Reid, P. J.. (junio de 2023 – diciembre de 2023). Revisión: Gandini, M. J. (2022). ¿Quiénes Construyeron el Río de la Plata? Exploradores y conquistadores europeos en el lugar donde se acaba el mundo. Siglo XXI Editores Argentina. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 7(1), 191-197. https://doi.org/10.54789/am.v7i1.8 

Alerta Bibliográfica

Revisión: Gandini, M. J. (2022). ¿Quiénes Construyeron el Río de la Plata? Exploradores y conquistadores europeos en el lugar donde se acaba el mundo. Siglo XXI Editores Argentina

Review: Gandini, M. J. (2022). ¿Quiénes Construyeron el Río de la Plata? Exploradores y conquistadores europeos en el lugar donde se acaba el mundo. Siglo XXI Editores Argentina

Pablo José Reid[1]

Investigador independiente, San Justo, Argentina

Recibido en 14/04/2023

Revisado en 20/04/2023

Aceptado en 28/04/2023

¿Quiénes construyeron el Río de La Plata? de María Julia Gandini (2022), refleja el derrotero iniciado a comienzos del siglo XVI, hoy identificado como expansión ultramarina europea. Esta aumentó el mundo conocido por Europa ¿occidental? e inició la fusión cultural, casi siempre violenta, entre el Viejo y el Nuevo Mundo.

La obra comprende una introducción, tres partes, conclusiones, notas al final y listado de referencias que incluye, por separado, nomenclaturas y abreviaturas, fuentes y bibliografía.

La parte inicial, Del Margen al centro y de vuelta al margen, recorre en dos capítulos los primeros encuentros en el Río de Solís y el Mar Océano Austral (Atlántico Sur); el derrotero de Juan Díaz de Solís; los viajes de Sebastián Caboto y Diego García de Moguer, quienes debían repetir el viaje de Hernando de Magallanes, pero que cambiaron su destino al tomar noticia sobre la sierra de la Plata al fondo del Río de Solís; y la expedición de Pedro de Mendoza desde la primera fundación de Buenos Aires hasta la fundación de Asunción por Juan de Salazar, pasando por los viajes de Juan de Ayolas, Domingo de Irala a las profundidades del Chaco; para finalizar en las desventuras del segundo adelantado don Alvar Núñez Cabeza de Vaca.

En la segunda parte, Hacer creer el Río de La Plata, en otro par de capítulos la autora profundiza en la desesperada búsqueda del camino a la sierra de la Plata a través del Chaco desde Buenos Aires primero y de Asunción después. Un largo y penoso periplo que abarca desde 1536 a 1548 en que los hombres de Asunción llegaron al Cerro de Potosí o sus cercanías, solo para encontrarse con indios encomendados que hablaban en castellano y que ya trabajaban para otros españoles. Rudo golpe que hará cambiar totalmente la mirada y los objetivos de los conquistadores del Río de La Plata y su amplia zona de influencia.

La tercera y última parte, Las sociedades nativas rioplatenses en la etnografía temprano moderna, también dividida en dos capítulos, está dedicada a describir y entender la relación de los españoles del Río de La Plata y Asunción en particular con los pobladores primigenios del área perteneciente a las etnias tupi, guaycurúes u otras menores poco conocidas. Una relación que oscila entre entendimientos, enfrentamientos y, posteriormente, el apocalíptico final de estos, duro adjetivo de Gandini para no usar en toda la obra la palabra genocidio, al momento de llegar al sometimiento último.

Siguiendo la obra como un todo, se observan detalles interesantes sobre la descripción del paisaje, la evaluación de los indios (no aparece la palabra originario, sí el término generaciones usado en las fuentes) y la relación y enfrentamiento entre las facciones de conquistadores. Los repositorios del archivo Consejo de Indias y la Casa de Contratación, a los que la autora accedió, son las fuentes principales utilizadas.

A modo de adelanto puede decirse que, con ellos como recurso, además de una copiosa bibliografía, muestra cómo los viajes y relatos de los expedicionarios sobre la extensa región configuraron su representación, siempre alentados por la búsqueda de la sierra de La Plata. En definitiva, no importa tanto, según la autora, el hallazgo de plata sino la eficiencia de los relatos que constituyen la actividad humana allí y, por ello, las características de sus moradores hispanos o nativos.

Gandini señala que el escenario del Plata se extiende desde las costas brasileñas próximas a la Isla Santa Catalina, tierras de naufragios castellanos y de degradados, lanzados; luego feitorias portuguesas a partir del 1500 con el viaje del portugués Pedro Alvarez de Cabral; el mismo río sin orillas, sus afluentes, el entorno asunceño y el Chaco meridional.

Hombres degradados como el bachiller portugués Cananea o los náufragos españoles Melchor Ramírez, Enrique Montes o el popular Francisco del Puerto, indujeron a Caboto y Moguer a emprender la campaña del Paraná en busca de la plata. Luego, las noticias que estos llevaron a España y se ventilaron en las actuaciones judiciales del Consejo de Indias, impulsan el viaje de Pedro de Mendoza y, finalmente, la fundación de Asunción. Todos y todo con el objetivo de llegar a la codiciada sierra.

En el capítulo segundo al estudiar las andanzas de Mendoza en la primera fundación de Buenos Aires la autora deja, por medio de sus cronistas, interesantes notas sobre su zona de influencia, el Río Matanza, el combate librado allí con los querandíes y la descripción de esta etnia.

Pero a lo largo de la obra, la historiadora demuestra que la idea llegada al presente sobre sus pueblos, conquistadores, vicisitudes en las travesías por llanos, pantanos, selvas, etc.; es la que quedó registrada en las actuaciones del Consejo de Indias con sus testimoniales, probanzas, inquisiciones y requisiciones o los libros que los mismos conquistadores escribieron y luego, se difundieron en las cortes reales y entre el vulgo; por ejemplo, La relación y comentarios del gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca, de lo acaecido en las dos jornadas que hizo a las Indias, escrito por él y publicado en 1555 o el Islario general de todas las islas del mundo de Alonso Santa Cruz editado entre 1540 y 1560 en sucesivas impresiones.

En el caso de las actuaciones del Consejo de Indias hay dos momentos álgidos; uno en torno a 1530 y el otro, en los años sucesivos a 1545 hasta 1555.

Sin embargo, las fuentes están muy lejos de ser objetivas. Es el caso de las descripciones, relatos y respuestas a preguntas de los investigadores del Consejo de Indias. Los acusados y acusadores, Caboto y Moguer contra los tripulantes Francisco Rojo, Gregorio Caro y otros o en contrario; de Caboto contra Moguer o a la inversa; y ni hablar en el mutuo pleito entre los primeros conquistadores de Asunción, Domingo de Irala y otros, contra el segundo Adelantado Cabeza de Vaca. Estos se acomodaban para perjudicar al contrincante y favorecerse a sí mismos. Debe, pues, contraponérselos y establecer conclusiones.

Vale decir, el actual conocimiento depende de tramos neutros, defensas y ataques entre sí, registrados por conquistadores, amanuenses judiciales, viajeros y tripulantes que hicieron escritos y contemporáneos a ellos que nunca estuvieron en ese Nuevo Mundo, pero escucharon sus relatos y los transcribieron según su entender. Es decir, de mapas, historias, informes, testimonios de europeos que estuvieron en el escenario de esta gran aventura y dejaron descripciones de sus sociedades nativas y paisajes, que fueron centrales para continuar y sostener la conquista. Productos de percepciones propias, reales o interesadas para los hombres de su tiempo ¿Cómo hacer atractiva tanta novedad?

Quizás lo más interesante sea la impresión que dejaron sobre los habitantes primigenios de los territorios tocados. Fundamentalmente Pernambuco, la Isla Santa Catalina, el área de Los Patos en la costa atlántica hoy brasileña-uruguaya, las tierras del Río de La Plata o Solís, las costas paranaenses, el Chaco meridional y la zona asunceña paraguaya. En general, dividieron a los indios (generaciones) en amigos y enemigos. Los primeros incluían a la generación tupi, los carijós de la costa brasileña y los carios de Asunción, descritos como grandes agricultores, guerreros, canoeros y antropófagos (de sus enemigos), práctica que se toleró por un tiempo pues convenía a la política ocupante y expansiva española.

Los segundos, guaycurúes del Chaco y agaces paraguayenses, cazadores, saqueadores, enemigos y traicioneros. Pero, curiosamente, esta descripción no era dada por los españoles sino por los tupi carios de quienes las tomaron y transcribieron, llegando a la actualidad, sin ninguna o poca revisión.

En Sancti Espíritu (1527), Buenos Aires (1536), más tardíamente en Asunción, el contacto es al inicio amistoso, pero luego se hace violento ante el creciente requerimiento de vituallas y respuestas en pos del camino a la sierra de la Plata. En Asunción fue más complicado. Juan de Salazar, Domingo de Irala e incluso Cabeza de Vaca, establecieron una relación de reciprocidad con los carios consistente en auxilio militar contra sus enemigos a cambio de guías para sus viajes y mujeres, lo cual les brindó parentesco, tierras y riquezas.

Referencias

Gandini, M. J. (2022). ¿Quiénes construyeron el Río de la Plata? Exploradores y conquistadores europeos en el lugar donde se acaba el mundo. Siglo XXI Editores Argentina.


[1] Profesor en historia por el Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González y Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Luján. Durante su trayectoria se ha desempeñado en investigación y docencia en Historia de América Latina y participó como expositor y escritor en múltiples jornadas y publicaciones respectivamente.

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