Agostino, H. N. (junio de 2022 – diciembre de 2022). Los argentinos a cuarenta años de la guerra de Malvinas. Antigua Matanza. Revista de Historia Regional, 6(1), 1-7. https://doi.org/10.54789/am.v6i1.122 

Editorial

Los argentinos a cuarenta años de la guerra de Malvinas

Argentines forty years after de “La guerra de Malvinas”

Hilda Noemí Agostino[1]

Universidad Nacional de La Matanza, Secretaría de Extensión Universitaria, Junta de Estudios Históricos de La Matanza, San Justo, Argentina.

 

El mundo está nuevamente conmocionado por una guerra, y creemos que se precisa pensar en el significado de estar en guerra y, sobre todo, adherir a una. Y afirmamos esto porque en cuanto se conoció la noticia de la invasión rusa a Ucrania, algunos grupos de argentinos tomaron los colores de la bandera ucraniana y se envolvieron con ella dando su apoyo y clamando contra el invasor. Por supuesto, excluimos de este comentario a la comunidad ucraniana de la Argentina que, por supuesto, conoce los devenires de su patria de origen y puede tener una opinión formada y fundamentada sobre lo que ocurre en ese país e intereses vinculados a todo ello. Se hace aquí referencia a aquellos que llevados por la prédica de ciertos medios de comunicación, rápidamente, se posicionaron tras un bando y gritaron contra el otro, en lugar de mostrar una postura cauta ante el estallido de una conflagración en Europa, que, se origine donde se origine, trae aparejada nuevamente una larga secuela de dolor y muerte para miles de seres.

Ninguna guerra en la historia de la humanidad ha dejado de tener una multiplicidad de causas, por eso, no resulta simple analizar las causales de una de ellas, pero lo que todas tienen en común es demostrar otra vez, que la brutalidad puede más que la razón. Que se elige la fuerza y la prepotencia para dominar a otro en una controversia y que, quienes lo deciden, no están en el campo de batalla. La secuela de los actos y decisiones de esos hombres deja truncas vidas humanas, separa familias, hace perder bienes materiales y ocasiona serios problemas en miles de personas. Resulta increíble que se recurra a la guerra en lugar de insistir con la diplomacia y la búsqueda de consensos. La humanidad parece haber evolucionado muy poco desde la antigüedad: solo ha conseguido formas más sofisticadas para matar, lamentablemente.

También, es dable recordar que la guerra que impresiona tanto a algunos compatriotas, lo hace porque afecta a europeos (blancos y rubios). Porque otros conflictos contemporáneos, igualmente sanguinarios y durísimos, pero desarrollados en otros escenarios y sobre otros seres, ni siquiera tuvieron, ni encuentran espacio, en las noticias diarias. Esto nos convoca a pensar qué intereses se ocultan tras cada conflicto y quienes “fogonean” las noticias correspondientes y en qué sociedades lo hacen porque consideramos que este es un dato no menor si se busca caracterizar ciertos rasgos de nuestra sociedad nacional.

Nos parece importante hacer hoy estas aclaraciones porque Argentina vivió hace 40 años, una situación de guerra, la de la recuperación de las Islas Malvinas, cuyo recuerdo nos lleva en primer término a rendir homenaje a quienes dieron batalla en las islas, pero sobre todo, nos impulsa a no olvidar para evitar repetir algo tan triste como esas jornadas, más allá de la valentía incuestionable de quienes la vivieron en su propia carne.

Como la ciencia histórica es la que nos convoca, cabe recordar, al hablar de esa guerra, que si bien la llamada “Operación Rosario” fue el marco en el cual se dio el desembarco de 1982 y fue pensada y ejecutada por las fuerzas armadas argentinas que ocupaban “de facto” el poder desde 1976, en lo que constituyó la más sangrienta dictadura cívico militar del siglo XX, también contó con el apoyo de la mayoría del pueblo argentino que sintió la recuperación de esos territorios como “causa nacional”.

Es indudable que, históricamente, las Malvinas son argentinas porque antes fueron españolas y se heredaron los derechos sobre esos territorios. En el siglo XVI llegan a ellas marinos de esta nacionalidad, entre quienes se hallaba el cartógrafo Andrés de San Martín, que había formado parte de la expedición de Magallanes, hasta Puerto San Julián y luego partió en la Nao San Antonio que se separó del grupo original. En su viaje de regreso a España, realizó el primer mapa de las islas que se conoce. Dicho cartógrafo poseía para la localización de las islas datos que le había brindado el propio Américo Vespucio. Las islas aparecen en varios mapas españoles del siglo XVI, bajo las denominaciones de San Antón, S. Antón, Sansón, San Son, o la forma alterna de Islas de los Patos y, también, se las observa en las cartas náuticas de diversos cartógrafos a saber; el portugués Pedro Reinal y el italiano Bautista Agnese y aparecen en el primer mapa científico del mundo realizado en 1527 por el sevillano Diego Ribero y que fue utilizado por todos los marinos españoles de esa época.

Hoy se conoce además que el historiador uruguayo Agustín Laguarda Trias, descubrió un documento en París, en la Biblioteca Nacional, escrito por el fraile André Thevet, fechado en 1586, años antes de los presuntos antecedentes británicos sobre el archipiélago, en el cual se agrega un mapa adonde aparecen las islas de Sansón o de los Gigantes que coinciden con las Islas Malvinas. Thevet efectuó además un comentario adjunto donde se afirma que obtuvo la ubicación de dichas islas de un piloto portugués, miembro de la expedición de Magallanes, que, se supone, fue don Álvaro de Mezquita, con quien se entrevistó en Lisboa. Debe aclarase, que se han realizado investigaciones paralelas que demuestran que Thevet vivió en la capital portuguesa entre 1563 y 1567, lo que hace posible la reunión citada. Laguarda Trias, que publicó esto en 1983, bajo el título “Nave española descubre las Islas Malvinas en 1520” hizo llegar todo a las autoridades argentinas oportunamente. Es de fácil comprensión que este descubrimiento da por tierra cualquier suceso posterior de observación o llegada a las islas que se hallan sobre el Mar Argentino como momento del descubrimiento. No cabe duda alguna, que pertenecieron por este acto a marinos bajo bandera del imperio español, del cual somos sus incuestionables herederos. Nótese bien la fecha citada, esto ocurrió en 1520. Los ingleses nunca pudieron probar nada en relación con las islas en esas fechas, aunque en esa época navegaron Cavendish y el corsario Francis Drake. El holandés Sebald de Weert recién puede datar su relación con estos territorios en 1600.

Debe tenerse en cuenta, ya volviendo a nuestros días, que el ejercicio pleno de nuestra soberanía sobre Malvinas hoy produciría, en principio, un gran ingreso en dólares anuales por la pesca o la venta de cánones para esta, en nuestros mares australes, el desarrollo pleno del turismo en esa zona, tan transitada por cruceros hasta la pandemia reciente y obviamente las posibilidades de ganancias se incrementarían con el asentamiento de industrias afines que harían de esa zona un boom económico y demográfico.

Y eso no implica desconocer a los habitantes de las islas, sino llegar a acuerdos que no serían nuevos porque no puede olvidarse que en las décadas del ´60 y del ´70 del siglo pasado esto fue factible y se realizó.

Actualmente la situación con relación a 1982 se ha agravado porque una importante presencia de las fuerzas armadas inglesas se halla en forma permanente instalada muy cerca de Puerto Argentino a aproximadamente 50 km de distancia. En una base de la Real Fuerza Aérea, situada en Monte Agradable, existe y opera un escuadrón de aviones que suman: 4 cazas, 2 helicópteros de carga pesada, una unidad de abastecimiento en vuelo y un avión de transporte táctico. Además de disponerse allí de dos pistas, 1200 efectivos y contarse con un sistema de radares, con misiles tierra- aire, un patrullero oceánico, y un buque tanque logístico[2].

Cabe destacar, que el regreso de políticas neoliberales al gobierno trajo aparejado nuevos acuerdos que no favorecen a la Argentina, como el denominado Foradori Duncan, que se agrega a las leyes que materializan la entrega a los ingleses de derechos sobre esos territorios, que provienen de acuerdos firmados durante el gobierno de Carlos Saúl Menem, como condición para restablecer relaciones entre ambos países. En los años 1990 y1991 y en forma precipitada, se realizaron los Acuerdos de Madrid 1 y 2 que otorgaron al Reino Unido una serie de prebendas que le permitieron extender su poderío, sobre casi un millón seiscientos mil km2 de nuestro mar, en lo que podría ser considerado como un resarcimiento por los daños causados por la guerra de 1982.

En estos acuerdos es cuestionable la decisión argentina de permitir la explotación de los recursos marítimos (pesca e hidrocarburos) al Reino Unido, además de procederse al desarme de Argentina, unilateralmente, que inició un proceso de desinversión en armas y efectivos militares en el sur del país.

A esta situación, como se ha dicho, se sumó el citado acuerdo firmado el 13 de septiembre de 2016 entre el vicecanciller del Presidente Macri, Carlos Foradori y el Ministro Británico de Asuntos Exteriores, Alan Duncan, que comprometió a nuestro país a remover todos los obstáculos que pudieran limitar el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos. Ambos países, acordaron, además, fortalecer la relación entre las dos Fuerzas Armadas y se obligaron a remover obstáculos “que no son explicitados”, lo que por supuesto puede estar aludiendo a la soberanía nacional sobre los recursos naturales en toda el área de Malvinas sobre el Mar Argentino. Es imperativo recordar que desde 1841 la recuperación de las islas y, por ende, la integridad territorial es una “política de estado” que solo ha dejado de regir cuando desgraciadamente las dictaduras han detentado el poder.

Jamás abogaremos por una guerra porque sabemos de sus secuelas y de las víctimas que se cobra, incluso en la paz posterior, porque jamás olvidaremos que muchos veteranos de la guerra que nos ocupa, no soportaron la vida civil y tomaron decisiones terminales. Pero, tampoco, dejaremos de proclamar que tras la guerra de 1982 esas tierras y el mar que las circundan, son más argentinas, y que debe encontrarse una manera de que formen parte efectiva del territorio nacional sumando a quienes las habitan, porque la convivencia pacífica es posible y años de historia vivida durante las décadas anteriores a 1982, así lo demuestran. Se lo debemos a quienes lucharon por las islas reclamándolas desde 1833 y a quienes en el frío suelo de turba malvinera se jugaron completos por esa causa nacional, pero también a los futuros ciudadanos argentinos porque el valor económico y estratégico de esa zona, no nos permite desentendernos de ella.

Sabemos que lo que deseamos para nuestro futuro debemos procurárnoslo hoy y, por eso, a los 40 años de esa guerra de la dictadura, nosotros revindicamos la causa nacional y a los héroes que viven entre nosotros; nuestros veteranos de la guerra de Malvinas, agradeciendo a los pueblos amigos que nos acompañan en nuestros reclamos, e invitamos a tener memoria y a luchar, desde la paz, por lo que legítimamente nos pertenece a nosotros y a nuestros sucesores.


[1] Realizó su Doctorado en Educación alcanzando el grado de Ph D (EE.UU.), Magíster en Gestión de Proyectos Educativos (Argentina), obtuvo la Suficiencia Investigadora (Magíster) en Historia (España), se especializó en Evaluación de la Educación Superior (Cuba) y sus títulos de grado son Licenciada en Historia y Licenciada en Ciencias de la Educación. Es autora de numerosas publicaciones en Historia, en Educación y en Formación Docente. Ha obtenido becas y premios por investigaciones realizadas En el Área Metropolitana, dirige proyectos relacionados con la Historia Regional del Partido de La Matanza. Actualmente dirige el Programa de Historia Regional de la Universidad Nacional de La Matanza radicado en la Junta de Estudios Históricos, centro de investigación que también coordina.

Correo de contacto: hildagos@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0002-1041-160X

[2] Estos datos aparecen citados en el Informe 111 del Gabinete de Ministros al Congreso de la Nación fechado el 27 de junio de 2019.