Stratta, F. (junio de 2023 – diciembre de 2023). La industria al sur del Riachuelo. Una aproximación a las etapas de su desarrollo en el partido de Lanús. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 7(1), 97-121. https://doi.org/10.54789/am.v7i1.4 

Imago Mundi

La industria al sur del Riachuelo. Una aproximación a las etapas de su desarrollo en el partido de Lanús

The industry south of the Riachuelo. An approach to the stages of its development in the Lanús district

Fernando Stratta[1]

Universidad Nacional de Lanús, Departamento Desarrollo Productivo y Tecnológico, Remedios de Escalada, Buenos Aires, Argentina.

 

Recibido en 22/09/2022

Revisado en 29/12/2022

Aceptado en 9/02//2023

Resumen

La historia de la Industria en el partido de Lanús se inscribe en el marco de la evolución de los regímenes de acumulación en el país, al calor del desarrollo económico en el Río de La Plata. Utilizando fuentes primarias y secundarias, y tomando como referencia los trabajos pioneros sobre la historia de la industria en la Argentina, hemos llegado a una propuesta de periodización que identifica cuatro grandes etapas en el desarrollo industrial de Lanús: la primera marcada por la actividad saladera (1815-1870); la segunda por el ferrocarril (1871-1935); la tercera por la industria curtidora (1935-1980); y una cuarta etapa desde 1980 hasta la actualidad a partir de la desindustrialización selectiva. Para complementar esta propuesta de periodización, se aborda el auge y declive de dos casos emblemáticos de industrias en el distrito: las empresas Lagomarsino y Campomar.

Palabras-clave: industria, historia industrial, acumulación de capital, empresas industriales, Lanús

Abstract

The history of Industry in the district of Lanus falls within the framework of the evolution of accumulation regimes in the country, in the heat of economic development in the Río de La Plata. Using primary and secondary sources, and taking as a reference the pioneering works on the history of the industry in Argentina, we have arrived at a periodization proposal that identifies four major stages in the industrial development of Lanus: the first marked by the salting activity (1815-1870); the second by the railway (1871-1935); the third for the tanning industry (1935-1980); and a fourth stage from 1980 to the present from selective deindustrialization. To complement this periodization proposal, the rise and decline of two emblematic cases of industries in the district are addressed: the Lagomarsino and Campomar companies.

Keywords: industry, industrial history, capital accumulation, industrial business, Lanus

La industria al sur del Riachuelo. Una aproximación a las etapas de su desarrollo en el partido de Lanús

 

 

Introducción

 

 

La industria en Argentina tiene una larga historia forjada al calor de los distintos ciclos de acumulación del capital y la inserción de la economía de nuestro país en el mercado mundial. Desde las primeras actividades artesanales de procesamiento de materias primas (carnes, cueros, etc.) hasta la instalación de los primeros establecimientos fabriles, pasando por el desarrollo de la industrialización por sustitución de importaciones hasta su interrupción a fines de la década de 1970, los partidos del sur del Conurbano bonaerense fueron el escenario del nacimiento, desarrollo, apogeo y posterior crisis del sector manufacturero.

No obstante, la importancia del sector industrial en la conformación de los partidos del Gran Buenos Aires, no existen en la actualidad una cantidad de estudios suficientes que permitan sistematizar de qué forma fueron desarrollándose las industrias en estos distritos.

El partido de Lanús, en el que centraremos nuestro trabajo, con una superficie de 50,2 km2 se encuentra al sur de la Ciudad de Buenos aires y sus límites son: el Río Matanza o Riachuelo (norte), y los partidos de Avellaneda (noreste), Quilmes (sudeste) y Lomas de Zamora (sur y oeste).

Este artículo se propone contribuir a la elaboración de una historia de la industria en el partido de Lanús, los factores determinantes de su evolución y las características fundamentales de su composición. La hipótesis que guía nuestro trabajo consiste en afirmar que las etapas del desarrollo industrial en el distrito están determinadas por los ciclos de acumulación de capital a nivel macroeconómico en la Argentina y los flujos inmigratorios que se asentaron en el distrito. En tal sentido, a lo largo de más de un siglo de desarrollo, la industria ayudó a conformar una fuerte identidad obrera en el distrito de Lanús.

Existe una larga tradición en nuestro país de estudios sobre la industria. A partir de los trabajos pioneros de Dorfman (1970; 1983), Ferrer (1989; 2004) y los más recientes de Schvartzer (1989; 1996), Belini (2015) y Rougier (2022), puede afirmarse que el área de estudios sobre el origen y la evolución del sector industrial en Argentina cuenta con sólidas bases. Los estudios de caso de grandes empresas (Picabea y Thomas, 2015; Rougier, 2013, 2016; Schvartzer, 1989) contribuyen en buena medida a completar el entramado de aquellos estudios, por lo que resultan una importante referencia.

Mientras se consolida un modelo agroexportador (1880-1930), se asiste a un incipiente desarrollo industrial a partir de actividades de procesamiento de materias primas.

Es vasta la literatura que aborda el período de sustitución de importaciones. Los alcances del desarrollo industrial en la primera etapa de industrialización liviana –que se inicia luego de la crisis mundial de 1929 hasta los primeros gobiernos peronistas–, son referenciados, entre otros, en Campione (1997), Belini (2004) y Llach (1984).

La segunda etapa de la industrialización sustitutiva, marcada por las políticas desarrollistas y la apertura a las inversiones extranjeras, reconfiguraron la economía del país al tiempo que habilitaron el desarrollo de la industria pesada (Castellani, 2008, 2009; Rougier, 2007).

Sin embargo, no fueron pocos los inconvenientes que atravesó el proceso de ISI. El carácter no integrado de la industria y el problema recurrente de la restricción de divisas (Ferrer, 1977); las limitaciones de una inserción internacional dependiente y las bajas tasas de inversión de capital (Peralta Ramos, 2007); o las características de la conformación de la burguesía industrial local (Basualdo, 2010; Peña, 1986) y el comportamiento del empresariado argentino.

La gestión de Martínez de Hoz en el Ministerio de Hacienda durante la última dictadura militar (1976-1983) inicia una etapa de desindustrialización selectiva, en donde la apertura económica, la reprimarización de la economía y el endeudamiento externo marcarán los nuevos contornos de la economía nacional (Azpiazu, 2011; Azpiazu y Schorr, 2010; Iñigo Carrera, 2007).

En esta investigación se basa en un abordaje cuali-cuantitativo. A partir de los antecedentes en el tema se buscó indagar en una periodización general de la industria en la Argentina. Con la complementación de estudios locales y entrevistas en profundidad se avanzó en una propuesta de periodización propia para el distrito (Directorio de la empresa Lagomarsino, comunicación personal, 2017; O. Dalponte, comunicación personal, octubre de 2017; M. Álvarez, comunicación personal, abril de 2018). Y finalmente, esto fue cotejado con los datos cuantitativos disponibles de los Censos Económicos Nacionales (INDEC, 1974; 1985).

 

 

Industrialización y desarrollo

 

 

Las relaciones entre industrialización y desarrollo han sido abordadas largamente en el debate latinoamericano. De manera sintética, podemos afirmar que

la industria es la portadora por excelencia de las transformaciones que el avance de la ciencia y la tecnología incorpora en la actividad económica y social (...) La industria no es sólo un conjunto de fábricas: implica el desarrollo de sectores sociales, instituciones y políticas, así como reconfiguraciones del espacio que afectan la dinámica de una sociedad. (Rougier, 2016, p. 29)

La corriente estructuralista fue una de las primeras que comenzó a plantearse el interés por los problemas del desarrollo en América Latina. En los años 1940 y 1950 estuvo representada por los trabajos de Raúl Prebisch y, más en general, por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en donde

proponían quebrar la especialización en la producción primaria mediante la industrialización, asimilada al impulso de ramas ‘dinámicas’ o de base, portadoras del cambio tecnológico (...) La industrialización (y en definitiva el desarrollo) estaba asociada al impulso de la producción de insumos básicos que promovían el resto de las actividades manufactureras. (Rougier, 2016, p. 30)

Es recién a mediados de los años de 1960, a partir de la publicación de trabajos como Dependencia y desarrollo en América Latina: ensayo de interpretación sociológica (de Cardoso y Faletto) que tomará forma la corriente dependentista: “La industrialización, pese a su avance, no lograba resolver los principales problemas ni la dependencia, sino que mantenía a la región en un ‘subdesarrollo industrializado’” (Rougier, 2016, p. 31).

Ciertamente, con las transformaciones estructurales iniciadas en la región a partir de los años setenta (que en muchos países se basaron en una desindustrialización selectiva), las corrientes estructuralistas, desarrollistas y dependentistas fueron perdiendo terreno. Se operó así un desplazamiento hacia una historia menos ambiciosa, más especializada y con mayor vínculo con el resto de las ciencias sociales.

Esta visión menos crítica se anudó a un novedoso impulso de los estudios empresariales en los ámbitos académicos latinoamericanos que fueron poco a poco abriéndose camino en los años ochenta, en paralelo con una relativa pérdida de centralidad de las explicaciones estructuralistas; más aún, la preocupación por los temas del imperialismo y la dependencia, muchas veces tratados con generalidad (...) dio paso a estudios más acotados o específicos y con mayor base empírica. (Rougier, 2016, p. 31)

Al analizar los estudios sobre la industria en la Argentina, podemos encontrar antecedentes que es menester mencionar.

Una primera concepción en los estudios sobre el desarrollo lo constituye el relato estructuralista. Ferrer (1963), en su trabajo pretendía buscar las raíces históricas de los problemas económicos expresados en el recurrente extrangulamiento externo y sus consecuencias sobre el crecimiento. La etapa abierta en 1930 era denominada “economía industrial no integrada”, que enfatizaba el escaso despliegue de la industria de base y las restricciones que esto provocaba sobre las cuentas externas y el desarrollo.

En esta línea, pero con una visión si se quiere más neoclásica se encuentra el trabajo de Di Tella y Zymelman (1967) que seguía los lineamientos de Walter Rostow sobre las etapas del desarrollo económico. Se propone una periodización que ubica al país en la etapa del “despegue hacia el crecimiento autosostenido” (iniciada en 1930), a la que intercalan un período de “demora” entre 1914 y 1930. Esta demora permitiría explicar por qué el país no había alcanzado la “madurez” en los años setenta.

Una interpretación también crítica del desarrollo argentino, pero anclada en la teoría neoclásica, es la obra de Diaz Alejandro (1970), un economista cubano de la Universidad de Harvard. El autor apela a las estadísticas y revalora la etapa previa a 1930, cuando el predominio de una economía abierta había generado mayores niveles de eficiencia de acuerdo con la dotación de recursos disponibles.

Son pocas las obras que abordan de manera general la historia de la industria argentina. En primer lugar, el trabajo de Adolfo Dorfman (1983) titulado Historia de la industria argentina, caracterizado por una amplia base empírica, enunció una serie de hipótesis que conformaron el sustento para las explicaciones dominantes que pueden considerarse como “clásicas”.

Ferrer (1989) y Schvarzer (1996) publicaron también trabajos de referencia en donde se discuten fuertemente las interpretaciones clásicas sobre la industria y, también, las neoclásicas o revisionistas.

Siguiendo a Rougier (2016), podemos establecer distintas etapas del desarrollo industrial argentino de acuerdo con la siguiente periodización: a) 1810-1870. La industria antes de la industria; b) 1870-1930. El despertar de la industria; c) 1930-1953. La industrialización por sustitución de importaciones; d) 1953-1976. La industria en su momento culminante; e) 1976-2002. La desindustrialización selectiva; f) 2003-2015. La reindustrialización trunca.

La historia de la industria en Lanús se inscribe en este marco antes descrito: el de la evolución de los regímenes de acumulación en el país, al calor del desarrollo económico en el Río de La Plata.

 

 

Las etapas de desarrollo en la industria de Lanús

 

 

Primera etapa: 1815-1871

 

 

En 1815 se instala, en el actual partido de Lanús, el primer saladero en el paraje de “Las Higueritas”. Si bien la actividad saladera se encontraba difundida en la provincia, este establecimiento fue de los primeros en instalarse en la banda sur del Riachuelo:

Como elemento multiplicador del desarrollo y como industria incipiente vinculada, sobre todo, a las actividades primarias, el saladero cumplió una etapa dentro del proceso económico rioplatense. Es así como junto con los caminos y los núcleos puntuales determinados por los pocos centros de convergencia y comunicación, más las instalaciones, chacras y quintas para el abasto urbano y, generalmente, para el autoconsumo, los saladeros que planteaban la posibilidad de una economía abierta de exportación dieron, por su complejidad funcional, un paso adelante en la definición de ámbitos urbanos en Lanús. (De Paula et al, 1974, p. 92)

Sin embargo, en el último cuarto de siglo XIX la actividad saladeril caerá indeclinablemente en la zona, a partir de varias sequías y nuevos parámetros de salubridad pública. El ciclo de epidemias que va a asolar la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, y que tendrá su punto más alto con la fiebre amarilla en 1871, traerá un cambio en las modalidades de control social (Stratta y Maglioni, 2009). Junto con muchas otras reglamentaciones, fueron prohibidos los saladeros dentro de los nuevos criterios de planeamiento urbano e higiene social.

 

 

Segunda etapa: 1871-1935

 

 

Los ferrocarriles abren una nueva etapa en la actividad industrial de la región. Las obras del tren que uniría Buenos Aires con Chascomús se inician en el año 1864 de la mano de Ferrocarriles Sud (Tombesi y Bilstein, 2012).

Al año siguiente quedaba habilitada la primera sección que llegaba hasta la localidad de Jappener, partiendo de Plaza Constitución, pasando por las estaciones Barracas (Avellaneda), Lomas de Zamora y Glew. Anarcasis Lanús cede los terrenos de la que sería la primera parada por fuera del trazado inicial, aunque al no existir aún población estable la parada en Lanús fue habilitada en 1867 como un simple apeadero en el cual se detenía el tren si era solicitado por los pasajeros.

En 1897 la empresa compra los terrenos donde en 1901 se instalará una estación y una planta al que darán el nombre de Talleres, en la localidad de Remedios de Escalada. El desarrollo urbano de la zona estuvo dado por la construcción, por parte de la empresa ferroviaria, de viviendas para su personal y un club para la totalidad de sus agentes (De Paula et al, 1974).

Luego de varios proyectos truncados con distintas compañías, generalmente de capital inglés, en 1904 se constituye la Compañía de Tranvías Eléctricos del Sud, que efectuaría su recorrido de Plaza de Mayo hasta Temperley. El 5 de septiembre de 1908 se realiza el viaje inaugural del primer tranvía eléctrico que recorre, por la avenida Pavón (actual Hipólito Yrigoyen), la localidad de Lanús, y el 14 de diciembre queda habilitado al público.

En esos años, la empresa Ferrocarriles Sud realiza ampliaciones y mejoras en la estación Lanús, además de construir una cuádruple vía para aumentar la circulación.

Por otra parte, la construcción de un nuevo Puente Alsina en 1910 y la pavimentación de las principales arterias de comunicación con la ciudad de Buenos Aires y los distritos de Lomas y Avellaneda, conformaron grandes avances en términos de transporte para la zona.

También, en esta etapa, van a desarrollarse los primeros establecimientos textiles (Campomar y Soules; Giardino) y de alimentos (Frigorífico Wilson).

 

 

 

Tercera etapa: 1935-1980

 

 

El caso de la industria curtidora en el distrito es clave, en tanto su desarrollo se extiende hasta nuestros días y reviste particularidades. Como señala Salvador (2013), “en el siglo XX se desarrolla una importante industria de curtición orientada principalmente al mercado manufacturero local, aunque se siguen exportando la mayoría de los cueros crudos” (p. 23). Hacia 1935 se desarrollan curtiembres en el Gran Buenos Aires. Al tiempo que se instalan grandes líderes como COPLINCO y CIDEC, un gran número de pequeños establecimientos se radican en Lanús y Avellaneda. En la década de 1970, con el cierre de la exportación de cuero crudo y el desarrollo de la exportación de cuero curtido, aparecen grandes nuevas fábricas (Cueros Argentinos, ICASA) y empresas comerciales se van transformando en industriales (SADESA, Fonseca, etc.).

De acuerdo con los datos del Censo Nacional Económico 1974, del total del personal ocupado en la industria manufacturera en el partido de Lanús, el 14,5% corresponde a la rama textiles, vestimenta e industria del cuero. No obstante, son los sectores de industrias metálicas básicas (11,5%) y el de maquinarias y equipos (35,6%) donde radica la mayor cantidad de empleo industrial. (Véase tabla 1).

 

 

 

Tabla 1. Industria manufacturera, por ramas. Lanús, 1974.

Rama de industria

Unidades

Personal

Fuerza motriz

productivas

ocupado

instalada (HP)

Alimento, bebidas y tabaco

401

4.304

26.489

Textiles, vestimenta y cuero

681

6.588

26.496

Madera

372

1.113

7.062

Papel, imprentas y ediciones

136

1.350

8.146

Química y derivados del petróleo

193

2.535

14.240

Producciones minerales no metálicas

124

1.478

6.729

Industrias metálicas básicas

132

5.235

13.004

Máquinas, equipos y productos metálicos

1.129

16.139

50.022

Otras

87

341

1.553

Total

3.255

39.083

153.741

Fuente: INDEC (1974).

 

 

Cuarta etapa: 1980 hasta la actualidad

 

 

Esta última etapa se encuentra signada por el fin del proceso de industrialización sustitutiva. Siguiendo el Censo Nacional Económico de 1985, en Lanús se produce una pérdida del 4,55% en el empleo industrial manufacturero respecto al censo anterior (1974), que pasa de 39.083 a 37.303 empleados. Hay descensos significativos de personal empleado en el sector de industrias metálicas básicas (1,2% del total de empleo manufacturero), pero crecen las ramas textiles, vestimenta e industrias del cuero (23,9% del total) y maquinarias, equipos y productos metálicos (que representa el 42% del empleo manufacturero en el partido). (Véase tablas 2 y 3)

Tabla 2. Industria manufacturera, por ramas. Lanús, 1985.

Rama de industria

Unidades

Personal

Fuerza motriz

productivas

empleado

instalada (HP)

Alimento, bebidas y tabaco

375

3.457

18.255

Textiles, vestimenta y cuero

607

8.933

53.748

Madera

320

1.593

7.463

Papel, imprentas y ediciones

168

2.108

11.129

Química y derivados del petróleo

264

3.079

16.167

Producciones minerales no metálicas

93

1.715

9.862

Industrias metálicas básicas

34

455

2.689

Máquinas, equipos y productos metálicos

1.068

15.672

86.389

Otras

40

291

902

Total

2.969

37.303

206.604

Fuente: INDEC (1985).

 

Tabla 3. Industria manufacturera, por ramas. Lanús, variación censal 1974-1985. En porcentajes

Rama de industria

Unidades

Personal

Fuerza motriz

productivas

empleado

instalada (HP)

Alimento, bebidas y tabaco

-6,48

-19,68

-31,08

Textiles, vestimenta y cuero

-10,87

35,60

102,85

Madera

-13,98

43,13

5,68

Papel, imprentas y editoriales

23,53

56,15

36,62

Química y derivados del petróleo

36,79

21,46

13,53

Producciones minerales no metálicas

-25,00

16,04

46,56

Industrias metálicas básicas

-74,24

-91,31

-79,32

Máquinas, equipos y productos metálicos

-5,40

-2,89

72,70

Otras

-54,02

-14,66

-41,92

Total

-8,79

-4,55

34,38

Nota: Elaboración propia en base a INDEC (1974, 1985).

Hacia comienzos del siglo XXI, el perfil productivo del distrito va a estar caracterizado por la preponderancia de los sectores de metalmecánica, calzado y alimentos (Vitelli y Manes Rossi, 2013).

 

 

Dos casos de empresas industriales emblemáticas del distrito

 

 

A continuación, presentamos dos casos de estudio con el objetivo de profundizar en las causas que motivan el surgimiento, desarrollo y (eventualmente) declive de las empresas en el distrito.

 

 

Textil Campomar

 

 

La historia de Campomar está íntimamente ligada al origen y desarrollo de la ciudad de Lanús. La empresa instaló su planta fabril en la localidad de Valentín Alsina, Lanús, en el año 1888 bajo el nombre de Campomar Hermanos y Compañía. En 1895, los Campomar obtienen, a través de una resolución del departamento de Obras Públicas de la Nación, el derecho para el uso exclusivo de la marca “Oveja”, cuyo logotipo indentificaría en adelante todos sus productos. En esos años, las cuatro manzanas que ocupaban la planta de Villa Alsina ya contaban con 700 obreros y una fuerte inversión en maquinarias, donde se producía gran parte del vestuario del ejército argentino y mantas, fajas y ponchos para el público en general. En el año 1906, dicha planta estaba equipada con 300 telares, 20 juegos de cardas y 30 máquinas hiladoras que utilizan en conjunto unos 1.000 caballos de fuerza motriz. Trabajaban en ella 800 obreros y 25 empleados (Batista, 2005).

Debido a su participación en el mercado de lanas, Juan Campomar entabla amistad con Eduardo Soulas, un comerciante francés, con quien se asocia en 1904, creando la sociedad Campomar y Soulas. De esa época data la gran expansión de la empresa, que amplían sus actividades con la hilandería de lana peinada en la localidad de Avellaneda, ubicada en la calle Pavón 177, y la planta del barrio de Belgrano, ubicada en la calle Blanco Encalada 1550, dedicada a la fabricación de casimires finos. La hilandería de Avellaneda contaba con unos 10.000 usos de tipo confeccionados en un predio edificado de 9.000 metros cuadrados, con 500 caballos de energía y 300 operarios. En la fábrica de Belgrano, de 15.000 metros cuadrados, ya operaban 300 telares dedicados exclusivamente a la terminación de casimires finos.

Hacia 1915, debido a problemas de salud, y bajo prescripción médica, Juan Campomar partió hacia Palma de Mallorca en busca de descanso. Viajó junto a su esposa, María Scasso y los tres hijos más pequeños: María, Eduardo y Rosa. Al frente de la empresa quedaron los mayores: Miguel, Carlos y Juan, los cuales estuvieron a la altura del desafío de llevar adelante la empresa familiar.

A partir del viaje de Juan a su tierra natal, las actividades de los hijos mayores quedaron divididas del siguiente modo: Miguel supervisaba el funcionamiento y coordinación de las tres plantas. Carlos, que se había recibido de abogado a los 22 años, instalado en las oficinas de la calle Alsina en Buenos Aires, manejaba los aspectos administrativos y financieros. Y Juan, con 19 años, dirigía la fábrica de Belgrano.

Los hermanos supieron aprovechar las condiciones económicas favorables (estaba ocurriendo la Primera Guerra Mundial) y rápidamente comenzaron a incrementar la producción y las ganancias. De esta nueva etapa de conducción de Campomar, se destacan los jugosos contratos con Francia e Italia para la provisión de paños y mantas para sus fuerzas armadas, además de la continuidad del abastecimiento de productos para el ejército y la policía nacional.

El buen entendimiento de los hermanos hizo que la empresa no parara de crecer. Tampoco descuidaron la política empresaria por fuera de la empresa, tal es así que en julio de 1919 participaron activamente de la creación del gremio patronal de Fabricantes de Tejidos de Lana, en el cual Miguel Campomar había conseguido ser vicepresidente y Carlos era delegado.

Más tarde, al fundarse en la Unión Industrial Argentina la Confederación Argentina de Industrias Textiles, Miguel Campomar ocupó la presidencia, y fue reelegido en forma ininterrumpida hasta 1944.

El ritmo de crecimiento continuaría hasta comienzos de los años sesenta, cuando diversos factores desembocaron en el proceso de quiebra en 1970. El proceso de crisis comenzó cuando en los años cuarenta, los Soulas se desvinculan del grupo y venden su parte al grupo integrado por Abrahan e Isaak Todres.

Por otro lado, los Campomar decidieron la venta al grupo antes mencionado, previo compromiso por parte de los Todres de capitalizar la sociedad para continuar produciendo.

Los Todres se dedicaban a comprar empresas para luego vaciarlas económicamente y despedir sin indemnización al personal, quedándose con el resultado financiero del remate de sus bienes. La misma acción repitieron en Campomar y fue el final de un gigante de la industria textil nacional, que con casi cien años de trayectoria había obtenido prestigio nacional e internacional por la calidad de sus productos, y el comienzo de lo que más tarde toda la sociedad argentina sufriría: los efectos de la valoración financiera del capital con la consecuente desvalorización del trabajo y la producción, que tendría su apogeo en la política económica del Proceso Militar en los años siguientes. El 12 de agosto de 1970 cerró sus puertas para siempre.

Cabe aclarar que las maniobras delictivas de los Todres, contaron con la complicidad del poder político del momento. Los Todres fueron los responsables del vaciamiento de diecinueve empresas. El 3 de septiembre de 1971 los obreros se reunieron en las puertas de Campomar reclamando su reincorporación. Hasta 1972 la quiebra mantuvo un pequeño núcleo de trabajadores residuales. Luego, se produjo un inescrupuloso remate judicial a favor de un testaferro.

 

 

Sombreros Lagomarsino

 

 

La empresa Lagomarsino, actualmente bajo la razón social denominada “Talleres Jujuy S.A.C.I” se encuentra ubicada en la calle Colombia 1449, en la localidad de Valentín Alsina, perteneciente al partido de Lanús.

Como sus propietarios mencionan en la actual página web, fue en “octubre de 1891 cuando se comenzaron a firmar los documentos de alta” de esta organización que ya tiene 127 años (Lagormasino, 2018).

Para los años treinta, se calcula que existían más de cuarenta fábricas de sombreros en todo el país. Debido a este auge, transcurrieron años de bonanza, crecimiento y prestigio (tanto industrial como político) para la familia Lagomarsino.

Es así como la fábrica y marca de sombreros Lagomarsino llegó a vestir a personajes célebres como Carlos Gardel, Hipólito Yrigoyen, Alfredo Palacios, entre otras personalidades destacadas de la Ciudad de Buenos Aires.

Luego de los años de crecimiento y despliegue del sector, a mediados de la década del cuarenta comenzó el decrecimiento de la industria sombrerera: aquella moda o costumbre que parecía eterna no lo fue, de modo que para los años cincuenta, varías empresas habían cerrado y sólo quedaban unas pocas.

La empresa Lagomarsino, que hasta entonces mantenía sus actividades en la calle Junín en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires donde estuvo Artes Gráficas Rioplatenses (hasta 1942 que se traslada a Valentín Alsina), recibe la noticia de que por razones ambientales no podía seguir ejerciendo sus actividades productivas en ese lugar. Debido a la nueva normativa, debió suspender la fabricación de fieltro (material a base de pelo de liebre y nutria con el que se realizan los sombreros). Por tal cuestión, irrumpe en la historia de Lagomarsino la familia Riera, quien la compra y continúa con las actividades de fabricación de sombreros iniciada por los dueños originales.

La familia Riera mantenía relaciones comerciales con Lagomarsino. Eran los que proveían de fieltros para la fabricación de sombreros, sobre todo cuando se les prohíbe fabricar dichos insumos en la planta industrial de la ciudad de Buenos Aires.

Los Riera eran una familia de tradición sombrerera, proveniente de Mallorca, España, de donde trajeron el oficio cuando migraron hacia la Argentina. Fueron proveedores de materia prima de Lagomarsino hasta el año 1967, año en el que Antonio Riera, a pesar de conocer la crisis sombrerera decide comprar el fondo de comercio de Lagomarsino.

Los Riera se interesaron en la empresa debido a que la misma tenía mucho prestigio y reconocimiento:

fue una industria pionera, y de avanzada en su momento porque hacía publicidad en medios gráficos, patrocinaba carreras de bicicletas que eran muy importantes en aquella época, casi tanto como el turismo de carretera en sus principios; y por eso constituyó la más conocida y eficiente porque trajo máquinas modernas de Estados Unidos, y reconozco en ellos esa voluntad de hacer las cosas bien. (Directorio empresa Lagomarsino, comunicación personal, 6 de junio de 2017)

Los Riera siguieron con la misma consigna de los Lagomarsino, es decir ofrecer al mercado productos de calidad y luchando contra las injerencias de la moda.

También, se buscaron nuevos mercados y productos para la producción de Lagomarsino. Así fue como la empresa se adaptó a las nuevas demandas del mercado, siendo hoy en día, la única sobreviviente de aquellas más de cuarenta fábricas existentes en los años treinta. Para lograrlo, tuvieron que desarrollar nuevas líneas de sombreros como la de Campo y Travel & Safari. También, emplear nuevos materiales, como el algodón ventilado, el cuero y la lana. Inquietos y emprendedores, incursionaron en la venta de artículos publicitarios y, además, con el fin de expandirse, comenzaron a fabricar sombreros para grandes marcas como Levi´s; Kosiuko; Etiqueta Negra; Mimo; Lacoste; Cacharel; Paula Cahen D’Anvers y más. La fabricación de sombreros para las mencionadas marcas se produjo entre los años 2003 hasta el 2007 cuando el precio del dólar era alto y no había posibilidad de importar dichos productos o fabricarlos fuera del país. Luego del año 2007, comenzó a bajar nuevamente la demanda debido a que el dólar resultaba bajo en términos de intercambio.

En la actualidad, Lagomarsino cuenta con una amplia línea de sombreros de Campo, Ciudad, Safari, sombreros Tradicionales & Religiosos y Publicitarios. También, confeccionan gorras y boinas. Exportan sombreros a Brasil, Paraguay, Uruguay, Japón, Inglaterra, Estados Unidos y Suiza. Además, tienen una línea propia de indumentaria masculina y femenina que se comercializa en todo el país.

La empresa logró exportar parte de su producción en los años 2003, 2004 y 2005 a Estados Unidos, el cual es un mercado que demanda gran cantidad y variedad de sombreros. Posteriormente por el tipo de cambio (dólar barato) no se pudo permanecer en ese mercado, por lo que se dejó de exportar. En la actualidad, se pueden sostener algunas exportaciones con precios bastante bajos y escasos márgenes de ganancia.

Hoy, en la fábrica Lagomarsino trabaja la sexta generación de sombrereros. La empresa emplea en forma directa setenta y ocho personas: veinte en el área administrativa y cincuenta y ocho en el área productiva. También cuentan con sus propios diseñadores que se encargan del diseño de sus productos.

 

Conclusiones

 

 

A lo largo de este artículo hemos complejizado una de las hipótesis de nuestro trabajo, a saber: que las etapas del desarrollo industrial del partido están determinadas por los ciclos de acumulación de capital a nivel macroeconómico en la Argentina. En este sentido, se puede afirmar que la capacidad de adaptación –en un sentido tanto positivo como negativo– del empresariado local, constituyó un factor de continuidad o clausura de emprendimientos industriales en Lanús. Por otra parte, resaltan los vínculos entre las corrientes inmigratorias y el establecimiento de los primeros establecimientos fabriles, sobre todo en las primeras etapas del desarrollo industrial del distrito.

Creemos importante avanzar en el conocimiento de estudios de caso de empresas emblemáticas en la historia industrial de Lanús.

 

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[1] Licenciado en Sociología y Magíster en Investigación Social. Ha publicado libros y artículos que abordan la relación entre Movimientos Sociales, Estado y Clase Trabajadora en la Argentina. Es docente en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) y la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM).

Correo de contacto: fstratta@yahoo.com.ar ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2214-2037