Agostino, H. N. (diciembre de 2022 - junio de 2023). Nuestra Argentina de Hoy. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 6(2), 1-5. https://doi.org/10.54789/am.v6i2.1

Editorial

Nuestra Argentina de hoy

Our Argentina today

Hilda Noemí Agostino[1]

Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, Junta de Estudios Históricos de La Matanza, San Justo, Argentina.

 

La Argentina que habitamos está siempre repleta de problemas y cuestiones que encuentran seguidores apasionados o más mesurados, pero que se constituyen en antagonistas muy rápidamente; teniendo muchos de estos pleitos como único argumento explicativo o en los últimos tiempos, la desaparición del adversario ideológico.

Se ha instalado en el país, impulsada por aquellos sectores que quienes gustan de la historia nacional identifican rápidamente porque son los mismos de siempre, la conocida frase de Sartre (1984) “El infierno son los demás” (p. 37).

La cuestión es que tal como sucede en otras sociedades, después de la pandemia del COVID-19 de la cual los optimistas esperaban que saliéramos más sabios, más tolerantes y habiendo aprendido una serie de lecciones; cosa que, como puede verse, no sucedió. Nos hallamos envueltos cada día en una vorágine de intolerancia y violencia verbal que llega a ribetes dramáticos como lo fue el suceso del primero de septiembre cuando se produjo el intento de magnicidio de la actual vicepresidenta del país. Allí, el odio de la palabra pasó a la acción y solo un verdadero milagro nos evitó una verdadera catástrofe civil esa noche.

Es muy difícil abordar el tema de la violencia y el odio como motor de ella en nuestra historia nacional, sobre todo en un momento en que las palabras son utilizadas como estandartes ideológicos, por algunos sectores políticos, además de que según quien las utiliza, se produce una muy rápida caracterización de su autor. Esto clausura las posibilidades de diálogo, ya restringidas por una mediocridad preocupante en un grupo importante de la dirigencia actual. Y conste que no aludimos con esto al grado de educación formal alcanzado por estos, sino a su humanidad, a la falta de empatía y sensibilidad social que con importantes sectores de la sociedad argentina demuestran diariamente estos hombres y mujeres, que opinan de todo desde la perspectiva de sus intereses sin tener en cuenta las tan diversas realidades que encierra nuestra amada patria.

Cualquier observador desprevenido puede vislumbrar el odio circulando entre nosotros. ¿Es eso una novedad? No lo es, ni entre nosotros, ni en la propia historia de la humanidad ya que el concepto del odio ya surge con el postulado de Empédocles (siglo V a.C.) y su explicación de los elementos por la oposición de las fuerzas. Él hablaba de dos fuerzas que siempre están activas: el amor como fuerza de atracción y el odio como fuerza antagónica. No pasa hoy un día sin que se hagan referencias a los discursos de odio, pero a nosotros, aunque no descartamos el efecto pernicioso que estos producen, nos preocupan más las acciones violentas que implican desprecio por otro. Es más, si se indaga adecuadamente, muchos también expresan odio por el país. Este país, el suyo, el que siguen habitando y acompañan ese odio incumpliendo las leyes y encontrando siempre excusas múltiples para ese accionar tan dañino.

Si conocemos bien nuestra historia nacional sabemos que para empezar el tema debemos ir a 1810. Allí, en el enfrentamiento entre morenistas y saavedristas, está lo que podría ser el punto inicial de este enfrentamiento ideológico que atraviesa toda nuestra historia y que, dada la brevedad de un editorial se hace imposible de enumerar. Aunque solo a modo de ejemplo podríamos recordar unitarios y federales, rosistas y urquicistas, conservadores y radicales y la antinomia que quizá explica con más contundencia nuestra actualidad: peronistas y antiperonistas, que cruza toda la segunda mitad del siglo XX y las primeras décadas de este siglo XXI.

No podemos dejar de recordar si hablamos de violencia y odio, a la más sangrienta dictadura cívico eclesiástica militar que buscó exterminar al peronismo, aunque hablaban de comunismo apátrida y deseaban imponer un régimen económico contrario a los intereses nacionales, pero muy favorable a ciertos grupos. Aunque parezca mentira aún hoy se discute en ciertos ámbitos, herederos de aquellos dictadores y sus epígonos, si fueron o no 30.000 las personas que desaparecieron. Ante esto, nosotros preguntamos: ¿Depende del número de muertos y desapariciones, comprender si esa dictadura fue o no fue una atrocidad en donde las fuerzas armadas atacaron a la sociedad con las armas con que debían defenderla y sin aplicar ninguna otra ley que la propia? Por supuesto que la mera discusión de ese tenor es ir por los márgenes del proceso vivido, en un intento de soslayar lo ocurrido y borrarlo de la memoria social. En síntesis, se hace para defender lo actuado porque se acuerda con ello.

Cada enfrentamiento en nuestra historia tuvo sus características epocales, sus protagonistas y sus estrategias de lucha, pero todos muestran a la sociedad dividida en dos. Y eso sucede según nuestro criterio, porque todavía, a 206 años de nuestra independencia declarada en Tucumán, no hemos podido encontrar cinco o seis acuerdos básicos para acordar y aplicar por todos quienes se sucedan en los gobiernos y que subsuman a todos los argentinos. Estos pactos deben pasar por cuestiones tales como el mantenimiento de la democracia con el respeto a sus leyes, porque si una ley no sirve se trabaja para cambiarla, no se viola, ni se desconoce. El respeto democrático incluye a sus instituciones, no debemos aceptar vivir en un país donde cualquiera puede desconocer y humillar a su pueblo, porque cuando se insulta a cualquier autoridad electa de la República se injuria a quienes elegimos y ni decir cuando se atenta contra ellas. Y en esto no hay bandería política que valga.

Resumiendo, los argentinos sin importar su adscripción ideológica debemos elegir cómo queremos vivir y todos juntos, seres democráticos de todas las edades, debemos definirnos por la patria que queremos habitar y hacerlo saber y respetar. No podemos permitir que un grupo de personas minoritario, quizá enajenadas o que sirven a intereses espurios, solo porque tienen acceso a ciertos medios de comunicación, nos alejen del país que queremos y merecemos. Permítasenos recordar una frase de Confucio: “Es fácil odiar y difícil amar. Así es como el esquema general de las cosas funciona. Todas las cosas buenas son difíciles de lograr y las cosas malas son fáciles de obtener”.

El camino que proponemos excluye al odio y no dejará de ser arduo, pero estamos muy seguros de que existen argentinos dispuestos a esforzarse por hacer de este un buen lugar donde vivir, todos en paz y bajo el imperio de la ley, respetándonos los unos a los otros y comprendiendo necesidades y anhelos de esos otros que no forman parte de nuestro círculo íntimo.

Por otra parte, deberíamos considerar o al menos tener como hito referencial a aquello que nos dejó Sartre (1972) “El otro es indispensable a mi existencia, tanto como el conocimiento que tengo de mí mismo” (p. 32).

No creo que sea fácil, pero… ¿Podremos ser capaces de intentarlo?

Referencias

Sartre, J. (1972). El existencialismo es humanismo. Editorial Huascar.

Sartre, J. (1984). A puerta cerrada. Editorial Losada.


[1] Realizó su Doctorado en Educación alcanzando el grado de Ph D (EE.UU.), Magíster en Gestión de Proyectos Educativos (Argentina), obtuvo la Suficiencia Investigadora (Magíster) en Historia (España), se especializó en Evaluación de la Educación Superior (Cuba) y sus títulos de grado son Licenciada en Historia y Licenciada en Ciencias de la Educación. Es autora de numerosas publicaciones en Historia, en Educación y en Formación Docente. Ha obtenido becas y premios por investigaciones realizadas. En el Área Metropolitana, dirige proyectos relacionados con la Historia Regional del Partido de La Matanza. Actualmente dirige el Programa de Historia Regional de la Universidad Nacional de La Matanza radicado en la Junta de Estudios Históricos, centro de investigación que también coordina.

Correo de contacto: hildagos@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0002-1041-160X