clasifican como “ritos en situación” (p. 35); experiencias donde la presencia de pares suplanta la ausencia de los adultos. Por otra parte, en la dinámica del relato aparece la villa como territorio espacial, cultural y social como cotidianidad percibida como “normal” pero estigmatizada por la mirada de los otros –los “no villeros”–, encajonando dos posibles sentidos en sus percepciones: la villa es sentida como una reafirmación de identidad, pero también de construcción de lazos colectivos. Esta mirada de los “no villeros” lo hace sentir que su situación personal, familiar y colectiva se presenta como el “territorio otro” (peligroso, desmerecido) desde la perspectiva de “región moral” (Park, 1999, p. 29). Vislumbra que esa normalidad sentida de la vida villera es su cotidianidad, pero una cotidianidad constituida por la exclusión social en donde la mirada de “los otros” como tal constituye en sí misma mecanismos de exclusión. En sus palabras “yo me sentía villero, pero me negaba a ser villero” (Reyes, 2023).

Desde un arar en los lares de su niñez y adolescencia, el relato de “Batará” alternó el pasaje de su adolescencia a la juventud –que aún está en tránsito temporal– por el haberse hecho cargo de sus hermanos; situación que lo conducirá a ingresar a una fábrica de bicicletas de Aldo Bonzi. Este último hecho potenció a su vez los intentos de retomar sus estudios secundarios, sus primeras acciones sindicales en el lugar de trabajo y la necesidad de militar para rever sus sesgos de exclusión. Sobre este aspecto el actual militante Reyes decía:

Yo estaba por cumplir 18 años, yo ya hacía changas de albañilería y los veranos hacíamos sandalias de mujeres con unos paraguayos. Con una mano llenábamos losas y con otra, sandalias [risas]. La cosa estaba muy mala por el año 2005 o 2006, y me voy a tirar curriculums. Puse que hacía mantenimiento (…). Y me tomaron en la A… para limpiar galpones. Entré en la fábrica después de eso y era el más chico de la fábrica, pero me eligen delegado. Según el supervisor era un “pibe” muy rebelde o retobado como me decía. Fui delegado ilegal digamos porque en los papeles la fábrica no tenía uno (…) y los más viejos me apoyaban.

A los 18 años intenté nuevamente terminar la escuela en varios lugares (…) y dejaba. Ya había comenzado a trabajar en la fábrica A… y me anoté en un CENS [Centro Educativo de Nivel Secundario] de la UOM [Unión Obrera Metalúrgica de La Matanza] en La Tablada [La Matanza, Buenos Aires] con otros dos más compañeros. Arrastraba gente de la fábrica a estudiar [risas]. Aprobé primer año, me cambié de CENS [En ese momento era el Bachillerato de Adultos] de la EES Nº35 [Escuela de Educación Secundaria N°35] con dos compañeros. La “35” era diferente porque había más apertura a lo social que a mí me interesaba. Yo en realidad quería saber de historia para poder entender la política, porque sin historia no se entiende la política. Las inquietudes políticas me llevan a querer saber de historia, sin eso no entendés nada. Desde ahí la escuela me aportó cosas porque en la “35” había apertura a lo social. Pero lo que pasa realmente es que me empieza a gustar la política por Los Redondos, Hermética y el rock. En mi barrio eran todos rockeros. Recuerdo cuando escuché “El regreso de Mao” de Los Redondos y me pregunté quién era. También hay que hacer justicia con el kirchnerismo y el revisionismo de la historia que propuso en la televisión y en los libros.

Te decía me tocó ser delegado por mis compañeros que me llevan ahí y comienzo a militar porque pasa que me rajan de la fábrica en el 2010 justo que termino la secundaria a la noche. Parte de que me rajen tuvo que ver con la escuela, como yo llevaba compañeros a estudiar éramos un montón que nos retirábamos una hora antes. Y me dicen que yo era el promotor de todo eso. El encargado que era un peronista piola, muy buen tipo, buena gente y me decía: “Vos sos muy ‘quilombero’ nene”. Y me rajan (…). Y de ahí empiezo a militar con gente de mi barrio y a otros lugares. Hay que recordar que unos militan por el hambre, por el corazón y otros por la cabeza. Yo comienzo a militar por el hambre y por el corazón [risas] (…). Maduro de cierta manera y sé que tengo que salir a luchar para cambiar mi situación y los míos (…). (Reyes, 2023)

Fuera de la fábrica comenzará a militar en su ámbito barrial alternando otras geografías y pasando por distintas organizaciones que lo llevarán a militar en la actualidad en el MTE-UTEP y a ser uno de los organizadores/referentes del MTE-UTEP de La Matanza y concretamente del MTE-UTEP de Aldo Bonzi.

 

 

Algunos anclajes sobre el MTE-UTEP

 

 

Antes de seguir fluyendo sobre la historia de vida de Gastón en donde se narra sus inicios como militante y su ingreso y actual pertenencia al MTE-UTEP como trabajador de la economía popular, trataremos de establecer algunos mojones conceptuales sobre dicha agrupación y la economía popular. Estos anclajes contextualizan y sitúan la historia de vida de nuestro entrevistado potenciando una grafía más potente de lo dicho y expresado en su narración oral durante la entrevista. Con esta salvedad fijada, diremos que la UTEP es un sindicato formalizado en diciembre de 2019 que representa a los trabajadores de la economía popular y es producto de las luchas y experiencias organizativas de más de dos décadas que incluyen al MTE y a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) como genealogía que lo determinaron en su constitución como tal.

Tratar de visibilizar a la UTEP nos encamina a realizar un recorrido que comienza con el MTE posterior a la crisis del 2001 y con la CTEP entre los años 2011-2019; años donde la economía popular como realidad socioeconómica y categoría para definir actividades económicas y trabajadores relacionadas con ella, pasa de una incipiencia a una institucionalización de autorreconocimiento e incluso de reconocimiento de sectores por fuera de ella: la sociedad en su conjunto y el Estado.

A modo de un breve recontó con la idea de llegar a la formación del MTE primero y luego a la CTEP, podemos decir que la dictadura militar de 1976 con una represión a escala inconmensurable, la apertura democrática de 1983, la reestructuración socioeconómica de Menem bajo los designios del neoliberalismo, la crisis del 2001 y el ciclo de los gobiernos posteriores al 2001 hasta el presente, constituyen un ciclo de derrotas para la clase obrera argentina. Los principales impactos de estos casi cincuenta años han sido la resignificación de la fuerte cultura obrera argentina de izquierda con origen en el capitalismo argentino (Pozzi, 2020, p. 39)[5], su configuración homogénea en valores, sentidos, marcos de organización y luchas siendo la fragmentación de los trabajadores argentinos un paisaje que condiciona y duele cojudamente. De modo básico, esa fragmentación determinó (al menos y de modo esquemático) tres grandes fragmentos conformados por: los trabajadores formales, los trabajadores informales y los trabajadores desocupados. Estos dos últimos fragmentos que han sido los más perjudicados en estos años, ya desde finales del siglo pasado “crearon organizaciones que buscaban producir una subjetividad colectiva a partir de la resignificación del desempleo y del tejido de una sociabilidad que incluía trabajo territorial y gestión de distintos emprendimientos productivos en barrios” (Natalucci y Morris, 2019, p. 173).  No menos importante de referir es que ante el o “frente al proceso de empobrecimiento y de desafiliación masivos, muchos encontraron su principal refugio en el barrio, convertido al mismo tiempo en un lugar de repliegue y de inscripción colectiva” (Merklen, 2005, p. 205).  El resultado fue la génesis de nuevas formas de lucha, organizaciones, acciones colectivas y nuevas identidades. Una cultura emergente que “Batará” Reyes en esa charla en la ex fábrica Martín Amato, me reprochaba que no podía aprehender.

De esos fragmentos de la clase obrera argentina –trabajadores informales y desocupados entre los años 2002/2003– surge el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Su nacimiento se da de acuerdo con Nicolás Villanova (2014):

[A] través de la conformación de una olla popular para cartoneros ubicada entre las calles Tucumán y Agüero, organizada por un grupo de estudiantes de la Facultad de Derecho de la UBA. Surge con el objetivo de lograr ciertas reivindicaciones gremiales en un momento represivo contra los cartoneros. No obstante, su primera aparición en una manifestación callejera se efectúa durante el año 2005. Esta organización tejió alianzas con otras agrupaciones durante el proceso de lucha. Durante el año 2005, el MTE se vinculó con la Asamblea “La Alameda” y la Cooperativa “El Álamo”. Estas dos últimas son organizaciones que nuclean a trabajadores vinculados con el empleo en la costura y el cartoneo. Durante el año 2008 ambas organizaciones tuvieron una participación activa en el reclamo por el cierre de los ramales de trenes de recuperadores. (p. 133)

Como “nueva forma de organización popular” (Grabois, 2013, p. 23), el MTE desde su origen “ha promovido la unidad con otras organizaciones de trabajadores desocupados (“piqueteros”), empresas recuperadas, campesinos, vendedores ambulantes, artesanos, mensajeros, costureros, etc.” (Grabois, 2013, p. 25). Entre sus primeras luchas se destacan las sostenidas (junto a otras organizaciones sociales) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) organizando cartoneros, recicladores urbanos y disputando la sanción de leyes como la Ley de Basura Cero que hicieron realidad un sistema de reciclado con inclusión social, la formación de cooperativas de reciclado y mejoras de las condiciones laborales de los recicladores urbanos (Rach, 2021, p. 40).

La economía popular tiene múltiples definiciones que continúan en proceso de debate en el mundo académico y no académico.[6] Entre ellas consideramos acertada definirla, tomando en consideración las conceptualizaciones de Ana Sarria Icaza y Libia Tiribia (2004) como:

[E]l conjunto de actividades económicas y prácticas sociales desarrolladas por los sectores populares con miras a garantizar, a través de la utilización de su propia fuerza de trabajo y de los recursos disponibles, la satisfacción de las necesidades básicas, tanto materiales como inmateriales. (p. 173)

La emergencia del MTE y sus contiendas con el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCABA) sentaba en forma primaria, primitiva e incipientemente (acorde a las dimensiones fijadas por las autoras en la cita anterior) un manto de perceptibilidad para la sociedad en general sobre esas actividades de subsistencia de miles de argentinos (la economía popular como actividad económica) como así también, sobre un sujeto concreto: el trabajador de la economía popular. Un trabajador que “dependen [de] fundamentalmente de la continua realización y desarrollo de su propia fuerza de trabajo (energía, destrezas y conocimientos), bajo formas dependientes o autónomas, para sobrevivir y sostener proyectos colectivos de vida digna” (Coraggio, 2020, p. 11). Con ese trabajador incipiente/emergente como tal –definido por el 2002/3–, el MTE se convertía en una organización con potencialidad reivindicatoria.

Desde la idea o la noción de economía popular incipiente en el contexto referido, la conjunción y alianzas establecidas entre el MTE, “La Alameda”, “El Álamo”, el Movimiento Evita y el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) (Natalucci y Morris, 2014, p. 175) más otro número de organizaciones sociales y políticas concretarán la creación de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) en el año 2011.[7] Dicha conformación fue uno de los pilares de la economía popular en sus dos dimensiones, ya no con una noción indefinida, sino como un avance de autorreconocimiento y de posicionamiento hacia la sociedad argentina que permitía plantear nuevas luchas y una nueva organización, sintetizando experiencias como “la soledad del desocupado, la acción directa y disruptiva de puebladas y del piquetero, y la institucionalización débil e incipiente del trabajador de la Economía Popular” (Abal Medina, 2017, p. 22).

El nacimiento de la CTEP se da en el marco del final del primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner en el que:

La política social y laboral del gobierno generó condiciones favorables para todos los segmentos de los sectores populares y medios; sin embargo, profundizó la brecha al interior de los sectores populares entre aquellos que tenían un trabajo asalariado y representación sindical y aquellos que participaban de programas socio-productivos y estaban nucleados en organizaciones territoriales. (Natalucci y Morris, 2019, p. 179)

La CTEP en su presentación desde el histórico Teatro Verdi de La Boca y en su primera declaración del 1 de mayo de 2011 como organización político-sindical partía del siguiente análisis:

1. La fragmentación social, económica y organizativa de la clase trabajadora ha abierto una brecha que atenta estructuralmente contra la unidad del movimiento obrero y la dignidad de los trabajadores.

2. Pese al fuerte avance del sector laboral en la distribución de la renta nacional durante el período 2003-2011, existen inequidades estructurales que obstaculizan el progreso de los trabajadores en su conjunto e impiden que dicha distribución se transforme en dignidad para todos. (Grabois y Pérsico, 2015, p. 163)

Desde ese diagnóstico la CTEP intentaba:

1. Promover la conformación de una organización de naturaleza puramente social, independiente de todos los partidos políticos, representativa de los trabajadores de la economía popular y sus familias.

2. Promover, sobre la base de las organizaciones presentes y convocando a las existentes, la conformación de las siguientes ramas: Reciclado, Empresas Recuperadas, Textil e Indumentaria, Vendedores Ambulantes, Ferias Populares, Artesanos, Cooperativistas de Infraestructura Social, Campesinos, y de todas aquellas actividades susceptibles de adoptar formas organizativas comunitarias o autónomas.

3. Darle a dicha organización carácter confederal e incorporarla dentro del movimiento obrero organizado, solicitando a la Confederación General del Trabajadores (CGT) su admisión dentro de su estructura orgánica. (Grabois y Pérsico, 2015, p. 164)

Si bien la incorporación a la CGT no logra concretarse en el transcurrir del tiempo, las principales urgencias de la CTEP

eran ser reconocidos en el marco de paritarias como entidad gremial y la promulgación de un convenio colectivo de trabajo para los trabajadores autogestionados, la regulación de sus condiciones de trabajo y, la igualación de derechos con los trabajadores formales. (Muñoz y Villar, 2017, p. 26)

Esta organización durante el período 2011-2016 estuvo imbuida en un proceso de acumulación de experiencias y de estructuración, mientras que entre los años 2016-2019 fueron años de institucionalización (Tóffoli, 2021, p. 170). En el primer período referenciado la organización intentó ser reconocida por la CGT, se abocó a la creación de unidades productivas y a la formación de militantes (Grabois y Pérsico, 2015, p. 19). Su lógica de acción colectiva definida como “aquella llevada a cabo por un grupo de personas que comparten unos intereses comunes, que se organizan en unas estructuras más o menos formales y que ponen en marcha acciones movilizadoras, todo ello bajo una determinada estructura política (…)” (Tilly, 1978, p. 55), estuvo sujeta a “la intención de representar a los intereses de los trabajadores de la economía popular y devenir en sindicato” (Muñoz y Villar, 2017, p. 27), al trabajo en territorio localizado y también a la ampliación a escala nacional. En este proceso de construcción según el sugerente trabajo de Diego Rach (2022):

[E]stuvo presente una ambivalencia entre el particularismo de los territorios y el universalismo de la clase, las demandas sociales y la reivindicación por derechos gremiales, los reclamos al Estado y la participación en la gestión pública, la lucha callejera y la institucionalización de las demandas, la forma movimiento y la forma sindicato. (s.p.)

El final de este primer período de estructuración de la CTEP estará matizado por la aprobación de la personería social de la organización en los últimos días del gobierno de Cristina Kirchner ratificada en el 2016 (Reartes y Lazarte, 2020, p. 91).

Respecto a la etapa de institucionalización (2015-2019), comienza con disputas y protestas a las políticas económicas implementadas por el macrismo que permitieron acciones en conjunto con la CGT bajo una lógica de resistencia y ofensiva al mismo tiempo:

Ese marco favoreció, por un lado, la organización de acciones conjuntas como la marcha a San Cayetano por “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo” (agosto de 2016 y 2017), la demanda por la sanción de una Ley de Emergencia Social y Laboral (noviembre de 2016) y la Marcha por el Trabajo a la Plaza de Mayo (agosto de 2017). Por otro lado, este nuevo escenario promovió cierta disposición de sectores de la CGT a la incorporación de la CTEP como sindicato de la economía popular.  Uno de los avances en este sentido ha sido la creación de una Secretaría de la Economía Popular en la CGT a cargo de Luis Cáceres, secretario general de la Unión Obrera Ladrillera (UOLRA), con estrechas vinculaciones con la CTEP por la vía del Movimiento Evita. (Natalucci y Morris, 2019, p. 189)

De estas luchas encarnadas contra el macrismo, sobresale la marcha a San Cayetano del 7 de mayo de 2016 bajo la consigna “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”. Ella fue un punto importante por el número de personas que logró congregar y fue “una de las primeras movilizaciones masivas que, a través de una festividad religiosa, reunió a distintos actores sociales, críticas a las políticas del gobierno de turno y demandas concretas de un sector que veía profundizar la pauperización de sus condiciones de vida” (González, 2021, p. 16). La marcha fue posible por la convocatoria y organización de la CEPT, la Corriente Clasista Combativa (CCC) y Barrios de Pie (BP) estableciendo una alianza entre las organizaciones mencionadas (Triunvirato de Los Cayetanos o Los Cayetanos) que denunciaban la crisis durante el gobierno de Cambiemos y establecían la necesidad de que el Estado reconozca la economía popular y los reconozca como interlocutores de esos sectores (González, 2021, p. 10).

La aparición e instalación de Los Cayetanos en la mirada de la sociedad argentina sujeta a una perspectiva de acción colectiva de Charles Tilly (1978), era una apuesta en el juego de las estrategias enmarcadas en un proceso de construcción de identidad (la de los trabajadores de la economía popular) y construcción política (el intento de representación de estos trabajadores). Por otra parte, para Juan Hudson (2020):

En definitiva, en la práctica concreta, el Triunvirato elabora un programa reivindicativo basado en una situación estructural del mercado de trabajo contemporáneo: “no hay lugar para todos”. Es un tipo de programa diferente al desplegado por los movimientos sociales que lo anteceden, incluso respecto de lo que estas mismas organizaciones impulsaban, como es el caso del Movimiento Evita y la mencionada CCC. Si ya no es posible volver a ser asalariados, el objetivo ahora es otro: los trabajadores informales deben ser reconocidos por el Estado y obtener derechos similares a los que gozan los trabajadores formales (salario, obra social, aguinaldo, paritarias). (p. 45)

Concretamente tras años de lucha y de acumulación de experiencias, el 21 de diciembre de 2019 “en el microestadio del club Ferrocarril Oeste (…) integrantes de la CTEP, Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa y el Frente Popular Darío Santillán aprobaron la creación de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular” (Forni et al, 2020, p. 87) siendo elegido secretario general “El Gringo” Castro. De esta forma la CTEP devenía en la UTEP logrando su personería social en el año 2021, convirtiéndose en el único sindicato que representa a los trabajadores de la economía popular.

Según el análisis de Diego Rach (2022) (desde el año 2019 esta agrupación de insipiencia inmediata atraviesa procesos complejos de organización y articulación):

Al constituir un sindicato de nuevo tipo y estar vertebrado por distintas realidades sociales, territoriales y partidarias, la UTEP todavía tiene un funcionamiento dispar. Por momentos funciona como sindicato, y por momentos funciona como una coordinadora de organizaciones, es decir, tiene tanto un funcionamiento por ramas como por organizaciones. Una situación similar a la que acontecía en la CTEP pero con un grado de complejidad superior al contener una mayor cantidad de actores de peso. Por esta razón, se caracteriza por integrar una multiplicidad de voces y referencias, a la par de la existencia del secretario general. Hay discusiones abiertas sobre qué hacer con la herramienta, cómo pararse frente al gobierno, y diferentes grados de integración a la estructura estatal dependiendo de las organizaciones. (s. p.)

Mientras que para María Tóffoli (2021), esta complejidad se ajusta a que:

El escenario abierto a partir de la fundación de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y la asunción del gobierno del Frente de Todes [sic] a fines de 2019 encuentra no solo a las organizaciones de la economía popular bajo la figura del sindicato único sino también a distintos/as referentes de la economía popular en lugares estratégicos del Estado vinculados a las problemáticas del sector, tales como la Dirección Nacional de Reciclado, la Dirección de Comercialización de la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena o la Secretaría de Integración Sociourbana, entre otras. Esto reedita gran parte de los dilemas y desafíos que se le presentaron a las organizaciones de trabajadores desocupados en la inserción al Estado producto de su identificación e integración al proyecto político kirchnerista post 2003. (p. 190)

 

 

“Batará” Reyes: de la murga de Aldo Bonzi al MTE-UTEP

 

 

Luego de ser despedido en el año 2010 de la fábrica de bicicletas en la que trabajaba, “me ‘rajan’ porque yo era un delegado informal y porque llevaba a mis compañeros a estudiar” (Reyes, 2023), “Batará” Reyes comienza una nueva etapa de militancia en su barrio de Aldo Bonzi y en otras zonas de La Matanza. Esta nueva etapa que desarrollará en su barrio, puntualmente lo hará en su murga:

Ya teníamos armada la murga en el barrio con quien es mi compadre en la actualidad, estábamos viendo que pasaba con la crisis en general y con la prohibición de los corsos en los territorios (barrios), en La Matanza. Pasaba a hacer todo pauta publicitaria digamos. Pero antes de seguir yo estaba preparándome para militar con mi sentimiento cristiano y con las ideas marxistas que tenía en ese momento. Yo al peronismo no lo quería digamos, porque yo viví el peronismo de Duhalde y Menem (…). En ese contexto pasa que se empiezan a realizar reuniones con la Municipalidad de La Matanza, con gente del área de cultura. Había gente de La Cámpora y otros, era bastante progre la cosa, pero dije si nos convocan a nosotros como murgueros no deben ser tan malos en Villa Madero. Ahí nos proponen un circuito para la murga, pero mientras nosotros practicábamos en las plazas, la policía te sacaba por una ordenanza que ya cambio. En ese momento se comienzan a realizar los Corsos Federales en los municipios y eso era horrible, porque la gente de los barrios, las murgas de los barrios no podían ni vender una espuma. Las murgas de La Matanza… Ni teníamos recursos para los trajes y los viajes, por eso nos íbamos a Capital. En Capital bajan plata y acá solo te daban el lugar (…). Eso dejaba de generar en el territorio una riqueza cultural. Mi abuela la negra Mercedes bailaba en la murga que era afro. (Reyes, 2023)

Este movimiento a la militancia se circunscribe a la pelea por recursos para la murga barrial en un plano, en la necesidad de mantener los corsos barriales fuera del circuito propuesto por el Estado y por sobre todo “el de mantener la riqueza cultural en el territorio”.  La murga para los sectores populares más allá del carnaval como tal, “está vinculada a procesos de identificación para los sujetos y la construcción de una mirada sobre el mundo social, en este sentido, se enmarca la manifestación artística del baile, el canto, el ritmo, etc.” (Alegrucci, 2014, p. 1). Ella “ha pasado a ser en los últimos años una práctica de la cultura popular en la cual se manifiesta todo tipo de lucha: social, política, ideológica, simbólica y hegemónica (Alegrucci, 2014, p.1). Para Gastón Reyes luchar por la murga y su realización en el barrio no solo era mantener viva la memoria de “La Negra Mercedes” (su abuela) sino también oponerse a la institucionalización de circuitos (propuestos por los municipios) entramando su lucha así, en la politicidad y más puntualmente en la politicidad de los sectores populares. De acuerdo con Dolores Calvo (2002):

Cuando decimos politicidad aludimos a las dimensiones referidas a las sensibilidades políticas de los actores, a sus creencias, a sus actitudes, y a sus formas de relacionarse con los debates y las decisiones de la esfera pública. Son iniciativas u orientaciones que no se constituyen necesariamente como discursos estructurados conceptualmente con llamamientos a la acción que incluyan una proyección social global o proyectos de cambio político. Esta dimensión de creencias y actitudes se conforma en la práctica concreta y cotidiana de los actores, y va definiendo aquello que para ellos es “hacer política”. (p. 3)

Este “hacer política” de nuestro entrevistado lo lleva a tomar contacto con el Movimiento Marea Popular.[8] “En ese momento me acerco a Marea. Le explico la problemática y a través de ellos comenzamos a hacer corsos en el barrio por la calle Franklin, en la Placita de Helguera [La Tablada, La Matanza]” (Reyes, 2023). Su paso por Marea Popular es sintetizado en el relato de la siguiente manera:

Con Marea tomo contacto con la militancia de la Villa Las Antenas [Tablada, La Matanza]. Apoyamos en ese momento el conflicto de los obreros de una fábrica de baterías… por el 2012 quiebra [hace referencia a la Fábrica Prestolite Electric Indiel], luchaban por armar una cooperativa. En Marea había delegados docentes [refiere a SUTEBA (Sindicato Único de Trabajadores de La Educación de la Provincia de Buenos Aires)] y discusiones entre los que eran militantes universitarios y los que veníamos de lo territorial. La lógica de Marea era sindical docente, de centros de estudiantes y para mí muy porteño céntrica. (Reyes, 2023)

Si bien no lo expresa abiertamente en la entrevista, esas discusiones eran de alguna manera un choque de visiones sobre cómo intervenir políticamente en lo barrial, donde se tensionaban parámetros entre un “hacer teórico” y una “práctica concreta” en contacto con la idiosincrasia de la gente. “Después Marea confluye en Patria Grande por 2014 que se junta con el Frente Darío Santillán. Me gustó un poco la línea, pero no me convencía del todo (…). Yo estaba en que me iba y no me iba” (Reyes, 2023).

En el avanzar de su relato sobre la duda de seguir en Marea, destaca una anécdota (toda anécdota marca en el relato “un antes y después” (Camarena y Necoechea Gracia, 2008; Necoechea Gracia, 2008) que lo impulsa a abandonar ese espacio e ingresar al MTE:

Cuando gana Macri teníamos compañeros que trabajaban en el municipio de Morón, ahí gana Tagliaferro y rajan a una compañera por lesbiana (…). Le dejan papelitos por su condición, la dejan sin laburo y yo estaba recaliente porque no tenía trabajo, me había ido a alquilar a Castillo (…) y para poder pagar el alquiler tenía que vender cobre (…). Vamos ese día a protestar y a apoyar a la compañera y pasa un concejal (…) que comienza a sacarle fotos a los compañeros. Me dio una bronca, lo sigo. (Reyes, 2023)

La situación deriva en un episodio de confrontación que no es necesario describir y lleva a que Gastón sea cuestionado por unos pares de la agrupación a la que pertenecía. La anécdota, el cuestionamiento, más un consejo de un compañero que se vaya a armar políticamente el MTE en su barrio lo conducen a una nueva búsqueda:

Me voy a armar a mi barrio y a la villa 17 de noviembre [con Villa Madero, La Matanza] con la comunidad boliviana y a mi barrio (a una zona de confort digamos). Entro en el MTE a partir del 2014 y comienzo organizando todo lo sociocomunitario que tiene que ver con el deporte, con el centro comunitario y laburaba con pibes en situaciones de precariedad. Entro en un comedor que era del PJ y comenzamos a realizar un trabajo de formación política. (Reyes, 2023)

Como condición sobresaliente en el relato surge una fuerte pertenencia a su barrio. Si bien en la mayor parte de su vida, Gastón vivió y vive en el barrio popular de Aldo Bonzi, su militancia excede a ese lugar físico y el barrio pasa a contener otra anchura: el partido de La Matanza. En otras palabras, en su discurso opera una nueva lógica “soy del MTE-UTEP de Aldo Bonzi” (situación inicial de militancia de Gastón) y ahora “soy del MTE-UTEP de La Matanza”; lógica donde ambas pertenencias lejos de ser disociadas configuran igualmente la noción de “barrio” en un sentido amplio. Esta percepción que transmite nuestro entrevistado es sugerente en varias aristas. Una de ellas se ajustaría a percibirlo:

[C]omo el lugar de encuentro más o menos estable y más o menos permanente de distintas trayectorias caracterizado principalmente por el hecho de compartir algunos de los aspectos de la vida cotidiana y sus espacios asociados, específicamente aquellos aspectos que se derivan del hecho de vivir o residir en condiciones de proximidad geográfica. (Tapa Barría, 2015, p. 133)

Otra arista se relaciona con la idea de que “en los barrios se milita para armar cosas, para formar trabajadores de la economía popular y poner un sentido de gremialidad” (Reyes, 2023). Aquí el barrio desde lo relacional, simbólico y geográfico se encuentra bajo el designio de apropiación del espacio donde acorde a Manuel Castells (2004):

La apropiación del espacio forma parte de un proceso de lucha que afecta al conjunto del producto social, y esta lucha no es una mera competencia individual, sino que enfrenta a los grupos formados por la inserción diferencial de los individuos en los diversos componentes de la estructura social. (p. 148)

La apropiación del barrio como espacio múltiple y polisémico, (amar, construir políticamente, viviendas, sostener gremialidad) es una forma de buscar o lograr un escenario donde prime “la naturaleza dialógica de la relación de la gente con un lugar" (Buttimier, 1976, p. 284). Así percibido, el barrio es subsidiario a un “proceso de ampliación de la política (politización de los espacios cotidianos); la política como producción territorial y el territorio como producción política (lo que podemos denominar territorialización de la política)” (Vommaro, 2014, p. 57).  Puntualmente sobre su militancia barrial, Gastón aclara en su relato que “uno cuando va a un barrio no debe ir con recetas, debe ir a escuchar y a entender, no con recetas” (Reyes, 2023).

Las primeras intervenciones de Gastón “Batará” Reyes en el MTE fueron trabajo en el Centro Comunitario Walter Bulacio del MTE de Aldo Bonzi (formándose en ese momento) y en la villa 17 de noviembre de Villa Celina donde trabajaba con jóvenes organizando una radio:

La radio es muy importante en un barrio donde se da la disputa de la cultura popular o gorila en los barrios y hablar de los problemas locales. Por esa radio nosotros en el 2016 pudimos activar que la gente comience a pedir por el relevamiento nacional de Barrios Populares. (Reyes, 2023)

Dentro de la estructura del MTE-UTEP de Aldo Bonzi-MTE-UTEP de La Matanza, desde lo socio comunitario como rama del MTE-UTEP. Gastón pasará a trabajar en la rama construcción.[9] El cambio estará dado por su conocimiento de albañilería y por la formación de la Cooperativa Construir Trabajo (2016) en el MTE de La Matanza donde él es coordinador:

Se armó la cooperativa por luchas, durante el 2016 se luchó en las calles con distintas organizaciones sociales y logramos que el Estado tuviera que hacer el Registro de Barrios Populares y que el Estado se comprometa a urbanizar barrios. Actualmente estamos trabajando en el barrio Bicentenario en el km 35 de González Catán. Organizamos al barrio y consultamos qué se debe hacer. Armamos veredas, conexiones de agua y capacitamos a la gente. Nosotros militamos las tres T (Tierra, Techo y Trabajo. (Reyes, 2023)

Desde su ingreso al MTE y ahora en el MTE-UTEP, Gastón pasó de realizar un trabajo militante en Aldo Bonzi y en la villa 17 de noviembre a ser referente de la Mesa Territorial de Construcción del MTE-UTEP de La Matanza (“Mis compañeros me honraron en elegirme para la Mesa Territorial” (Reyes, 2023). Junto con el trabajo en la cooperativa, su militancia en la Mesa Territorial lo lleva a presenciar asambleas del MTE de La Matanza e incluso a nivel nacional, intervenciones públicas donde representa a sus compañeros sin dejar de lado su presencia en las calles organizando movilizaciones por reclamos específicos. Es importante destacar que Gastón en muchos de los reclamos ha sido orador (Vales, 2021, 2022)  e incluso ha tenido complicaciones por sus reclamos como por ejemplo una detención en el año 2018 en la ciudad de CABA (Pérez, 2018).

Sobre su participación como militante del MTE-UTEP que lo coloca como referente barrial explicaba:

Yo aprendo de Juan [Grabois], de Sánchez [referente cartonero del MTE] y otros compañeros de lucha. Que uno sea referente es un honor y un compromiso. Uno por ser referente tiene menos exclusión que otros compañeros y debe trabajar para no convertirse en un gordito burócrata porque uno no se puede alejar de los compañeros. Si uno cumple y no se olvida de eso, el MTE-UTEP seguirá marchando. (Reyes, 2023)

 

 

Consideraciones finales

 

 

Finalmente, y para cerrar este escrito, sentimos que estamos a “cinco lunas de anchura” (Borges, 1981, p. 6) de instituir afirmaciones tajantes que podrían expresarse en: “hemos comprobado la hipótesis a en función de b”. En realidad, este trabajo fue producto de una errancia en varias perspectivas. Una errancia que permitió el encuentro casual con Gastón Reyes que derivó en rescatar su historia de vida. Otra que nos conduce a entender que la errancia es un “yerro” y que el error en este caso, lo podría asociar quizás el lector a aferrarnos demasiado a la historia de vida de nuestro entrevistado y a haber sido tenues a la hora de profundizar sobre el MTE-UTEP de Aldo Bonzi (creemos que ese error ofrece conscientemente otra errancia potencial para poder seguir profundizando más allá de este artículo). Y una errancia ligada a la escritura:

Si la escritura, toda escritura, es en sí misma un recorrido, desplazamiento por el papel en blanco (…), la errancia supone también traslados y deslizamientos (…). También autoriza al establecimiento de límites ya no concebidos como frontera que clausuran sino como espacios de cruce, zona de tráfico no solamente simbólico. (Manzoni, 2009, p. 16)

De esta multiplicidad de errancias –sin generalizaciones–, podemos expresar que tomar contacto con la historia de vida de Gastón Reyes a través de su relato, memoria y punto de vista (Necoechea Gracia, 2006, p. 27) nos posibilitó un ingreso fragmentario a cotidianidades de un militante y trabajador de la economía popular. En ella afloraron una trayectoria de niño en estado de exclusión a referente de la UTEP donde contenidos culturales “emergentes” y “residuales” de la clase obrera argentina (desde el menemismo hasta el presente) y modalidades de acción colectiva se hicieron incipiente en su relato. Si bien Gastón es parte de la novedad y lo “emergente” de la cultura obrera argentina también en él hay ciertos contenidos de clase de “lo residual” (los míos, quien escribe) que se mantienen como constantes, pero resignificados: el barrio como núcleo de identidad, el sindicato, el trabajo como eje y la lucha por el reconocimiento de derechos (“un hacerse y ser obrero”).

Una de las cosas que sobresalen del relato de nuestro entrevistado, es la cotidianidad de un trabajador de la economía popular que conlleva el trabajo diario y también una militancia (como referente, militante o simple trabajador de la economía popular) que se encamina a la lucha en las calles, movilizaciones y una tarea permanente para construir gremialidad. Esta construcción no consiste en una simple afiliación, sino en lograr que los trabajadores de la economía popular reconozcan el “valor del trabajo” que ellos mismos realizan y a su vez, que se reconozcan como “sujetos de derecho”. En otras palabras, “lograr gremialidad es cuando a un compañero que junta cartón le preguntas de qué trabaja, no diga que no hace nada, que está sin trabajo. La gremialidad es que tome conciencia de su trabajo y sepa que eso es un trabajo y que tiene derechos” (Reyes, 2023).

Otra de las aristas notorias en este recorrido sobre la historia de vida de Gastón es la noción de politicidad y de barrio, donde establecer organización, luchar y crear trabajo dotan a la idea de barrio una construcción social, espacial y simbólica propia y colectiva. Esto me hace pensar en el concepto de “identidad social completa” de Raphael Samuel (2006) que permite constituir referencias, modos de vida e incluso alteridades. En concreto, “un férreo grupo autorreferencial” (Samuel, 2006, p. 13) que abarca los días individuales y colectivos amojonando una cultura barrial totalizante.

Por último y para finalizar, trayendo nuevamente aquel diálogo inicial con Gastón sobre “lo emergente” y “lo residual” respecto a la cultura obrera argentina, creo que ambos contenidos culturales conviven y están en proceso de solución. Ahora sí a manera de coda diré que más allá de ese proceso de solución difícil de captar, el relato de Gastón fue la posibilidad de contacto con una “conciencia práctica y discursiva” (Giddens, 1984) que espero cause en el lector la misma interpelación que he sentido yo a lo largo del trabajo. Esta interpelación puede permitir entender que “el MTE-UTEP viene marchando”. Es decir, viene marchando una vieja/nueva forma de lucha protagonizada por los trabajadores de la economía popular que a los obreros viejos nos emociona y sensibiliza

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[*] Profesor de Historia recibido en el Instituto Superior de Formación Docente N°82. Licenciado en Enseñanza de la Historia con Mención en Ciencias Sociales (CAECE). Integrante del Programa de Historia Oral, Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina, Facultad de Filosofía y Letras. Miembro de la Asociación de Historia Oral de la República Argentina (AHORA).

Correo de contacto: gmedik@hotmail.com   

[1] Chico.

[2] Proviene del lunfardo: Enredo, mentira, embrollo, sofisma, suele usarse con connotación política.

[3] Hace referencia a La Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación, coalición política que gobernó el país entre 1999 y 2001.

[4] La palabra ortodoxo no refiere al peronismo ortodoxo como tal, su sentido está asociado desde lo coloquial y cotidiano como “peronista de Perón y Evita”.

[5] Al sostener la existencia de una cultura de izquierda en la clase obrera argentina Pablo Pozzi y Alejandro Schneider no la ligan a una pertenencia partidaria sino a un sentido común vinculado a nociones de compañerismo y solidaridad. Véase: Alejandro Schneider (2007), Pablo Pozzi (2004, 2020) y Pablo Pozzi y Alejandro Schneider (1994, 2000).

[6] Sobre esos debates conceptuales, véase, a manera de ejemplo el sólido trabajo de Emilce Moler (2018).

[7] Sobre las distintas organizaciones que conformaron la CTEP y organizaciones actuales que se sumaron a ella, véase Diego Rach (2021, 2022).

[8] Tuvo como referente al economista y ex presidente de la FUBA (Federación Universitaria de la Universidad de La Matanza) Itaí Hagman. Con origen en el año 2012 se presentaban como integrantes de la izquierda popular combinando activismo en las universidades y en territorios barriales. Un año después converge en Camino Popular con distintas organizaciones de izquierda en las elecciones de 2013 (Silva Mariños, 2022, p. 67). Tiempo después el espacio deriva en Patria Grande teniendo como aliado a Unidad Popular de Claudio Lozano.

[9] El MTE está organizado hasta el momento en las siguientes Ramas: Cartoneros y Cartoneras, Construcción, Textil, Liberados y Liberadas, Mujeres y Diversidad, Socio-Comunitaria, Rural, Espacios Públicos y Vientos de Libertad (Movimiento de Trabajadores Excluidos, s.f.).